(I) El Socialismo del Siglo XXI y la evasión mediante la utopía (por Jan Doxurd)
En los siguientes artículos pasaré a realizar algunas observaciones críticas a las ideas de los autores socialistas examinados en artículos anteriores. En primer lugar comenzaré con algunas observaciones generales en relación a las ideas y conceptos planteados por los autores socialistas examinados, tales como los conceptos de libertad, igualdad y, en general, su concepción de una sociedad justa. Posteriormente realizaré algunos comentarios sobre la situación actual de Venezuela. Queda advertido el lector que no refutaré cada una de las propuestas expuestas por los autores. Lo que se hace aquí son observaciones, preguntas, dudas que quedan y que exigen cierta aclaración.
Escudándose en la utopía: comunismo como idea totalizadora
De los autores examinados sorprende, en general, la arrogancia intelectual y moral. Estos autores adoptan un estilo apocalíptico, nos presentan un panoramaactual catastrófico del cual se hace necesario escapar si es que la humanidad y la naturaleza quieren sobrevivir. Esta época de oscuridad se identifica con el predominio de lo que estos autoresdenominan como neoliberalismo y su credo materializado en el “Consenso de Washington”. Junto al neoliberalismo existen otros conceptos abominables como el libre mercado, los ricos, el régimen capitalista de producción y la propiedad privada. También se nos presenta un mundo concebido desde un punto de vista maniqueo, vale decir, donde existen claramente dos alternativas: mantenerse dentro del sistema neoliberal opresor o tomar la decisión de optar por el modelo político, económico y social salvífico representado por el socialismo.
Estos sujetos justifican su actuar apelando a un supuesto ideal superior a los individuos, de manera que se trata de un pequeño grupo que cree estar en posesión de la verdad y que sabe qué es mejor para la sociedad, tratando a los individuos como meros medios para conseguir sus propios fines. Como escribió Kant, nadie puede obligarme a ser feliz a su manera. Al respecto cito a Isaiah Berlin de manera completa:
“Pero manipular a los hombres y lanzarlos hacia fines que tú – el reformador social – conoces, pero los demás quizá no, es negar su esencia humana, es tratarlos como objetos hueros de voluntad propia. Es, en suma, degradarlos. Es por esto por lo que mentir a los hombres o engañarles, es decir, usarlos como medios para fines que yo he concebido al margen de ellos, y no para los suyos propios, aunque sea en su propio beneficio es, en efecto, tratarles como infrahumanos y actuar como si sus fines fuesen menos fundamentales y sagrados que los míos. ¿En nombre de qué puedo justificar forzar a los hombres a hacer lo que no quieren o no consienten? Solamente en nombre de un valor superior a ellos mismos. Pero si, como sostenía Kant, todos los valores se constituyen como tales en virtud de los actos libres de los hombres y sólo se llaman valores en cuanto a que son así, , no hay ningún valor superior al individuo. Por tanto, hacer esto es coaccionar a los hombres en nombre de algo que es menos último que ellos mismos, someterles a mi voluntad o al deseo particular de otro (u otros) para su felicidad, ventaja personal, seguridad o conveniencia. Persigo algo deseable (por el motivo que sea, no importa su nobleza) por mí o por mi grupo y para ello utilizo otros hombres como medio. Pero esto está en contradicción con lo que yo sé que son los hombres; a saber, fines en sí mismos. Todas las formas de forzar a los seres humanos, de intimidarles, de amoldarles a la propia norma, todo control de pensamiento y todo condicionamiento son, por tanto, una negación de lo que constituye a los hombres como tales y a sus valores como fundamentales”[1].
El problema con todos estos diagnósticos catastróficos de parte de estos políticos oraculares no es si son verdaderos o no, es decir, nadie pone en duda de que hay pobreza extrema o que existen grandes desafíos en lo que se refiere al tema medioambiental. El problema radica en que no existe razón alguna para afirmar que, debido a los problemas tales como la pobreza o el deterioro medioambiental, se tenga que adoptar el socialismo como solución. En su arrogancia característica, los socialistas creen que, por denunciar una serie de problemas e injusticias, entonces deben ser ellos los únicos capacitados para resolver tal problemas e injusticias.
Las ideologías totalitarias tienden a ver a otros sistemas que consideran como “rivales ideológicos” (capitalismo) en los mismos términos en como se perciben a sí mismas, es decir, como totalitarias, de manera que las ideologías se mueven en un mundo de absolutos, sin matices. Esta cosmovisión es propia de los regímenes fascistas tal como lo define Robert Paxton, quien señala que una de las características del fascismo es la de ser una conducta política caracterizada por una preocupación obsesiva por la decadencia de la comunidad, su humillación o victimización y por cultos compensatorios de unidad, energía y pureza, en donde juega un rol fundamental el partido de masas[2]. En realidad el fascismo que tanto critican los revolucionarios bolivarianos es una fiel imagen del sistema de gobierno que ellos encarnan.
Pero si el socialismo real constituyó un rotundo fracaso en el siglo XX entonces, ¿cómo puede ser ahora, en el siglo XXI, la solución? La estrategia es conocida. Para presentar al socialismo como una alternativa viable, la mayor parte de autores socialistas y neocomunistas optan por de desmarcarse de los denominados “socialismos reales” señalando que tales experiencias son completamente ajenas a lo que ellos consideran como el “verdadero” comunismo o socialismo (aunque en la actualidad apoyen a regímenes como el cubano o el norcoreano).
Se trata entonces de enfatizar que es la “idea” pura e inmaculada de socialismo lo que importa y no cómo esa idea se materializó y las consecuencias que trajo consigo en la realidad (desastres económicos, represión y asesinatos). Esta estrategia de escudarse en la “idea de socialismo” o de refugiarse en la utopía (por definición, exenta de toda crítica, como apuntó Revel) es un mecanismo de defensa que no tiene nada de novedoso.
Tal estrategia (refugiarse en la utopía) tiene otra ventaja y es la de criticar el sistema capitalista real o al “neoliberalismo” real en nombre del socialismo “ideal”. El economista norteamericano Harold Demsetz en un famoso papertitulado “Information and Efficiency: Another Viewpoint” (1969) advertía sobre el enfoque de eficiencia que adoptaban algunos políticos y economistas, el denominado enfoque nirvana (nirvana approach). Lo que este enfoque hace es comparar los arreglos institucionales del mundo real con una norma ideal que, por lo general, es inexistente e irrealizable. De lo anterior se desprende que resulta extremadamente fácil rechazar el orden real existente y concluir que el mundo real y sus instituciones son ineficientes y que deben ser cambiadas de acuerdo a un ideal particular que sólo existe en el mundo de las ideas platónicas. El autor menciona otras tres falacias relacionadas con la del nirvana. La primera es “The grass is always greener fallacy”, es decir, queel césped siempre puede estar más verde. Esta falacia también hace referencia a la acción de comparar una situación realmente existente con un ideal inexistente, para luego criticar lo real en nombre del ideal y, por lo tanto adoptar como solución el ideal. Es una falacia porque se compara algo real, que puede ser sometido a una investigación empírica, con un ideal que es completamente inmune a cualquier tipo de análisis o investigación. La segunda falacia es la del “almuerzo gratis” o “free lunch”, que es suponer, por ejemplo, que la intervención estatal puede implementarse sin incurrir en costos sociales o sin distorsionar los incentivos. En tercer lugar está la falacia denominada “the people could be diferent”, es decir, que para cambiar el orden real existente basta con llevar a cabo políticas que apunten a mejorar a las personas desde el punto de vista valórico y moral para hacer de estas seres más altruistas y desinteresados. Para estas personas la naturaleza humana es infinitamente maleable tal como lo pensaba Mao.
Fin parte 1
[1] Isaiah Berlin, Sobre la libertad (España: Alianza Editorial, 2012), 223.
[2] Robert O. Paxton, Anatomía del fascismo (España: Península, 2005).