(1) ¿Alguien dijo Justicia? (por Jan Doxrud)
Hace unas semanas Margarita Ancacoy fue asesinada por 5 personas quienes querían robarle sus pertenencias. Como se podía apreciar en el video, la mujer no solamente fue asaltada sino que fue golpeada continuamente por los agresores quienes terminaron dándole muerte. En otro video se podía ver claramente a los sujetos escapando y, lo más perturbador, con una sonrisa en sus caras. Luego se dio con las identidades de los individuos y sobresalió principalmente la figura de dos ecuatorianos que lucían unas largas cabelleras. Unos días después internos de la cárcel subieron unos videos en donde se mostraban a los mismos dos ecuatorianos con sus cabezas rapadas y sentados, rodeados por internos quienes les aplicaban corriente a los dos sujetos para obligarles a pedir perdón por lo que hicieron.
A partir de este suceso emergieron diversas reacciones. Personalidades de la televisión y deportistas se mostraban a favor de lo que sufrieron los dos ecuatorianos, mientras que otros tuiteros señalaban que no era correcto, racional o civilizado. Un columnista, en la misma línea, afirmaba que quienes aplaudieron lo que les sucedió a los dos ecuatorianos acusados por homicidio, simplemente representaba el sentido común y el desgraciado sentimiento de venganza. De este hecho surge algunas preguntas : ¿fue un acto de justicia el que los ecuatorianos fuesen torturados física y psicológicamente dentro de la cárcel? ¿Fue una medida injusta? ¿Fue más bien un acto de venganza? En caso de ser injusta, ¿por qué es así? ¿Porque la tortura es siempre en sí misma condenable? ¿Fue un acto de injusticia debido a que, quienes torturaban eran simples reos y, por ende, no era una medida que emana de un ordenamiento jurídico? En otras palabras, ¿no era justicia porque no era legal?
Mabel Lozano produjo un interesante documental, “Tribus de la inquisición”, sobre los numerosos y constantes linchamientos en Bolivia, por ejemplo en Cochabamba. Hay casos estremecedores como la quema de un sujeto junto a otros cinco familiares utilizando gasolina. Al parecer, estos actos podrían encontrar justificación en el artículo 7 de la Ley de Deslinde Jurisdiccional de Bolivia, en donde se reconoce la “potestad que tienen las naciones y pueblos indígena originarios campesinos de administrar justicia de acuerdo a su sistema de justicia propio”. De ser cierto esto, ¿serían estos linchamientos justos? ¿Serían justos los sistemas de ajusticiamiento como los que predominan en ciertas tribus en Pakistán contra las mujeres?Muchas de estas decisiones, que implican acciones tales como golpizas y mutilamientos contra mujeres, se toman en “jirgas” o asambleas, dentro de la etnia pastún (en Afaganistán y Pakistán), que actúan mediante el consenso. ¿Son justas tales asambleas?
Es a partir de este hecho que es pertinente reflexionar sobre un concepto medular dentro de cualquier sociedad: la justicia. En este escrito intentaremos dilucidar (en la medida de lo posible) el complejo concepto de justicia . Mi objetivo, más que llegar a una suerte de definición universal y absoluta que, personalmente, no creo que exista, es simplemente evidenciar lo complejo que resulta explicar este y otros conceptos a la luz de un mundo real caracterizado por su extrema complejidad y diversidad.
Dado el estado de los asuntos humanos resulta problemático elaborar definiciones abstractas que parecen funcionar más en las aulas universitaria que en el mundo realmente existente. Es por ello que debemos adoptar un enfoque diferente al abordar esta temática y no dejarnos embrujar por definiciones barrocas y pomposas que, muchas veces, no tienen más respaldo que el peso de la tradición o la fama y prestigio de quien la elaboró. Esto último es simplemente caer en la conocida falacia de apelar a la autoridad o al “Magister dixit”. Tal fue el caso del prestigio que gozó Aristóteles durante gran parte de la “Edad Media” donde su palabra era prácticamente indiscutible o el caso de Newton quien, en virtud de sus descubrimientos, su palabra se transformó automáticamente en ley.
En el caso del tratamiento de conceptos el tema es más complejo, puesto que no podemos simplemente construir definiciones sofisticada construidas en un vacío histórico, o bajos supuestos antropológicos ficticios con seres humanos que no existen en la vida real. Cualquier intento de poder comprender conceptos como el de justicia requiere de un enfoque multidisciplinar y sistémico.
Retomemos el tema que nos convoca: la justicia. Puede resultar un tanto ocioso o, incluso, una pérdida de tiempo continuar abordando un concepto que ha sido tratado por numerosas luminarias desde tiempos inmemoriales hasta nuestro siglo XXI. Después de todo, ¿en qué podemos contribuir nosotros a un tema que ha sido abordado por personas consideradas como titanes del pensamiento? Desde esta óptica, la justicia sería “simplemente” lo que dijo un Platón, Aristóteles, Kant o Rawls, y lo que algún comentarista posterior de estos autores pudo haber añadido. Pero esto resulta ser un error puesto que cada uno de estos autores (entre otros muchos) vivieron en épocas muy disímiles, con sistemas de valores diferentes al de nosotros y con necesidades que también diferían a las de nosotros (lo mismo sucederá con quienes vivan, digamos, en 300 años en el futuro). Si bien las definiciones clásicas de justicia pueden constituir una suerte de brújula o un trampolín para emprender nuestra propia reflexión, no podemos contentarnos con sólo repetir lo que algún autor dijo en el pasado.
Todos tenemos una concepción o una noción “pre- teórica” de lo que es la justicia. Con esto quiero dar a entender que no necesitamos haber leído a Aristóteles, Kelsen o a Dworkin para reconocer una determinada situación como justa o injusta e, incluso, en ocasiones no sabríamos esgrimir o dar cuenta de las ideas que sustentan nuestra creencia de que tal o cual situación es o no injusta, simplemente sabemos que es así. En muchas instancias y en distintos ámbitos señalamos, ya sea a viva voz o en nuestro interior, que una situación es justa o injusta. Pregúntese el lector por qué razón le invade una sensación de injusticia cuando observa a niños falleciendo a causa de la falta de comida. ¿Por qué esa situación sería injusta? Por ejemplo y para ser más concretos, ¿por qué decimos “que injusta es la vida” al observar niños en un estado de desnutrición tal que les causa la muerte? ¿Qué hay de injusto en tal situación? Quizás sea injusto, en primer lugar, porque tenemos conocimiento de niños que no pasan por esa terrible miseria, niños que no les falta comida e incluso pueden darse el lujo de botarlas a la basura.
Así, en base a una comparación de situaciones podemos decir que la anterior situación descrita es injusta. Pero podemos añadir, en segundo lugar, otro factor como una cierta concepción del ser humano (y más aún un niño) como un ser que posee una dignidad inviolable y una serie de derechos considerados como básicos que le permiten continuar subsistiendo. El hecho ver a un niño muriendo agónicamente de hambre choca contra ciertas concepciones que tenemos ancladas en nuestro cerebro, puesto que muy pocas personas, creo yo, no se conmoverán con tan dantesca imagen…es una reacción automática: un niño no puede morir de hambre y ningún ser humano. Lo mismo sucederá si presenciamos imágenes de abuso psicológico, físico o sexual contra menores de edad, nuestra condena será implacable y demandaremos “justicia” contra el o los perpetradores.
Bibliografía
-Leo Strauss y Joseph Cropsey, Historia de la Filosofía Política
-Tom Campbell, La Justicia: los principales debates cotemporáneos.
-Sheldon Wolin, Politics and Vision
-George H. Sabine, Historia de la Teoría Política
-Etienne Gilson,t La filosofía en la Edad Media
-Sayyid Qutb, Justicia Social en el Islam