6/6- El Cisne Negro El impacto de lo altamente improbable. El caso chileno (por Jan Doxrud)

 

6) El Cisne Negro El impacto de lo altamente improbable. El caso chileno (por Jan Doxrud)

“Los Cisnes Negros se apropian de nuestro pensamiento haciéndonos creer que casi los hemos previsto porque los podemos explicar restrospectivamente cuando ya han pasado. La ilusión de que los podemos prever impide de que nos demos cuenta del papel de estos cisnes en la vida”.

Nassim Nicholas Taleb. Antifrágil. Las cosas que se benefician del desorden.

 

Contrario a lo planteado por Mayol, otro intelectual público, Axel Kaiser, señala que el problema no es el modelo, todo lo contrario, este se debe mantener y ser perfeccionado, pero no derrumbado puesto que ha sido el que le ha dado prosperidad a Chile y lo ha situado por encima de la mayor parte de los países latinoamericanos en diversos ámbitos. Los dardos del autor sobre lo que acontece en Chile apuntan al segundo gobierno de Michelle Bachelet, específicamente a sus políticas económicas que castigaron la inversión, la creación de empleos y los incentivos. 

A esto añade la influencia de discursos demagógicos que se han esforzado por instalar una narrativa en donde el denominado y demonizado sistema neoliberal solo ha traído malestar en Chile, haciendo caso omiso de los datos duros que señalan lo contrario. Kaiser al igual que Mayol señala que en su libro “El Chile que viene” (2009) predijo o había en cierta manera anticipado los sucesos acontecidos a partir de octubre de 2019. Así, tenemos aquí el caso de dos predicciones pero que esgrimen distintas causas para explicar las manifestaciones de finales de 2019.

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El economista Klaus Scmitt-Hebel explica en un artículo que la aguda crisis de Chile se origina en dos causas:un detonador y una condición estructural. Añade la existencia de tres factores adicionales que profundizan y extienden la crisis: las debilidades estructurales del Estado, una condición de debilidad de nuestra sociedad y una condición de fragilidad del Gobierno. El factor detonante y que ha dado continuidad a la crisis es el ataque terrorista – donde participan delincuentes, narcotraficantes y terroristas –  coordinado llevado a cabo en las ciudades y que afectó a empresas privadas, bienes públicos, universidad e iglesias. 

En cuanto a la condición estructural, Schmitt - Hebel se refiere al conjunto amplio y creciente de demandas sociales y particulares que califica de legítimas e ilegítimas, racionales y absurdas. Esta crisis, además de pillar por sorpresa al gobierno, terminó por sobrepasar la capacidad de reacción del aparato coercitivo del Estado, sumado a un deficiente aparato de inteligencia así como también un Ministerio Público con una baja efectividad investigativa y condenatoria de delincuentes y terroristas. 

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Por su parte, el Informe  Anual de Derechos Humanos que presentó la Universidad Diego Portales esgrime como causa la "discriminación estructural" en lo que respecta a derechos básicos como salud, educación o las pensiones.  En una recomendable columna, el economista Ernesto Tironi, con un tono más realista y acertado, escribió:

Nos apuramos mucho en atribuir determinados motivos para lo que lleva a la gente a volverse violenta o a salir a la calle a protestar. Esto es comprensible porque parece que los humanos nos sentimos muy mal cuando ocurren cosas inesperadas y no tenemos una explicación para ellas. Entonces aparecen los políticos o los opinólogos a darnos explicaciones y al final nos compramos una que nos calce con nuestra tradición familiar, nuestro grupo de amigos, nuestra profesión, partido político, etcétera, y le atribuimos el carácter de certeza, lo verdadero: “El Estallido Social de Octubre se debe a la mala distribución del ingreso. Punto”. Y  todos empezamos a repetir lo mismo. ¿Acaso el que todos lo repitamos la hace “verdadera”?”

Paso seguido añade que  una de las características más distintivas de las manifestaciones masivas en las calles de Chile “ ha sido la  diversidad de causas  que motivaban a las personas y el contexto por el que pasamos”. Finalmente el autor aventura una tesis que apunta a que a una característica de la sociedad chilena, y es el de estar integrada por personas que han estado viviendo desde hace muchos años  en “en estados emocionales de elevada ansiedad, intensidad, aceleración, agobio, exigencia, susto, competencia, frustración y así varias otras emociones muy negativas y dañinas para nuestras relaciones de unos con otros”.

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En su último libro, Carlos Peña se pregunta la razón por la cual ocurrió lo que ocurrió en Chile el 18 de octubre. Es decir, Chile sin duda tienen varias materias pendientes en distintos ámbitos pero está lejos de ser el país con más problemas de Latinoamérica en materia de desarrollo, modernización en general, educación, crecimiento del PIB per cápita, etc. Esto hace aun más desafiante y complejo preguntarse sobre las causas de los acontecimientos d octubre.

Lo que me gustaría rescatar del libro de Peña es una aclaración que hace el autor sobre el problema de la causalidad, en este caso específico, la invención de causas para explicar el supuesto “estallido social”. Para entender esto, tenemos primero que comprender el concepto de “razón normativa” y “razón explicativa”.  La primera, explica el autor, es aquella que deriva de una concepción más o menos ideal de la sociedad política. Ejemplo de esto sería cambiar X para que podamos, como resultado de tal cambio, lograr mayor equidad y justicia. Otro ejemplo es desear cambia la Constitución para que se reconozcan allí ciertos bienes básicos para la sociedad. La razón explicativa por su parte supone identificar las causas probables de la ejecución de una acción determinada.

Continúa explicando el autor que presentó el análisis de los hechos en Chile es que muchas veces se confundieron las razones normativas (que justifican ex post una conducta) con las causas que la provocaron. En virtud de lo anterior tenemos que una cosa es evaluar una situación social y otra es explicar la conducta de las personas. Cuando evaluamos, comenta Peña, respondemos a la pregunta de cuán justa o injusta es la sociedad desde un determinado punto de vista, mientras que cuando explicamos una conducta, respondemos al por qué las personas se comportan de manera dócil o rebelde frente a una determinada situación social. En suma, tenemos que las razonas normativas son aquellas que evalúan mientras que las razones explicativas son aquellas motivadoras de la conducta.

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En palabras de Peña:

“Que existan razones normativas para el cambio constitucional – las hay – es una cosa, pero que ellas sean causa de la protesta es otra muy distinta. Los seres humanos – y lo mismo vale para los movimientos sociales – necesitan conferir sentido a lo que hacen; aunque el sentido, como ha ocurrido en este caso, suele ser ex post a la acción: una profecía al revés”.

De acuerdo al autor, lo que faltó en los periodistas, intelectuales y, desgraciadamente, en académicos, fue la incapacidad de abstraerse de las emociones y sentimientos que generaron los acontecimientos a los que nos referimos. Así, Peña explica que ese “punto de vista moral” fue el que predominó en aquellas semanas y que construyó una narrativa de acuerdo a la cual  sería la injusticia la causa principal de los hechos. Pero explica el autor que, si bien lo anterior no se encuentra lejos de la realidad, sucede que es una explicación demasiado general que no ayuda por sí sola a entender qué condujo a los hechos de octubre. Por que si esto se tratase solamente de injusticias sociales cabría preguntarse la razón por la cual esto no ha sucedido en otros países.

En lo que respecta al análisis que realiza Peña del malestar (o mejor dicho malestares) en Chile, el académico coloca en el centro las consecuencias del proceso de modernización capitalista ocurrido en Chile puesto que tal proceso tendría dos caras antagónicas que conviven. Por un lado tenemos la expansión del consumo, esto es, la posibilidad de que las  personas accedan a más bienes y servicios. No es lugar aquí para detallar cada uno de estos avances, pero un interesante libro que aborda este tema es el de Pedro Dosque y José Tomás Valente titulado “Del centenario a los chilennials. 100 años de transformaciones y 25 tendencias que cambiaron Chile”. Ahí el lector podrá examinar los progresos en distintas áreas como salud, educación equidad de género, mortalidad, nutrición, calidad de vida, etc.

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Pero, por otro lado tenemos lo que Peña denomina como la  “sombra del malestar”. Estamos, quizás, ante la  paradoja del bienestar  que, tal como apuntó Alexis de Tocqueville, nos señala que las sociedades se sienten más incómodas y frustradas cuando mejor están. Una de las razones de lo anterior la señaló Samuel Johnson (y que lo trae a la palestra Peña) y es que las sociedades no progresa de satisfacción en satisfacción, sino que de deseo en deseo, ya sea de bienes materiales, pero también el deseo de reconocimiento, tal como destacó Hegel.

El autor esgrime  3 explicaciones  para este fenómeno en donde una es generacional, otra guarda relación el mercado y la última con las expectativas. Las generaciones actuales son más educadas y con mayor expectativas si se comparan con las que la antecedieron. Escribe Peña que, a pesar de que el 70% de los estudiantes proviene de familias que nunca pudieron acceder a la educación, este acceso no se tradujo en una merma en la desilusión. Probablemente una razón puede ser que el título universitario ya no provee el prestigio y renta de antaño, cuando estos eran observados desde la distancia. Añade el autor. que ahora el título universitario es un bien masivo, de manera que ya no brinda el avance económico y social que las personas “esperaban” que dieran

En cuanto al mercado, este si bien constituye un sistema para la formación de precios y asignación de recuros escasos con usos alternativos, este también crea una suerte de sensación de que fragmenta a la sociedad, los vínculos, la solidaridad y el sentido de comunidad. Así, la modernidad podría resumirse en los siguientes binomios antagónicos: 

1)    autonomía/alienación; 

2)    bienestar/carencia; 

3)    individuación/nostalgia de la comunidad.

También está la frustración (expectativas no cumplidas) frente a la supuesta sociedad meritocrática que, en percepción de muchos, pareciera no ser más que eso: un ideal

 Podríamos continuar con la lista de autores que pretenden dar cuenta de lo acontecido en octubre de 2019. El lector se  encontrará con algunos llenos de certezas y convencidos de poseer habilidades proféticas tanto respecto del futuro…pero también respecto al pasado. Pero también hay algunos más cautos y humildes puesto que son conscientes de la complejidad de los fenómenos sociales

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Si se revisan las diversas opiniones que pretenden dar una explicación del estallido social, ya sea en artículos o ensayos, tenemos que estas variarán de acuerdo a la orientación ideológica del personaje en cuestión. Encontraremos quienes se centrarán en la violencia inédita de grupos radicalizados y violentos, otros se enfocarán en que el problema es “macro” o “estructural” puesto que emerge del “modelo neoliberal”, lo cual incluiría el sistema de pensiones, el sistema de salud, la Constitución…es decir prácticamente todo el sistema y económico chileno. Pero afortunadamente las personas racionales saben que no todo es ideología puesto que este sería un reduccionismo tan intolerable como afirmar que todo es genético, psicológico o social.

Si bien las ciencias sociales no son ciencias físicas, esto no significa que las primeras se transformen en opinología disfrazada de academicismo. Afirmar que todo es ideología, en el sentido de que los relatos o explicaciones “no son mas que” máscaras que ocultan intereses, es renunciar a la verdad, a la objetividad, al debate, a la argumentación y al pensamiento crítico. Tal como lo remarcó Max Weber y enfatizaron posteriormente Bourdieu, Chamboredon y Passeron, puede suceder que el sociólogo, en su tentación de transformarse en profeta, traiciona las exigencias de la investigación cuando decide convertirse en un intelectual que pretende dar respuestas totales sobre los problemas humanos. Pero, si bien la sociología no es una ciencia física, esto no significa abandonarse a una “sociología espontánea”.

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Sin duda cualquier persona con un mínimo de capital cultural   y que haya seguido de cerca los acontecimientos podría armar una narrativa que dé cuenta el porqué por qué hubo un estallido social en Chile. Basta tener una lista de ingredientes como las AFP, discriminación, pobreza, desigualdad, salud, inseguridad, drogadicción, etc., escoja los que estime más convenientes y se ajusten a su marco ideológico para posteriormente tejer los vínculos causales que tengan como objetivo dar cuenta que tales causas fueron efectivamente las que llevaron a los eventos que comenzaron el 18 de octubre de 2019.

Sin duda cualquier persona educada y que haya seguido de cerca los acontecimientos podría armar una narrativa que dé cuenta de por qué hubo un estallido social en Chile. Basta tener una lista de ingredientes como las AFP, discriminación, pobreza, desigualdad, salud, inseguridad, drogadicción, etc., escoja los que estime más convenientes y se ajusten a su marco ideológico para posteriormente tejer los vínculos causales que tengan como objetivo dar cuenta que tales causas fueron efectivamente las que llevaron a los eventos que comenzaron el 18 de octubre de 2019.

Pero, en mi opinión, lo acontecido en Chile (irrupción de una anomia social que se manifestó en estallidos de violencia + acuerdo nacional y plebiscito de abril) fueron un ejemplo de un Cisne Negro, con todas las implicaciones a posteriori de las cuales nos habla Taleb, entre las cuales se encuentran, la falacia narrativa y la arrogancia epistémica de algunos autores, periodistas e intelectuales públicos. Deberá pasar algo de tiempo para poder esclarecer cuáles fueron las causas (especialmente aquellas que no son evidentes en un primer momento) que motivaron las distintas manifestaciones de los chilenos en aquellas semanas y como estas fueron mutando a lo largo del tiempo. Afrontar la complejidad no se traduce en renunciar a estudiar y comprender los fenómenos sociales y no es rendirse ante la incertidumbre, pero si es un recordatorio que nos previene de caer en reduccionsimo, narrativas carente de respaldo empírico y en análisis del tipo “caja negrísimo” en donde la sociedad ante unos determinados “inputs” responde mecánicamente con unos determinados outputs.

Y todavía no sabemos si seremos sorprendidos por más CN este año 2020.