(II) Algunas palabras sobre el status científico de la Economía (por Jan Doxrud)
Debemos preguntarnos si es realmente posible llegar a desarrollar una verdadera ciencia económica, esto es, una “economía positiva” de la que hablaba John Neville Keynes (1852-1949) y que Milton Friedman defendió fervientemente. ¿Acaso esta economía positiva sólo responde a un “deseo walrasiano” por parte de algunos economistas de igualar su disciplina a las demás ciencias físicas? ¿Habrán sólo algunos aspectos de la economía que son científicos? El filósofo de la ciencia, Mario Bunge, señala que la economía positiva, supuestamente, debería representar la realidad y no proporcionar una excusa para hacer matemáticas. Pero resulta que en “realidad” la economía positiva no representa la “realidad” tal como es, debido a que sus supuestos no son reales y sus modelos son simplificaciones de la realidad. Ahora bien, lo anterior no debe significar que el uso de modelos constituya un error, ya que los modelos son por definición simplificaciones de la realidad.
Esto queda bien plasmó en el minicuento de Jorge Luis Borges titulado “Del Rigor en la Ciencia” en donde nos habla de los cartógrafos y la cartografía. ¿Acaso tendría sentido hacer un mapa de Rusia del tamaño de Rusia y con todos los detalles de su geografía, demografía, ciudades, flora y fauna? Sabemos que el mapa no es el territorio, y sí debe ser, ya que si el mapa aspira a ser lo mismo que el territorio, pierde todo su sentido. En el cuento de Borges podemos leer lo siguiente
“En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él.
Luego añade Borges:
Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y los Inviernos. En los desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas.
Como apunta Rodrik, los modelos sencillos elaborados por los economistas son esenciales para comprender el funcionamiento de la sociedad . Los modelos puede ser entendidos como “simplificaciones diseñadas para mostrar el funcionamiento de mecanismos específicos aislándolos de otros efectos que pueden llevar a confusión”. Así, quien diseña un modelo lo que hace es construir un mundo artificial “que revela ciertos tipos de conexiones entre las partes del todo, conexiones que pueden resultar muy difíciles de discernir si se mira el mundo real en su fárragos complejidad”. En el caso de la economía, los modelos no son representaciones físicas sino simbólicas, esto es, mediante palabras y ecuaciones. Rodrik incluso compara a los modelos con fábulas en el sentido de que no se esfuerza mucho por ser realista, todo lo contrario, sacrifica la realidad en aras de la claridad de su trama.
Tenemos, por ejemplo, el modelo de mercado perfectamente competitivo (competencia perfecta) que parte de una serie de supuestos. Antes de referirme a esto, cabe destacar el nombre de “perfecta” que lleva esta competencia. Una consecuencia es que todo lo que se aleje de esta suele ser llamada como “competencia imperfecta”, como es el caos del monopolio, oligopolio, monopolio, etc. Pero cabe preguntarse si es apropiado utilizar estos términos (perfecta/imperfecta) y si siempre y en todo lugar los oligopolios o monopolios son negativos. También cabe preguntarse si todo este tema sobre la estructura de los mercados se limita y se reduce a cuantos actores hay en un mercado y si todo lo que se aleja de la competencia perfecta es necesariamente negativo. Pero este y otros temas será materia, quizás, para otro artículo.
Volviendo al tema de la competencia perfecta tenemos, en primer lugar, que tal mercado cuenta con una gran cantidad de productores y consumidores que persiguen sus intereses económicos. Una segunda y tercera características son que los productos son homogéneos y que la información es perfecta. En cuarto y último lugar se nos señala que y los productores son precio aceptantes , esto es, no son capaces de afectar los precios de mercado. Esto último se traduce que que el precio se forma producto de las fuerzas del mercado y que el productor individual no tiene influencia o poder para fijar el precio en el corto plazo. Es por ello que la demanda se nos presenta perfectamente elástica y, sumado a esto, el ingreso marginal es igual al precio (debido a que este último no fluctúa).
Ahora bien, tanto el economista como cualquier persona sabe que en el mundo real no sucede tal estado de cosas, puesto que hay desequilibrio, hay competencia, hay publicidad y una racionalidad limitada. Si bien los modelos, por definición sacrifica la realidad y apela a la cláusula “Ceteris paribus”, no se debe abusar de esto a tal punto de crear un mundo ficticio de poca utilidad. Siguiendo dentro de este modelo tenemos que la empresa busca maximizar sus beneficios y este punto de la cantidad que maximiza el beneficio se encuentra en la intersección de la curva del costo marginal y el ingreso marginal (que es igual al precio de mercado), representada por una línea horizontal (demanda perfectamente elástica). Por ende, si la curva del costo marginal de la empresa es menor que el precio de mercado, entonces habrán incentivos para continuar produciendo, puesto que habrá una ganancia por producir una unidad más de ese bien. Si el costo marginal es superior al ingreso marginal, entonces sucede el caso contrario.
También podemos leer en los manuales que el empresario debe preocuparse de que su costo total medio (costo total dividido por la cantidad producida), en cl sentido de que si la curva del costo marginal está por debajo de la curva de costo medio total, entonces este último ira disminuyendo en la medida que se van produciendo unidades adicionales del bien. Por el contrario si el costo marginal esta por encima, entonces el coste medio total irá aumentando. Así si tenemos en cuenta el ingreso marginal (Img), el costo marginal (CMg) y el costo total medio (CTm) tenemos que el empresario deberá buscar aquel punto en donde Img = CMg y en donde CTm esté por debajo de estos (recordar que IMg = precio de mercado) Tenemos entonces que de este modelo de competencia perfecta se derivan otras ideas relacionadas con la empresa y las decisiones que debe tomar para amximiza4r su beneficio. Pero el problema es hasta qué punto es útil tal modelo. ¿Acaso el actual mercado del trigo (que suele citarse como un caso de competencia por ser un producto homogéneo) funciona como un mercado de competencia perfecta? ¿Cómo funciona tal mercado en sus diversas etapas desde la producción hasta la distribución? ¿Cómo opera el mercado de futuros?
Pero igualmente tal modelo, señala Rodrik, contribuye a esclarecer algunos aspectos del funcionamiento de la economía mercado en el mundo real. Lo mismo podríamos decir de los modelos de elasticidad precio de la demanda, en donde habría que precisar de qué productos estamos hablando, puesto que no todos reaccionan de la misma manera a un cambio en los precios. Añade el autor que la simplicidad, formalismo así como también la desatención de muchas facetas de la realidad no constituyen un error, sino que una virtud. En virtud de lo anterior, continúa explicando Rodrik, lo que hace que un modelo sea útil es que logre captar un aspecto de la realidad y lo que hace que sea indispensable (cuando se usa correctamente), es que logre captar aquel aspecto más relevante de la realidad en un contexto dado.
También quien conozca el flujo circular de la renta sabe también que tal diagrama omite datos de la economía real, como es el complejo y largo proceso de producción de los diversos bienes finales y las relaciones entre estos sectores. También no nos muestra las consecuencias de la política monetaria del Banco Central y solo nos muestra un rectángulo donde aparece la palabra “Estado” donde entran impuestos de empresas y familias y, por otro lado salen pagos como por ejemplo subvenciones a empresas bonos a familias. Tampoco nos muestra las “filtraciones” y sus consecuencias como es el hecho de que cuando una sociedad ahorra significa que no consume. Ahora bien, sabemos que la tía de interés no refleja las fuerzas del libre mercado, es decir, no es un reflejo del ahorro real disponible, sino que también de la fijación de la tasa de interés de referencia por parte del Banco Central, la cual afecta a las demás tasas que cobran los bancos comerciales. Por último el flujo circular nos dice que el mercado de factores obtiene el trabajo de las familias, al igual que la tierra. Pero lo que resulta menos preciso es que este mercado obtenga también de las familias el capital, puesto que el capital físico lo producen las empresas y el capital financiero se obtiene del sector financiero.
Otro punto importante, como destaca Rodrik (y como he abordado en otro artículo) es el de teoría, es decir, no confundir modelos con teorías. Como señalé en el artículo mencionado una teoría (científica) es un sistema de hipótesis (científicas) de muchas de las cuales son leyes. Así, constituye un error entender por “teoría” como si esta fuese una mera conjetura, afirmaciones o ideas sin ningún respaldo empírico. Por su parte Rodrik también señala que las teorías son un conjunto de ideas o hipótesis que intentan explicar unos hechos o fenómenos determinados. Al igual que los modelos, las teorías económicas no deben equipararse a las teorías científicas rápidamente tal por ejemplo, la de la relatividad general o especial, o la teoría de la gravitación universal de Newton.
Los modelos y teorías económicas, añade Rodrik, pretenden ofrecer explicaciones parciales y que constituyen “abstracciones diseñadas para esclarecer determinados mecanismos de interacción y líneas causales”. Así por ejemplo los modelos de crecimiento económicos y sus representaciones matemáticas,como puede ser la clásica función “Cobb-Douglas” o la posteriormente las desarrolladas por Solow y Swan (modelo de crecimiento exógeno) o la de Romer (crecimiento endógeno) no constituyen herramientas que se puedan aplicar de manera mecánica a la realidad.
Rodrik da un ejemplo concreto acerca de cómo pueden existir distintos diagnósticos para estrategias de crecimiento. Frente a diversos casos representados por distintos países, los expertos brindaban distintas propuestas, poniendo énfasis en alguna de las siguientes variables: capital humano, políticas macroeconómicas en materia fiscal y monetaria, apertura al comercio e inversión exterior, reducción d impuestos a las empresas, políticas industriales o lucha contra la corrupción. Como comenta Rodrik la respuesta depende del modelo de crecimiento preferido. Así, desde la perspectiva de la economía “neoclásica” se pondrá el énfasis en la oferta de capital físico y humano. Aquellos adherentes al modelo de crecimiento endógeno colocaban el énfasis en políticas que promovieran un ambiente que estimulara la inversión tecnológica, mientras que los economistas institucionalizas pondrán el énfasis en el respeto de los derechos de propiedad, el buen funcionamiento de ellas instituciones y el respeto de los contratos. Por ende en economía (no solo en materia de crecimiento) no existe “un” modelo sino que varios modelos, de manera que no se puede pretender universalizar uno de estos y hacerlo aplicable a cualquier caso.
…
Dejemos el tema de los modelos y continuemos con algunos temas relacionados con el método. Desde un punto de vista etimológico es justamente el camino a seguir, es decir, un procedimiento y pasos que seguir para realizar algo. Milton Friedman dedicó más de cuarenta páginas al tema de la metodología en su ensayo de 1953 (también conocido como “F53”). Fue un escrito breve pero que tuvo enormes consecuencias. En palabras de Uskali Mäki:
“No cabe duda de que este breve escrito de cuarenta páginas llegó a ser el más citado, el más influyente y controversial ensayo sobre metodología de la economía del siglo veinte, siendo evidente tanto el vigor como la diversidad de su impacto y recepción”[1].
Por su parte, Gert Wagner escribió:
“F/53 es un artículo visionario: expresa en pocas páginas, escritas hace sesenta años, una manera de hacer economía que, contando con raíces profundas en el pasado, básicamente se continúa practicando en el presente. El mérito de nuestro autor es reflexionar con lucidez sobre esta práctica, logrando revelar el criterio completo de validación implícito en lo que la profesión estaba haciendo a mediados del siglo veinte, un camino por el cual continúa hoy día”[2].
De acuerdo a Milton Friedman el último objetivo de una ciencia positiva es el desarrollo de una "teoría" o "hipótesis" que generen predicciones válidas y significativas sobre fenómenos todavía no observados. La teoría, explica Friedman, debe ser juzgada por su poder predictivo para la clase de fenómenos que intenta explicar, y es sólo la evidencia la que puede mostrar si es acertada y si debe ser "aceptada" como "válida" o debe ser "rechazada". Por lo tanto tenemos que la única prueba decisiva de la validez de una hipótesis es la comparación de sus vaticinios con la experiencia. Friedman explica que las predicciones por las que la validez de una hipótesis se prueba no necesitan ser sobre fenómenos que no han ocurrido todavía, esto es, no necesitan ser previsiones de acontecimientos futuros. En palabras del economista norteamericano:
“…pueden ser sobre fenómenos que han ocurrido, bien por observaciones que no han sido todavía realizadas o son desconocidas de la persona que hace la predicción. Por ejemplo, una hipótesis puede implicar que tal y tal cosa debe haber sucedido en 1906, dadas otras circunstancias conocidas. Si un análisis de los documentos revela que tal y tal cosa sucedieron, la predicción se confirma; si revela que tal y tal cosa no sucedieron, la predicción queda desmentida”[3].
En cuanto a las evidencias explica Friedman:
“La evidencia empírica es vital en dos aspectos diferentes , aunque íntimamente relacionados: para la elaboración de hipótesis y para la comprobación de su validez. Una evidencia completa y comprensiva de los fenómenos sobre los que ha de generalizar o «explicar« una hipótesis, además de su mero valor para sugerir nuevas hipótesis, es indispensable para afirmar que una hipótesis explica lo que pretende explicar, que sus deducciones sobre tales fenómenos no son desmentidos anticipadamente por la experiencia que ya ha sido observada”[4].
Añade Friedman que cuanto más significativa es la teoría más irreal serán sus supuestos. La razón de esto lo explica en el siguiente párrafo:
“Una hipótesis es importante si «explica« mucho con poco, o sea, si abstrae los elementos comunes y cruciales de la masa de circunstancias complejas y detalladas que rodean al fenómeno que va a explicarse y permite unas predicciones válidas. Por lo tanto, una hipótesis para ser importante debe poseer supuestos descriptivamente falsos, ya que no toma en cuenta la mayor parte de las circunstancias reales, puesto que su auténtico éxito reside en mostrar su irrelevancia para explicar el fenómeno de que se trata”[5].
Este ensayo ha significado que Friedman sea considerado como adherente del instrumentalismo metodológico. Como explica Alan F. Chalmers el instrumentalismo, en su forma radical, implica una clara distinción entre los conceptos aplicables a las situaciones observables y los conceptos teóricos. De esta manera, la finalidad de la ciencia es generar teorías que constituyan mecanismos o instrumentos convenientes para relacionar un conjunto de situaciones observables con otro.
Añade el físico a lo anterior:
“… las construcciones teóricas, que están destinadas a darnos un control instrumental del mundo observable, no serán juzgadas por su verdad o falsedad, sino más bien por su utilidad como instrumentos”[7].
Uskali Mäki ha reinterpretado la obra de Friedman alejándose de la interpretación instrumentalista:
“Here I show how F53 can be reread/rewritten as a socially constructivist fallibilist, and realist statement – in contrast to the received instrumentalist interpretation”[8].
El ensayo de Friedman fue recibido de diversas maneras por la academia, y Paul Samuelson fue uno de los principales opositores y críticos de la metodología de Friedman, específicamente la idea de que una teoría debía juzgarse porsus predicciones y no por la falta de “realismo” de la teoría o de sus supuestos. Ahora bien hay autores como Lawrence Boland y Mark Blaug que señalan que Samuelson malinterpretó a Friedman. Sobre la recepción de la obra de Friedman escribe Uskali Mäki:
“Depending on the reader’s intellectual preferences and capacities, the experience of reading Milton Friedman’s 1953 essay on economic methodology ( F53 for short) tends to be either one of relief and conviction or one of irritation and provocation – or perhaps some mixture of these feelings. Many practicing economists have found the message of the essay appealing and liberating, and its arguments convincing. Most specialists in economic methodology, and some practicing economists, have found F53 entirely defective, presenting a dangerously misguided doctrine of scientific theory and method. Both of these responses may be based on an incomplete understanding of the essay, or so I want to argue”[9].
El economista Gert Wagner escribe lo siguiente sobre el tema de los supuestos en la obra de Friedman:
“…los supuestos no son reales o falsos y tampoco, como se insiste más adelante, obedecen a criterio valórico alguno; son instrumentos para poder avanzar en la generación de una hipotes productiva, sin perjuicio de que la confianza en el supuesto no será independiente de su rol y desempeño en investigaciones previas. El supuesto en esta perspectiva es un instrumento, parte de la caja de herramientas de que dispone el economista”[10].
Herbert Simon también criticó los planteamientos de Friedman ya que, de acuerdo a este autor, las teorías científicas no tenían como propósito la predicción, sino la explicación de cosas, por lo que las predicciones serían pruebas de si aquellas explicaciones eran correctas. Eric D. Beinhocker explica lo anterior de la siguiente manera. Uno podría proponer una teoría que explica que el cielo es azul “asumiendo” que existen unos gigantes que lo pintan todas las noches antes de que despertemos. Llevando al extremo la lógica de Friedman se podría decir que el supuesto de que existan o no gigantes es irrelevante en la medida en que la teoría realice predicciones correctas. En cambio Simon diría que para aceptar una teoría, se tendría que observar a los gigantes en acción y no solamente asumir que existen.
El problema en torno a los “supuestos” se puede resolver acudiendo a las dos reglas de oro que menciona Beinhocker. En primer lugar, los supuestos deben ser apropiados para el propósito del modelo y, en segundo lugar, estos supuestos no deben afectar la respuesta que el modelo provee para ese propósito. Sucede que los economistas realizan arbitrariamente suposiciones como la racionalidad perfecta o subastadores divinos (como el de Walras) con el sólo propósito de que su matemática del equilibrio funcione. Economistas y psicólogos como Herbert Simon, Amos Tversky, Daniel Kahneman y Vernon L. Smith, han puesto en duda muchos de los postulados de la economía ortodoxa. Pero incluso si supiéramos como operan los gigantes, tal conocimiento no nos garantizaría poder realizar predicciones precisas. Como explica Beinhocker, los meteorólogos y climatólogos nos pueden explicar en detalles la temperatura, la presión atmosférica, las ciclones y anticiclones, pero tal conocimiento no les permiten hacer predicciones exactas. La atmósfera, como la economía, son fenómenos complejos y dinámicos que no tienden al equilibrio y se resisten aser reducidos a ecuaciones.
Artículos complementarios
1) De las Ciencias Sociales a la Sociología (por Jan Doxrud)
2) De las Ciencias Sociales a la Sociología (por Jan Doxrud)
3) De las Ciencias Sociales a la Sociología (por Jan Doxrud)
4) De las Ciencias Sociales a la Sociología (por Jan Doxrud)
5) De las Ciencias Sociales a la Sociología (por Jan Doxrud)
1) El Cisne Negro El impacto de lo altamente improbable (por Jan Doxrud)
2) El Cisne Negro El impacto de lo altamente improbable (por Jan Doxrud)
3) El Cisne Negro El impacto de lo altamente improbable (por Jan Doxrud)
4) El Cisne Negro El impacto de lo altamente improbable. El caso chileno (por Jan Doxrud)
5) El Cisne Negro El impacto de lo altamente improbable. El caso chileno (por Jan Doxrud)
6) El Cisne Negro El impacto de lo altamente improbable. El caso chileno (por Jan Doxrud)
[1] Rolf Lüders y Patricio Rosende, ed., Milton Friedman. La vigencia de de su pensamiento. Metodología, Teoría y Política económica (Chile: Ediciones UC, 2015), 39-40.
[2] Ibid., 41.
[3] Milton Friedman, La metodología de la economía positiva, 361-362.
[4] Ibid., 365
[5] Ibid.,368
[6] Alan F. Chalmers, ¿Qué esa cosa llamada ciencia? (Madrid: Siglo XXI editores, 2010), 205.
[7] Ibid., 204.
[8] Uskali Mäki, Unrealistic assumptions and unnecessary confusions: Rerading and rewritting F53 as a realist statement (documento en línea: http://www.helsinki.fi/tint/publications/maki,%20Unrealistic%20assumptions%20and%20unnecessary%20confusions.pdf), 1.
[9] Ibid., 2.
[10] Rolf Lüders y Patricio Rosende, op. cit., 61.