Repensar la pobreza (por Jan Doxrud)
Pasemos ahora a la segunda parte del libro que versa sobre las instituciones. Comencemos sobre cómo los pobres gestionan el riesgo permanente que los acecha. Como explican los autores, los pobres no son gestores de hedge funds o gestores de riesgo puesto que estos estos últimos no solo tienen una mayor renta, sino que también porque no son 100% responsables de las pérdidas. Los pobres viven constante bajo la sombra del riesgo y, frente a este, intentan desarrollar distintas estrategias. La primera es la creación de una “cartera diversificada” claro que, en este caso, no se trata de instrumentos financieros, sino que que de sus actividad laboral.
Así, una familia en lugar de dedicarse a trabajar en un mismo lugar, prefieren hacerlo en distintos rubros para poder así compensar la caída de algunas de estas actividades. El problema es que las personas no llegan a especializarse en un trabajo, adquirir habilidades y experiencia. Una segunda estrategia es actuar de manera conservadora en la gestión de sus negocios, por ejemplo, utilizando los métodos tradicionales en el rubro agrícola. La tercera estrategia creativa es utilizar el matrimonio como una manera de diversificar la cartera de riesgos de la familia, apuntan los autores.
Una cuarta estrategia que utilizan los agricultores pobres es firmar contratos de aparcería en donde se establece que el dueño de la tierra paga una parte del coste de producción, atribuyéndose de esa manera una parte de la cosecha y, a su vez limitando la exposición al riesgo del agricultor (aunque se reducen los incentivos puesto que parte de la producción se la llevará el dueño). Por último tenemos la estrategia que apela a la ayuda de los vecinos que son parte de sus pueblos o comunidades, ya sea por medio de regalos o préstamos (aunque en lo que respecta a temas de salud, esta ayuda parece no ser eficiente).
Un tema que abordan los autores es el de los seguros. ¿Por qué razón los agricultores pobres no tienen acceso a seguros oficiales de salud, contra el mal tiempo o la muerte de ganado? Cómo asegurar los pobres es riesgoso estos deberían pagar una altísima prima pero aún así esto no ha incentivado a compañías de seguro a asegurar a estas personas. Pero lo cierto es que existen algunos obstáculos para que pueda emerger un mercado de seguros para este sector de la población mundial. Por ejemplo está la dificultad de regular a las aseguradoras así como también supervisar a los asegurados para que no incurran en prácticas propias del “riesgo moral”.
Por ejemplo los autores relatan las consecuencias que tuvo la introducción de seguros para el ganado en India, un clásico ejemplo del denominado efecto cobra (y de las consecuencias no intencionadas de la acción). Sucedió que los asegurados de este programa declararon haber perdido su ganado frente a lo cual se les comenzó a exigir pruebas para corroborar aquello: mostrar la oreja del animal. La consecuencia de esto fue que se originó un verdadero “mercado de orejas” de vacas, en donde cualquier vaca que moría, estuviese o no asegurada, se le cortaba la oreja y era vendida a aquel que tenía vacas aseguradas que podía cobrar el seguro sin haber perdido ninguna cabeza de ganado). Más fácil es poder asegurar las pérdidas fruto de factores meteorológicos que están fuera de la manipulación humana.
Junto a la dificultad de acceder a seguros está también la dificultad de acceder a préstamos por parte de los bancos. Si los bancos no prestan dinero a los pobres entonces ¿quién se los otorga? Aquí es donde entra en escena los prestamistas informales. Por ejemplo, los vendedores callejeros de frutas y verduras suelen comprar sus productos a vendedores mayoristas, a crédito, el cual es pagado en la noche tras haber vendido sus productos. Suele ocurrir que los carros que algunos utilizan son arrendados.
Otro aspecto de estos préstamos informales son los altos intereses que se pagan. Estos prestamistas informales deben asegurarse de que la tasa de morosidad sea mínima y para ello acuden a diferentes medidas, como solicitar un pago por adelantado o avales. Pero lo que explica los altos intereses es el coste en el que incurren los prestamistas para obtener información sobre el prestatario: saber en qué trabaja, en qué está gastando el dinero, si es de confianza, etc. Incluso, las personas pobres pueden llegar a solicitar préstamos a gente peligrosa que en caso de no cumplir con el pago, pueden sufrir daños físicos. ¿Por qué harían esto? Porque estos prestamistas incurren en menores costos de información, de manera que esto se traduce en un interés menor.
El punto es simple, en caso de impago usarán la violencia y el prestatario no querrá tener problemas con esas personas porque ya saben que pueden ser implacables. Ni siquiera la existencia de múltiples prestamistas informales compitiendo se traduce en una disminución del tipo de interés. Sucede que si usted decide no seguir con su prestamista habitual, al comenzar con otro nuevo, comenzará todo el proceso nuevamente, es decir, el prestamista incurrirá en costos de información y, por lo demás, sospechará acerca de la razón por la cual el prestatario cambió de prestamista, lo que puede traducirse en un interés alto.
Así, lo bancos oficiales no tienen incentivos para ingresar en este mercado de préstamos, como ya se dijo, por la falta de información sobre los prestatarios, regulaciones y la competencia que supone los prestamistas informales que conocen muy bien a sus prestatarios. Es dentro de este contexto en donde entran en escena los microcréditos y las Instituciones Microfinancieras (IMF), cuyo principal impulsor es Mohammad Yunus y el Banco Grameen. La ida es otorgar préstamos a los pobres a un interés que resulte financieramente sostenible. Si bien lo microcréditos han logrado a ayudar a las personas, no se cuenta con evidencia sólida que permita concluir que es un instrumento efectivo para reducri la pobreza (aunque abundan casos anecdóticos esperanzadores). Junto a esto, las personas no han dejado de recurrir a prestamistas informales aún en aquellos sectores donde operan IMF. Una de los problema que destacan los autores es la estricta política de “morosidad cero” de las IMF, así como también la devolución de pagos en plazos semanales.
En los últimos años han surgido críticas a los microcréditos como el del economista David Roodman quien, en un artículo titulado “Thinking Again: Microfinance”, aclara algunos mitos en torno a los microcréditos. Escribe que, si bien los microcréditos pueden estimular pequeños emprendimientos, su impacto en la pobreza es cero. Por lo demás resulta ser impreciso señalar que los microcréditos empoderan a las mujeres. También ha habido casos de suicidios (200 de acuerdo a Business Insider en un artículo del 2012) en Andra Padesh (India) fruto de los embargos sufridos por las personas que no pagaban. Algunos tomaron pesticidas, hubo un caso de una persona que se lanzó a un pozo junto con sus hijos. También un documental titulado “The Micro Debt” dejó en evidencia el comportamiento usurero de estas instituciones, afectando así a su presunta fama de ser “bacos para los pobres”