(8) El marxismo después de Marx: (III) palabras finales sobre el marxismo occidental (por Jan Doxrud)
Tenemos pues que el marxismo occidental dio un giro que significó el dar la espalda a los problemas políticos y económicos que habían preocupado a Marx para deslizarse hacia la filosofía y un excesivo academicismo técnico. Cuando el marxismo occidental fue más allá de las cuestiones referidas al método, se concentró casi totalmente en el estudio de las superestructuras. Pero, como señala Anderson, “no fueron el Estado o el Derecho los que le proporcionaron los objetos típicos de su investigación. Lo que concentró el foco de su atención fue la cultura”[1]. Mencionamos el caso de Althusser y la ideología, pero no el caso de Gramsci y su concepto de hegemonía que fue utilizado en un principio por Plejánov y el revolucionario Pavel Axelrod en discusiones de estrategia sobre la dirección de la clase obrera en el imperio ruso. Este es un concepto importante ya que Gramsci continúa siendo un pensador influyen en ciertos círculos de la izquierda y dentro de los ideólogos del “Socialismo del Siglo XXI”. Con respecto a este concepto escribe Anderson:
“…Gramsci formuló el concepto de hegemonía para designar la fortaleza y la complejidad muchísimo mayores de la dominación de la burguesía en Europa occidental, que habían impedido la repetición de la revolución de Octubre en las zonas capitalistas avanzadas del continente. Este sistema de hegemónico de poder fue definido por el grado de consenso que obtenía de las masas populares a las que dominaba, y la consiguiente reducción en la cantidad de coerción necesaria para reprimirlas. Sus mecanismos de control para asegurarse este consenso residían en una red ramificada de instituciones culturales – escuelas, iglesias, partidos, asociaciones, etc., – que inculcaban a las masas explotadas la subordinación pasiva, a través de un conjunto de ideologías elaboradas en el pasado histórico y transmitidas por grupos intelectuales auxiliares de la clase dominante”[2].
Anderson destaca también las obras propiamente culturales, relacionadas con la literatura y la pintura. Por ejemplo, Lukács escribió sobre la novela alemana y europea, Walter Benjamin escribió un ensayo titulado “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”. También este pensador escribió sobre Baudelaire y Brecht. Or su parte, Lefebvre escribió su “Contribución a la estética”, Della Volpe escribió sobre cine, música y una “Crítica del gusto” y Adorno también dedicó tiempo a estudios sobre la música.
Ahora realizaré un breve resumen destacando los principales rasgos del marxismo Occidental de acuerdo a lo señalado por Perry Anderson. En primer lugar tenemos que este nació del fracaso de las revoluciones proletarias en las naciones donde el capitalismo se encontraba en una fase más avanzada . En segundo lugar, se generó dentro de una escisión entre la teoría socialista y la praxis proletaria. Producto de esto, señala Anderson, no pudo desarrollarse una labor político intelectual unitaria del tipo que definía el marxismo clásico. En tercer lugar tenemos la reclusión de los teóricos en las universidades y la academización del marxismo, cortando todo contacto con el mundo obrero. En cuarto lugar, existe un desplazamiento desde la política y economía hacia la filosofía. En quinto lugar, comenzó a desarrollarse y a predominar el uso de un lenguaje técnico de alta complejidad y obscuridad que vino a consolidar el distanciamiento del marxismo de la práctica revolucionaria.
Un sexto punto a destacar fue que la pérdida de todo contacto con el mundo obrero “desplazó a la teoría marxista hacia los sistemas de pensamiento contemporáneo no marxistas e idealistas, con los cuales se desarrolló típicamente en simbiosis estrechas aunque contradictorias”[3]. En séptimo lugar tenemos que, con el descubrimiento de los manuscritos de 1844, comenzó una búsqueda por parte de estos intelectuales de los antecesores del marxismo. Los resultados de esto, indica Anderson, fueron triples. El primero fue que hubo un marcado predominio de la labor epistemológica, enfocada esencialmente en problemas de método. El segundo fue que el principal campo en el que se aplicó el método fue la estética o, en un sentido más amplio, en las superestructuras culturales. Tercero es que comenzó la producción de escritos sobre temas nuevos que estaban ausentes dentro del marxismo. “El método como impotencia, el arte como consuelo y el pesimismo como quietud: no es difícil percibir elementos de todos ellos en el marxismo occidental”[4].
Hacia el final del capítulo IV Anderson termina con estas palabras sobre el marxismo occidental:
“El marxismo aspira en principio a ser una ciencia universal, no más reducible a límites meramente nacionales o continentales que cualquier otro conocimiento objetivo de la realidad. En este sentido, el término «occidental« implica inevitablemente un juicio limitativo. La falta de universalidad es un indicio de falta de verdad. El marxismo occidental fue necesariamente menos que el marxismo en la medida en que era occidental. El materialismo histórico sólo puede desplegar toda su potencia cuando está libre de cualquier especie de provincialismo. Y tiene todavía que recuperarla”[5].
Cabe preguntarse cuál era el lugar de Marx dentro de la historia de la filosofìa occidental. De acuerdo a Anderson, a principios del siglo XX, la figura de Marx se asoció más a la de Ludwig Feuerbach que a la de Hegel, mientras que posteriormente Lukács dio vuelta esta situación y elevó a Hegel a una posición absolutamente dominante en la prehistoria del pensamiento marxista, escribe Anderson. Pero esta no fue una una idea generalizada ya que otros pensadores destacaron a otros filósofos como Kierkegaard como fue el caso de Sartre. Della Volpe, por su arte, era un antihegeliano y consideraba que Marx había representado una ruptura en relación al pensador prusiano. El italiano, señala Anderson, “ubicó a Marx en un linaje que iba desde Aristóteles, pasando por Galileo, hasta Hume, todos los cuales…habían realizado críticas de hipóstasis de su época similares a la dirigida por Marx contra Hegel”[6]. Colletti en cambio señaló que el predecesor filosófico de Marx era Kant “cuya insistencia en la realidad independiente del mundo objetivo, más allá de todos los conceptos cognoscitivos que se tengan de él, fue la precursora de la tesis materialista de la irreductibilidad del ser al pensamiento”[7].Así los ejemplos continúan, por ejemplo Althusser veía como antepasado intelectual de Marx a Baruch Spinoza (1632-1677).
[1] Ibid., 94-95
[2] Ibid., 99.
[3] Ibid., 115.
[4] Ibid., 116.
[5] Ibid., 117.
[6] Ibid., 80.
[7] Ibi., 80-81.