13) La turbulenta economía argentina: una mirada panorámica (por Jan Doxrud)
Por su parte, Federico Sturzenegger, opinaba que los problema para el gobierno de Macri se originaron en el momento en que se modificaron las metas de inflación y se puso fin a la independencia del Banco Central. Así, para Sturzenegger el continuo desequilibrio fiscal entró en conflicto con los esfuerzos del Banco Central para reducir la inflación. El economista lanza sus dardos al Tesoro, el cual habría retrasado el proceso de desinflación y, peor aún, Macri se puso del lado del Tesoro. Lo anterior significó la aceptación, por parte del Presidnete, de cambiar los objetivos de inflación. Para Sturzenegger fue esto lo que socavó el propio marco macroeconómico del gobierno y que terminó por desencadenar una crisis financiera.
También destaca otros factores como la subida del tipo de interés en Estados Unidos y una severa sequía. En cuanto al “gradualismo”, Sturzenegger responde que esta fue una elección política más que económica y que buscaba construir un capital político que fuese útil y necesario para tiempos difíciles. Igualmente señala que el gradualismo proporcionó un camino viable para la reforma, pero habría sido el relajamiento de la política monetaria y fiscal las que habrían minado los resultados del gradualismo. En cuanto a la política fiscal, como señalé, el economista señala que fue a contracorriente del gradualismo puesto que, en lugar de implementar una reducción gradual real del déficit, este último aumentó inicialmente.
Economistas liberales, como el mediático Javier Milei, opina que el gradualismo fue literalmente un “estupidez” diseñada por el jefe de Gabinete, Marcos Peña y el ex ministro de Finanzas Alfonso Prat-Gay. La razón de no aplciar una genuina polítca de Shock, señala Milei, es que esta impacta sobre los intereses de la corporación política, por lo que el problema de Argentina es uno que tiene causas más profundas, ciertos hábitos con los cuales hay que terminar.
Otro economista liberal, José Luis Espert, apuntaba en el 2016 en la misma dirección, es decir, que todos los programas gradualistas estaban destinados a fracasar en Argentina. Así, para terminar con el legado del kirchnerismo se requería de un “ajustazo fenomenal”. Por su parte Miguel Kiguel no se muestra a favor de medidas de “shock” como los planes de estabilziación monetarista. Explica que ese tipo de planes pueden servir para que una inflaicón elevada no se descontroles, pero no parecen ser una opción para lograr disminuir la inflación.
Así, el autor se muestra en favor de planes de estabilización que combine medidas ortodoxas (reducción del déficit fiscal) con otras heterodoxas (controles de precios y salario). Ejemplo de esto fue el exitoso plan implementado por Israel a mediados de 1958 y que puso fin a una inflación del 300%. En el caso argentino está el ya mencionado Plan Austral, claro que este resultó por fracasar. De acuerdo a Kiguel este fracaso se debió no debido a las políticas heterodoxas, sino que a las dificultades para mantener los componentes ortodoxos.
El problema es claro y es que una política de shock puede tener consecuencias profundas en la actividad económica del país. Así, tenemos que en virtud del llamado “coeficiente de sacrificio”, el costo social (desempleo) de una política de shock puede exceder los beneficios que esta puede traer (disminuir la inflación). Como explica el economista Felipe Larrain, el coeficiente de sacrificio es el exceso de desempleo acumulado por sobre la tasa natural de desempleo (nivel de equilibrio) dividido entre la reducción de la inflación.
Así, por ejemplo Larrain señala que con la terapia de shock del Paul Volcker en EE.UU, la política monetaria contractiva generó una recesión, pero a su vez logró hacer disminuir la inflación de 10,4% en 1980 a 3,2% en 1984. En este caso, el coeficiente de sacrificio se calcula tomando en cuenta el horizonte temporal que va de 1980 a 1984 y tomando como referencia un paro natural del 6%. El exceso de desempleo en EE.UU fue del 10,8% desde 1980 a 1984, mientras que la inflación 7,2%. Por ende, el coeficiente de sacrificio fue 10,8/ 7,2 = 1,5. Lo anterior significa que por cada punto de reducción en la inflación, el desempleo aumentó 1,5 puntos porcentuales
Terminemos ahora con algunas palabras sobre el programa económico de Alberto Fernández. En una entrevista el economista y asesor de Fernández, Guillermo Nielsen[1], trazaba algunos de los lineamientos del nuevo gobierno sucesor de Macri. En primer lugar Nielsen aclara que el gobierno de Fernandez se quería asemejar al de Néstor Kirchner y no al de CFK. ¿Por qué razón señala esto? Debido a que, de acuerdo a Nielsen, el gobierno del peronista se había caracterizado por mantener niveles de inflación bajos, tasas de interés reducidas y un control del gasto público. Así el punto de referencia del nuevo gobierno sería la Argentina del 2003, 2005 y 2006.
En cuanto a algunos puntos del programa, Nielsen d estaca la necesidad de controlar la inflación por medio de un gran acuerdo social que involucraba precios y salarios. Junto a esto, la política monetaria y fiscal debía estar coordinada con ese pacto social. En palabras de Nielsen no existe una solución para la inflación “sin una política fiscal sólida y una política monetaria no expansiva dentro de la agenda planificada de sobriedad fiscal”. Otros aspectos que menciona es mantener tasas de interés bajas, política fiscal sustentable, tipo de cambio flotante y comptetitivo, y entrar en renegociaciones con el FMI.
Todos lo anterior fue dicho antes de que la pandemia azotara al país (y al mundo), por lo que los planes económicos del gobierno tendrían que seguir un curso diferente al previsto. Ahora bien, la respuesta del presidente fue sorporendente e insólita. En julio de este año Alberto Fernández no sólo dio a entender de que carecían de un plan económico, sino que además añadió – ante Benedict Mander, corresponsal del Financial Times – que “francamente” no creía en los planes económicos. El gobierno ha sido duramente criticado por la extensa cuarentena y sus nocivos efectos sobre el desempleo y la inflación.
No sabemos que sucederá en el futuro, pero los pronósticos para Argentina no son buenos, es decir, no lo es para ningún país pero, particularmente, para Argentina.Pero sucede que este país tropieza siempre con las misma piedras de manera que ser profeta ene este caso no resulta ser muy complejo. En un artículo para Infobae[2], Martín Kanenguiser señala que, de acuerdo al cálculo de consultoras y analistas de bancos la inflación llegará al 43,9% a fin de 2020. Añade que el Citi prevé un 52,6%, Euromonitor 46,8%, Moody’s 47,9%, Fitch 45,9 y Abeceb el 39,1 por ciento. En cuanto al próximo año se estima que el promedio sera del 45,9%, aunque el Citi se estiró hasta el 63,5%, BancTrust el 61%, Empiria el 55,4% y Torino Capital el 32,7 por ciento. En otro artículo[3] Kanenguiser se refiere a la presión tributaria en Argentina. Citando las palabras del experto tributario, Iván Sasovsky, el autor señala que las empresas argentinas pagan en impuestos un 106% por sobre sus ganancias, lo que signifcia que de cada 100 dólares que gana un empresario, 106 se le debe pagar al Estado. Como afrima Sasovsky:
“Cualquier empresario argentino no sólo no obtiene ganancia, sino que debe pagar impuestos inclusive con su inversión inicial”
Así, Argentina se posiciona en el primer luagr en donde se pagan más impuestos y contribuciones como porcentaje de las ganacias netas de las empresa. Al respecto escirbe Kanenguiser:
“En este ranking, la Argentina aparece primera con el 106,3%, seguida por Bolivia con el 83,7%, Venezuela con el 73,3%, Colombia con el 71,3%, Brasil con el 65,1%, México con el 55,1%, Uruguay con el 41,8%, Panamá con el 37,2% y Perú con el 36,9 por ciento”.
A mediados de septiembre Argentina ha endurecido el cepo cambiario con el objetivo de reducir la demanda de dólares y evitar así la disminución de sus reservas. Así, por ejemplo, esto afectará a quienes utilizan su cupo mensual de su tarjeta de crédito de 200 dólares. Así, tenemos que el dólar oficial está a 79.25 pesos a lo cual hay que añadir el llamado impuesto PAIS del 30% (23.78) ¿Impuesto PAIS? = Para una Argentina Inclusiva y Solidaria…pintoresco y creativo nombre. No bastando esto, se añade otro impuesto del 35% (27.7). Así, el valor de compra oficial que deberá pagar l ciudadano será 130.80 pesos. Entenderá el lector que una consecuencia inevitable será que el precio del dólar informal (blue) se disparará. Nuevamente quienes están siendo perjudicados y pasados a llevar en sus derechos y libertad son los ciudadanos argentinos.
[1] Los 10 puntos clave del plan económico de Alberto Fernández, según Nielsen (https://www.cronista.com/economiapolitica/Los-10-puntos-clave-del-plan-economico-de-Alberto-F.-segun-Nielsen-20190828-0034.html
[2] La inflación y el desempleo colocan a la Argentina entre las economías de América Latina con peores perspectivas sociales para este año (https://www.infobae.com/economia/2020/08/23/la-inflacion-y-el-desempleo-colocan-a-la-argentina-entre-las-economias-de-america-latina-con-peores-perspectivas-sociales-para-este-ano/)
[3] Presión tributaria extrema: Argentina continúa liderando el ranking de los países que más impuestos cobra (https://www.infobae.com/economia/2020/09/09/presion-tributaria-extrema-argentina-continua-liderando-el-ranking-de-los-paises-que-mas-impuestos-cobran/)
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