(II) Breve reflexión sobre los viejos y nuevos autoritarismos (por Jan Doxrud)
Comencemos analizando el concepto de regímenes autoritarios. Como nos recuerda Gianfranco Pasquino, existen dos definiciones generales de regímenes autoritarios y de regímenes totalitarios. Empecemos por el primero. Siguiendo al cientista político y sociólogo Juan Linz (1926-2013) los regímenes autoritarios son sistemas de pluralismo político limitado, que se traduce en la falta de competencia partidista-ideológica por el poder genuina.
A esto hay que añadir que la clase política no rinde cuentas de su labor, puesto que las lealtades de los dirigentes se dirigen hacia aquellos que le han otorgado el poder por medio de cargos de manera que, como señala Pasquino, el poder fluye desde arriba hacia abajo.
En tercer lugar tenemos que estos regímenes carecen de una ideología guía articulada y no existe movilización política capilar. En lugar de esto, Linz señala que existen “mentalidades”, es decir, un conjunto de creencias menos codificadas y menos rígidas que las ideologías que subyacen a regímenes totalitarios como es el caso del comunismo. En lo que respecta al liderazgo, este puede residir en un líder o un pequeño grupo que ejerce el poder de manera arbitraria.
Las dictaduras o regímenes autoritarios comparten, por ende, un elemento en común y es que constituyen sistemas de coerción (no de consenso), en otras palabras, consiste en un sistema político que se fundamenta en el uso sistemático de la fuerza para poder mantener sus estructuras intactas. Este es el caso de las dictaduras militares personalistas o cívico-militares o de democracia vigilada o “protegida” como señaló Pinochet.
Los cientistas políticos también han confeccionado tipologías de regímenes autoritarios teniendo en consideración las siguientes variables:
1) Números de actores
a) Poder unipersonal
b) Coalición dominante
2) Justificación ideológica: pueden ser variadas como ideologías muy bien articuladas como el comunismo u otras ideas como el nacionalismo, la tradición e incluso la eficiencia tecnocrática.
3) Nivel de movilización
a) Elitismo. Ausencia o muy escasa movilización de las masas como ocurren en las dictaduras militares tradicionales.
b) Movilización puntual o excepcionales.
c) Movilización permanente.
d) Movilización populista
4) Grado de institucionalización
a) Formas primarias: el sistema conserva formas tradicionalistas ya existentes.
b) Formas secundarias: intentan crear algún sistema institucional complejo que se fundamenta en alguna forma política legitimada desde un punto de vista doctrinal (pseudo-parlamentarismo, pseudo-presidecialismo).
Pasemos ahora examinar algunas ideas de la obra de Andreas Schedler. El autor nos habla del fenómeno de los regímenes electorales autoritarios que practican el autoritarismo tras la fachada institucional de la democracia representativa. La democracia ha sido históricamente un instrumento de control y manipulación de las elites en el poder. Schedler señala que estos regímenes electorales autoritarios pueden ser concebidos como regímenes híbridos o mixtos que combinan rasgos autoritarios con rasgos democráticos. Ahora bien, estas autocracias electorales, como explica Schedler, pertenecen a la extensa familia de los regímenes no democráticos modernos. La modernidad autoritaria, añade el mismo autor, implican los siguientes elementos:
a) Estados territoriales.
b) Diferenciación funcional: los Estados modernos están inmersos en redes de interdependencia, de manera que interactúan con otras esferas de acción que poseen su propia lógica como la Iglesia, sociedad civil en general, la ciencia, la familia, etc.
c) Contingencia ideológica : los regímenes autoritarios modernos son postradicionales y postrascendentales, es decir, NO pueden gobernar invocando simplemente la tradición o la voluntad divina. Así, explica Schedler, como carecen de un techo ideológico seguro, se busca refugio en otras fuentes de legitimidad: nacionalismo, socialismo, valores asiáticos o, como en el caso de Venezuela se reviven ideales y figuras del pasado como la de Simón Bolívar mezclada con el indigenismo y el socialismo.
d) Tecnologías de poder: Schedler se refiere específicamentea la organización burocrática y los medios de comunicación masivos. Pero a esto añade las policías secretas, campos de concentración y organizaciones juveniles.
¿Cuáles son los recursos que poseen los regímenes electorales autoritarios? Schedler señala que el Estado y el mercado ofrecen a los gobiernos dos recursos medulares que son, respectivamente, la violencia y el dinero que, a su vez, les permite perpetuarse en el poder y reproducir las alianzas políticas (mediante la distribución de recursos materiales). Schedler señala que las estrategias que pueden utilizar lo regímenes autoritarios electorales (RAE) son los siguientes. El primero es la violencia, por medio de las fuerzas de orden y Fuerzas Armadas, así como instituciones burocráticasen donde el Estado ejerce represión con el objetivo de infundir miedo en la población. Otra estrategia es el dinero por medio del cual el Estado ejerce la cooptación por medio de la cual ya no infundirá miedo pero si despertara en actores claves intereses importantes dentro de grupos que son clave para mantener y perpetuar el régimen. Por último, el Estado puede echar mano a la ideología como medio para manipular el sistema y justificar sus diversas acciones. A continuación se muestra un cuadro de“menú de la manipulación electoral”
¿A qué temen los regímenes autoritarios? La respuesta es: la incertidumbre. Schedler señala que esta clase de regímenes padecen dos formas de incertidumbre. En primer lugar está la incertidumbre institucional, esto es, que su permanencia en el poder nunca es segura, lo que se traduce en que estos regímenes deben estar constantemente evitando, detectando y conteniendo amenazas a su poder. En segundo lugar tenemos la incertidumbre informativa, esto es, que los regímenes autoritarios nunca pueden saber a ciencia cierta que tan seguros están. En virtud de la incertidumbre es que los regímenes autoritarios intentan, mediante sus instituciones, reducirla s su mínima expresión. Para lograrlo disponen de un repertorio de manipulación electoral. Como destaca Schedler, las elecciones son sumamente relevantes puesto que son generadoras de información, es decir, permiten al gobierno saber sobre la cantidad de adherentes y opositores con los que cuenta. En segundo lugar las elecciones son distribuidoras de información, esto es, permiten a los gobiernos diseminar información referente a su propio poder, respaldo con el que cuenta y la reputación del régimen. Es por ello que la arena electora es relevante y los regímenes autoritarios tendrán incentivos para restringir a los adversarios
Por ejemplo, Schedler destaca las restricciones a la oferta dentro del mercado electoral. Para ello pueden simplemente excluir a partidos opositores mediante la violencia o un diseño institucional excluyente. En el último caso (el diseño) Schedler señala casos como el de México (posrevolucionario) y sus leyes electorales que mantuvieron al margen de la arena electoral a los partidos regionales y religiosos. También cita el caso de la ley egipcia bajo el gobierno de Mubarak que marginó las actividades partidarias que amenazaran la el orden establecido. También se puede marginar s contendientes por la vía administrativa, por medio de una serie de requisitos engorrosos para ser candidatos, requerir una cantidad irrazonable de firmas notariadas, depósitos financieros, etc. Las agencias del Estado tales como agencias de auditoría y organismos anticorrupción pueden transformarse en cómplices para margina a partidos políticos opositores por medio de acusaciones tales como malversación de fondos, corrupción o evasión fiscal. Otro método es la creación de partidos de oposición por parte del gobierno, una suerte de clonación del candidato opositor, señala Schedler, para así confundir al electorado.
Así, a la hora de someter al banquillo de los acusados a regímenes como el venezolano o el nicaragüense, no debemos enfocarnos simplemente en las instituciones formales sino que en las prácticas reales que se llevan a cabo.
¿En qué se diferencian las dictaduras y regímenes autoritarios de los sistemas totalitarios? Como señalan los politólogos, una diferencia esencial radica en la intencionalidad, es decir, los regímenes totalitarios no buscan (como los regímenes autoritarios) el sometimiento de la sociedad, sino que buscan la conformación de la sociedad misma lo que se traduce en la desaparición de la frontera entre la esfera de la sociedad civil y la esfera estatal. En resumen, los totalitarismos se embarcan en un ambicioso proyecto de ingeniería social que busca la transformación y adaptación de los ciudadanos a la ideología oficial. En cuanto a una caracterización más acabada de los regímenes totalitarios, tenemos la realizada por Carl J. Friedrich y Zbigniew Brzezinski. Como nos recuerda Pasquino, para estos autores los regímenes totalitarios presentan las siguientes características:
-La presencia de un partido único.
-Existencia de una policía secreta muy desarrollada.
-Monopolio estatal de los medios de comunicación.
-Control centralizado de las organizaciones políticas, sociales, culturales.
-Planificación, en distinto grado e intensidad, estatal de la economía.
-Subordinación e ideologización de las fuerzas armadas.
-Existencia de una ideología coherente con un sentido, una utopía final y los medios prácticos para alcanzar tal utopía.
Fin parte 2