37) La Guerra Civil Española. Las Brigadas Internacionales
Pasemos ahora a abordar el tema de las “Brigadas Internacionales” (en adelante BI). Para esto me remitiré principalmente al libro de Ricardo de la Cierva titulado “Brigadas Internacionales 1936 - 1996. La verdadera historia”. Junto a esto también me basaré en algunos pasajes del libro de Cesar Vidal titulado “Las brigadas Internacionales” y el capítulo que Pio Moa destina a estas brigadas, así como también Stanley Payne.
El libro de Ricardo de la Cierva, además de explicar el origen y funcionamiento de las BI, también se dedica a demoler implacablemente los mitos en torno a estas. El autor critica las fuentes impuras refiriéndose a los libros testimoniales por parte de los propios brigadistas. De acuerdo al historiador español que tales recuerdos se han transmitido de manera impurificada, de manera que se tratan más bien testimonio marcados por la nostalgia, una mezcla de mala historiografía y “fárragos de erudición barata”.
Pero no nos adelantemos y continuemos con la historia de las BI. Comienza de la Cierva señalando en el capítulo 3 de su libro que todos los historiadores de todos los signos aceptan la tesis fundamental del historiador David T. Cattell, quién sentenció que las BI fueron, sencillamente, “una fuerza soviética en España”. Antes de la intervención directa, la dictadura comunista soviética decidió actuar a través de la Comintern y sus agencias nacionales e internacionales. Lo anterior implicaba la coordinación de los distintos partidos comunistas en Europa y América, junto al movimiento “Paz y Libertad” y “Socorro Rojo Internacional”. Esta última era una suerte de “Cruz Roja” fundada en 1922. Junto a esto destacaron otras figuras que jugaron un rol de relevancia en la preparación y coordinación de la ayuda a la II República.
Ejemplos de lo anterior fueron dos acérrimos comunistas como el Secretario del PCF, Maurice Thórez (1900-1964) y André Marty (que abordaremos más adelante). Otras destacadas figuras fueron el histórico Secretario General del PCI, Palmiro Togliatti (1893-1964), el ya mencionado delegado de Stalin en la Comintern Gueorgui Dimitrov (1882-1949) y el comunista húngaro Erno Gerö (1898-1980). Mención especial merece la figura del influyente y poco conocido propagandista de la Comintern, Willi Münzenberg (1889 - 1940), quien ciertamente superó en materia de propaganda y mentiras al mismo Joseph Goebbles. Por ende realizaré un breve paréntesis para luego regresar a las Brigadas Internacionales. Un número limitado de autores han dedicado palabras, párrafos y hasta un libro a este personaje (comenzando por su misma viuda Babette Gross). Tenemos, por ejemplo, a Francois Furet, que se refiere al propagandista alemán del Comintern en el capítulo VI el libro “El pasado de una ilusión. Ensayo sobre la idea comunista en el siglo XX”. Furet relata cómo Münzenberg se ganó la confianza del propio Lenin a comienzos de la década de 1920. Tras la muerte de Lenin, el propagandista alemán continuaría prestando sus servicios a Stalin y la III Internacional.
Otro autor que dedicó un libro a Münzenberg, me refiero a Stephen Koch y su libro titulado “El fin de la inocencia. Willi Münzenberg y la seducción de los intelectuales”. Koch, quien pudo entrevistar a la viuda del alemán (Babette), explica que Münzenberg tuvo un papel medular en la movilización de la intelectualidad occidental “en pro de un conjunto de posturas políticas y éticas que satisfacían las necesidades soviéticas”. A esto añade que el alemán habría entendido que la revolución requería algo más que ganarse a las “masas”. Es por ello que ante el Comintern afirmó que había que incluir también a los intelectuales, novelista, actores, dramaturgos y novelistas. Añadía que se debía evitar ser una organización puramente comunista, razón por la cual había que atraer a “outsiders” para así no despertar sospechas y evitar la persecución.
Münzenberg también tuvo un rol importante en promover la imagen de la URSS com el bastión contra el avance del fascismo. Digamos que, a pesar de que el comunismo era una dictadura totalitaria, al menos tenía el mérito de oponerse al nazismo. En el caso de España Koch dedica varios párrafos señalando que uno de los hombres de Münzenberg era uno muy cercano a Largo Caballero: Julio Álvarez del Vayo. Paul Preston también relata en su libro “Idealismo bajo balas: Corresponsales extranjeros en la guerra de España”. Algunas anécdotas que involucran a Münzenberg.
Relata Preston que Álvarez del Vayo había conocido a Münzenberg en Berlín a comienzos de la década de 1930. A finales de 1934, añade el mismo autor, Álvarez del Vayo invitó a Münzenberg y a su mujer Babette Gross a visitar España. El propagandista alemán de la Comintern también estuvo presente en el VII Congreso de la Internacional Comunista en Moscú (1935), donde se adoptó la estrategia del Frente Popular en donde la intransigencia y el fervor revolucionario debía moderarse momentáneamente, para transar temporalmente con el enemigo para luchar contra el enemigo más inmediato: el nazismo.
Münzenberg incluso persuadió a su subordinado, el futuro anticomunista Arthur Koestler, para que redactara un escrito sobre los orígenes de la guerra civil en España, destacan el papel de Hitler y Mussolini, así como también describiendo las atrocidades cometidas por el bando nacional de Franco. En enero de 1937 Koestler ya tenía listo el libro. El mismo Koestler– en su versión anticomunista – renegaría del libro en su autobiografía por ser demasiado propagandístico aunque no todo lo que se contaba eran mentiras. Regresando al libro de Koch, el autor defiende tesis de que Stalin no pretendía ayudar al gobierno del socialista Largo Caballero y que, más bien, quería sacarlo del poder y poner a uno de los suyos.
El personaje que cumplía con ese requisito fue el “sucesor” de Largo Caballero (que cayó en el olvido): Juan Negrín. Junto a esto añade la idea de que, más que derrotar a Franco, lo que Stalin deseaba era hacerse con el control del gobierno español y sacar de su intercesión en el país concesiones de las democracias occidentales (tanto una España comunista como “fascista” era algo que incomodaba a Inglaterra y Francia). En palabras de Koch:
“En mi opinión, ésta es la clave de toda su estrategia en España. Stalin no tenía ningún interés particular en que allí hubiera un gobierno de izquierdas. Quería una España que le sirviera como apuesta, acaso la mayor apuesta de todas, en su partida contra la amenaza alemana”.
Ahora bien, Münzenberg era consciente de lo que sucedía en España. De acuerdo a Koch, este habría advertido a Babette de no viajar a España puesto que podría perder la vida. El problema es que la amenaza no la constituía Franco sino que Stalin y sus agentes. Como lo expresa Koch:
“España pudo parecer la tierra de los grandes heroísmos a la juventud de la época, pero el hombre a cargo de fabricar esa ilusión sabía muy bien que era territorio en manos del Terror y que él mismo era uno de los objetivos de ese Terror”.
Como relata Koch, a partir de 1935 el panorama se tornó sombrío para Münzenberg, ya que gradualmente fue degradado y perdiendo la relevancia que algunas vez tuvo. Peor aún, fue convocado a declara en tres ocasiones ante la Comisión de Control Internacional, un tribunal que velaba por la uniformidad ideológica. En resumidas cuentas, el alemán tuvo que hacer frente a acusaciones en su contra. Esto era solo un aviso de que la vida de Münzenberg podía estar sellada y él era consciente de ello. Al parecer habría sido la guerra en España la que le dio un último balón de oxígeno para sobrevivir mostrándose de que aún era útil a la causa, específicamente, para el aprovisionamiento de armas y hombres para el bando frente populista desde el centro neurálgico: París. Pero la situación no mejoró puesto que el cuñado de su hermana Heinz Neumann, casado con Maragarete Buber-Neumann, fue arrestado en 1937 y posteriormente ejecutado.
Margaret fue enviada al gulag y, tras el pacto de no agresión entre Hitler y Stalin (1939) fue entregada a la Gestapo e internada en el campo de Ravensbrück, sufriendo ahora bajo otro totalitarismo: el nazi. Margarete Buber-Neuman logró sobrevivir y tener una larga vida. Fue autora de un estremecedor relato “Prisionera de Stalin y Hitler: un mundo en la oscuridad” (1952)
A esto se suma su libro testimonial titulado “Milena” (1963), basada en la vida de una compañera en el campo de Ravensbrück: la periodista, escritora y traductora Milena Jesenská (1896-1944) quien falleció en el campo en Ravensbrück. Está última le dirigió la siguientes palabras a Buber-Neumann:
“Sé que al menos tú no me olvidarás, que podré seguir viviendo en ti. Tú les dirás a los demás quién fui, serás mi juez clemente”.
Sobre estos eventos comenta Koch:
“Los archivos muestran que la caída en desgracia de Neumann estuvo vinculada con el destino de los Münzenberg. Neumann y Münzenberg habían estado codo con codo durante las discusiones internas de los comunistas alemanes ya en 1932 y en el Congreso de Amsterdam”.