25/25- El embrujo soviético (por Jan Doxrud)


25) El embrujo soviético (por Jan Doxrud) 

Hubo intentos de alejarse del modelo centralizado soviético, siendo el caso más emblemático y citado el de la autogestión bajo el dictador Tito (1892-1980). János Kornai explica que esta idea afloró dentro de las cúpulas de poder de la Liga Comunista de Yugoslavia, nombre que recibió el Partido Comunista del país a comienzos de la década de 1950. Por ende, una vez que se aprobó este modelo se transformó en uno obligatorio por lo que este no fue fruto de un proceso espontáneo de “selección natural”. A diferencia de lo señalado por sus defensores en el pasado (y algunos nostálgicos románticos en la actualidad) este modelo no resultó ser eficiente, puesto que trajo consigo problemas a nivel macro y microeconómico. 

 El autogobierno democrático de las “empresas” yugoslavas no podía funcionar porque las empresas no se rigen por el principio y método democrático, siendo este utilizado para la elección del quien lideraba la empresa. Pero las elecciones de estos “líderes empresariales” estaban lejos de ser fruto de una deliberación democrática pura y alejada de las influencias de las cúpulas del poder. Como explica Kornai las elecciones estaban influenciadas pro el Partido y por las organizaciones gubernamentales regionales, de manera que los candidatos tenía  que ser del agrado de las élites. Por lo demás, entre los votantes, se generaba el incentivo de elegir a aquel que tuviese los mejores contactos con las autoridades del partido así como también con organizaciones estatales regionales, para obtener así recursos financieros, préstamos y dividas, entre otros “privilegios”. 

Josip Broz Tito, nacido en una familia campesina dentro del Imperio de Austria-Hungría, se transformó en el artífice de la Yugoslavia post Segunda Guerra Mundial. Lucho en ambas guerras mundiales, pero fue en la segunda que, junto a los partisanos a…

Josip Broz Tito, nacido en una familia campesina dentro del Imperio de Austria-Hungría, se transformó en el artífice de la Yugoslavia post Segunda Guerra Mundial. Lucho en ambas guerras mundiales, pero fue en la segunda que, junto a los partisanos anti nazis y antifascista, logro ganarse una reputación nacional. Mantuvo un tensa relación con Stalin, ya que Tito no consintió en ser un Estado satélite de la Rusia bolchevique

Así la idea de que las elecciones dentro de este socialismo autogestionado era superior a cualquier forma de democracia “formal ”burguesa no tenía más fundamento que la ceguera ideológica. Pero también existían problemas económicos, por ejemplo, la dependencia del superior respecto a sus trabajadores. Tenemos entonces que este, a la vez que dependía de autoridades en la cúpula, dependía también de sus subordinados puesto que estos últimos, dentro del sistema de autogestión, gozaban de una posición ventajosa. Esto se traducía en que la idea de imponer una disciplina tal que permitiera una mayor coordinación y eficiencia dentro de la empresa pudiese que el encargado no ganase las próximas elecciones. Lo mismo podía suceder ante una negativa a un incremento de los salarios o a cualquier otro tipo de beneficio. 

Esto lleva a Kornai a preguntarse si acaso el método democrático es aplicable (y si acaso debería serlo) en cualquier ámbito de la sociedad. Como explica Kornai, puede que tal método e ideal funcione en pequeñas organizaciones y comunidades en donde se comparte un fuerte vínculo y convicción ideológica, en donde los miembros se regulen entre ellos. Pero es una falacia – y es un mal de nuestra época – el enaltecer a la democracia y transformar en un fetiche por medio del cual se pueden resolver todos los problemas. Los métodos de producción más eficientes así como los experimentos científicos no pueden quedar subordinadas a la “regla de la mayoría” o al método democrático. Junto a esto existía otro problema relacionado también con los incentivos y es que el trabajador de la empresa no tenía los estímulos suficientes para invertir sus máximo esfuerzo en la empresa puesto que esta no le pertenecía. 

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En otras palabras, en estas empresas los trabajadores no eran ni accionistas ni nada similar, por lo que invertir mucho esfuerzo en la empresa no valía la pena si algún día no seguiría trabajando en ella (no podría retirar su inversión de años en ella). Salvo que el lector crea en los utópicos y mágicos “estimulos morales” (en lugar de monetarios) puede que tales empresas autogestionadas tengan algún futuro dentro de una dictadura comunista. Pero la Yugoslavia de Tito estaba bastante lejos de ser una una cooperativa agrícola (Kibutz) como la de los sionistas socialistas en Israel (incluso estas tuvieron problemas producto de la ausencia de precios y el desperdicio de recursos)

El sistema de planificación central tal como lo concibió el sistema comunista “clásico” (como lo denomina Kornai) resultó ser uno ineficiente y que, por lo demás, necesitó de la represión total en materia política para que pudiese operar y perpetuarse en el tiempo. En pocas palabras en una nación donde la totalidad de los medios de producción son de propiedad estatal y en donde el mercado libre no existe, ahí nunca habrá libertad propiamente tal.  Ahora bien, el fracaso soviético quedó en evidencia con el comunismo de guerra que tuvo que ser abandonado para volver a adoptar uno en donde se utilizarían las categorías e instituciones del capitalismo. Como escribió Michael Polanyi, la primera etapa de la Revolución en Rusia se caracterizó por el intento de establecer una economía socialista planificada que tuvo que ser abandonada puesto que el desastre económico fue uno sin precedentes. Tal abandono significó  restablecer los métodos de producción capitalista, los cuales permitieron la recuperación del desastre.

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No obstante lo anterior, algunos dogmáticos que aún adhieren al petrificado “marxismo-leninismo”, intentan de cualquier manera salvar la ideología de los desastres que esta causó en el mundo real, es decir, cuando la ideología se llevó a la practica. Parte de esta estrategia es crear chivos expiatorios, es decir, salvaguardar la ideología y apuntar los dardos en contra de individuos, por ejemplo, Stalin o Ceaucescu, de manera que el comunismo fue pervertido por estos dictadores transformándolo en un sistema burocrático, ineficiente y explotador . (ya sabe el lector: “eso no era verdadero comunismo sino que era stalisnimo”) Lo curioso es que los mismos que defienden estas ideas son los que aun defienden a los dictadores cubanos, que han seguido los mismos pasos que sus antecesores en la Europa del siglo XX. Por lo demás quienes reniegan de los socialismo reales siguen nutriéndose de las ideas estériles y petrificadas en el tiempo como lo es el marxismo - leninismo (y maoísmo) y que sirvieron de guía para los dictadores socialistas del siglo XX. Incluso sus mismos partidos fueron seguidores y aprobaron explícitamente a tales socialismo reales del siglo XX como fue el caso del Partido Comunista en Chile.

Por lo demás, como ya señalamos, la burocratización y la represión son inevitables dentro de un sistema que pretende sustituir el mercado por el Estado en la asignación de recursos escasos con usos alternativos, así como también en el establecimiento de precios. Así, y como lo destacó Jean Francois Revel (1924-2006), una vez que la ideología colapsó, los comunistas se sintieron, en parte, aliviados ya que no sabían cómo continuar defendiendo y justificando un sistema tan nefasto y represivo. 

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En cambio ahora podían nuevamente refugiarse en la ideología en su estado “puro” y en la utopía, contra las cuales no existe ningún argumento que las dañe puesto que las utopías son, por definición, perfectas. Así se vuelve a esa cómoda postura de juzgar los males del sistema capitalista “realmente existente” invocando las bondades de un socialismo que solo existe en estado de utopía en los cerebros de los dogmáticos (“idealmente existente”). No bastando esto, las lecciones de los comunistas al caer el telón de acero no fue hacer lo que se debía hacer: abandonar la ideología. En lugar de esto, el comunismo y parte de la izquierda marxista y no marxista  creó a un nuevo “enemigo” que sirvió para desviar la atención de los crímenes de los regímenes socialistas y las perversiones del estatismo extremo: el neoliberalismo.

Pero todo lo anterior es una estrategia falaz y cobarde, puesto que quienes la esgrimen no hacen mas que refugiarse de la realidad en la “trinchera de la utopía” puede también ser utilizados por los enemigos del capitalismo, después de todo las injusticias del capitalismo no se deben al capitalismo, sino que a los capitalistas que las implementan. ¿Estarían dispuestos los socialistas a aceptar tal argumento que es el mismo que invocan para defender su causa?

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En cuanto al socialismo de mercado de Lange, este solo existió en los libros de textos y debates intelectuales, y no paso a materializarse en la vida real. Como afirma Kornai, el modelo socialista de Lange no fue implementado en ningún país socialista que haya implementado algún tipo de reforma, ni siquiera en el propio país de Lange: Polonia. En realidad, en esto Milton Friedman tenía razón y los trabajos de Lange eran más bien especulaciones lógicas adornadas con ecuaciones matemáticas pero que, en realidad, no lograron traspasar la frontera especulativa dentro de la cual se movía. Si Walras creyó en en que mediante el subastador se podría llegar a un estado de equilibrio general, Lange creyó a lo largo de su carrera que tal equilibrio podía alcanzarse por medio de la “mano visible”del Estado.Tales planteamientos lógico-formales tenían el defecto de operar en un mundo que no cuadraba conexión alguna con el mundo económico, puesto que dejaba de lado la creatividad, la innovación, la empresarialidad, el riesgo y la incertidumbre.

Pero ese fue desde el principio el objetivo de los socialismos reales: no dar cabida a la “anarquía de la producción” ni a ningún proceso espontáneo en la vida social. Por eso el sistema degeneró en todas sus versiones en aparatos de represión que iban más allá de la esfera económica, tal como sucede en Cuba y Corea del Norte, que no son más que museos, parques temáticos, resabios de un sistema (y una época) que debió haber desaparecido por completo hace mucho tiempo. Pero los dogmáticos pertenecientes esta religión secular encontraron nuevamente el cómodo refugio de la utopía desde donde pueden criticar el mundo real en nombre de un “ideal” engañoso y perverso que nunca lograron ser compatible con la realidad. Y no es de extrañar, puesto que el comunismo (y el socialismo que lo antecede), al igual que el nazismo, constituyen aberraciones antropológicas, ontológicas y económicas, construyendo realidades que solo pueden sostenerse por la violencia. Así, los países comunistas no eran más que “lechos de Procusto” con todo lo que so implicaba

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