1/3-Konrad Löw, ¿por qué fascina el marxismo? (por Jan Doxrud)

Konrad Löw, ¿por qué fascina el marxismo? (por Jan Doxrud)

Dicho  esto,  hemos  abordado  las  2  primeras  preguntas  al  comienzo  de este escrito que apuntan a  por  qué  fascina  la  figura  de  Marx. La  respuesta  no  hay  que buscarla en sus complejas obras políticas,  filosóficas  y  económicas. La  respuesta  hay  ue buscarla en el mensaje y este se encuentra plasmado en la obra más asequible para el  lector: El  Manifiesto Comunista. Por ende, respondiendo a  la  tercera pregunta planteada en un comienzo, se puede señalar que Marx fue más bien un profeta que  apuntó  más  a  los  corazones  y  más  profundos  deseos  de las personas que a su razón, puesto que nadie puede tomarse en serio la utopía comunista que defendió y que intentó darle un  respaldo científico. Marx  no  era  un  “científico”, puesto  que  pretendió  descubrir  las  leyes  que  regían la historia,  por  un  lado  apelaba  al  proletariado  para  tomase  las armas, pero por otro lado defendía el  determinismo  histórico.  Pero, lo  más  importante,  como  señala  Löw, Marx  no  puede  ser considerado  un  científico  puesto  que  pretendió resolver todos los misterios del mundo, mientras que la ciencia es fragmentaria y complementaria, es  decir, intenta  comprender  la  realidad desde las diversas disciplinas científicas, las cuales deben  ser  tanto  formal  como  materialmente  validas, algo que no sucede con el marxismo.

Captura de pantalla 2018-06-10 a la(s) 19.53.32.png

Pero,  ¿qué  hay  de  las  demás  obras  de  Marx? ¿Qué  tienen  que  ofrecer estas a nuestra realidad política, económica y social del siglo XXI?  La verdad es que Marx, a diferencia de lo que piensan sus fieles  acólitos, no  constituye  un autor que nos ayude a comprender la sociedad actual. Como señala Konrad  Löw: “La  influencia de Marx en el siglo XIX es sobrestimada en gran medida. Marx no es  el  hacedor  del  siglo  XIX, sino el mito del siglo XX.  Si bien la figura de Marx tuvo relevancia en  ciertos  círculos  intelectuales,  en  realidad   no  fue  una  figura  conocida  en  su  época  y, como apunta  Löw, sin  Engels, Marx  no  sería  hoy  más  conocido que Babeuf, Proudhon o Weitling. Las ideas  medulares de Marx resultaron ser falsas y lo que puede haber de cierto en sus múltiples escritos resulta  ser  trivial.  Por  lo  demás,  y  como señalé  más  arriba,  muchas  de  estas   ideas  no  fueron  originales  de  Marx. Por   ejemplo, la  denuncia  de  la  explotación  no  la  inventó   Marx  ya  que, por ejemplo, el Obispo Emmanuel  von  Ketteler (1811-1877) ya  había  abordado  esta  temática  siendo uno de los precursores  de  lo  que  se  conoce  como el Estado subsidiario, es decir, la idea de un Estado que fuese más  allá  del Estado “gendarme”.  Lo mismo sucede con la denuncia del trabajo infantil que  también  fue  abordado  por  Ketteler  y  los  socialdemócratas en el Programa de Gotha (1875). Lo mismo sucede con  la  idea  de  que  Marx  fue  el  pionero  en  el  análisis  económico  de  la  sociedad.  Tenemos  a  figuras  como  Montesquieu  o  Saint-Simon  que  también  analizaron las condiciones materiales  de  las características y cambios de las sociedades

Marx  fracasa  en  cada  una  de  sus predicciones. La  idea de la pauperización y el crecimiento de la pobreza  resultó ser errónea y  las evidencias indican  que los estándares de vida de las personas han mejorado notablemente, no obstante aún existan seres humanos viviendo en condiciones deplorables por  diversas  razones (que  no  pueden  reducirse  monocausalmente  al  “capitalismo”). Marx por lo demás  nunca  desarrollo  una  teoría y, por tanto, no explicó qué entendía por “clase social”.¿Qué  es lo que define a una clase social? ¿Dos persona pertenecientes a una misma clase social necesariamente tienen  un  mismo  sistema  de  valores  y  de  pensamiento? ¿Dónde termina una clase y comienza la otra? ¿Qué sucedió con el  pronóstico de una  supuesta división radical de la sociedad en dos bandos, explotadores y explotados, condenados a ser enemigos y a exterminarse unos a otros? ¿Acaso los seres humanos  se   definen, principalmente, apelando  a  su  clase social? Las dos guerras mundiales, entre otros sucesos, destruyeron la idea de Marx y Lenin de que los obreros no tenían patria.

Captura de pantalla 2018-06-10 a la(s) 19.55.52.png

En  suma, Marx  deja  mucho  que  desear  como  uno  de los supuestos “padre de la sociología”, puesto  que no realizó ningún estudio empírico sobre las clasesy se limitó a realizar una reducción grosera  sobre  como  funcionan  las  sociedades. Por  lo  demás, si  bien  el conflicto es un rasgo de la  historia  de  las  sociedades humanas, no se puede transformar la lucha de clases en el “motor de la historia” puesto  que  las  culturas y civilizaciones se forman en base a la cooperación. Una ideología clasista y de odio como la de Marx  está  condenada a fragmentar y destruir a las sociedades humanas.  Pero  ese  era  exactamente  el  sello  de  la  personalidad  y  actitud  de Marx: criticar todo lo existente y es ahí donde el marxismo seduce a  aquellos  que  están descontentos  con  la  sociedad, llega  a  aquellos  espíritus  negativos, envidiosos  y  vengativos. No  es  coincidencia  de  que algunos contemporáneos  de  Marx, como  Bakunin, lo  describían vanidoso hasta la locura, que amaba más a su persona que a sus amigos y apóstoles  y  vengativo hacia aquellos que osaban cuestionarlo. Moses Hess  lo  consideraba  como  genial  pero  con  una desmedida egolatría. No sería aventurado señalar, como  lo  sugiere  Löwe,  que  Marx  se  identificara  con  Prometeo  a  quien  le dedica las siguientes palabras al final del prefacio de su tesis doctoral:

“Prometeo es el santo y mártir más noble del calendario filosófico”

¿Qué  hay  de  su teoría  del  valor  trabajo? En  la  época  de  Marx  ya  se  estaba  desarrollando la teoría  del  valor  de  manera  separada por William Stanley Jevons (1835-1882), León Walras (1834-1910) y Carl Menger (1840-1921). Incluso  cuando  Marx estaba en sus últimos años de producción intelectual, sus ideas económicas se habían quedado completamente en el pasado y su teoría del valor basado  en  el  trabajo  socialmente  necesario fue desplazada por la teoría subjetiva del valor. El valor depende, entre otras causas, de la utilidad,  la  escasez, innovación,  de  las  tecnologías disponibles y del capital humano. Por lo demás el concepto de capitalismo  de  Marx  se  reduce a acumulación de riquezas  y  explotación, cuando  en  realidad   el  capitalismo  en  un sistema  más  complejo  y  que se  presenta   en   distintas   variantes.  El  capitalismo  de   libre  mercado  implica  la  presencia  de  mercados  libres  (sometidos  leyes  que permitan  su  buen  funcionamiento), sistema de precios que refleje la abundancia o escasez de bienes y  servicios, un  sistema de precios que sirvan como señales a productores, inversores y consumidores, emprendedores y empresarios.

Konrad  Löw  cita  las  palabras  del  intelectual  polaco  Leszek Kołakowski  (1927 - 2009) quien señaló  que “la izquierda  es un  movimiento que rechaza el mundo actual”. El ya citado Ignace Lepp afirmaba que al leer “La Madre” de Gorki  comprendió  que  el mundo  debía  ser  distinto de lo que en  realidad  era. El  orden  existente  es  el  culpable  de  todo de manera que este, por medio de una critica total y radical, debe ser transformado  por  todos  los  medios que sean necesarios. La realidad deberá ser, pues, sustituida por una utopía, o  lo  que  es  lo  mismo, por  un  “no-lugar” que para los comunistas sería una “eutopía” pero para quienes la vivieron se tornaría en una distopía.

Lenin frente a las imágenes de Marx y Engels (Rusia)

Lenin frente a las imágenes de Marx y Engels (Rusia)

Otro  error  vinculado  a  esto es  que  Marx  señalaba   que al  aumentar  la  “composición orgánica del  capital”, esto  es, la  sustitución  de  trabajadores  por  maquinaria, llevaría  al colapso del sistema capitalista.  Cada  vez  habría  una  mayor  cantidad  de  trabajadores sin trabajo lo que acentuaría las contradicciones  de  clase. Esta afirmación no tiene sentido, puesto  que  los  capitalitas - empresarios no serían tan poco visionarios  y  no  advertir lo contraproducente de su actuar. No tiene sentido que los  capitalistas  se dediquen  a  reemplazar  fuerza humana  por  maquinaria cuando, supuestamente, el  trabajo  es  la  única  fuente  de  valor. ¿Por qué razón los capitalistas precipitarían su propia caída? ¿Acaso no pueden hacer nada frente al determinismo histórico de Marx?

Pero  nuevamente vemos que las condiciones de vida de los trabajadores ha cambiado de una manera que  Marx  nunca  lo pudo haber imaginado, las empresas se han multiplicado y el ejército de reserva de  obreros  desempleados  no  pasado  a  ser más que una mera fantasía. Marx pronosticaba que una revolución ocurriría en países altamente desarrollados e industrializados como Alemania o Inglaterra, pero  la  realidad  nuevamente  destrozó  a  la teoría: las revolución China ocurrió en un país con una economía  predominantemente  agrícola  y  se  llevó a cabo desde el campo a la ciudad. En el caso de Rusia, no hubo revolución sino que  los  comunistas  bolcheviques dieron un golpe de Estado dentro de  un  país  que también era una nación atrasada en comparación con la Europa occidental. No está demás decir que  en ninguno de estos países el Estado fue abolido instaurándose, en su lugar, el reino de la libertad y la abundancia en donde las contradicciones habrían llegado a su fin.

El  comunismo  no  es  un  noble  ideal bien intencionado,sino que una demencial fantasía o una infernal distopia que ningún  ser  humano debería aspirar a materializarla en la vida real, puesto que sólo por medio de la  represión  podrá  implantarla y mantenerla. Quizás quien mejor describió esta Distopia fue Henri de Man:

“Nada  nace, crece, florece,  madura,  siembra,  concibe,  enferma,  sana,  envejece,  muere,  ama  u  odia; en  ninguna  parte   existe   el   sonido  o  el  color; en  ninguna  parte  hay  asombro,  misterio,  nostalgia, adoración, juego, creación;  jamás  duda  de  su  semejanza  divina el que parece saberlo todo; en ninguna parte aparecen aquellos matices más  sutiles  que  revela  lo  que el inglés llama sense of humor (sentido del humor); nunca se suaviza la severa faz del profeta que es Marx, con una sonrisa que pudiese insinuar, aun imperceptiblemente, la posibilidad de que a lo mejor todo podría ser distinto. En todas partes hay sólo una mortal seriedad, una absoluta seguridad de su saber, nunca el respeto por el peso de lo que no se puede reconocer ni humildad ante la posibilidad de un error”

 

Bajo la óptica de esta utopíaa sombría y estática, se entiende el humor negro de la década de 1930:

“-¿Qué haremos, pues, cuando el socialismo se haya impuesto en todo el mundo?

-Respuesta: “Entonces dejaremos una pequeña isla capitalista en el océano, e iremos allá cuando queramos reponernos””