Crónica de una crisis anunciada: La “Involución” Bolivariana
Lamentablemente para muchos intelectuales y políticos el panorama paradisiaco y exótico que proyectaron en Venezuela se desmoronó y se impuso la realidad a la ideología socialista…una vez más. Esto no debe sorprendernos porque lo que sucede en Venezuela es simplemente la consecuencia inevitable de implantar el socialismo cleptocrático que ha degenerado en una kakistocracia que está arruinando al país y la calidad de vida de las personas en un breve período de tiempo. Sorprende que muchas personas realmente creyeran que el proyecto llevado a cabo por Hugo Chávez podía ser viable en el largo plazo. Miembros del partido comunista chileno, el senador Navarro, miembros de “Podemos” (España) como Pablo Iglesias y Juan Carlos Monederos y, por supuesto, Noam Chomsky.
Pero este embrujo socialista no es un fenómeno novedoso ya que durante la Guerra Fría intelectuales (Jean Paul Sartre) y economistas (Paul Samuelson) creyeron realmente que la economíaa socialista era viable e incluso podía superar al capitalismo. En el siglo XXI se vuelve a repetir el fenómeno: intelectuales y economistas creyeron ver en el socialismo bolivariano de Chávez algo nuevo, un modelo rupturista y a Chávez como el gran héroe del pueblo latinoamericano que se atrevió a hacer frente al imperio norteamericano. Pero la verdad es que Chávez es cualquier cosa menos un revolucionario y el modelo que propuso para Venezuela es cualquier cosa menos novedoso.
En realidad Chávez fue un “involucionario” y él y su gobierno representan lo más detestable que existe en política: estatismo extremo, mesianismo enfermizo, intolerancia, visión maniquea de la sociedad: nosotros (el pueblo) contra “ellos” (la burguesía parasitaria), el trasnochado antiamericanismo que sólo operaba a nivel discursivo (no en la práctica), paternalismo e infantilismo extremo de la población, confusión entre Estado y gobierno, el deseo de refundarlo todo (“venimos a empezar de nuevo”, creatio ex nihilo), colectivismo, tiranía de las mayorías, eclecticismo moral (somos marxistas, comunistas, martinistas, cristianos, mariateguistas, etc).
Lamentablemente a personajes como Chávez y Maduro hay que tomárselos en serio, ya que en la actualidad somos testigos de cómo esta clase de personajes y regímenes han destruido las instituciones, la economía del país y deteriorado la calidad de vida de la población. Pero acá en Chile muchos se maravillaban con el chavismo, un verdadero “símbolo de democracia”. El senador Navarro, perteneciente al Movimiento hacia el Socialismo (MAS) nos deleitaba con frases como que en Venezuela existe una democracia mucho más “profunda” que en Chile”. Pero esto es parte del culto desmedido a la democracia y al “pueblo” (aún queda aclarar qué significa esta misteriosa palabra), y a la fantasiosa idea de que la verdad reside en las mayorías.
Pero la verdad es que lo que nos debe importar no es el grado de “profundidad” de la democracia de un país, ya que a un país hay que evaluarlo por el grado de libertad que los individuos gozan. Puede perfectamente haber una “profunda” democracia sin libertad pero no puede darse el caso inverso, es decir, puede haber perfectamente libertad sin que exista un sistema democrático. Pero cuídese de decir esto en público ya que puede ser acusado de dictador (si no es democratófilo entonces es automáticamente un fascista-nazi-portaliano). En el 2014 el mismo ilustre senador nos decía que no había una crisis social, ya que lo que había era una abierta y descarada intervención extranjera, lo cual no son declaraciones novedosas ya que es parte de la retórica socialista: “Nosotros nunca somos responsables de nuestros fracasos, es el enemigo externo”.
El ideólogo toma distancia
La verdad es que el proyecto bolivariano ha resultado ser un rotundo fracaso producto del mismo sistema y no fruto de convenientes conspiraciones por parte de un enemigo externo y abstracto. En la actualidad, Venezuela se encuentra en una recesión y con una inflación anual del 64% (aunque seguramente tal cifra ha aumentado). Como acostumbra a suceder en esta clase de regímenes, los errores no los cometen ellos, sino que algún enemigo externo que conspira constantemente: burguesía, capitalismo, imperialismo o el siempre útil neoliberalismo. La inflación es producto de avaricia empresarial y la escasez extrema producto de la conspiración imperialista y de la burguesía parasitaria. Ahora bien, quien fue alguna vez el ideólogo del régimen, Heinz Dieterich, trata ahora a Maduro de “inepto”, de asemejarse a Don Quijote y ataca su retórica extravagante e incluso pronosticó a comienzos del 2014 que al presidente venezolano le quedarían ocho semanas en el poder.
En una entrevista publicada por la sitio web socialista “Aporrea”, Dieterich pronuncia las siguientes palabras:
“Desde el arribo del Bolivarianismo al poder (1999) en Venezuela, nunca ha habido ninguna medida económica socialista: ni del Socialismo del Siglo 20, ni del Socialismo del Siglo 21. El modelo político-económico desarrollado por Hugo Chávez después del 2003, nunca fue más que un desarrollismo progresista, semejante al primer gobierno del General Perón. Agotado ya en el 2010 entró en la segunda etapa de Perón: la erosión creciente y el camino hacia el abismo. El Plan Guayana Socialista, el Control Obrero, las Comunas – el más grande disparate de los Rasputines socialistas de Miraflores (Marta Harnecker et al) – no son más que quimeras en una economía capitalista de mercado (crematística) como la venezolana. Ahora toda esta fantasía implosiona”[1].
En otro artículo, Dieterich se refiere a la figura del caído Ministro del Poder Popular para la Planificación, Jorge Giordani, autor de obras como La planificación como proceso social (1980), Inclusión social y distribución del ingreso (2006), Gramsci, Italia y Venezuela. Apuntes e impresiones (2009), La transición venezolana al socialismo (2009), Marx no estaba muerto, se encontraba de parranda (2010). Para Dieterich, la caída de Giordani en el 2014 fue a causa de su anacronismo. De acuerdo al sociólogo alemán Giordani “cayó por estar fuera de su tiempo. Trató de implementar dentro del proyecto desarrollista-capitalista del Presidente Hugo Chávez el Socialismo del Siglo XX, cuando éste ya había fracasado y demostrado en todo el mundo que no funciona en el Siglo 21. Anclado científica e ideológicamente en el pasado…”[2].
Dieterich señala que Hugo Chávez había entendido a la perfección que el Socialismo del Siglo XX era un sistema moribundo y que era un anacronismo tratar de implementarlo en Venezuela, entonces cabe preguntarse la razón por la cual Chávez permitió la presencia de Giordani en su gabinete. De acuerdo a Dietrcih La respuesta hay que buscarla en el golpe que afrontó Chávez el 2002. En palabras del sociólogo:
“El atractor principal de su política después del golpe de Estado de 2002/3, era la contención dominante de la burguesía. Para lograr ese objetivo usó dos medidas: a) comprar la burguesía con la renta petrolera; b) amedrentarla con la intervención estatista en la economía”[3].
Esto se tradujo en lo que Dieterich considera una gravitación natural del ministro Giordano hacia estratagemas centralistas-burocráticas del fracasado Socialismo del Siglo XX. Pero Dieterich no entiende que el socialismo en sí mis, me refiero al verdadero socialismo, es anacrónico, no importa que etiqueta le quiera adherir: siglo XXI, siglo XXX, indigenista, bolivariano, ya que ahí donde el Estado se expande desmedidamente y se ataca la propiedad privada (símbolo del mal absoluto), el destino de ese país es fracasar, sólo es cuestión de tiempo.
En enero del 2015 Dieterich publicó un nuevo artículo titulado “2015: ¿último año de gobierno Chavista?”. En este artículo, el autor nuevamente hace de oráculo político. De acuerdo a Dieterich, la crisis económica de Venezuela se ha convertido en una crisis política terminal para el gobierno de Maduro y este es un escenario imposible de revertir por el oficialismo. Venezuela se encuentra en una situación en donde el 75% de la población está en contra del gobierno de Maduro, la política económica del gobierno ha resultado ser “idiota y suicida”, los gobernadores y líderes del PSUV han demostrado una “cobardía sin límites” cuando se trata de cambiar el rumbo del país. De acuerdo a Dieterich, Nicolás Maduro perdería las elecciones parlamentarias del 2015 y saldría a más tardar en 2016 del poder, ya sea por referéndum revocatorio, renuncia o intervención militar.
También señala el autor que el fracaso se debe a la “Nueva Clase Política” bolivariana, quienes monopolizaron tanto el poder político como el plusproducto del petróleo. Esta “nomenklatura del PSUV” convirtió la crisis económica en una crisis política, por medio de por medio de una receta autodestructiva que consta de tres elementos. El primero se refiere a que el gobierno no hizo las reformas necesarias cuando tenía el poder de negociación necesario, después de la elección de Maduro. El segundo elemento se refiere a la estrategia del gobierno, esto es, que no entendieron que la mentira de la ʺguerra económica" tenía un ciclo de manipulación efectiva limitado, como toda propaganda. El último elemento guarda relación con violación de los derechos de los ciudadanos por parte del “Leviatán”. Quien no tardó en lanzar un ataque implacable a Dieterich en el mismo sitio web “Aporrea” fue el conservador trotskista Alan Woods.
Hay que reconocer que, si en algo tiene razón Woods es acerca de los fracasos predictivos de Dieterich sobre el curso de los acontecimientos políticos. También acierta en la falta de lealtad del sociólogo alemán con una causa que apoyó en un pasado muy cercano y de la cual intenta desmarcarse. En cambio nuestro autor, no sólo como intelectual, sino que como militante comprometido con las causas revolucionarias, se lanza en una defensa de la Revolución Bolivariana. Woods se muestra contrario a medidas burguesas como poner fin a los controles de cambio y de precios. Para Woods, si la casa se está incendiando, lo mejor es seguir arrojando parafina. Citemos algunos párrafos de su artículo:
“Los marxistas abordan la Revolución Bolivariana precisamente desde la dirección opuesta a la adoptada por Dieterich. Estamos a favor de la defensa de la revolución contra la oposición contrarrevolucionaria y el imperialismo. Nosotros no predecimos la caída del gobierno bolivariano cada dos minutos, ni damos mucho crédito a las «encuestas de opinión» de la oposición inventadas con el propósito de minar la moral de las masas revolucionarias. Nuestras críticas son exactamente lo contrario de las realizadas por Dieterich y el ala derecha”[4].
“Es cierto que la Revolución se enfrenta a una situación muy difícil y peligrosa. Pero este es el resultado del intento equivocado de regular el capitalismo para defender los intereses de las masas. Ese fue el origen de los controles de cambio, controles de precios, y otros intentos de regular y controlar el capitalismo. Pero esto ha fracasado. La inflación es de aproximadamente un 60% anual y hay una escasez de productos básicos. El mercado negro y la especulación están floreciendo. Estas cosas indudablemente ponen a la Revolución en grave peligro. Pero, ¿cuál es la solución?”[5].
La solución para Woods es no continuar pensando que el capitalismo puede ser planificado con el objetivo de que beneficie a la mayoría. Recomienda eliminar los medios por medio de los cuales se organiza la campaña de sabotaje y se muestra favorable a las palabras del revolucionario venezolano Ezequiel Zamora (1817-1860): “lo que debe secuestrarse son los bienes de los ricos, porque con ellos hacen la guerra al pueblo, hay que dejarlos en camisa”. Independiente de estos vaticinios de Dieterich, cabe señalar que sus recomendaciones económicas tal como las examinamos anteriormente hubiesen llevado a Venezuela a un resultado aún más devastador.
Los economistas lo advirtieron
La realidad es que lo que acontece en Venezuela no es más que la consecuencia de las políticas de Hugo Chávez. Ya no se puede seguir perdiendo tiempo en debates de economía “burguesa” contra “economía del pueblo” o marxista, ya que aquí estamos hablando de buena y mala economía, de políticas económicas que funcionan y otras que nunca han funcionado. Lo que esta enfrentando Nicolás Maduro es simplemente las consecuencias del proyecto socialista de Hugo Chávez, que tenían que salir a la luz en algún momento. Los economistas han estado advirtiendo desde hace años del incierto y peligroso rumbo que estaba siguiendo Venezuela bajo la presidencia de Chávez[6]. Más del 90% de las empresas expropiadas por el socialismo bolivariano están quebradas o presentan graves pérdidas.
El 2010 un grupo de 18 economistas en un artículo titulado advierten que el camino que estaba siguiendo Venezuela estaba llevando al país al fracaso económico, a la pobreza y a la pérdida de libertades. Los autores son claros al afirmar que la crisis en la que se encontraba en ese entonces Venezuela tenía su origen “en el rumbo trazado por el Presidente, el intento de imponer sin base constitucional un sistema socialista similar al socialismo real o marxista-leninista del siglo pasado, basado en un esquema rentista exacerbado, aumentando la dependencia del petróleo, al tiempo que se ha ejecutado una política sistemática de reducción, expropiación o destrucción del aparato productivo privado”. El crecimiento que pudo experimentar Venezuela durante los primeros años del siglo XXI y que hechizó a varios políticos a lo largo del globo, era en realidad un espejismo que iba a desaparecer en cualquier momento.
Comos señalan los economistas en el artículo, el crecimiento económico de Venezuela durante 2003-2008 fue producto de los ingresos externos y a una política fiscal expansiva y el financiamiento monetario del gasto parafiscal. A esto hay que añadir viejas recetas llevadas a cabo desde el año 2003 para luchar contra las presiones inflacionarias, mediante la implementación de un “distorsionante control de cambio, de precio de bienes y servicios, y un tipo de cambio fijo y único como ancla nominal para intentar controlar la inflación, con los vicios y errores ya conocidos de experiencias previas. No obstante ello la inflación se elevó provocando una intensa sobrevaluación del bolívar respecto al dólar, lo que estimuló una expansión desmedida de las importaciones y una pérdida de competitividad del sector productivo exportador.” Estos economistas también advirtieron sobre la gradual sustitución del Estado democrático por uno de carácter autoritario. En palabras de los economistas:
“El otro componente central de la crisis está representado por la pretensión de imponer un modelo político-institucional que eleva la intervención del gobierno en todas las esferas de la sociedad, una versión que a pesar de la presunta novedad, promete a aproximarse al socialismo marxista-leninista que imperó en la extinta Unión Soviética y que aún perdura en fase crítica en Cuba. Particularmente, en el culto al jefe supremo, como única referencia del proceso político, con la consecuente pérdida de contrabalance democrático entre los poderes público.”
Los autores recomiendan que Venezuela adopte urgentemente un cambio de rumbo orientado al crecimiento económico sostenido, con baja inflación, diversificación productiva y protección del medio ambiente. Otro artículo fue publicado el día 30 de enero de 2014 por un grupo de 47 economistas titulado: “Crisis cambiaria, petrolera y el deterioro socioeconómico”. En este artículo los economistas retoman cuatro aspectos de la problemática que afecta a la economía venezolana y que no han sido resueltas por el régimen. En primer lugar advierten que ya no existe una relación directa entre un precio del petróleo más alto y una mayor actividad económica. Tampoco existe un mínimo control gubernamental sobre la presión inflacionaria, así como tampoco una organización del mercado cambiario.
Por último está el agotamiento de reservas internacionales del BCV debido a los compromisos externos de PDVSA cercanos a un 50% de los ingresos brutos en divisas por exportación petrolera. En segundo lugar señalan los economistas que la crisis en Venezuela no se debe solamente a políticas económicas desacertadas sino que también es producto de una “conducción gubernamental sin respeto a límites legales en el área económica-financiera y a una concepción ideológica radical que justifica el fin revolucionario por encima de cualquier otra consideración en una democracia moderna, abierta al escrutinio público”. Advierten también sobre el deterioro de una institución pública clave como el BCV que ha tenido cuatro presidentes designados en menos de un año.
Otros entes como el Fondo de Estabilización Macroeconómica, se han vuelto completamente inoperantes bajo el gobierno de Hugo Chávez. En tercer lugar destacan la pérdida de la eficacia productiva y del potencial de producción en prácticamente todos los sectores de la economía, lo que a su vez afecta negativamente al amplio y normal abastecimiento con producción nacional, la generación de empleos estables y mejores remuneraciones. En cuarto y último lugar destacan cómo se ha visto negativamente afectado el sector agrícola producto de las expropiaciones, confiscaciones e importaciones masivas de alimentos por parte del Estado.
La conclusión de los autores es clara y es que en el sector agrícola la absoluta mayoría de las nuevas unidades estatales de producción han fracasado. En un último artículo publicado en enero del año 2015, 60 economistas venezolanos vuelven a abordar la crítica situación en la que se encuentra la Venezuela de Nicolás Maduro. Producto de la brusca caída de los precios del petróleo, los economistas señalan que Venezuela entró en una fase de auténtica emergencia económica, ya que a lo anterior hay que sumar las bajas reservas internacionales, la acumulación de deuda pública y otras obligaciones internacionales. Destacan el hecho de que la ideología predominante ha constituido un obstáculo para cualquier tipo de reformas.
En palabras de estos economistas durante el 2014 en Venezuela había predominado “una fuerte resistencia política e ideológica dentro del Gobierno de Nicolás Maduro para asumir la responsabilidad de tomar acciones correctivas adecuadas en el plano fiscal, monetario, cambiario, petrolero y de incentivos efectivos para la recuperación del aparato productivo”. Los autores recuerdan que en enero de 2007 el presidente Hugo Chávez anunció luego de su reelección, que Venezuela se dirigía a una transición hacia el socialismo del siglo XXI, lo que se tradujo en la puesta en práctica de un proceso de expropiaciones y confiscaciones a varias empresas nacionales e internacionales de todos los sectores.
En cuanto a las “Misiones”, los autores señalan que estas no debieron haber servido de excusa “para socavar las bases de estabilidad de económica del país y acumular una enorme deuda pública, causando una alta y persistente inflación, desabastecimiento, cierre de empresas, desempleo, una caída del poder de compra de la familia venezolana y una dependencia extrema del consumo de la distribución de la renta petrolera”. Estas misiones, de acuerdo a los autores, deberían ser institucionalizadas como parte del sistema de gasto social, con transparencia de gestión y mayor eficiencia en el uso de los recursos. Los demás temas que abordan los autores son los mismos que han estado advirtiendo en otros artículos: gasto fiscal y déficit público, la pésima situación de la empresa estatal petrolera PDVSA, así como las deudas que ha contraído, el endeudamiento público, la indisciplina del BCV y el régimen de cambio, junto a las múltiples tasas existentes.
Por su parte, la historiador venezolana Margarita Lopez Maya, explica que la "seducción populista" ejercida por Hugo Chávez hay que entenderla dentro de un contexto socioeconómico más amplio. Por ejemplo la devaluación del bolívar (primera vez en 20 años) durante la presidencia del socialcristiano Luis Herrera Campins (1979-1984) y el Viernes Negro (1983) en donde el presidente tuvo que declara la moratoria de la deuda externa. Hacia el final de la Guerra Fría y el desprestigio de los socialismo reales, comenzó una fase en que las economías latinoamericanas comenzaron a implementar reformas económicas que estuvieran en armonía con los establecido por organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial (lo que algunos denominan como medidas "neoliberales", lo que tuvo como consecuencia un rechazo por parte de la ciudadanía debido a que tales políticas implicaban una reducción del papel del Petroestado en la economía y en la sociedad, explica Margarita López Maya.
Otro hecho importante fue el llamado "Caracazo" (1989), una revuelta social que se tradujo en saqueos y quemas y que, significo una dura represión por parte del presidente de la época Carlos Andrés Pérez (1989-1993). Así, hacia 1998 Venezuela se encontraba sumida en una crisis económica, social, corrupción política, inseguridad y altos niveles de pobreza y rechazo hacia las elites y la derecha política. Dentro de este escenario emerge la figura del militar golpista (1993) Hugo Chávez ofreciendo una nueva clase de democracia, que iba más allá de la representativa: una de carácter participativa y protagónica. Junto a esto, continúa explicando López Maya, llevo a cabo la creación de numerosas instituciones como mesas técnicas de agua, comités de tierras, mesas de gas y otras. El objetivo era dar voz e integrar a aquella amplia fracción de la población que por años había estado marginada de las políticas de gobierno.
A esto hay que añadir el escenario de fondo favorable al gobierno con los precios del barril de petróleo en alza. López Paya destaca el cambio de rumbo que tomó el régimen chavista en los primeros años del siglo XXI. El haber sobrevivido a un golpe de Estado, paros, el triunfo en el referéndum revocatorio presidencial (2004) y el triunfo electoral (2005) donde el chavismo obtuvo el 100% de los curules en la Asamblea Nacional y el triunfo (2006) en la reelección presidencial, hizo que Chávez sucumbiera a la "tentación autoritaria" y a fomentar un gobierno personalista, basada más en el carisma y autoridad de Chávez que en las instituciones formales. Como explica López Maya, Chávez enfatizó constantemente su carácter de "vocero" o encarnación de un "pueblo plebeyo excluido".
También abrió camino a la profundización del modelo conocido bajo el nombre de "Socialismo del Siglo XXI". Chavez logró ejercer un fuerte control sobre el poder legislativo y judicial. Los problemas para el régimen y fin del hechizo o falsa sensación de riqueza temporal que creó en la población comenzó con la baja significativa del precio de los hidrocarburos (2009). La nueva situación económica que comenzaría a gestarse se traducirá en controles en el mercado de divisas así como en el precio de bienes de consumo y expropiaciones de la propiedad privada, lo cual daría pie a la formación de un mercado paralelo. Los problemas se agravarían más con la muerte de Chávez (2013) y la designación de su sucesor Nicolás Maduro quien no contaba no con el liderazgo ni el carisma del caudillo populista y que se sufriría todas las nefastas consecuencias del modelo económico incubado durante el mandato de Chavez
La situación de Venezuela es cada vez más delicada. La inflación está devorándose el salario mínimo, el desabastecimiento y la delincuencia no hacen más que empeorar. El bolívar está alrededor de los 102 pesos chilenos por lo que el lector podrá calcular los precios de los tres productos mostrados en las imágenes. Como siempre sucede, el populismo que rasga vestiduras por los “pobres” los termina dejando en peores condiciones, y lamentablemente tiene que ser así por dos razones: eso es lo que hace el verdadero socialismo y el populismo necesita de pobres para perpetuarse.
Estamos ante un país donde existen cuatro tipo de cambio. El primero es el dólar oficial otorgados por el Centro Nacional de Comercio Exterior o Cencoex. A aquellos sectores que el gobierno considera como clave o estratégicos. En segundo lugar esta el dólar Sicad (Sistema Complementario de Administración de Divisas) que opera a través de subastas semanales destinado al sector privado. En tercer lugar está el dólar Simadi (Sistema Marginal de Divisas) que tiene como objetivo “derrotar” al mercado negro. En cuarto lugar está el mercado negro. Hasta la fecha, el bolívar se ha devaluado frente al dólar llegando a los 300 bolívares por dólar. Para quienes dependen de las importaciones, esta devaluación resulta ser perjudicial y también para los consumidores ya que los productores, fruto del alto precio del dólar, deberán subir los precios de sus productos para obtener ganancias. En cuanto al acaparamiento, esto resulta ser cierto, pero no por las razones que da el gobierno. El acaparamiento es fruto de la incertidumbre y desesperación de una sociedad que no sabe si habrán alimentos en el futuro por lo que decide acumular bienes básicos.
Lo anterior sólo representa sólo algunos de los muchos problemas que padece la economía venezolana. Cuando se examinan los diversos estudios sobre el caso de Venezuela uno se percata de lo que sucede hoy en Venezuela en realidad no constituye ninguna sorpresa. Los problemas de Venezuela no obedecen a conspiraciones neoliberales, ni a “guerras económicas”, a una “inflación inducida”, sino que son producto de no entender como funciona una economía. Tampoco hay que engañarse y pensar que con Chávez la situación económica y social era estable y que la responsabilidad de la crisis recae exclusivamente en Maduro y los demás miembros de la elite socialista bolivariana.
Estos son problemas similares a los que sufrieron los países que se encontraban bajo la órbita soviética, similar incluso al que tuvo que hacer frente el emperador Dioclesiano. Ahora lo está sufriendo la nación que encarna el “comunismo débil” del intelectual italiano Gianni Vattimo. El problema de muchos “filósofos” es que realmente no entienden absolutamente nada de economía. Los temas sobre economía son para ellos muy frívolos, mundanos y materialista como para que sean dignos de ser abordados por ellos (más sublime es filosofar sobre el deconstruccionismo derridiano del patriarcalismo neoliberal). Existen personas que piensan que, por el hecho de que la economía no es una “ciencia dura”, entonces “todos somos economistas” y opinan desde la ignorancia sobre materia económica.
Insisto que lo que ocurre en Venezuela no es ninguna sorpresa, ya que es un fenómeno que tiene un guión bastante conocido. En el documento mencionado, los economistas son claros en señalar que los problemas económicos de Venezuela no son coyunturales, sino que se han acumulado desde hace tiempo. La “revolución” (mejor dicho “involución”) bolivariana como encarnación del comunismo débil es una caricatura de otra caricatura: la de Benito Mussolini y el fascismo. Si nos atenemos a la definición de fascismo de la bisnieta de Mussolini en una carta dirigida a Nicolás Maduro, parece ser que la revolución bolivariana comparte algunos rasgos con aquella doctrina que tanto critica:
“Señor Presidente, dígame ¿qué es el fascismo que usted nombra en cada discurso? El fascismo es un movimiento político revolucionario que se propone la superación del Estado liberal-democrático y del Estado comunista con una ‘tercera vía’, indicando en esta la construcción de un estado ético-jerárquico fundado en la alternativa corporativa que, eliminando sea la explotación capitalista que la lucha de clases, para crear una Nación y, así, un Pueblo consciente de su propia misión”[7].
Si el lector se da el tiempo de leer los 25 puntos del programa nazi y el programa de San Sepolcro del fascismo, se percatará que no existe una diferencia abismal entre estos regímenes y el de Chávez en materia económica y social. Gran parte de las medidas adoptadas por Chávez, ya habían sido realizadas por Castro o Mussolini. Comenzando con aquel espíritu de querer cambiarlo todo, de refundarlo absolutamente todo, de que con el nuevo líder paternalista, que infantiliza a la población, se abrirá un nuevo camino. Que quede claro que las comparaciones anteriores se refiere a las medidas y en ningún sentido se pretende equiparar, por ejemplo a Chávez con Hitler. Veamos algunos ejemplos. El uso de decretos por parte del caudillo electo democráticamente y dentro del marco legal (salvo Castro y Franco).
Chávez hizo uso de estos para nacionalizar, por ejemplo, el Hotel Hilton de Margarita, empresas de cemento, siderúrgica, la Universidad de Santa Inés de Barina. Otras medidas es el establecimiento de una nueva Constitución, que “emane del pueblo”. También destaca el fuerte control sobre el aparato represivo, donde Chávez prácticamente se aseguró de tener un brazo militar fiel a la ideología y purgó cualquier elemento considerado disidente. También creó la Milicia Nacional Bolivariana y la Guardia Territorial. Hitler también reformó el Reichwehr y creó la Wehrmacht. El control de los medios de comunicación, en el caso de Venezuela, RCTV, radios, existencia de leyes coactivas como la Ley de Delitos Mediáticos o la Ley de Responsabilidad Social. Tenemos el control del poder judicial tras un fachada de división de poderes del Estado, control sindical y represión de la oposición.
Ya desde Montesquieu sabemos que cuando el poder legislativo está unido al poder ejecutivo en una misma persona o cuerpo, no puede haber libertad alguna debido al hecho de que monarca, caudillo o dictador o el cuerpo legislativo, promulguen leyes tiránicas que las harán cumplir de la misma manera. El caso hecho es que en Venezuela el poder ejecutivo está corrompido hasta la médula y controla tanto el poder judicial, el poder legislativo y el sistema electoral. El “hechizo de la democracia” es fruto del culto a esta forma de gobierno, por lo que por mucho tiempo cualquier crítica a Venezuela era rechazada con el argumento de la gran cantidad de procesos eleccionarios efectuados. “El pueblo nos votó (más irregularidades del proceso eleccionario) por lo tanto estamos facultados para hacer cualquier cosa”. La lista puede continuar. El punto de todo esto es que el Socialismo del Siglo XXI no tiene nada de novedoso. Lamentablemente hoy en día la admiración acrítica de la democracia y pensar que las mayorías poseen la verdad, llevan a las personas a justificar las medidas ilegales y dictatoriales de regímenes autoritarios como el del fallecido presidente Chávez.
Pero todo esto ha sido ignorado por los nuevos socialistas y Venezuela está sufriendo las consecuencias de haber abrazado el modelo socialista del siglo XXI. Carece de relevancia si el socialismo del que hablamos es del siglo XX, XXI o del siglo XXII, el resultado será siempre el mismo. El economista alemán Rüdiger Dornbusch (1942-2002) y el economista chileno Sebastián Edwards realizaron a principios de la década de 1990 un análisis de la macroeconomía del populismo[8], que se asemeja bastante a lo que ha estado sucediendo en Venezuela. Afirman que la historia de nuestro continente parece repetirse sin cesar siguiendo ciclos irregulares y dramáticos. Este sentido de circularidad sorprende principalmente en el uso de políticas macroeconómicas populistas con fines redistributivos, siendo este último objetivo una parte central del paradigma populista.
La “economía populista” es descrita por los autores como un enfoque económico que pone el énfasis en el crecimiento y la redistribución del ingreso, y que resta importancia a los riesgos vinculados a la inflación, al déficit financiero y a la reacción de los agentes económicos frente a lo denominan “aggressive nonmarket policies”. Los autores destacan tres características en este modelo económico populista. La primera se refiere a las condiciones iniciales en donde quienes están a cargo de implementar las políticas económicas tienen una sensación de insatisfacción en relación al desempeño económico del país, por lo que creen que se debería hacer algo más. La segunda característica tiene relación con la puesta en marcha de una política económica sin restricciones. Los “policymakers” rechazan el paradigma conservador así como la existencia de cualquier restricción en materia macroeconómica.
La existencia de reservas les permite llevar a cabo políticas económicas expansivas ignorando los riesgos de déficit, catalogándolos de meras exageraciones. En tercer lugar están las prescripciones de la política económica que enfatiza tres elementos: reactivación, redistribución del ingreso y reestructuración de la economía, siendo entonces, el denominador común la “reactivación con redistribución”. Esto se traduce por ejemplo en el aumento de los salarios reales, pero que no se traduzcan en incremento de los precios. Pasemos a revisar las fases por las que atraviesan estos regímenes populistas. La primera fase se caracteriza por un aparente triunfo de las políticas populistas ya que existe un crecimiento del producto, mayores salarios reales y una baja tasa de desempleo. La inflación no constituye un problema gracias a los controles de precios y en cuanto a la escasez, esta se cubre por medio de las importaciones.
En la segunda fase comienzan a aparecer los cuellos de botella debido a la alta demanda de bienes de consumo y a la falta de divisas. Comienza a manifestarse la inflación, comienzan los controles sobre el cambio de divisas, el déficit presupuestario empeora debido a los subsidios dados y se hacen más fuertes los controles de precios. La fase tres se caracteriza por una aceleración extrema de la inflación, la escasez galopante, el continuo deterioro del déficit presupuestario y la caída de los salarios reales. En la fase cuatro, un nuevo gobierno aplica medidas ortodoxas de estabilización para intentar reparar el daño económico, político y social que generaron las políticas macroeconómicas populistas.
Palabras finales
No será fácil el camino de recuperación venezolana y menos con un Presidente incompetente e ignorante como Nicolás Maduro que sigue con la retórica (y falacia) de los “precios justos” (como lo hacía Chávez) y que pretende reducir la inflación por decreto. Esperemos que Venezuela no siga los mismos pasos de Zimbabue bajo Robert Mugabe quien también decretó una disminución del 50% de los precios, como el emperador Dioclesiano, impuso controles de precios. Ya fuimos testigos que Zimbabue entro en una hiperinflación tal como la vivieron los alemanes de la República de Weimar a principios de la década de 1920. Pero la economía populista se caracteriza por operar al margen del mundo real bajo un pensamiento mágico que dice que la riqueza se crea imprimiendo dinero, los precios se regulan desde el aparato estatal y la inflación se controla por decreto.
¿No le gusta su salario? Simple, aumentemos el salario mínimo. Ese es el mundo mágico en que se mueve el populismo. Pero lo que pagan lo precios estratosféricos, hacen colas y son secuestrados, no son los cleptócratas bolivarianos (la clase política) sino que las capas más pobres y la clase media. Una vez más debemos aprender que la única clase explotadora es la clase política, tal como sucede en Venezuela. El socialismo es un error intelectual, espistemológica y económicamente imposible[9]. Esto ya fue planteado por Nicolaas G. Pierson, en la década de 1920 por Ludwig von Mises, posteriormente por Friedrich Hayek y otros economistas. Además hay que añadir que el problema con el socialismo no es uno que atañe a los fines, sino que a los medios, y los medios que emplea el socialismo para solucionar los problemas económicos no son eficientes y termina por intensificarlos.
[1] Heinz Dieterich, Sólo un radical cambio del modelo económico y del gabinete, salvará al gobierno venezolano, Aporrea, 14 de octubre de 2013 (artículo en línea: http://www.aporrea.org/ideologia/a175119.html)
[2] Ibid.
[3] Heinz Dieterich, Venezuela: La conexión francesa, Informe 21, 27 de junio de 2014 (artículo en línea: http://informe21.com/blog/heinz-dieterich/la-caida-de-un-politico-anacronico)
[4] Alan Woods, Heinz Dieterich, el profeta agorero, o cómo no salvar la Revolución Bolivariana, 23 de enero de 2015 (artículo en línea: http://www.marxist.com/heinz-dieterich-el-profeta-agorero.htm)
[5] ibid.
[6] Para mayor información consultar el sitio: http://www.pensarenvenezuela.org.ve y http://www.entorno-empresarial.com/archivo/articulo/3884/venezuela-necesita-cambiar-de-rumbo
[7] Carta abierta de bisnieta de Mussolini Maduro: “No sabe lo que es fascismo (artículo en línea: http://www.infobae.com/2014/04/03/1554728-carta-abierta-bisnieta-mussolini-maduro-no-sabe-que-es-el-fascismo)
[8] Rüdiger Dornbusch and Sebastián Edwards, ed. , The Macroeconomics of Populism in Latin (USA: University of Chicago Press, 1992).
[9] Esto ya lo he desarrollado con mayor detalle en mi libro “Estudio sobre Marx (ismo), socialismo y sus críticos”. Disponible para descargar en mi página.