7) René Descartes y el racionalismo: los enemigos (por Jan Doxrud)
Esta clase de ideas hace de Descartes, en la actualidad, un enemigo acérrimo de quienes conciben a la Tierra como una ser vivo, por ejemplo, los adherentes a la hipótesis Gaia, donde todos los seres vivos estamos en cierta medida interconectados, por lo que la explotación de la naturaleza no significa más que hacernos daños a largo plazo a nosotros mismos. Tomemos algunas ideas del paradigma de los sistemas vivos del físico Fritjof Capra para entender el planteamiento de Descartes:
“…creó el método de pensamiento analítico, consistente en desmenuzar los fenómenos complejos en partes para comprender, desde las propiedades de estas, el funcionamiento del todo. Descartes basó su visión de la naturaleza en la fundamental división entre dos reinos independientes y separados: el de la mente y el de la materia. El universo material, incluyendo los organismos vivos, era para Descartes una máquina que podía ser enteramente comprendida analizándola en términos de sus partes más pequeñas”[1].
El cartesianismo fue combatido, por ejemplo, por el movimiento romántico y abrazado por otros, llevando las ideas del pensador frances sus límites, como fue el caso del mecanicismo lamettriano. Capra plantea una nueva manera de pensar, el llamado pensamiento sistémico. Esta manera de pensar implica conectividad, relaciones y contexto: “Si bien podemos discernir partes individuales en todo sistema, estas partes no están aisladas y la naturaleza del conjunto es siempre de la mera suma de sus partes” [2]. He escogido arbitrariamente la figura de Capra ya que es un emblemático representante del pensamiento de red, lo que implica ver el universo material como una red dinámica de acontecimientos interrelacionados, y lo más importante es que “ninguna parte de la red es fundamental; todas se derivan de las propiedades de las demás partes y la consistencia total de sus interrelaciones determina la estructura de toda la red”[3].
Autores como Capra critican el paradigma científico predominante, aquel que es principalmente analítico, con pretensiones de cientificidad, objetivo, donde lo que único que existe es lo que puede ser medido y cuantificado, en otras palabras, el autor se opone al paradigma cartesiano de la ciencia. Esta es una batalla que tiene antecedentes históricos, por ejemplo, los románticos quienes se levantaron contra el frívolo racionalismo, posteriormente los vitalistas como Henri Bergson José Ortega y Gasset se levantaron en contra el positivismo y hoy también pululan los movimientos ecologistas, feministas, ecofeminstas y otros pertenecientes al New Age. En el caso de Capra, el autor aboga por un cambio de paradigma, esto es, transitar de una “visión medieval del mundo”, basado en la filosofía aristotélica y la teología cristiana (aunque tal época “medieval” no tuvo, como suele decirse, como filósofo representativo a Aristóteles que fue introducido más tardíamente a través de los árabes) a un paradigma mecanicista. Escribe Capra:
“La noción de un universo orgánico, viviente y espiritual fue reemplazada por la del mundo como máquina, y ésta se convirtió en la metáfora dominante de la era moderna”[4].
Este cambio fue propiciado siguiendo al autor, por los descubrimientos científico y que asocia con los nombres de Copérnico, Galileo, Descartes, Bacon y Newton. En relación a Descartes, Capra escribe:
“René Descartes creó el método de pensamiento analítico, consistente en desmenuzar los fenómenos complejos en partes para comprender, desde las propiedades de éstas, el funcionamiento del todo. Descartes basó su visión de la naturaleza de la fundamental división entre dos reinos independientes y separados: el de la mente y el de la materia. El universo material, incluyendo los organismos vivos, era para Descartes una máquina que podía ser enteramente comprendida en términos de sus partes más pequeñas”.[5]
Capra es partidario de un cambio de paradigma, un cambio de pensamiento y valores. Plantea por ejemplo, en el plano del pensamiento, un paso del pensamiento racional al intuitivo, del pensamiento analítico al sintético, del reduccionismo al holismo y del la linealidad a la no linealidad. En cuanto a los valores, postula el paso desde la competición a la cooperación, de la cantidad a la calidad y de la dominación a la asociación. Hay que tener en cuenta que este autor se encuentra inserto dentro de lo que podemos denominar como “ecología profunda” por lo que los conceptos de “red” o “interconexión” son relevantes. Es más, el título original de uno de sus libros es “The web of life” (La red de la vida). Dentro de esta ideología ecologista el autor hace un llamado a abandonar el antiguo paradigma antropocéntrico para pasar a uno ecocéntrico, esto es, centrado en la tierra. La naturaleza no es algo separado de nosotros y no se encuentra al servicio de los intereses egoístas y desmedidos del sujeto. El hombre tendrá así que buscar esa felicidad prometida por los representantes de la ilustración siguiendo otro camino o al menos, no el de Descartes o Bacon.
Vemos que las ideas de Descartes son materia de debate y generan también rechazo en ciertas corrientes de pensamiento. El sujeto como centro epistemológico es rechazado ya que pormovería un antropocentrismo potencialmente peligroso ( a diferencia de un paradigma ecocéntrico o biocéntrico). Posteriormente habrían intentos de sacar al sujeto del centro, como por ejemplo en la filosofía de Heidegger o Foucault, pero en realidad aun vemos el mundo a través del prisma antropocéntrico. Descartes también genera rechazo por la frivolidad y exceso de racionalismo de su filosfía donde, al parecer, no habría cabida para los sentimientos o las emociones.
Uno de los biógrafos de Descartes, Richard Watson escribió:
“Como los cuerpos no tienen alma, no son conscientes de sí, no sienten y no piensan. No hacen nada por sí mismos porque carecen de un yo. Sólo son empujados. Aún los cuerpos vivientes son máquinas, materia inerte, y si no tuviésemos alma, nosotros mismos no seríamos personas, sino sólo carne, huesos…No hay nada especial, espiritual ni sagrado en el cuerpo”[6].
A Descartes lo acusan de ser el promotor de un pensamiento racional, lineal, analítico e incluso patriarcal. Algunos autores más osados sugieren que la filosofía de Descartes sería indirectamente culpable del imperialismo, capitalismo y los horrores de los campos de exterminio, donde operaba la razón instrumental utilizada por el ser humano en contra del mismo ser humano. Richard Watson cuenta que comenzó a coleccionar desde 1950 una serie de citas contra Descartes y el cartesianismo:
Entonces cartesiano solía aludir a una persona pedante, compulsivamente ordenada y metódica , alguien que antepone la razón a las emociones, que se interesa más en lo abstracto que en lo particular, que sigue la lógica con rigidez extrema hasta llegar a conclusiones absurdas…Pero durante la segunda mitad del siglo XXI, la opinión generalizada es que los cartesianos siguen la razón hasta conclusiones inhumanas…”[7].
El autor señala que la racionalización del comercio, las cámaras de gases, el probar sustancias químicas en los ojos de los conejos (recordar que los animales no sienten) es una actitud cartesiana, pero no necesariamente de Descartes. Pero las críticas no terminan allí. Siguiendo la argumentación de grupos feministas, la violencia en contra de la naturaleza tiene un símil en la violencia existente en nuestra sociedad contra las mujeres. Así, se acusa al cogito cartesiano de machista y explotador por parte de las feministas. Pero difícil es culpar a Descartes de esto y más aún de la violencia masculina que sucedenen otras culturas que nunca supieron del racionalismo europeo.
[1]Fritjof Capra, 39.
[2]Ibid., 48.
[3]Ibid., 59.
[4]Fritjof Capra, La trama de la vida. Una nueva perspectiva de los sistemas vivos, Barcelona, Anagrama, 2007, p.39.
[5]Ibid.
[6]Richard Watson, 16.
[7]Ibid., 23.