9/9-El marxismo después de Marx: del marxismo al posmarxismo (por Jan Doxrud)

(9) El marxismo después de Marx: del marxismo al posmarxismo (por Jan Doxrud)

Un libro importante para complementar con el de Anderson, es el del sociólogo sueco Göran Therborn titulado: “¿Del marxismo al posmarxismo?”.  Therborn no se muestra de acuerdo con Anderson respecto a algunos temas sobre el desarrollo del marxismo, por ejemplo, el que éste hubiese nacido de la derrota. Escribe el sociólogo:

No fue así su etapa fundacional, y, además, en el momento actual, da la sensación de que Anderson adoptó un enfoque demasiado restringido o especializado. En realidad, todos los autores que aparecen en la lista de Anderson abrazaron el marxismo porque pensaban que la Revolución de Octubre había sido un acontecimiento de alcance internacional decisivo, histórico[1].

Lo que Therborn realiza es una “relectura” retrospectiva del marxismo occidental. Para él, el marxismo occidental no es más que una de las corrientes del marxismo de l siglo XX. Añade que dentro de la modernidad europea el marxismo se presentó como una alternativa que obtuvo ventajas allí donde las fuerzas que competían por la fidelidad del proletariado se habían debilitado, como el liberalismo y el radicalismo situados a la derecha del marxismo, y el anarquismo, el anarcosindicalismo y el populismo ruso, a situados a la izquierda. Afirma también el autor que cualquier perspectiva crítica que analice el marxismo en el siglo pasado debe tener en consideración que “el marxismo no es un universo aislado con sus propias teorías, prácticas y polémicas. El marxismo, y con él la teoría crítica, forman parte de una historia intelectual y sociopolítica con alternativas, rivales y detractores[2]. El sociólogo sueco parte de la base de que es Lukács la figura clave de este movimiento.

De acuerdo a Therborn el marxismo occidental nace de la supresión o superación de la distinción entre ciencia y ética, con ayuda de la dialéctica hegeliana de la conciencia de clase. En relación al giro filosófico, Therborn señala que en 1917 los filósofos tenían una gran influencia y que los marxistas de entonces querían escuchar a los filósofos. Pero el autor destaca otro giro, aquel que se dio hacia la sociología. “Después de la S egunda Guerra Mundial, este giro sociológico se discierne con claridad en Adorno, Horkheimer y Marcuse, en Henri Lefebvre y en su antiguo camarada Georges Friedmann, y en Sartre[3]. La sociología se transformó en el principal cambo de batalla académico. Pero, de acuerdo a Therborn, nos encontraríamos ante un “neomarxismo” y no un marxismo occidental, siendo el primero mucho más duradero que el segundo. El neomarxismo fue formado por aquella generación que descubrió que el marxismo “era la teoría que mejor explicaba los fenómenos de las guerras coloniales y el subdesarrollo, así como el funcionamiento socioeconómico interno de la democracia occidental[4]. El marxismo fue penetrando en distintos campos, como escribe el autor:

Los neomarxistas consiguieron introducir a Marx en el canon clásico de la sociología y legitimaron las perspectivas marxistas o “marxisant” en la mayoría de las facultades de ciencias sociales y humanidades. El marxismo se introdujo en la antropología…los economistas asimilaron las ideas neorricardianas del amigo de Gramsci, Piero Sraffa, y plantearon el primer desafío teórico serio al marginalismo triunfante, iniciando una confrontación entre el Cambridge inglés – que defendía a Ricardo y a Marx – y el Cambridge de Massachusetts[5].

Dentro del neomarxismo Therborn destaca también a autores contemporáneos como Slavoj Žižek, Michael Hardt y Antonio Negri. En cuanto a Žižek, Therborn destaca su marxismo iconoclasta y su labor en la renovación de la crítica cultural marxista. En cuanto a la segunda manifestación importante del neomarxismo, Therborn destaca “Imperio”[6] y “Multitud”[7], de Michael Hardt y Antonio Negri. De acuerdo al sociólogo sueco, la postura del esloveno (Žižek) y el italiano (Negri) tienen su origen en distintas variantes de comunismo disidente, siendo, en el caso de Negri, “la extrema izquierda italiana, espontaneísta y violenta, y en el de Žižek, una dispersa combinación eslovena de comunismo y disidencia”[8]. En relación a estos autores Therborn concluye que los best sellers de Hardt y Negri, al igual que los de Žižek, constituyen una prueba de la creatividad y el atractivo que conservan las tradiciones marxistas en la actualidad.

Negri y Žižek

Negri y Žižek

Therborn hace una breve alusiónal “posmarxismo” que lo utiliza en un sentido amplio, haciendo referencia a

los autores con una formación explícitamente marxista cuya obra reciente ha trascendido la problemática marxista, y que no reivindican en público un compromiso actual con el marxismo. Los posmarxistas no son ex-marxistas, y no denuncian el marxismo ni reniegan de él; podemos hablar de desarrollo y de nuevos deseos, en efecto; puede que incluso de divorcio, pero, sea como fuere, se trata de una separación amistosa[9].

Bajo este rótulo el autor menciona a autores como el argentino Ernesto Laclau(1935-2014) y a la intelectual belga Chantal Mouffe, destacandosu trabajo “Hegemonía y estrategia socialista”[10]. Dentro del posmarxismo también se sitúa el sociólogo alemán Jürgen Habermas y el sucesor profesoral de la Escuela de Francfort, Axel Honneth. Therborn destaca también el marxismo en los “Nuevos Mundos” destacando las obras del filósofo norteamericano Sidney Hook (1902-1989) y el economista Paul Sweezy (1910-2004), quien también fue el fundador de la revista marxista “Monthly Review” en 1949. Otros autores destacados en los estudios sobre el subdesarrollo es el sociólogo y Presidente de Brasil (1995-2002), Fernando Henrique Cardoso, el norteamericano Immanuel Wallerstein y sus trabajos sobre el “sistemas-mundo”.

Una última idea que quisiera destacar del libro de Therborn es el de la relación de Marx con la modernidad. El sociólogo afirma que en Marx se encuentran presentes las perspectivas modernas que indicadas en el cuadro a mostrado a continuación, aunque pone un mayor énfasis en la emancipación colectiva de la humanidad y el desarrollo económico. Therborn añade otro cuadro para señalar lo que diferencia a Marx y el marxismo de otras corrientes de pensamiento moderno, tomando en consideración la atención que presta a las contradicciones y conflictos de la era moderna. Sobre este tema de Marx y la Modernidad, el lector puede revisar mi trabajo sobre la modernidad y posmodernidad.

Hasta aquí llegamos con la trayectoria del marxismo. Dejemos planteadas las siguientes preguntas para reflexionar. Podemos preguntarnos si vale la pena seguir estudiando las ideas de Marx ¿No estará ya un tanto agotado? ¿Es aún relevante estudiar a Marx en nuestro tiempo teniendo en cuenta todas las transformaciones en los ámbitos político, económico y social? Creo que el lector será responsable en última instancia de dar la respuesta. Quizás algunos se preguntarán hasta qué punto es válido recurrir a autores del pasado para abordar y dar una solución a los problemas del presente. Muchos han dejado grandes legados como Adam Smith, Charles Darwin, Wilhelm Wundt, Max Weber o John Maynard Keynes. La cuestión es hasta qué punto es necesario volver a autores del pasado para obtener de estos, a través de nuevas lecturas, nuevos enfoques que permitan abordar temas de nuestra época.

¿Se retorna a Marx cada cierto tiempo por la simple razón de que su figura se ha convertido en un fetiche del cual es demasiado difícil desprenderse? Quizás en física, química y otras ciencias es fácil desechar a los héroes del pensamiento del pasado, pero en el ámbito de las humanidades parece ser más complejo. Aristóteles aún es un referente en lo que refiere a la ética pero no a la física, lo mismo sucede en el ámbito de la psicología, sociología y la economía. La neurobiología y la psicología clínica han echado por tierra las enseñanzas de Freud o Lacan. Pienso que esto es una cuestión que afecta principalmente al ámbito de las humanidades y no así en las ciencias “duras”. Ninguna persona en su sano juicio, salvo fundamentalistas religiosos y algunos privados de razón, defenderían el geocentrismo,  la nefrología de Franz Joseph Gall, la criminología de Lombroso o la ciencia “ideológicamente correcta" de Trofim Lysenko. 

Para algunos autores la respuesta a la pregunta anterior, sobre si Marx tiene todavía algo que ofrecernos para este nuevo siglo, es afirmativa. De acuerdo a Eric Hobsbawm, Marx “sigue siendo la mayor de las grandes presencias intelectuales, superado sólo por Darwin y Einstein, pero muy por encima de Adam Smith y Freud”[1]. Para este historiador, Marx es, “otra vez y más que nunca, un pensador para el siglo XXI”[2]. El economista francés y biógrafo de Marx, Jacques Attali, ve en Marx el punto de encuentro de todo cuanto constituye al hombre occidental moderno. Del judaísmo heredo la idea de la pobreza como algo intolerable y que la vida carece de valor a no ser de que el destino humano pueda ser mejorado. Del cristianismo, escribe Attali, “hereda el sueño de un porvenir liberador donde los hombres se amen unos a otros”[3] .Del Renacimiento hereda el pensar al mundo racionalmente. De Inglaterra, la pasión por la democracia, la economía política y el empirismo. De Prusia, “la certeza deque la filosofía es la primera de las ciencias, y de que el Estado es el corazón, amenazantede todo poder”[4].

De Francia hereda la idea de que la revolución es la condición indispensable de la independencia de los pueblos. Finalmente de Europa “hereda la pasión de lo universal y de la libertad”.  Attali se refiere a Marx como el “espíritu del mundo”. Continúa el autor, “es el primero que capta el mundo com un conjunto a la vez político, económico, científico y filosófico. A la manera de Hegel…pretende dar una lectura global de lo real…a diferencia de él, sólo ve lo real en la historia de los hombres, y no ya en el reino de Dios”[5]. En cuanto a Göran Therborn, este piensa que es probable que en el futuro se redescubra la obra de Marx en numerosas ocasiones, ofreciendo nuevas interpretaciones y perspectivas, aunque los “ismos” se dejen de lado. En palabras del sociólogo:

No sabemos si la filosofía de Marx se estudiará dentro de 2.500 años, como se estudian en la actualidad la de Platón, la de Aristóteles y la de Confucio, pero es una posibilidad que no se puede descartar. Como dijo Derrida, los fantasmas nunca mueren. La historia de la filosofía siempre genera nuevas técnicas de interpretación”[6].

 

[1] Eric Hobsbawm, Como cambiar el mundo, 15.

[2] Idem.

[3] Jacques Attali, Karl Marx o el espíritu del mundo (Buenos Aires: FCE, 2007) p 14

[4] Ibid., 14.

[5] Ibid., 15.

[6] Göran Therborn, op. cit., 133-134

[1] Göran Therborn, ¿Del marxismo al posmarxismo? (Buenos Aires: Ediciones Akal, 2014), 104.

[2] Ibid., 107.

[3] Ibid., 106.

[4] Ibid., 113.

[5] Ibid., 114.

[6] Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio (España: Paidos Ibérica, 2002)

[7] Antonio Negri y Michael Hardt, Multitud (México: Debolsillo, 2006)

[8] Ibid., 186.

[9] Göran Therborn, op. cit., 181.

[10] Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Socialismo y estrategia socialista (Buenos Aires: Siglo XXI, 1987) También existe una versión actualizada publicado por FCE.