1/5-Arthur Schopenhauer (por Jan Doxrud)
Arthur Schopenhauer (1788-1860) fue un pensador alemán cuya obra invita tanto a la reflexión pero también al humor del lector. A través de la lectura de sus escritos – en donde mezcla una gran erudición, la influencia de doctrinas no occidentales junto con ingeniosos comentarios y sus despiadados ataques en contra de Hegel y sus seguidores – uno puede lograr formarse una idea de la peculiar personalidad tuvo el autor.
Se podría decir que, quien no se sintiese atraído por la obra de Schopenhauer, sí se sentirá atraído por su potente personalidad. Se ha dicho que leer a este autor es un placer y no son pocos quienes lo colocan al mismo nivel de un Platón, San Agustín, Rousseau o Nietzsche. El escritor Jorge Luis Borges confesó haber aprendido alemán para poder leer a Schopenhauer y, según declaro en una entrevista a un diario alemán en 1975:
“Para mí hay un escritor alemán al que prefiero a todos los demás: Schopenhauer. Sé que debería decir Goethe, pero Schopenhauer me interesa muchísimo más. De hecho aprendí alemán –que aprendí de los versos de Heine- fundamental y específicamente para poder leer a Schopenhauer en su propia lengua”[1].
En su obra capital, El mundo como voluntad y representación (1818), Schopenhauer aborda una serie de temas y los explica al lector a través de un lenguaje refinado, haciendo uso de metáforas, mitos, y también lanzando penetrantes invectivas en contra de aquellos que no piensan con claridad, como es el caso de Hegel. El autor nos advierte de estar precavidos en contra de los pensadores oscurantistas, a los que no duda de tratarlos como charlatanes que esconden su falta de claridad mental detrás de una prosa ilegible y oscura.
Interesante son sus conocimientos sobre las tradiciones orientales y la síntesis que realiza en su filosofía que, por lo demás, está fuertemente influenciada por Platón y Kant. Para adelantar algunos aspectos de este pensador, debemos considerar a Schopenhauer como parte de la filosofía idealista ya que, para él, el mundo es una representación del cada ser humano. Todo lo que nos rodea existe en relación con un ser y no en sí mismo. La materia carece de una esencia independiente de quienes la perciben. En esto Schopenhauer es heredero de una dilatada tradición filosófica, pero también encuentra refuerzos en el pensamiento de la India como tendremos oportunidad de examinar. También examinaremos que Schopenhauer acepta la dualidad entre sujeto y objeto, y enfatiza la dependencia del mundo objetivo con respecto al sujeto.
A esto hay que añadir que Schopenhauer acepta las formas a priori de espacio y tiempo de Kant y el rol del entendimiento en el ordenamiento del material captado por los sentidos. Con respecto a las categorías, Schopenhauer las reduce a una: la causalidad. Esta relevancia de la causalidad queda establecida en su escrito titulado “Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente”. En este escrito destaca el principio de razón suficiente del devenir (que representa la causalidad entre los objetos naturales), del conocer (regula las relaciones entre los juicios, de manera que la verdad de las premisas determina la verdad de las conclusiones), del ser (regula las relaciones entre las partes del tiempo y del espacio, y determina a su vez la concatenación de los entes geométricos y aritméticos) y del actuar (regula las relaciones entre las acciones y nuestras motivaciones).
Entre el sueño y la vida existe una similitud. Este es un tema que ya lo habían tratado autores como Calderón de la Barca (1600-1681), los Vedas (de la tradición religiosa y filosófica de la India), Píndaro y Shakespeare entre otros. Somos como Segismundo quien, por un período de tiempo, no supo diferenciar entre el sueño y la realidad, claro que esto perduró hasta que la realidad se manifestó con mayor fuerza y Segismundo pudo romper el hechizo, la mentira y salir de ese limbo existencial.
Schopenhauer pensó haber dado con la cosa en sí de Kant. Para él, la idea platónica o, en términos kantianos, la “cosa en sí”, era la voluntad. Pero sucede que estamos ciegos, perdidos en la caverna de Platón (o en la “matrix” de los hermanos Wachowsky), marchando sin rumbo bajo el velo de Maya, concepto que tomó prestado de la tradición hindú. Maya vendría a ser el mundo fenoménico de Kant, aquello que se encuentra en constante devenir, pero que nunca es. Las influencias filosóficas de Schopenhauer son claras y él mismo filósofo señaló:
“Debo confesar –anota en uno de sus manuscritos hacia 1816- que no creo que mi doctrina hubiera podido nacer antes de que los Upanisad, Platón y Kant pudieran proyectar sus destellos al mismo tiempo sobre un espíritu humano”[2].
Ahora adentrémonos en la vida, pensamiento y obra de Arthur Schopenhauer.
Biografía
Arthur Schopenhauer nació en 1788 en Danzig. Estudió en Göttingen – donde tuvo como profesor a Fichte – y posteriormente se graduó en Jena. Fue un personaje peculiar entre los filósofos, tal como escribió Bertrand Russell, en el sentido de que era pesimista cuando todos los demás eran optimistas. Por otra parte no era completamente un académico, puesto que no pertenecía, por así decirlo, al “establishment” filosófico al cual, por lo demás, aborrecía. Más aún, sentía un gran repudio por un representante de ese “establishment” como fue el caso de Hegel, al cual nunca perdió oportunidad de criticarlo sin misericordia.
Su nombre “Arthur” también constituía una rareza si tenemos en consideración los nombres de las demás luminarias filosóficas germanas quienes llevaban por nombre: Friedrich, Wilhelm o Georg. Esto obedeció a motivos cosmopolitas, es decir, la necesidad de un nombre que no fuese tan alemán, algo que resultaba adecuado para el futuro comerciante que continuaría con la labor del padre o, al menos, así lo pensaba el último. Otra peculiaridad de Schopenhauer es que no fue un nacionalista alemán. Se sintió más identificado con escritores extranjeros como Voltaire, Shakespeare o Byron. No profesaba ningún tipo de religión teísta, tenía una visión particular del cristianismo y se sentía particularmente atraído por las religiones de Oriente como el hinduismo y principalmente el buddhismo.
Schopenhauer pertenecía una familia de la alta burguesía, su padre Heinrich Floris Schopenhauer (1747-1805) era un acaudalado comerciante y estaba casado con Johanna Trosiener (1766-1838) quien era veinte años menor que él. Arthur tenía una hermana llamada Adele. Su padre había huido e instalado en Hamburgo después de que Prusia que se había aliado con el Imperio ruso.
“Durante el siglo XVIII, Hamburgo había sido un importante lugar de tránsito tanto para las mercancías coloniales francesas y holandesas como para los productos manufacturados de la industria inglesa. La ciudad hanseática había batido a todos los concurrentes europeos en el comercio con Inglaterra desde que, en 1663, el rey inglés le concediera el privilegio de poder atracar en los puertos ingleses con barcos propios”[3].
Hamburgo por lo tanto era una ciudad estratégica ubicada en el norte de Alemania y que traía tranquilidad a Heinrich Floris Schopenhauer, ya que confiaba en que el equilibrio de poder mantendría a la ciudad independiente. Prusia no podía extender sus brazos sobre la ciudad ya que causaría la reacción de Francia, Inglaterra y Holanda, quienes velaban por la independencia de la ciudad por su interés de mantener el libre comercio. Ejemplo de lo anterior fue la invasión danesa en 1801 aliada con Francia. Finalmente Dinamarca tuvo que retirarse debido a la presión ejercida por Prusia e Inglaterra. De esta manera los hamburgueses se sentían seguros ya que el balance de poder se impondría sobre los intereses personales de las potencias europeas.
Al respecto escribe Rüdiger Safranski: “Miraban hacia el futuro con tanta confianza que, en un gesto demostrativo de su voluntad pacífica, se permitieron incluso derribar las partes exteriores de las fortificaciones e hicieron que un jardinero transformara artísticamente la zona de las murallas en un conjunto de senderos y jardines de flores”[4][5].
Junto con lo anterior, esta era una ciudad donde predominaba una suerte de anglomanía o anglofilia, una admiración hacia todo lo que fuese inglés, incluso el propio Heinrich Floris consideró como posible destino Inglaterra cuando Danzig cayó en manos de Prusia. Herder se refirió a la impresión que le dio la ciudad:
“(…) para los hamburgueses, junto al Señor Dios, nadie podía ser más generoso que un lord inglés, ninguna criatura más tierna que una lady y nadie más angelical que una miss inglesa”[6].
Heinrich quería que Arthur siguiera sus pasos, es decir, que se convirtiera en un comerciante. Finalmente el padre colocó a Arthur en un dilema que pondría al joven en una compleja situación. El joven Arthur tendría que hacer una elección que modificaría sustancialmente su vida. Como escribió Safranski:
“(Heinrich) Transfirió a su hijo la aventura de la libertad y la autorresponsabilidad , situándole en la siguiente encrucijada obligándole a elegir entre dos caminos: podía permanecer en Hamburgo y entrar y entrar de inmediato en el Instituto de Humanidades, lo que le permitiría estudiar luego en la Universidad, etc,; o bien podía acompañar a sus padres en el viaje de placer por Europa que duraría varios años, pero a condición de comenzar el aprendizaje con el comerciante Jenisch después del regreso”[7].
Schopenhauer finalmente llevó a cabo quizá su primera gran elección en su vida, con todas las consecuencias que ella le significarían a futuro: el cierre de un mundo de posibilidades y, a su vez, la apertura de otro mundo que añoraba conocer. En palabras de Safranski:
“Pero el padre había logrado con esta disposición algo más que asociar un premio con cada una de las decisiones posibles. Sin ser consciente de ello estaba escenificando un juego de significaciones que dejarían en Arthur un modelo indeleble. La situación electiva creada daba a entender lo siguiente al muchacho: convertirse en sabio significaba renunciar ahora al placer. El que quiere aprender, tiene que poder sublimar. El que quiere viajar con la cabeza tiene que dejar su cuerpo en casa. Hay que comparar la felicidad futura del saber a costa de la infelicidad que implica despojar ahora a los sentidos. Si uno tiene las cualidades para ser un sabio tendrá también la fuerza suficiente para renunciar”[8].
Schopenhauer llevó a cabo el viaje en 1803 regresando a finales de 1804, para comenzar su preparación para convertirse en comerciante. El mal humor del joven Schopenhauer era evidente. Su padre le escribe:
“Quisiera que aprendieses a ser amable con la gente: así conseguirías fácilmente que el señor Kabrun te dirigiese la palabra en el escritorio”[9].
Su tía Julieta, hermana de su madre, le escribe a su sobrino:
“Tendrías que aceptar a los seres humanos como son y no ser demasiado estricto. La ganancia sería que te volverías más agradable para los demás y te lo pasarías mejor”[10].
La madre también le reprochaba el de no poder
“(…) soportar la rudeza de una manera de ser y de comportarse que sólo atiende a gustarse a sí mismo…Tú tienes esa mala disposición”[11].
Otro acontecimiento vino a sacudir fuertemente la vida del joven insociable: la muerte o mejor dicho el suicidio de su padre. El 20 de abril de 1805 su padre aparece muerto en el canal ubicado atrás de los almacenes. Tras este suceso, la madre de Schopenhauer realizó un nuevo giro en su vida mudándose a la ciudad de Weimar donde se convirtió en una importante anfitriona de las grandes luminarias de la época, codeándose con hombres de la talla de Goethe. Schopenhauer tuvo que realizar una segunda elección ya que la madre, en cierta medida, lo impulsó a que se dedicara a lo que él quería desde un principio, puesto que no había negocio del cual ocuparse. Igualmente, la autoridad paterna continuaba siendo muy poderosa en el interior del joven.
Sentía un profundo respeto y amor por su padre. En su currículo que redactó quince años después escribió: “el mejor de los padres, al que tanto quería, me fue arrebatado por una muerte repentina y cruel acaecida por casualidad”[12]. Las relaciones entre madre e hijo se fueron desgastando hasta la total ruptura. Al parecer ahí podría encontrarse la actitud misógina del filósofo. Schopenhauer le reprocha a su madre:
“Conozco a las mujeres. Consideran el matrimonio exclusivamente como un medio de manutención. Mi propio padre, abatido y doliente, estaba retenido en la silla de enfermo y habría quedado abandonado a no ser porque un viejo sirviente cumplía con él heláis llamado deber de amor. Mi señora madre daba veladas mientras él se consumía en la soledad, y ella se divertía mientras él estaba sufriendo agudos dolores. Ese es el amor de las mujeres”[13].
Finalmente Schopenhauer se lanzó a la carrera filosófica. En Göttingen entró en contacto con las obras de Platón, Descartes y Kant entre otros. El primero y el tercero de los filósofos mencionados, además del pensamiento hindú, serán los pilares de su filosofía. En 1811 ingresó a la universidad de Berlín, que como él mismo dice, “…con la esperanza de llegar a conocer a un verdadero filósofo y a un gran espíritu en Fichte”[14]. Por medio de su madre obtuvo una carta de recomendación de Goethe dirigida hacia Friederich August Wolf, el helenista más importante de la época:
“Puesto que no se debe echar a perder una oportunidad que se ofrece para interrumpir un largo silencio, no quiero desaprovechar la de enviarle, respetado amigo, una carta de recomendación para un joven que se dirige a Berlín. Su nombre es Schopenhauer, la cual se encuentra ya varios años entre nosotros. El joven ha estudiado un tiempo en Gotinga y, por lo que yo sé, aunque más a través de otros que por mí mismo, lo ha hecho con aplicación. Parece haber cambiado varias veces en sus estudios y ocupaciones. Sobre la especialidad y los progresos realizados, podrá usted fácilmente juzgar por sí mismo si le concede un momento en aras de mi amistad y le permite, en la medida que lo merezca, volver a visitarlo”[15].
Siguiendo a Safranski, este gesto de Goethe obedecía a necesidades propias, ya que Schopenhauer, en su camino a Berlín, se desviaría a Weimar y así Goethe le entregaría unos libros que Wolf le había prestado. En todo caso, no sorprende este “gesto” de un vanidoso y un tanto megalomaníaco como era Goethe. Señalé que Schopenhauer marchó rumbo a Berlín atraído por la figura Fichte, quien era considerado el sucesor de Kant. Fichte, al visitar al ya anciano filósofo prusiano, le entregó su “Ensayo de una crítica de toda revelación”, que no sólo sorprendió a Kant, sino además que le procuró un editor. ¿Qué más se podía pedir en aquella época? La obra de Fichte, publicada anónimamente, había sido tomada como obra de Kant (aunque este negó la autoría y reveló al verdadero autor) y además tenía el apoyo y respeto del gran titán de la filosofía.
Pero, para Schopenhauer, bastó asistir a las clases de Fichte para que perdiese el entusiasmo por su filosofía, la cual aborreció y finalmente ridiculizaría en sus escritos. En palabras de Schopenhauer: “Tengo que confesar que todo lo que se dice aquí me resulta muy oscuro, aunque es posible que lo haya entendido mal”[16].
Schopenhauer estaba de acuerdo cuando Fichte habla de que la filosofía proviene del asombro y de que la verdad filosófica “debe golpear a la consciencia ordinaria con la evidencia de un relámpago; que la verdad conoce sólo un momento deslumbrante, una explosión única pero de inconmensurable fuerza; que una verdadera filosofía consiste realmente en un pensamiento único…”[17].
Schopenhauer tiene un “único pensamiento” como señala Roberto Aramayo, no en el sentido de una ideología hegemónica, sino, de una matriz dentro su cosmovisión filosófica” y que la formula de la siguiente manera:
“El mundo entero es una mera representación del sujeto que lo conoce y, por otra parte, todo el universo es la manifestación de una voluntad primigenia”[18].
Fichte pensó que el pensamiento tiene la característica de poder pensarse a sí mismo y, en este acto de reflexión del pensamiento sobre sí mismo, el sujeto pensante u objeto pensado se volvían idénticos. Al respecto señala Safranski:
“Duda que de la reflexión o la percepción de la percepción pueda alcanzarse una nueva cualidad –que es a lo que aspira Fichte. Para Schopenhauer se trata de desdoblamientos estériles”[19].
En otra parte anota Schopenhauer:
“Durante la hora…ha dicho cosas que me provocaron el deseo de ponerle una pistola sobre el pecho y decirle: tienes que morir sin compasión; pero dime antes por amor de tu pobre alma si con ese galimatías has pensado algo claro o querías simplemente tomarnos el pelo”. Ya en los siguientes ciclos de lecciones Schopenhauer escribe: “Es locura, pero con método”.
Schopenhauer abandonó Berlín que en aquel momento se encontraba amenazada por los ejércitos napoleónicos. Comenzaría a escribir lo que sería su tesis doctoral titulada: “Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente”. Visitó Weimar (1813), en donde entró en peleas con su madre y discusiones con Goethe a propósito de la teoría de los colores (me refiero a la voluminosa obra de Goethe titulada Tratado de los colores de 1810).
Dresde (1814) fue una etapa muy productiva para Schopenhauer, a la vez que solitaria, algo que no le molestaba (todo lo contrario), par Schopenhauer la autonomía o esa capacidad de prescindir de los demás, siendo así esta idealización de la avaricia emocional un signo de superioridad:
“Nada hay que delate menos conocimientos de los de los asuntos humanos que argüir como prueba del mérito y la valía de un ser humano el que tenga muchos amigos…”.
Lecturas complementarias
I-Kant
1/15-Apuntes sobre Immanuel Kant: introducción (por Jan Doxrud)
2/15-Apuntes sobre Immanuel Kant: breve biografía (por Jan Doxrud)
3/15-Apuntes sobre Immanuel Kant: breve biografía (por Jan Doxrud)
4/15-Apuntes sobre Immanuel Kant: la filosofía crítica y los juicios (por Jan Doxrud)
5/15-Apuntes sobre Immanuel Kant. Filosofía crítica: espacio , tiempo y la lógica (por Jan Doxrud)
9/15-Apuntes sobre Immanuel Kant. La ética (por Jan Doxrud)
11/15-Apuntes sobre Immanuel Kant. La Crítica de la razón práctica (por Jan Doxrud)
12/15-Apuntes sobre Immanuel Kant. La Crítica de la razón práctica (por Jan Doxrud)
13/15-Apuntes sobre Immanuel Kant. La Crítica de la razón práctica (por Jan Doxrud)
14/15-Apuntes sobre Immanuel Kant. La Crítica del juicio (por Jan Doxrud)
15/15-Apuntes sobre Immanuel Kant. Filosofía de la historia y años finales de Kant(por Jan Doxrud)
II-Hegel
1/10-Apuntes sobre la filosofía de Hegel (por Jan Doxrud)
2/10-Apuntes sobre la filosofía de Hegel. (por Jan Doxrud)
3/10-Apuntes sobre la filosofía de Hegel (por Jan Doxrud)
4/10-Apuntes sobre la filosofía de Hegel: La dialéctica (por Jan Doxrud)
5/10-Apuntes sobre la filosofía de Hegel: La fenomenología (por Jan Doxrud)
6/10-Apuntes sobre la filosofía de Hegel: La lógica (por Jan Doxrud)
8/10-Apuntes sobre la filosofía de Hegel: Filosofía de la Historia (por Jan Doxrud)
9/10-Apuntes sobre la filosofía de Hegel: Filosofía del Derecho (por Jan Doxrud)
10/10-Apuntes sobre la filosofía de Hegel: algunas críticas(por Jan Doxrud)
III-Romanticismo
1/4-La influencia del Romanticismo alemán en el pensamiento occidental (por Jan Doxrud)
2/4-La influencia del Romanticismo alemán en el pensamiento occidental (por Jan Doxrud)
3/4-La influencia del Romanticismo alemán en el pensamiento occidental (por Jan Doxrud)
4/4-La influencia del Romanticismo alemán en el pensamiento occidental (por Jan Doxrud)
IV-Religión
Maya o el velo de la ilusión (por Jan Doxrud)
Buddhismo: breve introducción (1) (por Jan Doxrud)
Buddhismo: ¿Qué es (o no es) el Nirvana? (2) (por Jan Doxrud)
[1] Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, vol. 1 (España: FCE, 2003), 45.
[2] Ibid., 19.
[3] Rüdiger Safranski, Schopenhauer y los años de la filosofía salvaje (España: Alianza Editorial, 2001), 36.
[4] Ibid., 55.
[5] Ibid.
[6] Ibid., 56.
[7] Ibid., 609.
[8] Ibid., 61.
[9] Ibid., 81.
[10] Ibid.
[11] Ibid., 63.
[12] Ibid., 84.
[13] Ibid., 82-83.
[14] Ibid., 171.
[15] Ibid., 171-172.
[16] Ibid.
[17] Ibid., 186.
[18] Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, vol. 1, 14.
[19] Rüdiger Safranski, op. cit., 199-200.