12/14- La turbulenta economía argentina: una mirada panorámica (por Jan Doxrud)
Pasemos ahora a examinar el período en que gobernó el nuevo presidente Mauricio Macri (2015-2019). En su paper titulado “Macri’s Macro: The Meandering Road to Stability and Growth”[1] el economista argentino y Presidente del Banco Central (2015 - 2018) Federico Sturzenegger, explica que el nuevo gobierno llevaba consigo el estigma de ser de derecha. Con esto ”neoliberal”) vendría a reducir el aparato estatal, junto a la aplicación de medidas de ajuste en materia fiscal y monetaria. La victoria de Macri no puede ser minimizada, puesto que Argentina estuvo gobernada por el Kirchnerismo desde el 2003 hasta el 2015 y ahora asumía un candidato que era rotulado liberal y derecha, con toda la carga negativa que esto tiene dentro de la izquierda latinoamericana.
Explica Sturzenegger que un grupo de economistas, empresarios y políticos comenzaron a trabajar en un plan económico que solamente tenía que subordinarse a un requisito: la reducción del déficit fiscal se realizaría de manera gradual. Para describir de manera más esquemática las políticas económicas de Macri seguiré la exposición realizada por el economista argentino Fabían Amico[2] en su paper titulado “La macroeconomía de Macri: Adiós represión financiera, bienvenido nuevo default”. En términos generales Amico señala que con el gobierno de Macri se produjo un cambio de enfoque macroeconómico, lo cual implicó una retirada del Estado como motor de la expansión económica y de redistribución progresiva del ingreso.
El principal rol del Estado sería el proporcionar un marco institucional que promoviera la iniciativa privada. Así el enfoque ya no estaría puesto en estimular la demanda agregada sino que el sector privado fomentara el crecimiento y creara nuevos puestos de trabajo. En suma, el crecimiento no es tirado por el lado de la demanda, puesto que este depende de que las personas generen ingresos. En otras palabras para demandar hay que, previamente producir, solo así se pueden generar ingresos y estimular el consumo, y no por medio de una expansión artificial de la demanda agregada.
Otro punto que destaca Amico relación con la financiación. En esto, el gobierno tenía 3 opciones. La primera era el financiamiento monetario, pero el gobierno lo descartó puesto que la monetización era sinónimo de inflación. La segunda opción era subir los impuestos, ante lo cual el gobierno se mostró reacio, puesto que el sector privado ya estaba soportando una carga asfixiante. Por ende, quedaba una tercera opción: deuda pública. Aquí surgió otra disyuntiva en el sentido de que si se debía tomar deuda en moneda nacional o emitir deuda en moneda extranjera. El gobierno descartó la primera por el denominado efecto “expulsión” o “crowding out”.
Este término nos viene a señalar que el aumento de la deuda pública tendría como consecuencia el “desplazamiento” (o crowding out) de la inversión privada, debido a que la deuda pública empujaría al alza los tipos de interés en el país. Sumado a lo anterior, este aumento del tipo de interés podía atraer flujos de capital foráneo lo que tendría repercusiones en el tipo de cambio, vale decir, la moneda nacional se apreciaría lo cual perjudicaría las exportaciones netas. Dicho esto, el gobierno optó por emitir deuda en moneda extranjera para poder de esa manera financiar el déficit fiscal.
Como señalé, Fabián Amico distingue distintas etapas para abordar el período de Macri. El primero es lo que denomina como “etapa de shock” que se implementó siguiendo los lineamientos del programa diseñado previo a las presidenciales. De acuerdo a esto, el gobierno elimino los controles de capitales que impedían la compra de dólares por parte de las familias y empresas, y que había originado un mercado paralelo de divisas. En palabras de Sturzenegger la liberalización de los controles se hizo de manera gradual puesto que no había cómo saber como reaccionaría la demanda de dinero después de 4 años de ahorro forzado en pesos. Por ende, este y otros riesgos debían ser tenido en cuenta.
Por su parte, el Banco Central se adhirió a metas de inflación con flotación del tipo de cambio. Producto de la fuerte devaluación del peso, el Banco Central subió la tasa de interés desde un 21% anual en noviembre de 2015 a casi 37% en abril de 2016, complementado con un ajuste del gasto público y una disminución de la carga tributaria. Junto a esto se redujeron los impuestos (retenciones) a las exportaciones agropecuarias y mineras, y se disminuyó el impuesto a las ganancias sobre los bienes personales. Una medida que se dejó sentir fuertemente en la población fue el aumento de precio de los servicios básicos, lo que pasó a conocerse como el “Tarifazo”.
Otro hecho a destacar es el pago de la deuda a los holdouts (fondos buitres) anteriormente mencionados. Los resultados de las políticas económicas no fueron los esperados. De acuerdo a Amico, a finales del 2016 la economía argentina mostró una caída de 2,1% del PIB , una reducción aún mayor de la inversión y un aumento d ela tasa de desempleo, del 6,6% en el 2015 al 8,4% en 2016. No bastando esto, Amico añade que el tipo de cambio real subió un 18% y los salarios reales del sector privado formal habían disminuido un 6%.
Fueron estos resultados los que explican la otra etapa del gobierno denominada como “populismo tardío”. Como se puede inferir del nombre, esta etapa estuvo caracterizada por un distanciamiento del programa económico. Afirma el mismo economista argentino que el gobierno se encontraba ante un dilema, puesto que para triunfar en las elecciones legislativas, necesitaba generar una expansión económica. Pero lo anterior significaba incurrir en un problema de "consistencia interna" en la estrategia oficial. En palabras de Amico:
“En otros términos, el crecimiento "genuino" de largo plazo, según la visión oficial, debía ser liderado por la inversión privada y las exportaciones (en desmedro del gasto público y los salarios), lo que implicaba -siempre siguiendo la visión oficial- un necesario estímulo a la rentabilidad general del sector empresario en detrimento de los salarios . El populismo tardío, tan fructífero en términos político-electorales, conspiraba así contra el intento "modernizador" apuntado a una mejora de la rentabilidad general de la economía” .
En 2017 el gobierno cambio de un régimen cambiario libre a la denominada “flotación sucia”, es decir, en donde el banco Central podía ocasionalmente intervenir para influir en el valor de la divisa. Como nos recuerda Amico fue el ministro de Economía – y no el Presidente del Banco Central – quien anunció un cambio en las metas de inflación, lo que significaba una reducción de las tasas de interés y la intención de permitir un tipo de cambio real más alto, aún al costo de una mayor inflación.
Así en los periódicos se destacaba esta recalibración al alza de la meta de inflación para el 2018. De acuerdo a esto, la meta del 10% para el 2018 fue trasladada al 2019 y la del 5% al 2020. El ministro Dujovne explicaba que las metas habían sido establecidas en enero de 2016, es decir, unas semanas después de que Macri asumiera la Presidencia. Así, el ministro argentino quería dar a entender que el Gobierno tenía ahora una visión "más clara" de la marcha de la economía y que se encontraba más seguro de los objetivos on los cuales puede comprometerse.
En palabras de Amico, tras el cambio de las metas de inflación , el tipo de cambio mantuvo una dinámica ascendente, con fases de aceleración determinadas por episodios particulares. A finales de marzo de 2018 la Reserva Federal de Estados Unidos confirmó el aumento de los tipos de interés, lo que puso una fuerte presión en los mercados emergentes y, principalmente, en Argentina. Junto a esto Amico destaca otra acción de relevancia que fue la entrada en vigencia de un impuesto a la renta financiera para los inversores extranjeros. En palabras del economista argentino:
“Este fue el evento coyuntural que, operando sobre los factores antes mencionados, disparó la corrida. Un día antes de la entrada en vigencia del impuesto, los tenedores extranjeros desarmaron en forma masiva sus tenencias de títulos del BCRA y desataron la corrida contra el peso. En tal contexto, el índice de riesgo país, que había bajado persistentemente desde principios de 2014 y alcanzado su mínimo en diciembre de 2017 en torno a los 350 pb, comenzó a subir persistentemente. En poco más de un año rebasaría cómodamente los 2000 pb”.
Lo anterior puso presión al Banco Central el cual tuvo que hacer frente a la corrida y a la creciente dolarización. Ni siquiera el acuerdo con el FMI logró dar confianza, puesto que tal acuerdo implicaba que el Banco Central no podía intervenir discrecionalmente en el mercado cambiario, lo que tuvo un efecto negativo aumentando así la volatilidad cambiaria. La estabilización retornaría cuando el Banco Central pudo intervenir en el mercado cambiario.
Otra novedad introducidas fueron las llamadas “Leliqs” o “Letras de Liquidez” que, al igual que los Lebac, son títulos de deuda que el Banco Central de la República contrae con los bancos por una semana. Por ende, difieren de los Lebac en el sentido de que en el caso de estás ultimas, eran títulos que podían ser adquiridos por cualquier persona. En cambio, las “Leliq” sólo están disponibles para las entidades financieras.
Fabián Amico destaca que el gobierno de Macri, “pese a todo”, consiguió varios de los objetivos planeados. Cone sto se refiere a que a finales de 2019 existía un tipo de cambio real mucho más alto, un menor déficit fiscal, una reducción significativa del costo laboral y un aumento de la rentabilidad media. Añade el mismo autor que el gobierno de Macri utilizó el endeudamiento, no para promover el crecimiento, sino que para financiar la fuga de capitales mientras el PIB per cápita retrocedía de manera drástica. A esto añade que su programa dejó en evidencia que el sector privado, la inversiones privadas y las exportaciones no podían liderar ningún proceso de crecimiento sostenido
El punto de Amico es que la inversión privada no podía hacerlo puesto que es una demanda derivada y, por ende, constituye una variable inducida por el propio nivel de actividad económica, en otras, palabras depende del crecimiento económico. En cuanto a las exportaciones, Amico señala que tienen una relevancia estratégicas en el sentido de que proveen de divisas necesarias para financiar e crecimiento de los gastos domésticos. Pero el problema es que las exportaciones por el lado de la demanda agregada, el producto y el empleo es insuficiente para asegurar un crecimiento “mínimamente aceptable tanto económica como socialmente”.
[1] Federico Sturzenegger, “Macri’s Macro: The Meandering Road to Stability and Growth (https://www.brookings.edu/wp-content/uploads/2019/09/Sturzenegger_conference-draft.pdf)
[2] Fabían Amico. “La macroeconomía de Macri: Adiós represión financiera, bienvenido nuevo default” (https://circusrevista.com.ar/wp-content/uploads/04-Amico-La-macroeconom%C3%ADa-de-Macri-52-89.pdf)
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