(I) Christopher Dawson y las raíces cristianas de Europa: Introducción
“La cultura occidental tiene que buscar en el cristianismo una guía y una ayuda para restaurar la unidad moral y espiritual de nuestra civilización. Fracasar en el intento solo puede significar o la quiebra del cristianismo o la condenación de la civilización moderna”.
(Christopher Dawson, Los dioses de la Revolución)
En este escrito me referiré a la figura del historiador e intelectual católico Christopher Dawson (1889-1970), su concepto de cultura, así como su visión sobre lo que conocemos bajo el nombre de “civilización occidental” y su evolución (y potencial destrucción). También abordaré el núcleo del pensamiento de Dawson y que es la centralidad que ocupa la religión en la configuración de la identidad cultural de Occidente, en otras palabras, la existencia de un lazo indisoluble y una relación simbiótica entre cultura y religión. Cabe aclarar que cuando se habla aquí de las “raíces cristianas de Europa”, debe entenderse tal como lo planteó el poeta T.S Eliot.
“un europeo puede no creer en la verdad de la fe cristiana pero todo lo que dice, crea y hace, surge de su herencia cultural cristiana y sólo adquiere significado en relación a esa herencia”
También podemos citar las palabras del mismo Dawson en “Hacia la comprensión de Europa” (1952)
“Ahora bien: en primer lugar, la aceptación de la fe cristiana no es una condición esencial para el estudio de la cultura cristiana. En teoría, es completamente posible, sin ser cristiano, apreciar y estudiar la cultura de occidente como un conjunto espiritual
El lector podrá estar de acuerdo o no con esta afirmación, pero el punto es que tanto para Eliot como para Dawson, el cristianismo constituía la matriz o molde que configuró Europa, sus creencias, costumbres, cultura y valores (sin hacer tabla rasa del aporte greco-romano y germano, y del cultura islámica). Europa es para Dawson una comunidad de pueblos que participan de una tradición espiritual común que se originó en el Mediterráneo oriental hace tres mil años. Es más, el autor señala que esta tradición espiritual en conjunto, no puede identificarse con el continente europeopuesto que, si bien ha penetrado en Europa, se ha expandido también al resto del mundo. Esto lleva a Dawson a señalar que Europa, en el sentido cultural, constituye solo una fase de su amplio desarrollo.
El reconocer las raíces cristiana de Europa, en este sentido, no significa aceptar la existencia de un Dios o aceptar el dogma de la Santísima Trinidad. Por ejemplo, el historiador francés Georges Duby (1919-1996) señalaba que había una “manera cristiana” de pensar que era la “historia” que se diferenciaba de otras civilizaciones en donde imperaba una concepción cíclica de la vida y no lineal, teleológica y escatológica. En suma, tenemos que para Dawson era imposible comprender Europa sin estudiar la tradición de la cultura cristiana.
También se mostraba escéptico frente a la formación de una confederación política y económica de Estados europeos o “Estados Unidos de Europa”. La razón de esto, señala Dawson, es que Europa “no posee ni el lenguaje común ni la tradición política común” que sí ha tenido, por ejemplo, los Estados Unidos de América. Dejando de lado los nacionalismos extremos, Dawson afirmaba que igualmente no podíamos omitir la el rol esencial que la nacionalidad ha jugado en la cultura europea.
Es por ello que el autor repite una y otra vez que Europa es una comunidad de naciones, “todas ellas intensamente conscientes de su personalidad social y de sus leyes e instituciones políticas distintivas, aunque todas unidas por una tradición espiritual común, unos valores morales comunes y una común cultura intelectual”.
El tema de la “identidad europea” resulta ser uno contingente y discutido en el Viejo Continente. Esta tensión al interior del occidente europeo no es el primero ni será el último. Incluso Dawson toma la obra d e San Agustín de Hipona, La Ciudad de Dios, como el arquetipo de Occidente, esto es, como una constante pugna entre la Ciudad de Dios y la Ciudad de los hombres. Así como San Agustín fue testigo del derrumbe del Imperio Romano y el saqueo de Roma por el visigodo Alarico, Dawson también podría haber percibido que se encontraba ante el final de una época, por lo que había que salvar una vez más la herencia cristiana frente a la presión de fuerzas externas.
En el 2004 el Papa Juan Pablo IIseñalaba que el cristianismo había logrado formar una conciencia común de los pueblos europeos, por lo que hacía un llamado a que la “Nueva Europa” no perdiera sus raíces cristianas. En el 2007 el Papa Benedicto XVI criticó a la Unión Europea por excluir a Dios y las raíces cristianas de Europa. En efecto, para el Sumo Pontífice el cristianismo constituye una identidad moral, cultural e histórica, así como un verdadero “fermento de civilización”. A raíz de la celebración del 60º aniversario del Tratado de Roma (2017) el Papa Francisco, en el más puro espíritu de “dawsoniano” afirmó que, sin el cristianismo, los valores occidentales son incomprensibles. Este tema ha retomado relevancia en la actualidad, no solamente por el avance del secularismo, sino que también debido a los flujos migratorios provenientes de África y del las regiones en guerra como es el caso de Siria.
Esto ha llevado a que resurjan los nacionalismo extremos en Europa así como la reafirmación de la identidad cristiana frente a lo que, ciertos sectores, perciben como la “islamización de Europa”. En el 2006 la Ministra de Relaciones Exteriores de Polonia, Irena Lipowicz,defendió la idea de las raíces cristianas de Europa. Recordando su experiencia bajo la dictadura comunista señaló que la religión era parte de la libertad de quienes vivieron en aquella época, tanto para creyentes como para no creyentes. A esto añadía su extrañeza ante aquel discurso predominante en donde religión y libertad eran presentadas como opuestas, cuando su experiencia personal (bajo el comunismo) le había demostrado lo contrario. A finales de mayo de 2018 el Primer Ministro de Hungría, Víktor Orban, criticó al “establishment” de la Unión Europea por desconocer las raíces cristianad e Europa. En palabras del mandatario:
“el cristianismo es una cultura y una civilización. Vivimos en ella. No se trata de cuánta gente va a la iglesia o reza con devoción. La cultura es la realidad de la vida cotidiana. La cultura cristiana define nuestra moral, nuestra ética diaria”.
Pero como sabemos, las amenazas a la cultura cristiana no provienen solamente desde afuera, por ejemplo, del secularismo, ateísmo, agnosticismo, de nuevas ideología políticas u otros sustitutos religiosos, sino que también, en el caso del catolicismo, desde la Iglesia misma, los abusos y sed de poder, la corrupción y los intolerables abusos cometidos contra los fieles que depositan sus esperanzas en la Iglesia.
I-Breve biografía
Christopher Dawson fue un importante e influyente intelectual e historiador de la cultura occidental. Nació en Hay Castle, Gales, en 1889 y falleció en 1970, en Budleigh Salterton a los 81 años de edad. Como señala el sacerdote César Corcuera en su tesis doctoral sobre el autor (1990), Dawson fue hijo de una estricta madre anglicana con un fuerte prejuicio anticatólico y que le fomentó en su hijo la piedad hacia la tradición religiosa y cultural galesa. Su padre, un oficial militar, amante de la obra de Dante, le inspiró un cierto amor hacia la religión católica, con la cual tendría un contacto más directo cuando Dawson cursó sus estudios universitarios en Winchester y Oxford donde tanto su mejor amigo (Edward Watkin) como su futura mujer (Valery Mills), pertenecían a aquella religión. Así, Corcuera señala que Dawson se percató que la Iglesia Católica Romana no era una “pieza de museo” sino que una realidad viva.
También cabe mencionar su encuentro con la magna obra de San Agustín, La Ciudad de Dios, que influyó en su visión del proceso histórico como un drama moral y espiritual. Dawson llegó a señalar que San Agustín era una mejor guía para nuestra época que Gibbon o Marx, pero el problema radicaba en que San Agustín se nos presentaba como alguien muy lejano a nosotros debido al lenguaje que utiliza y que nos resulta ajeno a nuestra mentalidad, producto de nuestra ignorancia sobre la cultura y la tradición cristiana. Fue a los 25 años de edad cuando Dawson se convirtió al catolicismo. A diferencia de otros grandes intelectuales católicos como Jacques Maritain o Etiene Gilson, Dawson evadió la abstracción filosófica y la teología sistemática, a favor del estudio de los elementos estéticos, sociológicos, culturales, antropológicos y religiosos del cristianismo
Sobre su conversión escribió Dawson:
“Me di cuenta de que la Encarnación, los sacramentos, el orden externo de la Iglesia y la operación interna de la Gracia Santificante eran partes de una unidad orgánica, un árbol vivo, cuyas raíces están en la Naturaleza Divina y cuyo fruto es la perfección de los Santos. Así, la vida de los Santos no es, como cree el estudiante ecléctico de misticismo, la conquista independiente de unos pocos individuos de mucho talento, sino la perpetua manifestación de la vida sobrenatural, que existe en cada individuo cristiano, los primeros frutos de esa nueva humanidad cuya creación es la tarea de la Iglesia».
Dawson tuvo que combinar su vida solitaria dedicada a la investigación y escritura con la enseñanza, siendo esto último una necesidad económica para mantenerse a sí y a su familia. La verdad es que Dawson es descrito como uno de los últimos intelectuales “free lance” es decir, que desarrollo su carrera al margen de la “academia” y del mundo universitario que, en ocasiones, pueden constituir más bien cadenas para el libre desarrollo del pensamiento.
Como resultado de su periplo intelectual de alrededor de 14 años de investigación y escritura, Dawson comenzó a publicar obras tales como Age of the Gods(1928), Progress and Religion (1929), Making of Europe (1932), Spirit of the Oxford Movement (1933), Enquiries into Religion and Culture (1933), Religion and Modern State (1939), Judgement Nations (1942). En lo que respecta a su actividad académica, Dawson impartió cursos y ciclos de conferencias: Forwood Lectures (Universidad de Liverpool) y Gifford Lectures (Universidad de Edimburgo), donde estas últimas fueron publicadas en dos obras: Religion and Culture (1948) y Religion and the rise of Western Culture (1952). En 1958 fue invitado por la Univeridad de Harvrad para que impartiera una cátedra en la Facultad de Teología (Divinity School). Sus conferencias en Harvard dieron origen a dos obras The Dividing of Christendom (1965) y The formation of Christendom (1967). Tras un derrame, Dawson renunció a Harvard para regresar a Inglaterra con un estado de salud bastante deteriorado.
Fuentes consultadas
1-Christopher Dawson:
-Historia de la Cultura cristiana (FCE)
-Hacia la comprensión de Europa (Rialp)
2-César Corcuera, Religión y Cultrua en Christopher Dawson (http://dadun.unav.edu/handle/10171/9502)
3-Jacques Le Goff, La vieja Europa y el Mundo Moderno
4-Europe, Christianity, and the Thought of Christopher Dawson
5-The Great Historian of Culture: Christopher Dawsonhttp://www.theimaginativeconservative.org/2011/03/great-historian-of-culture-christopher-dawson.html
6-Christopher Dawson: The Historian of the Twentieth Century
7-Christopher Dawson—Christ in History
https://www.crisismagazine.com/1996/christopher-dawson-christ-in-history-2