17/25- Oskar Lange:  El debate en torno al cálculo económico y la planificación central (por Jan Doxrud)

17) Oskar Lange:  El debate en torno al cálculo económico y la planificación central (por Jan Doxrud)

En cuanto al trabajo mismo de Lange, la crítica de Hayek apunta a que resulta complejo, sino imposible, llevarlo a la práctica. En otras palabras no hay una “imposibilidad lógica” en los planteamientos de Lange pero sí una “imposibilidad práctica”. Junto a esto, añade el economista austriaco que se hace visible de que la propuesta de Lange nació de una excesiva preocupación por problemas de pura teoría de equilibrio estacionario, de manera que su trabajo adolece de este problema central: no incorpora el elemento dinámico, el riesgo y la incertidumbre. En palabras de Hayek:

Si en el mundo real tuviéramos que habérnoslas con datos con datos relativamente constantes, esto es, si el problema fuera hallar un sistema de precios que pudiera dejarse más o menos intacto durante largos períodos de tiempo, entonces la propuesta que analizamos no sería tan descabellada (…) Pero esta situación está muy alejada del mundo real, en el que el cambio constante es la norma”.

Resulta problemático, por tanto, lograr concebir un método tal que logre mantener la economía en un estado de equilibrio, ya que requeriría de ajustes extremadamente rápidos por parte del órgano de planificación central ante las perturbaciones que irrumpen en el sistema. Otros problemas que destaca Hayek es cómo se fijan los precios para los múltiples factores de producción que, por lo demás, no son bienes homogéneos a los cuales se les puede atribuir un precio. Además de esto, existe un problema en relación con las “tablas de valoración de factores” que constituyen amplias listas de precios de todos los medios de producción y que sirven como base para las transacciones de las distintas empresas. 

Friedrich Hayek

Friedrich Hayek

Resulta que Hayek pregunta algo que Lange y Taylor no responden y es ¿para qué período se fijan tales precios? ¿Deberán fijarse los precios para un período definido o habrá que cambiarlos siempre que se desee? Sumado a esto  Hayek resalta el hecho que todos los ajustes que el órgano central pueda hacer para corregir perturbaciones en la oferta y la demanda, serían lentos, es decir estos no podrían ajustarse con la misma velocidad y eficiencia que en una economía de libre mercado. En palabras del autor tales cambios 

se producirán más tarde de lo que lo harían si los precios fuesen determinados por las partes que integran el mercado, y habrían menos diferenciación entre los precios de los bienes de consumo según las diferencias de calidad y las circunstancias de tiempo y lugar”. 

Lo anterior apunta a dejar en evidencia lo complejo y engorroso que resulta ser la planificación central. Esto nos recuerda las palabras del polímata  Michael Polanyi (1891-1976) quien, en su muy recomendable libro La lógica de la libertad” (1951), específicamente el capítulo 8, afirmaba que la planificación central de la producción, entendida en un sentido riguroso, era estrictamente imposible. La razón de esto era que el número de relaciones que debían modificarse por cada unidad de tiempo, con el objetivo de mantener en funcionamiento el sistema económico dotado de  “n” unidades productivas, era “n” veces  mayor que las relaciones que efectivamente podían modificarse si se subordinaban las unidades a una autoridad centralizada.

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Otra crítica de Hayek apunta a la vaguedad de algunos conceptos utilizados como el de “industria”, “directores de producción” y “directores de fábrica”, por lo que no se queda claro cuál es el ámbito de acción y la importancia de estos dos útlimos dentro del proceso productivo. Tampoco es claro bajo qué criterios tomarán sus decisiones en miras de una producción eficiente, es decir, cómo podrán reducir los costes al mínimo posble en ausencia de un mercado en donde los precios compiten. Por lo demás, cualquier ajuste deseado que busque minimizar los costes marginales deberá pasar previa y necesariamente por la decisión del órgano de planificación. En suma la crítica de Hayek apunta a que el órgano de planificación central no es uno omnisciente y omnipotente, capaz de controlar todo un sistema económico bajo condiciones de escasez relativa e incertidumbre.

En su artículo titulado “The Economics of Planning” (1941) Hayek, al igual que como vimos con Röpke, no rechaza la planificación en economía, sino que descarta como viable el sistema de planificación central o de planificación global. Lo rechaza por la propia complejidad que implica tal tarea y por la cantidad de información que se debe manejar (y anticipar) para poder contar con un plan coherente. Frente a esta planificación global inviable, Hayek opone lo que denomina como plan descentralizado en donde la suma de muchos planes y decisiones tomadas localmente terminan por coordinarse entre sí (idea que Adam Smith lo resumió en su célebre metáfora de la “mano invisible”. Por ende en materia económica se da esta paradoja e idea contraintuitiva de que mientras más planificación centralizada existe, el resultado será el caos económico, mientras que la planificación descentralizada traía consigo una mayor coordinación entre los agentes económicos.

Para Hayek el tema de la planificación central no se limita a su ineficiencia económica, puesto que existe otra consecuencia aun más nefasta: nos lleva al totalitarismo. Tal como lo afirmó Röpke, es inconcebible poder compatibilizar la falta de libertad en la esfera económica con la libertad en materia política.

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En palabras del economista alemán:

“Hace falta, por tanto, un alto grado de confusión mental para propugnar a un mismo tiempo la libertad y la economía planificada”.

Este mismo tema lo desarrollaría Hayek en su exitoso “The Road to Serfdom” (1944) y sería también advertidos por otros autores como el académico de la Universidad de Chicago, Frank Knight (1885 - 1972), en su  escrito The place of marginal economics in a collective system” (1936)” para quien un sistema colectivista como el socialista solo vendría a otorgar al gobierno un poder absoluto sobre la vida de los ciudadanos. En su artículo de 1941 titulado “Planning, Science and Freedom”  Hayek realiza una breve síntesis explicativa de por qué la planificación central lleva al totalitarismo. Sucede que quien controle los medios de producción deberá decidir para qué fines deberá servir, por lo que se ejercerá un control indirecto sobre los bienes de consumo, de manera que las preguntas claves que intenta responder todo sistema económico vendrán dictados desde arriba e impuestos a la sociedad. 

Pero dada la ineficiencia de este sistema, el órgano de planificación no permitirá que tales problemas salgan a la luz, de manera que utilizará todo el poder coercitivo para silenciar las criticas y los medios propagandísticos para promover una imagen falsa y distorsionada de sus logros. Como señala Hayek, toda crítica al plan y a la ideología subyacente sería considerada como un acto de sabotaje.

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En palabras del autor:

En teoría, el socialismo puede querer fomentar la libertad, pero en la práctica cualquier clase de colectivismo que se lleve delante de forma coherente producirá los típicos rasgos que el fascismo, nazismo y el comunismo tienen en común. El totalitarismo no es sino un colectivismo coherente, la inexorable puesta en práctica del principio de que el todo prevalece sobre lo individual y que la dirección de todos los miembros de la sociedad por una única voluntad supondría la representación del conjunto”.

En síntesis, tenemos que el socialismo estaba destinado a fracasar, en primer lugar, debido a la imposibilidad del cálculo económico en ausencia de un libre mercado para los factores de producción. En segundo lugar está  la imposibilidad de asignar de manera óptima los recursos escasos con usos alternativos, debido a la ausencia de precios que sirvieran como guías, precios que emergen producto de la interacción de la oferta y demanda en el mercado. Por lo demás, existía una carencia de incentivos y ausencia de innovación, puesto que las empresas eran de propiedad estatal. Estas y muchas otras razones resultaron ser todas verdaderas y precipitaron finalmente que el modelo soviético colapsara. 

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