4) Profetas del pesimismo (por Jan Doxrud)
Otros autores, como Gustave Le Bon (1841-1931), centraron su interés y preocupación por el fenómeno de las multitudes o las masas . Para Le Bon sucedía que cuando los individuos se encontraba inmersos en una multitud o “masa psicológica”, su personalidad se esfumaba y quedaba diluid dentro de esta “alma colectiva”. Por ende, las masas mostraban propiedades emergentes de las cuales carecían las personas consideradas individualmente, es decir, al margen de esa masa. Sumado a esto, para Le Bon añadía que el ser humano ya no era él/ella misma, sino que pasaba a transformarse en un autómata carente de voluntad propia.
Todo lo anterior llevaba a los individuos – por el mero hecho de formar parte de una masa – , a descender varios peldaños en la escala de la civilización. No hay que ser muy perspicaz para ver el potencial peligro de este fenómeno dentro de un mundo en donde la democracia ganaba terreno. Este fenómeno también sería aprovechado por demagogos que lograron instrumentalizar en su favor estas dinámicas estudiadas por Le Bon. El escritor Elias Canetti (1905-1994) también abordó esta temática en “Masa y poder” y, entre las características de la masa, destaca esa necesidad de dirección así como también la necesidad de una meta inalcanzable para mantenerse integrada. Así, para Le Bon el panorama futuro no parecía ser prometedor, tal como señala Herman:
“el advenimiento de las masas al poder marca una de las últimas etapas de la civilización occidental…Ahora su civilización carece de estabilidad. El populacho es soberano, y crece la marea de barbarie. En consecuencia el verdadero carácter de la democracia de masas requería de un nuevo enfoque de la política. Las instituciones parlamentarias o legales tradicionales ya no pueden controlar a las masas, advertía Le Bon. A su manera atávica, la multitud busca un líder, una figura poderosa que encauce sus energías irracionales hacia fines constructivos”.
Como advertía Freud, la civilización estaba construida sobre la renuncia, es decir, debemos reprimir ciertos instintos salvajes para poder convivir en sociedad, pero tales fuerzas pueden nuevamente emerger y amenazar la convivencia. Vivir en sociedad no es fácil, puesto que hay que equilibrar dos elementos, dicho de otro modo, evitar caer en dos extremos como es la tiranía y la anarquía.
Karl Marx (1818-1883) también realizó pronósticos acerca del futuro, los cuales resultaron ser completamente erróneos. En el caso del pensador alemán, la historia marchaba dialécticamente hacia la superación del sistema capitalista y el establecimiento de una utopía comunista. Pero como señalé, sus pronósticos fueron errados. En primer lugar las condiciones de vida del proletariado no empeoraron sino que mejoraron radicalmente. Como resultado de esto no se generó ninguna revolución proletaria producto de la toma gradual de una “conciencia de clase”, esto es, el de ser una clase explotada a la cual se le extraía un plusvalor en el proceso productivo.
Sumado a esto, las revoluciones comunistas ni siquiera acontecieron en países industrializados como en Inglaterra o en Alemania (como Marx pensaba), sino que en países atrasados como Rusia y China. Por si esto no fuera poco, en el caso ruso no se trató de una revolución, sino que de un poco glorioso golpe de Estado ideado por Lenin y los bolcheviques, quienes impusieron por medio de la violencia sistemática una ideología ajena a la cultura rusa.
Por último, la ficticia “dictadura del proletariado” nunca existió, por lo que nunca pudo disolverse para dar paso a la utopía comunista final (aunque resulta ingenuo creer que una dictadura se auto disolverá para dar paso a una anarquía). Pero no es de extrañar los errores de las predicciones de Marx, puesto que su teoría económica y su visión de la sociedad estaban construidas sobre falacias, como por ejemplo, la teoría del valor trabajo y una visión reduccionistas de las clases sociales (que más bien parecen castas). Ahora bien, cabe aclarar que las descripciones del autor sobre el sistema económico y social de la época no eran invenciones, pero erró en lo que respecta al curso que seguirían tales males que afectaban a la Inglaterra donde Marx vivió gran parte de su vida (y en donde está su tumba y busto)
No obstante lo anterior, aun existen personas que conciben a Marx como un profeta que es capaz de alzarse sobre la historia, de manera que sus predicciones son válidas para cualquier época. Así, sus seguidores no logran (o no quieren) percatarse de que Marx es hijo de una época determinada, de la idea de progreso, de la revolución y la sociedad industrial. El pensador alemán pertenece a una época que es radicalmente diferente a la nuestra. En ese sentido Michel Foucault escribió en “Las palabras y las cosas” que Marx no había introducido ninguna discontinuidad dentro del pensamiento occidental, de manera que encontraba un lugar confortable en “su” época. A esto añadía que el marxismo habitaba en el pensamiento del siglo XIX como un pez en el agua, por lo que fuera de ese contexto, dejaba de respirar.
Continuemos con el libro de Herman. Otro autor influyente en la historia del pensamiento europeo fue Oswald Spengler (1880-1936) y su voluminosa obra “La decadencia de Occidente”. Spengler vivió los estragos de la Primera Guerra Mundial, la derrota y humillación de Alemania, el periodo de entreguerras, el auge y caída de la República de Weimar y el ascenso de Hitler al poder en 1933. Para Spengler, Occidente estaba entrando en una etapa de decadencia, representada por la “Zivilisation”, que representaba la decadencia de la “Kultur”. Así, Occidente llegaba a una etapa de esterilidad, marcada por espíritu comercial propio del mundo anglosajón y el predominio de las ciudades.
Para el pensador alemán las culturas son organismos y la historia universal su biografía. Añadía que una cultura nacía “cuando un alma grande despierta de su estado primario y se desprende del eterno infantilismo humano; cuando una forma surge de lo informe; cuando algo limitado y efímero emerge de lo ilimitado y perdurable”. La cultura entra en decadencia para convertirse en “Civilización” cuando su alma ha realizado la suma de sus posibilidades, ya sea en la forma de dogmas, lenguas, pueblos, Estado o artes.
Como ya expliqué en otro artículo, lo que Spengler buscó infructuosamente fue promover fue un “socialismo prusiano”, con una preeminencia del Estado y un colectivismo en todo la parte debía someterse al todo. Para el pensador alemán, el “estilo prusiano” establecía un fuerte y profundo sentimiento de corporación, así como también un espíritu comunitario de trabajo en donde la clase se constituye como la comunidad de profesión y la profesión como una manifestación de ser útil al todo, al Estado.
Otros autores marcados por el pesimismo fueron los representantes de la llamada “Escuela de Frankfurt”. Estos autores quedaron marcados por la experiencia hitleriana en Alemania y el consecuente exilio de los representantes emblemáticos de esta escuela, como fue el caso de Max Horkheimer (1895-1973), Herbert Marcuse (1898-1979) o Theodor Adorno (1903-1969). Como escribió Alain Touraine, estos pensadores de mediados del siglo XX estuvieron dominados por el sentimiento de catástrofe y la falta de sentido.
Por su parte, Arthur Herman, añade que estos autores también se vieron influidos por intelectuales y académicos tales como Friederich Nietzsche (1844-1900), Max Weber (1864-1920), Sigmund Freud (1856-1939) y Martin Heidegger (1889-1976) lo que condujo, en primer lugar, a un alejamiento del marxismo y, en segundo lugar, a una mirada crítica y sombría del futuro, así como a los peligros de una razón instrumental y de la técnica. Como ya señalé en un artículo.
Etimológicamente hablando la técnica hace referencia a la destreza y habilidad para realizar un oficio y también transformar nuestro entorno. Este concepto suele asociarse en la actualidad con otros, tales como la praxis o saber práctico, con la mentalidad ingenieril y con la tecnocracia. En cuanto a la “tecnología” – tal como nos explica el Diccionario de Filosofía de Mario Bunge (1919-2020) – es aquella rama del conocimiento que se ocupa del diseño de artefactos y procesos.
Añade que la tecnología tradicional o “técnica” fue principalmente empírica mientras que la moderna se basa en la ciencia, de manera que puede perfeccionarse por medio de la investigación. En cuanto a los tipos de tecnología tenemos la física (ej: ingeniería eléctrica), química (ej: química industrial), biología (ej: agronomía), biosocial (ej: epidemiología normativa), social (ej: ciencias de la administración), epistémica (ej: inteligencia artificial) y la filosófica (ej: praxeología, metodología, filosofía política)
La reflexión sobre la técnica ya puede verse marginalmente en los griegos, en el mito de Prometeo y en autores modernos como Heidegger, Ortega y Gasset, Jacques Ellul o Peter Sloterdijk entre otros. La reflexión en torno a este tema cobraría cada vez mayor relevancia con los avances científicos y el advenimiento de la sociedad industrial. Como explica Josep M. Esquirol en su libro “Los filósofos contemporáneos y la técnica. De Ortega a Sloterdijk”, para José Ortega y Gasset la técnica había que entenderla tanto como una característica temporal (epocal), así como también una dimensión antropológica.
Con esto quiere dar a entender que podemos hablar de una “era de la técnica” pero también debemos reflexionar acerca del concepto de “ser humano” que emerge dentro de esta nueva etapa dominada por la técnica. Como explica Esquirol en su capítulo sobre Jacques Ellul, para este autor el sistema técnico es un “universum” en el cual se encuentra inserto el ser humano, de manera que este sistema no está “en manos” del ser humano.
En suma, la era de la técnica demanda una reflexión en muchas otras dimensiones como la ética (tecnoética), la ontología, así también preguntarnos ¿qué es la naturaleza? (y nuestra relación con esta), la antropología, axiología (valores) y la relación entre los seres humanos y seres vivos no humanos. Si bien la técnica para Ortega había acompañado a los seres humanos desde miles de años, la técnica moderna – que el español denominaba como “técnica del técnico” – se fundamentaba en la innovación sistemática y la ciencia, lo que demandaba una estricta especialización y división del trabajo
Frente a esto surgieron corrientes filosóficas que no observaron de buena manera el advenimiento de este nuevo paradigma mecanicista y tecnocientífico, puesto que marginaba otras dimensiones de la realidad: el mito, la espiritualidad, la vida, el misterio, la naturaleza, etc. Sobre todo preocupaba la supuesta neutralidad de la técnica y los potenciales peligros que presenta, en cuanto a su voluntad de sometimiento y dominio de la naturaleza y los seres que habitan en esta.
De acuerdo a Jacques Ellul, la técnica era en si supresora de límites, de manera que no existía nada imposible para esta. Es esta dimensión omniabarcadora y omnipotente de la técnica lo que despertó en el pasado y despierta en nuestros días la técnica moderna. Como comenta el filósofo inglés A.C Grayling en “El poder de las ideas”:
“En el ala opuesta están quienes se muestran pesimistas con respecto a la tecnología (…) a la que ven como una amenaza a los puestos de trabajo, o a la libertad, o al medio ambiente, o a la inteligencia, o incluso a la propia naturaleza humana. [William] Blake se lamentaba de las sombrías fábricas satánicas de la Revolución industrial, que expoliaban el campo; los luditas (…) destrozaban la maquinaria de las fábricas que les despojaban de sus industrias artesanales; Herbert Marcuse y Martin Heidegger veían la tecnología como una nueva clase de amo esclavista; Huxley y otros crearon visiones distópicas de la amenaza tecnológica a la naturaleza y las relaciones humanas”.
Lecturas complementarias:
(1) Occidente: autoflagelo y el monopolio de la culpa (por Jan Doxrud)
(2) Occidente: Autoflagelo y el monopolio de la culpa (por Jan Doxrud)
I) La influencia del Romanticismo alemán en el pensamiento occidental (por Jan Doxrud)
(II) La influencia del Romanticismo alemán en el pensamiento occidental (por Jan Doxrud)
(III) La influencia del Romanticismo alemán en el pensamiento occidental (por Jan Doxrud)
(IV) La influencia del Romanticismo alemán en el pensamiento occidental (por Jan Doxrud)
Los grandes relatos y la idea de las edades en la historia (por Jan Doxrud)
Entendiendo el Discurso Filosófico de la Modernidad (1) (por Jan Doxrud)
Entendiendo el Discurso Filosófico de la Modernidad (2) (por Jan Doxrud)
Entendiendo el Discurso Filosófico de la Modernidad (3) (por Jan Doxrud)
Entendiendo el Discurso Filosófico de la Modernidad (5) Marx y Baudelaire (por Jan Doxrud)
Introducción a la Posmodernidad (1) (por Jan Doxrud)
Breve reflexión en torno al concepto de “racionalidad” (por Jan Doxrud)
Reseña, Encíclica "Laudatio si’: El Papa Francisco y la Ecología (por Jan Doxrud)