Por su parte el filósofo de la ciencia y académico de la Universidad de York, David. N. Stamos explica en su libro “Evolución” que la definición de intersexual de Fausto-Sterling es demasiado amplia y poco útil. Lo anterior se debe a que la autora considera la intersexualidad como cualquier desviación de los individuos respecto del “ideal platónico” del dimorfismo nivel cromosómico, genital, hormonal o gonadal. Stamos cita el trabajo del médico y psicólogo Leonard Sax titulado “How common is intersex? a response to Anne Fausto-Sterling” (2002), en donde incluye dentro de los intersexuales a:
5/6- Sexo…Género…¿de qué estamos hablando? Consideraciones críticas
Comencemos con la filósofa francesa Bérénice Levet, doctora en filosofía por la Universidad de Caen y académica de la École Polytechnique y del centro Sèvres, en París. La autora redactó un interesante ensayo titulado (en el original francés) “Teoría de género o el mundo soñado por los ángeles. La identidad sexual como maldición”. El título ya nos revela algo del contenido del ensayo y es que sus dardos apuntan a una concepción específica del concepto de género que se ha hecho espacio en las universidades y, desde ahí, se ha extendido a la política, la educación y la sociedad. En segundo lugar nos dice que efectivamente existe una teoría de género (aunque algunos rechacen esto) y, por ende, también existe una ideología de género. Como señala Levet, ¿cómo pueden existir en las universidades estudios de género sin una teoría subyacente sobre el concepto mismo de género?
4/6- Sexo…Género…¿de qué estamos hablando?
Continuando con la demarcación conceptual de los conceptos de sexo y género, Tubert explica que habitualmente se entiende que el sexo corresponde al ámbito biológico, mientras que el género constituye una construcción sociocultural. Ahora bien, uno de los problemas con el concepto de género y que destaca tanto Tubert como otras autoras, es su naturaleza importada del mundo anglosajón.
3/6- Sexo…Género…¿de qué estamos hablando?
En lo que sigue comenzaré refiriéndome al concepto de sexo y género consultando, en primer lugar, a los diccionarios. Pero como sabemos que los diccionarios no son suficientes, posteriormente continuaré con una serie de autoras y académicas pertenecientes al ámbito de las ciencias sociales, como por ejemplo Silvia Tubert, Geneviève Fraisse, Linda Nicholson, Cristina Molina, Luisa Accati y Judith Butler entre otras. El objetivo de esta primera parte es simplemente describir y explicar lo que estas autoras exponen para así arrojar luces sobre los conceptos de sexo y género, así como también la relación entre ambos.
2/6- Sexo…Género…¿de qué estamos hablando?
Otras confusiones en torno al tema del sexo y el género es el uso de los conceptos de transgénero y transexual como sinónimos. Pero sabiendo que el sexo hace referencia a lo biológico, entonces podríamos concluir que un transexual es aquel que ha ido más allá (trans) de su sexo biológico, en el sentido de que se ha realizado modificaciones por medio de intervención médica de su cuerpo (aunque tales modificaciones no alteran en estricto rigor el sexo de la persona, puesto que seguirá produciendo óvulos o espermatozoides según sea el caso). Ahora bien, si uno consulta múltiples páginas en la web, el tema es más complejo puesto que no existe una explicación precisa y clara en lo que respecta a la diferencia entre transgenerismo y transexualidad.
1/6- Sexo…Género…¿de qué estamos hablando?
En esta serie de artículos abordaré los conceptos de sexo y género, así como también otros temas que se desprenden de estos. Quizás para algún lector podrá resultar fútil abordar tales conceptos puesto que – después de todo – son bastante claros y evidentes en lo que respecta a su significado. Bueno, eso fue lo que también yo pensaba hasta que comencé a percatarme desde hace algún tiempo, por medio de la lectura de artículos académicos, libros y noticias, que tales conceptos, especialmente el de género, habían experimentado cambios significativos.
2/2-Libro: La guerra contra Occidente de Douglas Murray (por Jan Doxrud)
En el capítulo 2 Murray aborda como la TCR ha invadido los estudios históricos. Parte haciendo referencia al denominado Proyecto 1619 publicado en “The New York Times” (2019) por la periodista Nikole Hannah-Jones. La razón de esta publicación era la conmemoración de los 400 años de la llegada de los primeros esclavos africanos en Virginia. Lo que pretendía este proyecto era cambiar el año de fundación de Estados Unidos justamente al año 1619(y no 1776)y no 1776). Así, tenemos acá la historia no ya como un proceso cuyo motor es la lucha de clases, sino que la “lucha de razas” como también la concebían antiguos racistas como el conde de Gobineau o en el siglo XX Adolf Hitler.
1/2-Libro: La guerra contra Occidente de Douglas Murray (por Jan Doxrud)
En estos dos artículo examinaré algunos de los capítulos e ideas centrales planteadas en el libro de Douglas Murray titulado “La guerra contra Occidente. Cómo resistir la era de la sin razón”, publicado por la editorial Península (2023). Este libro se inserta dentro de una interesante lista de libros que han sido publicados y que tienen en común la defensa del legado de la civilización Occidental u “Occidente” (que, a su vez, se ha nutrido de tradiciones como el cristianismo, de Greco, Romano, cultura germánica e incluso de intelectuales musulmanes). Junto con lo anterior, también se defiende el legado de la Ilustración que promueve el Estado laico, la tolerancia, la libertad de conciencia y de expresión, el pluralismo y el racionalismo científico entre otros elementos. Tales obras van dirigidas contra los “enemigos de Occidente” que incluye la denominada posmodernidad, la izquierda radical, el constructivismo radical, el idealismo, las políticas identitarias, estudios de género y poscoloniales. Como escribió el intelectual francés, Pascal Bruckner, el antioccidentalismo es una tradición europea que puede retrotraerse a Michel de Montaigne (1533-1592) pasando por la intelectualidad francesa donde destaca la figura de Sartre (1905-1980)
3/3-Pensamiento crítico ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)
Paul y Elder también destacan otro aspecto importante y que guarda relación con las características o virtudes de un pensador crítica: entereza intelectual (vs la cobardía), empatía intelectual (vs la estrechez), la autonomía intelectual (vs conformismo), integridad intelectual (vs hipocresía), perseverancia intelectual (vs pereza), confianza en la razón y evidencias e imparcialidad intelectual, y por último la humildad intelectual (vs arrogancia).
2/3-Pensamiento crítico ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)
Teniendo en cuenta lo anterior, el pensamiento crítico es un conjunto de habilidades y aptitudes que pueden enseñarse por medio de los contenidos, de manera que existe una relación de interdependencia en donde los contenidos sirven como materia prima para poder desarrollar la habilidad de pensar críticamente y así alcanzar a ser un maestro en el arte de pensar. Pero lo anterior requiere también de la expertise o pericia por parte del docente no solo en lo que respecta a sus conocimientos sobre el pensamiento crítico, sino que también sobre los contenidos que enseña.
1/3-Pensamiento crítico ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)
En estos artículos abordaremos el tema del pensamiento crítico: en qué consiste (y en que no), sus componentes y la importancia de fomentarlo en las personas desde una temprana edad. Hacia el final me centraré en uno de los puntos medulares que guarda relación con la humildad y honestidad intelectual, y la consecuente capacidad de cambiar de mentalidad cuando nuestras creencias no se encuentran respaldadas por la evidencia. En relación con esto último examinaremos cómo es esto posible y cuáles son los principales obstáculos, siguiendo los escritos de Howard Gardner y Adam Grant. Al final del artículo dejaré otros artículos que he escrito para que el lector pueda leerlo como complemento a este.
6/6- Libro: La guerra del retorno. Cómo la indulgencia occidental con el sueño palestino ha obstaculizado el camino hacia la paz. (por Jan Doxrud)
De acuerdo a Schwartz y Wilf, Arafat se dedicó a manipular a la comunidad internacional para que esta creyera que era un socio para la paz. Esto lo hizo apelando al derecho palestino a la autodeterminación “a la vez que minimizaba y confundía la demanda de retorno”. Para Israel el derecho a la autodeterminación no constituía un peligro en sí mismo.
5/6- Libro: La guerra del retorno. Cómo la indulgencia occidental con el sueño palestino ha obstaculizado el camino hacia la paz. (por Jan Doxrud)
5) Libro: La guerra del retorno. Cómo la indulgencia occidental con el sueño palestino ha obstaculizado el camino hacia la paz. (por Jan Doxrud)
Con el tiempo los campos de refugiados cambiaron su composición, puesto que comenzaron a ser integrados por personas nacidas después de la guerra de 1948. (la ONU decretó en 1982 que los descendientes de refugiados también tendrían el status de refugiado). También cambio su fisionomía, ya que dejaron de parecer campos de refugiados para transformarse en barrios de vivienda permanentes en las afueras de las ciudades con casas de cemento y ladrillos. De acuerdo con los autores esta nueva generación de refugiados se crió con una educación más sofisticada que sus predecesores, así como también con una ideología más firme.
De acuerdo con esto, Schwartz y Wilf señalan estaba “imbuida de una lealtad ideológica hacia su nación, su tierra y lo colectivo”, de manera que se estaba ante una nación nueva criada bajo el odio visceral contra Israel y la esperanza de un retorno a su tierra. En cuanto a los países árabes – salvo Jordania – no integraron a los palestinos en sus territorios. Incluso fueron discriminados social y laboralmente como fue el caso del Líbano, Siria y Egipto. Sobre este tema de la identidad de esta nueva generación de refugiados comentan los autores:
“La política de discriminación de los Estado árabes jugaba un papel fundamental en la construcción de una identidad política palestina diferenciada. Privados de la ciudadanía en todos los Estados árabes menos Jordania, las cartillas de refugiados emitidas por la UNRWA se convirtieron, en la práctica, en carnés de identidad de los refugiados y en los únicos documentos internacionales oficiales que confirmaban su origen y su identidad. Recibir ayuda de la UNRW equivalía a ser palestino, y la palabra refugiado se hizo sinónimo de palestino”.
https://www.unrwa.org/newsroom/press-releases/uae-funding-helps-palestine-refugees-syria-celebrate-ramadan
Otros problemas que surgieron guardaban relación con la falta de control de la UNRWA de los campos, por ejemplo, en el conteo del número de refugiados, identidades y en la aplicación de políticas que resultaron ser contraproducentes . Por ejemplo, los miles de palestinos que migraron hacia Estados del golfo en busca de trabajo parecieron no repercutir en el número de refugiados en los campos. La UNRWA continuó otorgando raciones diarias de comidas aun cuando los refugiados podían comprar su propia comida. Esto tuvo como consecuencia el que se formara un mercado negro en donde se vendían estos vales de comida. La conclusión de los autores es que, al menos a partir de la década de 1960, la UNRWA se transformó de “una agencia fracasada para la integración de los refugiados a organización muy exitosa para el desarrollo de una identidad y conciencia nacional palestina”.
La difusión de esta ideología nacionalista y belicista se difundió con efectividad debido al financiamiento de la UNRWA en materia educativa. Los autores afirman que el sistema educativo de esta agencia se transformó en un “instrumento para la movilización de la población de los campos en favor de la lucha armada palestina”.La ONU llegó a forma un comité de expertos para examinar los textos de estudios y evaluar si eran coherentes y armónicos con los principios universales de educación. En 1969 el informe del comité concluyó que los libros (79 de 127) debían prohibirse por su contenido bélico y por la excesiva politización, de manera que de lo que se trataba era más bien de adoctrinamiento que de educación.
Los autores. explican que a comienzos de la década de los 60 el senador Robert Kennedy se sorprendió con esta relación simbiótica que implicaba a la UNWRA, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), la cultura de los campos de refugiados y el proceso de radicalización al interior de estos. Más grave aún fue darse cuenta que Estados Unidos se estaba viendo perjudicado directamente, puesto que Ahmad Shukeiri (1908-1980), primer director de la OLP, había prometido enviar fuerzas palestinas a Vietnam para ayudar en la lucha contra Estados Unidos.
Así, los autores destacan otro hecho relevante y que fue la creciente influencia de la OLP en los campos de refugiados de donde reclutaba a miles de jóvenes. Esto llegó a tal. punto que el rey de Jordania terminó por expulsar a la OLP. Al Fatah, señalan Schwartz y Wilf había declarado su deseo de convertir Amán (capital de Jordania) en el “Hanoi palestino”, “un trampolín para los ataques al Saigón israelí en Tel Aviv. Si esto no fuera suficiente, el Frente Popular para la Liberación de Palestina del terrorista George Habash (1926-2008) secuestró tres aviones que pertenecían a aerolíneas occidentales y que obligaron a aterrizar en Jordania.
Con el avance de la Guerra Fría, el anti occidentalismo continuó a lo largo de varios países árabes, los cuales comenzaron – a pesar de un supuesto no alineamiento – a la URSS. Lo que los unía era el hecho de que muchas de estas naciones habían dependido de una u otra forma (como colonias o protectorados) de alguna potencia “occidental”, habían sufrido la explotación, ya no de una clase social por otra (como en el marxismo-leninsmo), sino que de una cultura sobre otra.
En el caso palestinos, estos también habían sido víctimas del colonialismo europeo (específicamente inglés), de la comunidad internacional (la extinta Sociedad de las Naciones) y de la ONU (que estableció la Resolución 181). Incluso en nuestros días es común que la izquierda – por ejemplo, en América Latina y en Europa – se mantengan muestran como leales aliados de la causa palestina en contra del Estado de Israel.
Los autores destacan este apoyo a la Unión Soviética por el denominado en ese entonces como “Tercer Mundo” y como se tradujo en que cualquier resolución presentada por esta sería inevitablemente aprobada gracias al apoyo de aquellos países y, por consiguiente, las condenas a Israel serían igualmente fáciles de aprobar. Los autores citan las irónicas palabras de Abba Eban: “si Argelia introdujese una resolución declarando que la tierra es plana y que Israel la había aplanado, se aprobaría por una votación de 164 contra 13, con 26 abstenciones”.
Arafat junto a Habash
De acuerdo con Schwartz y Wilf la orientación anti-israelí de la ONU se haría más evidente tras la Guerra de los Seis Días (1967) y que daría inicio a lo que llaman como una “marea de resoluciones unilaterales” que se cuadraban con el relato palestino. Esta guerra terminó por decidirse en horas, ya que cuando los aviones Mirage israelíes acabaron con la fuerza aérea egipcia, Israel ya se había asegurado la victoria. El triunfo israelí significó que se quedara con toda la península del Sinaí, la franja de Gaza y Cisjordania.
La ONU llegó al límite de violar la soberanía de un Estado miembro (Israel) cuando señaló en 1973 – y en virtud de la Resolución 3236 – que el derecho de los refugiados a regresar a sus hogares y propiedades constituía una condición indispensable para la solución de los refugiados y para que Palestina tuviese su derecho a la autodeterminación. Añaden los autores que en 1974 la ONU reconoció la OLP como representante del pueblo palestino y también como observador. Hubo países que hicieron observaciones pertinentes a esta resolución como fue el caso de barbados quien afirmó que, para apoyar tal resolución, debía entender dónde se encontraba exactamente aquella “Palestina” a la que los refugiados debían volver. Añadía que, si por “Palestina” debía entenderse el territorio del Estado de Israel, entonces tal resolución violaría el derecho de existir de Israel
Ahora bien, hacia finales de la Guerra Fría el tema palestino ya no gozaba del interés y apoyo del joven secretario general Gorbachov. En 1988 hizo ver su disgusto de tener que reunirse con Yasser Arafat, puesto que ya no era alguien útil en el nuevo escenario internacional. Incluso los autores afirman que el Kremlin filtró a la prensa que Gorbachov había presionado a Arafat para que reconociese el derecho de Israel a existir. Así, los soviéticos restringieron la ayuda a la OLP y cerró las oficinas de la OLP en Moscú. Así, Arafat se vio en una situación compleja y comenzaría a buscar nuevos aliados y continuó su trabajo consistente en cambiar su imagen ante la comunidad internacional.
Gorbachov y Arafat
En palabras de Schwartz y Wilf:
“Para apelar a la sensibilidad occidental, Arafat tenía que encontrar una manera de cambiar sustancialmente la retórica asociada a la lucha palestina, pero sin abandonar la causa. Como táctica general, Arafat empleaba cada vez más un lenguaje ambiguo y vago que estaba diseñado para sonar moderado a oídos occidentales, pero sin alejarse de la exigencia de retorno de todos los refugiados al territorio israelí, y la consecuente liberación total de Palestina”.
Ya desde la década de 1970 Arafat comenzó a hablar de una sola Palestina “laica y democrática”, lo cual pasaba por alta el hecho de que en Oriente Medio, el mundo árabe se caracterizaba por un evidente déficit democrático. También comenzó a tomar protagonismo el concepto de “autodeterminación”. Pero las palabras importan y es por ello que había que dilucidar qué es lo que entendía Arafat y los palestinos por esos conceptos.
Por ejemplo, Arafat hablaba de una solución “justa” y “consensuada” al problema de los refugiados. Los autores se preguntan qué se debe entender por “justa” y “consensuada”. En el cao del primer concepto, este podría significar para los palestinos la devolución de Palestina y rechazar la existencia de Israel. Nasser en Egipto también habló de una “paz basada en la justicia, pero se refería a aquella que reinaría una vez el Estado de Israel hubiese desparecido.
Respecto a este tema comentan los autores:
“En este contexto, una «solución justa» significa lo contrario de una solución basada en un statu quo que mantenga a Israel en su lugar. Recordemos que, a ojos de los árabes, el establecimiento del Estado de Israel se considera una injusticia sin parangón y un crimen que solo se pueden remediar por medio de la eliminación de Israel. Así, cuando un refugiado de ochenta años del campo de Ain al Hilweh, en Líbano, oyó a líderes árabes como Arafat hablar de una «solución justa al problema del refugiado» (el resaltado es nuestro), entendió que significaba la vuelta de los refugiados y la instauración de un Estado árabe en lugar de Israelí”.
En relación con la palabra “consensuada”, los autores explican que esta también resulta ser engañosa. Resulta que el derecho a retorno es uno individual, inalienable e incluso imprescriptible, de manera que ningún líder palestino puede actuar como interlocutor válido de cada uno de los palestinos.
4/6- Libro: La guerra del retorno. Cómo la indulgencia occidental con el sueño palestino ha obstaculizado el camino hacia la paz. (por Jan Doxrud)
Tras esos intentos, Washington dejaría de presionar a Israel sobre el tema de los refugiados. Truman convocó a Gordon Clapp para un proyecto económico en Oriente Próximo. Se pensaba que Clapp era el hombre indicado puesto que había dirigido el Tennessee Valley Authority, un megaproyecto del gobierno de Franklin D. Roosevelt para rehabilitar el valle del Tennessee y activar así siete economías sureñas en Estados Unidos, por medio de embalses y centrales. Se pensó que esto podía repetirse en Oriente Próximo. Como explican los autores, el objetivo de Clapp era que la creación de puestos de trabajo conduciría a los refugiados a los empleos permanentes en los países árabes y, con el tiempo, lograrían integrar en aquellas sociedades y ya no dependerían de la ayuda extranjera.
3/6- Libro: La guerra del retorno. Cómo la indulgencia occidental con el sueño palestino ha obstaculizado el camino hacia la paz. (por Jan Doxrud)
Como he señalado, esto constituye el punto central de libro de los autores y es que el problema entre Israel y Palestina no se solucionará hasta que el tema de los refugiados no esté subordinado (e instrumentalizado) a otro objetivo a saber: la eliminación el Estado de Israel. Por ende, no es difícil llegar a la conclusión de que el Estado de Israel no podía de manera ingenua abrir nuevamente sus fronteras para que los refugiados regresaran puesto que estarían poniendo en peligro su propia seguridad. Como afirman Schwartz y Wilf: “El razonamiento era obvio: la población árabe era un bando en la guerra. Mientras se prolongase el conflicto, no había motivo para que Israel debilitase sus posiciones en el campo de batalla devolviendo a los palestinos a casa para que empezasen a luchar de nuevo”.
2/6- Libro: La guerra del retorno. Cómo la indulgencia occidental con el sueño palestino ha obstaculizado el camino hacia la paz. (por Jan Doxrud)
Así, Schwartz y Wilf señalan que el Plan Dalet – accesible a cualquier para consultar – es claro en que su propósito es militar y que no discriminó en base a la etnia, puesto que el criterio utilizado no era étnico, es decir, si las personas eran o no árabes. Lo medular era si estos se mostraban hostiles o no (lo cual no debió de ser algo fácil de determinar). Si uno lee el Plan Dalet, no se encontrará con ningún plan de limpieza étnica y, en lo que respecta al objetivo del plan, tenemos que consistía en:
1/6- Libro: La guerra del retorno. Cómo la indulgencia occidental con el sueño palestino ha obstaculizado el camino hacia la paz. (por Jan Doxrud)
En este artículo examinaremos el libro titulado “La guerra del retorno. Cómo la indulgencia occidental con el sueño palestino ha obstaculizado el camino hacia la paz”. Sus autores son el periodista israelí Adi Schwartz y Einat Wilf. Schwartz es especialista en temas relacionados con el problema de los refugiados palestinos y la historia de los judíos de los países árabes. Actualmente es candidato a doctorado y becario en el centro de comunicaciones internacionales de la Universidad de Bar-Ilan. La otra autora es la política del partido laborista israelí Wilf, quien curso sus estudios en la Universidad de Harvard y Cambridge. En el prefacio del libro los autores explican que son políticamente de izquierda y que su postura frente al conflicto, es la de establecer dos Estados y que, por ende, los palestinos puedan tener su propio Estado en Cisjordania y la Franja de Gaza.
17/17- ¿La democracia en retroceso? (por Jan Doxrud)
De acuerdo a Applebaum el autoritarismo no es patrimonio de la derecha o de la izquierda, y su rasgo central consiste en no tolerar la complejidad (y podemos añadir la incertidumbre) y ser antipluralista. Junto con esto, la personalidad autoritaria – en palabras de Stenner – necesita de la unidad e igualdad “oneness and sameness”)
16/17 ¿La democracia en retroceso? (por Jan Doxrud)
Distinto fue el caso de Trump que comenzó casi como una broma donde ni el mismo logró prever hasta dónde llegaría su aventura en política. Levitsky y Ziblatt explican que, además de la falta de un sistema de cribado, hubo otras razones que explican el triunfo de Trump sobre Jeb Bush y, finalmente, sobre Hillary Clinton. El primero fue el dinero y el aumento del financiamiento disponible producto de una sentencia dictada por el Tribunal Supremo el 21 de enero de 2010 (Citizens United v. Federal Election Commission) la cual permitía la participación de empresas en campañas electorales.
15/17- ¿La democracia en retroceso? (por Jan Doxrud)
Otro libro que aborda el tema del declive de la democracia son dos académicos de la Universidad de Harvard: Steven Levitsky y Daniel Ziblatt. El título del libro es “Cómo mueren las democracias” (2018). Los autores sostienen que en nuestro siglo las democracias ya no sucumben necesariamente debido a un golpe violento por parte de las fuerzas Armadas, ya que pueden ser destruidas desde adentro por políticos electos. Así, los autores destaca la paradoja trágica de la senda electoral hacia el autoritarismo: quienes asesinan a la democracia “utilizan las propias instituciones de la democracia de manera gradual, sutil e incluso legal para liquidarla”. Más adelante añaden: