“In Metaphysics, in Science, and in Conduct, most of the arguments, upon which we habitually base our rational beliefs, are admitted to be inconclusive in a greater or less degree. Thus for a philosophical treatment of these branches of knowledge, the study of probability is required”.
(John Maynard Keynes. A Treatise on Probability)
10) La teoría económica de John Maynard Keynes (por Jan Doxrud)
El tema que subyace a la obra es que existe una relación directa y positiva entre el nivel de gasto agregado y el nivel de empleo en un sistema económico. Sumado a lo anterior, es el Estado el que cuenta con las herramientas para estimular la demanda agregada, garantizando así el pleno empleo. La idea que Keynes pretende mostrar es que el gasto agregado sería insuficiente para dar ocupación a todos los factores productivos.
De acuerdo a esto se debe explicar la dinámica de estos 2 componentes del gasto. El componente “consumo” es el más estable y estaba gobernada por la “ley psicológica fundamental”, un supuesto a priori establecido por Keynes sobre la naturaleza humana (capítulo 8). Esta ley nos dice que los seres humanos están dispuestos, por regla general y en promedio, a incrementar su consumo a medida que se incrementa su ingreso, “pero” no tanto como el incremento de su ingreso. Así, Keynes escribe en el capítulo 3:
“El bosquejo de nuestra teoría puede expresarse como sigue: cuando aumenta la ocupación aumenta también el ingreso global real de la comunidad; la psicología de ésta, es tal que cuando el ingreso real aumenta, el consumo total crece, pero no tanto como el ingreso”.
Así en términos formales se establece lo siguientes:
-C = ƒ(Y) relación funcional positiva entre consumo (C) e ingreso nacional (Y)
-ΔC tiene el mismo signo que ΔY, pero es de menor magnitud de manera que se tiene:
-PMC = ΔC/ ΔY donde PMC = propensión marginal al consumo, es decir, aquella parte destinada al consumo cuando la renta se incrementa en una unidad.
Por ende, en cuanto al ahorro tenemos
S = ƒ(Y)
PMS = ΔS/ ΔY
Habíamos señalado entonces que el consumo es relativamente estable, en el sentido de que varía de acuerdo a la PMC que es decreciente a medida que aumenta la renta. Según lo anterior, sería la inversión el elemento más volátil. De acuerdo a Keynes, el ciclo económico no consistía en una fluctuación “cíclica” de la inversión. La razón de esto es que las expectativas de inversión tenían unos fundamentos inestables, es decir, estaban basados en la ignorancia y una racionalidad limitada, lo que se traducía en que tales fluctuaciones fuese repentinas. Tenemos entonces que vamos consumiendo un porcentaje menor de nuestra renta a medida que esta aumenta, de manera que se espera que como contrapartida a la disminución del consumo, sea el otro componente del gasto, la inversión agregada, la que compense este diferencial. Como explica Rallo, una preocupación de Keynes es que la inversión privada no sea capaz de seguir el ritmo a la reducción del consumo agregado.
Estamos así ante la “paradoja del ahorro”, es decir, en donde el ahorro es una suerte de “fuga” del flujo circular de la economía ( cerrada ), puesto que la propensión a ahorrar más significa consumir menos. Para Keynes un aumento PMS tendrá como consecuencia – ceteris paribus – una contracción de los ingresos y la producción. Pero, claro está, es que este dinero puede tener como destino otros lugares en lugar de la almohada de las personas, por ejemplo a la banca, fondos mutuos, de manera que vuelven a ingresar al flujo circular por medio de préstamos que financian inversiones o consumo (así esto debería ser considerado dentro de la PMC).Otra curiosidad que se desprende de esta linea de pensamiento (la de Keynes) es que la formación de capital no depende del ahorro (de un aumento de la PMS), puesto que el ahorro sería, más bien, un obstáculo.
Tenemos, pues, que para Keynes, los gastos en inversión variarán de acuerdo a la tasa de interés y la eficiencia marginal del capital o EMC (que es volátil a corto plazo y es decreciente a largo plazo). Como explicaba el británico, cuando se compra un equipo de capital, se compra el derecho a una serie de presuntos rendimientos que espera obtener de la venta de su producción, después de deducir los gastos corrientes de obtener tal producción. Así, estos rendimientos posibles (la eficiencia marginal del capital) dependen de los posibles rendimientos futuros dada la inversión (rendimiento y costes de la inversión). Como esctribió Keynes en el capitulo 12:
“Hemos visto en el capitulo anterior que la escala de inversión depende de la relación entre la tasa de interés y la curva de eficiencia marginal del capital correspondiente a diversas escalas de inversión corriente, en tanto que la eficiencia marginal del capital depende de la relación entre el precio de oferta de un bien de capital y su rendimiento probable”.
En palabras de Rallo tenemos, por un lado, una EMC decreciente en el largo plazo y volátil en el corto y, por otro lado, un tipo de interés del dinero muy rígido a la baja, lo que hace que la rentabilidad de la inversión no sea conveniente, por ende, no se invertirá. Así, mientras más capital exista acumulado en una nación rica, será menos rentable, lo que a la larga lleva a que el gasto en inversión se paralice. En relación con el tipo de interés o el costo financiero del dinero Keynes plantea que es una expresión de la “preferencia por la liquidez”, esto es, la preferencia de conservar dinero y separarse de este. Los motivos de esto los explica Keynes en el capítulo 15: precautorios (circunstancias imprevistas), especulación y para realizar transacciones. De esta manera, la teoría del interés de Keynes es una puramente monetaria y que toma distancia de otras teorías que expresan los distintos niveles de preferencia temporal de las personas y que se expresan en el mercado de fondos prestables. En suma, en la teoría de Keynes, cuanto mayor es la tasa de interés, menor es la demanda especulativa de dinero y, cuanto más baja sea la tasa de interés, mayor será la demanda especulativa de dinero.
Así, Keynes explica que si M1 representa el monto de efectivo retenido para satisfacer los motivos transacción y precaución y, por otro lado, M2 representa la cantidad guardada por causas especulativas, se tienen entonces 2 funciones de Liquidez: L1 y L2. Mientras L1 depende principalmente del nivel de ingresos, L2, en cambio, de la relación entre la tasa corriente de interés y el estado de las expectativas, por lo que se tiene lo siguiente:
M = M1 + M2 = L1 (Y) + L2 (R)
Sucede que si los inversores tienen una alta preferencia por la liquidez (aumento de la propensión a atesorar) debido a la falta de confianza de la economía, entonces esto se traducirá en que el tipo de interés aumente, situándose por encima de la EMC, lo que hará que los inversores no inviertan y, en cambio, atesoren el dinero[1]. Así, se cumple el peor de los escenarios de Keynes: desempleo masivo. Como señala en el libro VI, la explicación de la crisis radica en el colapso repentino de la eficiencia marginal del capital, cuando el optimismo cede lugar al pesimismo y los “animal spirits” hacen su entrada generando incertidumbre entre los inversores y, a su vez, una preferencia por la liquidez con el consecuente aumento del tipo de interés. Tenemos, entonces, que la el nivel de empleo es una función de la renta nacional. En cuanto a la política monetaria, se llega a un punto en que el tipo de interés no se puede disminuir más (salvo caso s excepcionales que hemos presenciado en el siglo XX con tipos de interés negativos). Lo anterior se traduce en que la demanda de dinero se vuelve perfectamente elástica y la política monetaria se ve así impotente para estimular la actividad económica. Esto es lo que se denomina como la trámala de la liquidez, término que no fue acuñado por Keynes sino que por Denis Robertson (1890-1963)
[1] Rallo rechaza que la emc sea decreciente, puesto que esta depende de la aversión al riesgo y a la preferencia temporal
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