4) La Guerra Civil Española: El debate en torno al conflicto (por Jan Doxrud)
Dentro del mismo tema, Ángel Viñas, en un escrito titulado “La guerra civil. Una contextualización de bibliografía significativa” (2017), explica que había sido Gerald Brenan quien intentó un primer ensayo explicativo del proceso que condujo a la guerra civil: “The Spanish Labrynth: an Account of the Social and Political Background for the Civil War” (1943). Añade Viñas que tal ensayo fue destinado un público particular de lengua inglesa, pocos años después del conflicto y que buscaba “elucidar las razones profundas por las que la evolución histórica de España había llegado a tal extremo”.
Otro autor que destaca Viñas es Raymond Carr, responsable de llevar a cabo un masivo estudio sobre la evolución del conflicto desde 1808, el cual hizo furor entre la nueva generación de historiadores españoles: “Spain, 1808-1939” (1966). Carr llegó incluso a establecer en el St. Antony’s College (Universidad de Oxford) el centro de estudios “Iberian Centre” en donde se formaron y fueron influidos una serie de estudiosos del conflicto español, por ejemplo, Paul Preston quien, a su vez, fue profesor de varios futuros especialistas españoles en la guerra civil.
Añade el mismo Viñas que, desde la izquierda ( no siempre marxistas) destacó la figura del francés Pierre Vilar, quien se concentró en elaborar una síntesis dirigido un público francés que obtuvo gran éxito. Ahora bien, el mismo historiador español destaca principalmente las influyentes obras de Hugh Thomas (The Spanish Civil War de 1961) y de Gabriel Jackson, puesto que estas “sentaron la pauta en términos de interpretaciones generales”. Así, Viñas concluye que hasta bien entrada la década de 1960 tal historiografía se habiría ocupado de mantener, desarrollar y afinar el “canon franquista” y habría sido Tuñón de Lara quien opuso una réplica en su libro La España del siglo XX.
Otra punto que explica Viñas es que, hasta la transición (iniciada en 1975), los estudios sobre la guerra civil se realizaron “con escasa referencia a las inabordables fuentes primarias españolas” y los temas que más suscitaron fueron la internacionalización de la guerra, la política de los principales potencias frente al conflicto y también temas militares. Por ende, tras el retorno de la democracia los estudiosos tuvieron acceso a nuevos archivos dentro de España y Estados Unidos, aunque se tuvo que esperar al colapso de la URSS para acceder a los archivos soviéticos. No obstante lo anterior, Viña añade:
“Subsisten lagunas. La desclasificación de los documentos del servicio de inteligencia británico (MI6), si es que todavía existen y no se han destruido, no ha avanzado un milímetro. En el caso ruso la apertura no es generalizada y, al parecer, se ha hecho más lenta”.
Adquirió también relevancia los hechos relacionados con las matanzas realizadas por el bando vencedor en donde, en palabras de Viñas, la ignorancia era más acusada. Continúa señalando el autor:
“El movimiento a favor de la memoria histórica, y su focalización en la identificación estadística, documental y física de las víctimas, puso dicha temática en la primera línea de atención historiográfica. La labor de los historiadores se vio enriquecida gracias a las aportaciones de otras ciencias: sociología, economía, politología, sicología, antropología, arqueología, medicina, etc”.
Junto a esto, el autor también destaca la introducción de nuevos paradigmas interpretativos que se fundamentaban en la creciente interacción con el extranjero. Así, hicieron entrada la microhistoria, la historia social, de género, de las mentalidades y de la vida diaria. Con el final de la guerra fría, señala Viñas, se hundieron también aquellas interpretaciones del conflicto basadas en una “supuesta penetración soviética vía España por el bajo vientre de la Europa occidental y cristiana (aunque todavía subsisten, en particular neo-franquistas autóctonos y ciertos historiadores extranjeros)”.
Viñas hace referencia al denominado “canon franquista” o interpretación franquista de la guerra civil, que sintetiza como sigue:
1-La guerra civil era algo inevitable como consecuencia del fracaso de la República
2-Tal fracaso habría provenido de la voluntad de la izquierda de imponer cambios estructurales a la sociedad en contra de la legítima resistencia de quienes se oponían a ellos.
3-Dentro de estos cambios destacan 3: la política supuestamente anti- religiosa, la promoción de valores culturales ajenos a la tradición española y el deseo de llevar a la práctica las utopías revolucionarias marxistas o anarcosindicalistas.
4-De acuerdo a lo anterior, la tesis de la inevitabilidad de la guerra civil va acompañada de la idea de la “justificación de la sublevación militar”.
De acuerdo a Viñas tal “canon” se ha mantenido en el tiempo y ha obedecido a los intereses de la derecha de no reconocer el “carácter absolutamente ilegal de la sublevación de 1936 (…)” y de “distanciar lo más posible la Monarquía de la dictadura franquista”.
Finalmente, fruto de a los numerosos estudios efectuados por especialistas, surgió una interpretación que vino a desafiar y refutar el “canon franquista”. Tal interpretación se puede sintetizar como sigue:
1-La no inevitabilidad intrínseca del fracaso de la República, salvo por la conspiración a que fue sometida desde el mismo momento de su establecimiento. La conspiración habría comenzado el mismo día de la instauración de
2-La inmediata reacción pro-violencia en ciertos círculos del ejército y de un sector de las derechas al triunfo de la coalición electoral del Frente Popular en febrero de 1936.
3-La necesidad del Gobierno de recuperar el impulso reformista de 1931-1933 tras la reacción abanderada por la derecha y el centro-derecha en el bienio 1934-1935 y la naturaleza y características de las manifestaciones del presunto estado de anarquía durante la primavera de 1936.
Por su parte, Enrique Moradiellos destaca algunos cambios en lo que repecta al estudio de la guerra civil. Por ejemplo, en el año 1964 comienza un proceso de apertura con la eliminación en España de la estricta vigilancia militar sobre las interpretaciones del conflicto. Junto a esto se creó la “Sección de Estudios de la Guerra de España”, bajo la dirección de Ricardo de la Cierva y en donde comenzó abandonarse términos como “Cruzada” o “Guerra de Liberación”. Destaca también el historiador las contribuciones de historiadores extranjeros y que ejercieron una gran influencia en las perspectivas historiográficas de la década de 1960. Tal fue el caso de la obre de Gerald Brenan y “El laberinto español” (1943) y la “Historia de España” de Pierre Vilar (1946).
Ya entrando en la década de 1960 Moradiellos hace referencia a “La guerra civil española” de Hugh Thomas, publicado en inglés y francés en 1961 y, 6 años después, al español. Otras dos obras que pasaron más desapercibidas ese mismo año fue la del historiador trotskista, Pierre Borué (1926-2005) y también Émile Temime (1926-2008) titulada “La Révolution et la Guerre d’Espagne”, y la de Burnett Bollonten “the Grand Camouflage. The Communist Conspiracy in the Spanish Civil War”. De acuerdo a Moradiellos, a partir de estas 3 obras la producción bibliográfica sobre el tema a cargo de historiadores extranjeros no dejó de crecer a lo largo de toda la década. Otro hito que destaca el autor, fue la autorización gubernativa para la publicación del libro del economista y comunista Ramón Tamames: La República La era de Franco (1973). Ese mismo año vieron la luz otras obras como la “Política económica de la Generalitat” de Josep Maria Bricall y la Historia del Ejército Popular de la República de Ramón Salas Larrazábal.
Otras obras que destaca Moradiellos es el libro editado por el comunista Tuñón de Lara titulado “La guerra civil. 50 años después” (1985), el libro de Juan Pablo Fusi “El problema vasco durante la II República” (1979), “La Catalunya populista” de Enric Urcelay-Da Cal (1982) y la obra de Alberto Reig Tapia titulada “Ideología e historia. Sobre la represión franquista en la guerra civil” (1984)”. Junto a lo anterior, Moradiellos hace también referencia a aquellas obras de investigación de ámbito territorial circunsctito: “La Junta de Defensa de Madrid” (1984) de Julio Aróstegui y Jesús Martínez, “Anarquismo y Revolución en la sociedad rural aragonesa, 1936-1938” de Julián Casanova (1985) y “La repressió franquista a Catalunya, 1938-1953” (1985).
El académico de la Universidad de Cádiz, Rafael Zaragoza Pelayo, explica que, una vez que triunfó el bando nacionalista de Franco, y hasta bien entrado los años 60, se estableció una versión de la guerra civil fomentada por el sector más extremista e ideologizado del bando vencedor. Tal versión fue la que logró monopolizar la vida mediática e intelectual española. No obstante lo anterior, el autor añade que igualmente surgió una historiografía conservadora de carácter científico y profesional, pero que se limitó a los ámbitos académicos y de especialistas. En palabras de Zaragoza:
“Esa historiografía, que podríamos denominar de la derecha, supuso el primer gran enfoque serio sobre el origen de la guerra cuya influencia ha continuado hasta nuestros días”
Junto a esta, el autor destaca también el “revisionismo”, nombre dado por sectores progresistas a aquellos historiadores que no solamente “revisan”, sino que cuestionan ciertas ideas e interpretaciones sobre la guerra civil. Añade Zaragoza que, si bien el enfoque revisionista no es nuevo y se enlaza con la historiografía tradicional de derecha, esta corriente ha logrado a acceder a nuevos archivos y, sobre todo, a nuevas fuentes de izquierda, para así probar que fue ése sector político el realmente culpable de desencadenar la guerra.
Otras corrientes mencionadas es la ya clásica interpretación marxista basada en la lucha de clases y en donde la guerra civil no sería más que el reflejo de la oposición irreconciliable de intereses de clase. Por un lado tenemos al bando conservador y monárquico (¡e incluso fascista!) que habría reaccionado de manera violenta ante las reformas sociales de la II República.