(II) Bosquejo sobre la filosofía de vida de León Tolstói (por Jan Doxrud)
Tolstói se mostraba escéptico frente a los progresos materiales, y se mostraba contrario, tal como lo escribe el 14 de abril de 1903, en medir el progreso humano de acuerdo con los éxitos técnicos y científicos. Ahora bien , tampoco se mostraba como un partidario acérrimo de Rousseau y su concepción romántica del “estado de naturaleza” previo al desarrollo de la civilización. Para el escritor ruso el aumento del bienestar de los seres humanos se producía únicamente cuando se generaba un aumento del amor, que hace iguales a todos los hombres. En relación a al ciencia, Tolstoi se muestra como un fenomenista, es decir, escribe en su diario que los hechos no existen, puesto que todo lo que existe son nuestras percepciones de los hechos, algo que nos recuerda a aquella frase del Obispo Berkeley: “Ser es ser percibido”. Pero sabemos que sólo una parte de la naturaleza se “nos aparece” (fenómenos) y otra parte mucho mayor es transfenoménica, lo cual explica que la masa, la longitud de onda y la masa atómica no sean percibidas directamente por nuestros sentidos. Einstein no necesitó de la observación para desarrollar su teoría de la Relatividad General que fue posteriormente confirmada, entre otros, por el Astrofísico Arthur Eddington.
Pasemos a examinar el tema de la religión. Tolstói vivía en el Imperio ruso de manera que la religión oficial era la cristiana ortodoxa. El cisma o separación entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa rusa ocurrió en 1054 cuando el patriarca de Constantinopla, Miguel I Cerulario, ante la Bula de excomunión del Papa León IX, promulgó él mismo un decreto de excomunión contra el Papa. Tolstói era un crítico de la religión institucionalizada, ya sea en su versión ortodoxa, católica o protestante. Ya en su diario en marzo de 1855, Tolstói hablaba de la idea de fundar una nueva religión de Cristo despojada de la fe y de los misterios, una religión práctica que no se centrara en la promesa de una felicidad futura, sino que la felicidad en la tierra. Un Tólstoi más Maduro se refiere nuevamente , en 1902, al tema del cristianismo señalando que había que acabar con el cristianismo pervertido y establecer la verdadera religión cristiana. Es en su obra “El Reino de Dios está en vosotros” donde Tolstói aborda detenidamente el tema de la religión y el cristianismo en particular. El escritor critica el hecho de que el cristianismo abandonase la simplicidad de los Evangelio y se transformara en una religión oscura, repleta de misterios, cultos a reliquias y rituales carentes de sentido. Al respecto escribe:
“Ni el chorro más grande de agua puede añadir una sola gota a un vaso que ya está lleno (…) Hoy en día, aquellos que profesan la doctrina de la Iglesia perciben el cristianismo como una revelación sobrenatural y milagrosa que se ha convertido en un dogma de fe, y los laicos lo perciben como una manifestación de la necesidad humana de creer en lo sobrenatural, como un fenómeno histórico que ha encontrado su expresión en el catolicismo, en la ortodoxia y en el protestantismo, pero que ya no tiene ningún sentido en nuestras vidas”.
Tolstói destaca la figura de Jesús puesto que fue un revolucionario con una doctrina novedosa para su época, puesto que en, medio de un ambiente gobernado por unas leyes religiosas establecida por los judíos y la legislación romana, Jesús rechazó a cualquier divinidad, rechazó el temor, el culto y cualquier institución humana. En lugar de dictar un cúmulo de normas a seguir, Jesús se centró en la perfección interior, en la verdad y en el amor, lo cual daría origen al “Reino de Dios en la tierra”. En palabras de Tolstói:
“La doctrina de Cristo se distingue de las doctrinas anteriores en el hecho de guiar a los hombres no mediante normas externas, sino mediante la conciencia interna de que es posible alcanzar la perfección divina”
Pero esta simple enseñanza se fue deformando con el paso del tiempo. Tolstói critica la introducción completamente innecesaria de los profetas, de lo milagros y ritos externos que terminaron transformándose en rígidos dogmas. El escritor ruso lanza sus invectivas contra la Iglesia, pues considera que cristianismo e Iglesia son dos principios antagónicos, puesto que la primera representaba el orgullo, la autoafirmación, la violencia y la inmovilidad. A esto añade Tolstói:
“Todos estos dogmas son tan injustos y arbitrarios que uno siente vergüenza al tener que rebatirlos. No encontramos referencia alguna en ningún lugar – aparte de las afirmaciones de la propia Iglesia – que nos haga pensar que Dios o Jesucristo fundaran algo parecido a lo que los eclesiásticos entienden por Iglesia. Al contrario, en el Evangelio encontramosindicaciones que nos advierten contra la Iglesia como autoridad externa, y esto lo vemos de un modo claro y evidente cuando se dice que los discípulos de Cristo no llamaban nunca a otros hombres maestros o padres. Tampoco encontramos en ningún lugar nada sobre la fundación de lo que los eclesiásticos llaman Iglesia”.
Para Tolstói las Iglesias no son intermediarias entre Dios y el hombre, puesto que estas sólo han sido causantes de la división dentro de la comunidad de cristianos, responsable del odio, matanzas, de la violencia materializada en la inquisición y en lamatanza de San Bartolomé. La Iglesia ortodoxa rusa sólo se preocupaba de adoctrinar a más de 100 millones de personas creencias caducas y atrasadas que no tenían justificación alguna más que en un pasado remoto. En palabras de Tolstói:
“La inculcación de estas fórmulas por el clero bizantino (…) acerca de la Santísima Trinidad, la Madre de Dios, los sacramentos, la bienaventuranza, etcétera, constituye una parte de la labor de la Iglesia rusa; otra parte la constituye el fomento de la idolatría, en el sentido más literal de la palabra: venerar las santas reliquias, los íconos, ofrecerlos sacrificios y esperar que éstos cumplan tus deseos”
En suma, para Tostói el tema religioso se reduce a la siguiente pregunta: ¿El Credo Niceno o el Sermón de la Montaña? Para recordar, el Concilio de Nicena fue el primer Concilio Ecuménico convocado por el emperador Constantino en la ciudad de Nicea (Bitinia) en el año 325 y en donde acudieron 250 obispos mayoritariamente provenientes de Oriente. Lo más relevante a destacar fue que en el Concilio de Nicea fue el establecimiento de un dogma de fe: que Jesús era Verbo Encarnado, engendrado y no creado (por Dios) y cosustancial al Padre.
La Iglesia, señala el escritor, optó por el Credo por aquella religión cristiana adicta a especulaciones escolásticas, a la creencia en milagros, en los profetas y en una serie de dogmas que fueron apareciendo con el paso del tiempo y que no tienen sustento alguno en las enseñanzas de Jesús. En cambio, Tolstói señala que en el Sermón de la Montaña Jesús expresó el terno ideal al que el hombre debe aspirar que es el de no desear el mal a nadie, el ideal de mantenerse casto de cuerpo y pensamiento, el ideal de vivir en el ahora, el ideal de no emplear nunca la violencia, el ideal de amar al enemigo que nos odia. La religión es para Tolstói es un fenómeno que es inherente a la humanidad y determina siempre un modo de actuar futuro. La religión cristiana era algo simple y había que despojarla de todos los adornos innecesarios que tomaban la forma de milagros, profetas, cultos a imágenes y reflexiones filosóficas y teológicas estériles.
Tolstói falleció de una neumonía el 7 de octubre de 1910 (calendario juliano) o el 20 de noviembre si seguimos el calendario gregoriano.