11/13- Rusia: de la Revolución de Febrero de 1917 a la dictadura de Octubre
En palabras de Pipes, para mayo y junio de 1917 el partido bolchevique aún se situaba en un pobre tercer lugar respecto de los otros partidos socialistas. Añade que, en el Primer Congreso de Sóviets de Todas las Rusias, a comienzos de junio, los bolcheviques solo tuvieron 105 delegados en comparación con los 285 socialistas revolucionarios y los 248 mencheviques. No obstante lo anterior, el historiador explica que los bolcheviques con Lenin a la cabeza contaban con una ventaja a su favor y era el de mostrarse como los verdaderos revolucionarios, es decir, aquel grupo que representaba la “verdadera conciencia de la revolución”.
Sería esta postura la que, con el tiempo, jugaría a su favor. Continúa precisando Pipes que la mayor ventaja con la que contaban los bolcheviques sobre sus rivales era “su total falta de consideración por Rusia”, es decir, mientras los conservadores, los liberales y los socialistas procuraban preservar el país como una entidad nacional y mantener cierto orden y disciplina, los bolcheviques promovían todo lo contrario: el caos. En palabras de Pipes:
“Los bolcheviques, para quienes Rusia no era más que un trampolín hacia una revolución mundial, no tenían estas inquietudes. Les venía muy bien que fuerzas espontáneas «destrozaran» las instituciones existentes y destruyeran el país. Por esta razón, alentaban al máximo cualquier tendencia destructiva”.
Más adelante añade el mismo autor:
“La rápida desintegración del país por la falta de un liderazgo firme provocó el debilitamiento de todas las instituciones nacionales, incluidas las manejadas por los socialistas, y este proceso brindó a los bolcheviques una oportunidad de aventajar a la dirigencia menchevique y socialista revolucionaria en el Congreso de Sóviets de Todas las Rusias y en los principales sindicato”.
Mientras tanto el GP, con Kerenski como Ministro de Guerra, decidió mantener a Rusia en la guerra y restaba convencido de que la democracia en Rusia era dependiente de un ejército fuerte y disciplinado. Kerensky era un hombre carismático y que contaba con el apoyo de las tropas, ante las cuales daba discursos de aliento en el frente. Pero el desastroso desempeño de Rusia en el frente hizo que la guerra se fuera cada vez desprestigiando más. Finalmente, a mediados de julio, Lvov dimitiría y Kerensky se transformaría en el nuevo Primer Ministro.
Como señala Robert Service, Kerensky era un maestro en las artes de la comunicación, era un orador brillante, enérgico y tenaz. Añade el mismo historiador que para ese entonces el político estaba exhausto a tal punto que tenía que recurrir a la morfina y la cocaína para mantener el ritmo de trabajo. Siguiendo a service, Kerensky tenía 2 prioridades: restablecer la autoridad el gobierno en las ciudades y el frente, y lograr un abastecimiento más regular de los alimentos provenientes del campo. Para restablecer el orden nombró a Lavr Kornílov, militar republicano, como comandante en jefe de las fuerzas armadas.
Para desfortuna de Kerensky, no pudo lograr sus objetivos, entre otros motivos, por carecer de apoyo financiero, malas cosechas y la negativa de los campesinos de poner en venta sus excedentes hasta que se estabilizara el valor de la moneda. A esto hay que sumar el ya mencionado mal desempeño del ejército en la guerra, junto a la cada vez mayor indisciplina dentro de las filas. De acuerdo a Richard Pipes otro problema de Kerensky era el propio Kerensky, es decir, el error de haber subestimado el poder desestabilizador y destructor bolchevique, y el haber creído que la verdadera amenaza venía desde la “derecha”.
Esto resulta aún mas sorprendente después de que los bolcheviques lo intentaran derrocar en julio. Sumado a esto Kerensky comenzó a tener serios problemas con Lavr Kornilov lo cual, tras una serie de malentendidos, el primero interpretó que Kornilov habría querido dar un golpe para derrocarlo. Pipes explica con detalle la historia de los malentendidos entre Kerensky y Kornilov, y deja en evidencia que no fue la intención del jefe militar derrocar al gobierno.
Pero la verdad es que si el Tercer Cuerpo de Caballería se dirigió rumbo a Petrogrado no fue por orden de Kornilov con el objetivo de derrocar a Kerensky. Resulta que fue el mismo Kerensky quien había dado esa orden una semana antes y que ahora interpretaba como un ataque en contra de su persona. En palabras de Pipes:
“Como hemos visto, Kornílov solo se rebeló después de que lo acusaran, sin causa, de ser un traidor. Fue víctima de la ambición ilimitada de Kerenski y fue sacrificado al fútil intento del primer ministro de apuntalar su desgastada base política”.
Para hacer frente a lo que interpretó como un golpe, Kerensky apeló al soviet como medio de mantenerse en el poder lo cual resultaría ser un paso fatal que pondría fin a su carrera política. Así Pipes afirma que los principales beneficiarios del “affair Kornilov” fueron los bolcheviques. Kornilov perdió el apoyo de la izqueirda y, peor aún, también de los militares quienes no acudirían a su ayuda para el golpe de octubre que llevaría a los bolcheviques al poder.
Por su parte Lenin ya estaba trabajando en lo que correctamente Pipes denomina como una obra nihilista titulada: El Estado y la Revolución el cual constituiría, señala el mismo Pipes, un “legado a las generaciones venideras, un plan de acción para la estrategia revolucionaria tras el derrocamiento del orden capitalista”. Si revisamos esta obra tenemos que Lenin pone en el centro de su reflexión el Estado para quien constituía una cuestión de importancia singular. Para abordar el tema del papel histórico y significación del Estado, Lenin echa mano a Engels y su obra “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”.
En virtud de lo anterior, Lenin afirma que el Estado es producto y manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. Luego apela a Marx para afirmar que el Estado es un órgano de dominación y opresión de una clase sobre otra. Otro punto importante del libro es donde Lenin aborda el significado de los conceptos de “destrucción” y “extinción” del Estado. Para ellos recurre nuevamente a Engels y a la experiencia de la Comuna de París de 1871. Cuando Engels señala que el proletariado destruye el Estado como tal quiere dar a entender que los que es “destruido” es el Estado burgués por aprte del proletariado.
En cambio, cuando habla de “extinción del Estado”, se refiere, señala Lenin “a los restos del Estado proletario después de la revolución socialista”, de manera que lo que se extingue es el Estado o semi-Estado proletario. En suma, cuando hablemos de destrucción del Estado, en el lenguaje marxista, siempre debemos entender la destrucción del Estado de la burguesía, de los explotadores. Otro punto medualr es el de la violencia, legitmada por Engels y, posteriomente, aplicada por Lenin.
Para Engels la violencia tiene tal centralidad en la revolución que el mismo Lenin señala que Engels es un panegirista de la revolución violenta. Engels solo sigue lo que ya había planteado Marx y es que la violencia es el instrumento que permite al movimiento social abrirse paso y romper con las formas políticas muertas y fosilizadas.
Los escritos de Lenin se caracterizan, como los de Marx, por pervertir groseramente el lenguaje. Un ejemplo es la idea de la “Dictadura del Proletariado” que ya he criticado y refutado en otros artículos (lo cual no requiere de mucha inteligencia para hacerlo). Lo que lenin trata de decirnos es que la dictadura del proletariado es mejor que cualquier “democracia burguesa”.
¿Por qué razón? Porque la dictadura del proletariado no es más que el proletariado organizado como clase dominante. Pero como era de esperar, tal dictadura nunca existió desde 1917 hasta 1989 en el mundo comunista , siendo todos estos regímenes de partido único gobernado por una élite explotadora duela de los medios de producción. Pero Lenin sin entregar evidencias (nunca s molesta en hacerlo en sus escritos) nos dice que esta dictadura sería una benigna por el simple hecho de que es ejercida por los proletarios y, como tales, tienen derecho a reprimir y ejercer la violencia sobre otras clases sociales.
¿Cuáles son tales clases? Las que Lenin considera como explotadoras, es decir, todas las que no comulguen con el credo marxista. En suma para Lenin el futuro de Rusia ya estaba escrito en la obra de los dos burgueses alemanes (Marx y Engels):
“La teoría de la lucha de clases, aplicada por Marx a la cuestión del Estado y de la revolución socialista, conduce necesariamente al reconocimiento de la dominación política del proletariado, de su dictadura, es decir, de un Poder compartido con nadie y apoyado directamente en la fuerza”.