Neoliberalismo (4): El análisis de Michel Foucault (por Jan Doxrud)
Antes de examinar brevemente los circuitos culturales a través de los cuales el neoliberalismo se habría abierto paso, quisiera detenerme en otros dos análisis de este concepto. El primero es el realizado por el pensador francés Michel Foucault en su curso en el Collegé de france (1979) sobre el “Nacimiento de la biopolítica”. El segundo es el realizado desde el punto de vista de un liberal (supongo que neoliberal para otros), me refiero al abogado Enrique Ghersi[1].
Michel Foucault destaca dentro de la historia del desarrollo intelectual del neoliberalismo el coloquio del intelectual norteamericano Walter Lippmann (1889 - 1974), organizado por el filósofo francés Louis Rougier (1889-1982). En esta reunión participaron una veintena de intelectuales, filósofos y economistas para evaluar la situación del liberalismo en una época donde Hitler y el nacionalsocialismo se habían embarcado en una política expansionista, en Francia había gobernado el Frente Popular hasta 1938 y en Rusia predominaba una dictadura socialista bajo el mandato de Stalin. Ya volveremos a este coloquio más adelante. El hecho es que para algunos autores fue en esta reunión donde habría nacido el nuevo liberalismo o neoliberalismo, pero con un significado diferente al que se utiliza en nuestros días. El concepto de “neoliberalismo” habría sido acuñado por Alexander Rüstow (1885-1963), uno de los participantes del coloquio. De acuerdo a Foucault, personajes como Mises y Hayek habrían sido los intermediarios entre el ordoliberalismo y el neoliberalismo norteamericano que desembocaría en lo que el pensador francés denomina como “anarcoliberalismo”, representado por la Escuela de Chicago y personajes como Milton Friedman.
En relación a las líneas generales que se discutieron en el coloquio, Foucault cita en extenso las palabras de Rougier y que resumiré a continuación. En primer lugar afirma que el régimen liberal no es solamente el resultado de un orden natural espontáneo, como lo afirmaban los autores del Code de la nature durante el siglo XVIII. El régimen liberal sería también el resultado de un orden legal que supone el intervencionismo jurídico del Estado. De lo que trata entonces es de buscar aquellas instituciones legales que salvaguarden la libertad de las transacciones. Por lo tanto se deben explorar nuevos marcos legales y no aceptar los históricamente existentes como si estos fuesen definitivos. Desde esta óptica Rougier afirma que el liberalismo no es conservador sino que progresista “en el entido de una perpetua adaptación del orden legal a los descubrimientos científicos, los progresos de la organización y la técnica económicas, los cambios de estructura de la sociedad, las exigencias de la conciencia contemporánea”[2]. En lo que se refiere a una economía verdaderamente liberal, Rougier explica que esta debe estar sometida a un doble arbitraje. En primero es el arbitraje espontáneo de los consumidores que interactúan en el mercado. El segundo arbitraje es aquel concertado por el Estado que tiene como objetivo asegurar la libertad y la eficiencia del mercado.
En lo que respecta al neoliberalismo alemán, Foucault destaca tres elementos contextuales que explican su emergencia. En primer lugar estaba la exigencia de reconstrucción tras el final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) lo que implicó, y este es el segundo elemento contextual, la necesidad de planificar las economías que recibirían ayuda del programa de reconstrucción promovido por Estados Unidos, me refiero al Plan Marshall. El tercer elemento contextual fueron los programas económicos que apuntaban a objetivos sociales específicos que evitasen que Europa se viera nuevamente amenazada por el ascenso del fascismo o el nacionalsocialismo. Foucault destaca la figura del Canciller de la Alemania Federal (sucesor de Konrad Adenauer) Ludwig Erhard (1897-1977). Erhard fue un demócrata cristiano con ideas liberales quien hizo ver la necesidad de que Alemania Federal adoptase un modelo de libre mercado.
Como explica Erhard, en 1948 se presentó la gran oportunidad para Alemania que consistió en emparejar la reforma monetaria con una reforma económica para poder poner fin al control económico administrativo. Fue una “gran oportunidad” ya que en aquella época, presentar un programa liberal en el ámbito económico era algo que las autoridad británicas y norteamericanas que ocupaban parte de la Alemania Occidental no aceptarían, o cómo lo explica Erhard, tal clase de medidas no entraban en las categorías mentales de una Administración que saboreaba todavía el aplastante triunfo sobre las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón). En el “Nacimiento de la economía de libre mercado” Erhard realiza la siguiente descripción sobre la situación de Alemania tras la guerra:
“Lo que empezaba a hervir en Alemania era más bien la lucha entre economía planificada y economía libre; pugna que, por lo demás, removía los ánimos, no sólo del lado alemán, sino también del lado de los Aliados…Los planificadores alemanes tendían, en esta situación, a una colaboración estrecha con las autoridades de ocupación de la zona británica, las cuales tenían que responder a las directrices y criterios de su gobierno, entonces laborista, tanto más cuanto que éste se hallaba precisamente entonces en el apogeo de sus experimentos planificadores. Por el contrario , las fuerzas liberales de la Alemania Occidental se sentían intensamente atraídas por los «americanos»”[3].
Tras la desconfianza y la inercia intelectual, finalmente se adopta una política de liberalización de precios, a lo que hay que sumar, como destaca Foucault, la adhesión al proyecto de Erhard por parte de sectores como la Democracia Cristiana e influyentes figuras como la del jesuita Osvald von Nell - Breuning (1890-1991), quien fue miembro del Consejo Científico del Ministerio de Economía. Hay que destacar, asimismo, la adhesión del líder sindical Theodor Blank (1905-1972) y la de la socialdemocracia alemana. En palabras de Foucault:
“Por lo tanto, para entrar en el juego político de la nueva Alemania, era menester que el SPD adhiriera a esa tesis del neoliberalismo; si no a las tesis económicas, científicas o teóricas, sí al menos a la práctica general en cuanto práctica gubernamental de ese neoliberalismo”[4].
Foucault hace referencia al Programa Bad Godesberg (1959) y el significado de este para la socialdemocracia alemana. Como resultado de lo anterior, la socialdemocracia rompió con la teoría y el socialismo marxista, para así entrar en el juego de la “gubernamentalidad neoliberal” tal como fue definida por Ludwig Erhard.
En cuanto al neoliberalismo en su versión norteamericana, Foucault explica los tres elementos contextuales que le dieron origen. El primer elemento contextual fue la reacción ante la expansión de la esfera de influencia del Estado, específicamente, el New Deal implementado durante el gobierno de Franklin D. Roosevelt y las políticas keynesianas en general. Dentro de este contexto Foucault destacacomo texto fundamental del neoliberalismo el de Henri C. Simons titulado “Un programa positivo para el laissez - faire”. El segundo elemento contextual es la reacción ante el Plan Beveridge, el nacimiento de la Seguridad Social y, en general, todos los proyectos de intervencionismo social que se desarrollaron durante la guerra. Dentro de este contexto destaca Foucault una serie de textos y artículos críticos de Henri C. Simons, siendo el más interesante uno titulado “Program Beveridge: an unsympathetic interpretation”. El tercer elemento contextual es aquel que estuvo constituido “por los programas sobre la pobreza, la educación, la segregación, que se desarrollaron en Norteamérica desde la administración Truman hasta la administración Johnson, y a través de esos programas, claro, el intervencionismo del Estado, el crecimiento de la administración federal, etc”[5]. De acuerdo a lo anterior concluye Foucault:
“Creo que esos tres elementos : la política keynesiana, los pactos sociales de guerra y el crecimiento de la administración federal por medio de los programas económicos y sociales, constituyeron el adversario, el blanco del pensamiento neoliberal; éste apuntó a todo eso, se opuso a todo eso, para formarse y desarrollarse…ese contexto inmediato es desde luego del mismo tipo del que encontramos, por ejemplo, en Francia, donde el neoliberalismo también se definió por oposición al Frente Popular, a las políticas keynesianas de la posguerra [y] a la planificación”[6].
A continuación Foucault explica que existen diferencias entre el neoliberalismo norteamericano y el europeo. Por ejemplo, en el caso del liberalismo norteamericano, este, en el momento mismo de su fundación, no se presentó, como en el caso francés, como un
“concepto de principio moderador con respecto a una razón de Estado preexistente, pues, justamente, el punto histórico de partidade la formación de la independencia de los Estados Unidos está constituido, al contrario, por reivindicaciones de tipo liberal, reivindicaciones, además, esencialmente económicas…El liberalismo entró en juego como principio fundador y legitimador del Estado. No es el Estado el que se autolimita mediante el liberalismo, es la exigencia de un liberalismo la que se convierte en fundadora del Estado”[7].
Otra diferencia que destaca Foucault es que el tema de discusión en Estados Unidos no fue, como en Europa, la unidad de la nación, su independencia, el Estado de derecho, etc. Añade Foucault que, en este contexto de intervencionismo y keynesianismo, el neoliberalismo encontró un doble anclaje: en la derecha y en la izquierda. En la derecha, en nombre de la tradición liberal histórica y económicamente enemiga de todo lo que fuese sinónimo de socialismo. En cuanto a la izquierda, apeló a aquel sentimiento que se oponía al desarrollo y expansión de un Estado militarista e imperialista. Más adelante continúa explicando Foucault que el liberalismo norteamericano (o neoliberalismo) se trataría de una suerte de “reivindicación global, multiforme, ambigua, con anclaje a derecha e izquierda. Es así mismo una especie de foco utópico siempre reactivado. Es también un método de pensamiento, una grilla de análisis económico y sociológico”[8]. Foucault destaca la figura de Hayek quien afirmaba que el liberalismo debía transformarse en un pensamiento vivo y que debería también tener su propia utopía, ya que un error del la tradición liberal había el de haber dejado a los socialistas la tarea de fabricar utopías.
Más adelante Foucault destaca otro dos aspectos del neoliberalismo: la teoría del capital humano y el análisis de la criminalidad y la delincuencia. En relación al primer aspecto el autor explica que los economistas clásicos habían dejado una página en blanco o un terreno inexplorado: el del trabajo. La economía política jamás realizó un análisis cualitativo del trabajo y lo neutralizó reduciéndolo exclusivamente al factor tiempo. Tal situación se mantuvo con Keynes y sus seguidores, donde el trabajo era un factor de producción pasivo. En relación a Marx, el pensador alemán, como ya tuvimos oportunidad de ver en otro artículo , redujo el trabajo al trabajo abstracto, esto es, “el trabajo concreto transformado en fuerza de trabajo, medido por el tiempo, colocado en el mercado y retribuido como salario…es un trabajo que…está amputado de toda su realidad humana, todas sus variables cualitativas, y justamente – eso es, en efecto, lo que muestra Marx – la mecánica económica del capitalismo, la lógica del capital, sólo retiene del trabajo la fuerza y el tiempo”[9].
Con el neoliberalismo esto cambia radicalmente ya que el trabajo será reintroducido dentro del campo de análisis económico. Aquí Foucault destaca la labor de dos economistas de la Universidad de Chicago: Theodore Schultz (1902-1998) y su obra “Investment in Human Capital” y Gary Becker (1930 - 2014) conocido por obras tales como “Human Capital”. En relación a la interpretación de Marx sobre el trabajo, Foucault, poniéndose en el lugar de los neoliberales, señala que la abstracción que hace Marx no es obra del capitalismo real, sino que es fruto de la teoría económica que se ha elaborado sobre la producción capitalista. En palabras de Foucault:
“La abstracción no procede de la mecánica real de los procesos económicos, procede de la manera como se ha reflexionado sobre ella en la economía clásica. Y justamente porque la economía clásica no ha sido capaz de hacerse cargo de ese análisis del trabajo en su especificación concreta y sus modulaciones cualitativas, porque dejó esa página en blanco, esa laguna, ese vacío en su teoría, se precipitó sobre el trabajo toda una filosofía, toda una antropología, toda una política cuyo representante es precisamente Marx”[10].
Tenemos entonces que, de acuerdo a Foucault, la economía clásica, incluyendo a Marx, concibió el trabajo de manera abstracta omitiendo así su especificación, sus “modulaciones cualitativas” y los efectos económicos de estas. Lo anterior respondería al hecho de que la economía clásica nunca contemplaron el objeto de la economía en otros términos que los del proceso, el capital, inversión, máquinas, etc. Con el neoliberalismo ocurre un radical cambio de enfoque que queda reflejado en la definición de economía elaborada por el economista inglés Lionel Robbins (1898-1984) que, para Foucault, es uno de los fundadores del neoliberalismo:
“la economía es la ciencia que estudia la conducta humana como una relación entre fines y medios escasos que tienen usos alternativos”.
Para los neoliberales, explica Foucault, la economía no debe consistir en el estudio de los mecanismos de producción y de intercambio, sino que debe ser el estudio de la naturaleza de las decisiones sustituibles, es decir, “el estudio y el análisis del modo de asignación de recursos escasos a fines que son antagónicos, o sea, fines alternativos, que no pueden superponerse unos a otros”[11].
El énfasis ya no está puesto en el análisis de mecanismos relacionales entre cosas o procesos, donde el trabajo es sólo una parte del engranaje dentro de un proceso donde intervienen el capital, la inversión y la producción. Como señala Foucault, el análisis neoliberal se enfoca en la racionalidad interna, la programación estratégica de la actividad de los individuos. El neoliberalismo coloca su foco en el trabajo pero no a la manera a como lo hizo la economía clásica. El análisis neoliberal del trabajo parte situándose desde el punto de vista del trabajador, para así saber cómo utiliza el trabajador los recursos de los que dispone. Dentro de este análisis el trabajo termina por descomponerse en capital y renta.
Foucault explica como procedía el análisis de un Schultz o un Becker. En primer lugar tenemos la pregunta, ¿por qué trabaja la gente?, y la respuesta es que las personas trabajan para poder contar con un salario. Ahora bien, ¿qué es un salario? Respuesta: un ingreso. Desde el punto de vista del trabajador, señala Foucault, el trabajo no sería el precio de venta de su fuerza de trabajo, sino que sería un ingreso, tal como lo entendía el economista norteamericano Irving Fisher, esto es, el producto o rendimiento de un capital. Por otro lado, el capital sería la fuente de ingresos futuros. Continúa explicando el pensador francés:
“Ahora bien, ¿qué es el capital cuya renta es el salario?...es el conjunto de los factores físicos, psicológicos, que otorgan a alguien la capacidad de ganar tal o cual salario, de modo que, visto desde el lado del trabajador, el trabajo no es una mercancía reducida por abstracción a la fuerza se trabajo y el tiempo [durante] el cual se lo utiliza”[12].
Tenemos, pues, un trabajo que se escinde en capital y renta, y este capital que hace posible una renta futura (el salario) es un capital que es indisociable de su poseedor. El trabajador se asemeja a una máquina que produce y va a producir a lo largo de un determinado tiempo un flujo de ingresos. Pero Foucault se aleja de la interpretación de Marx en el sentido de que no considera que el capitalismo convierte al trabajador en máquina, manteniéndolo en un estado de perpetua alienación. Esta máquina constituida por la idoneidad del trabajador no se vende de manera puntual en el mercado de trabajo a cambio de un salario , sino que el trabajador recibirá una remuneración durante un período mediante una serie de salarios. En otras palabras, está máquina (en un sentido positivo del termino, es decir, como generadora de ingresos), que tiene un período de vida útil, esto es, un período de utilidad, obsolescencia y envejecimiento, recibirá un flujo de salarios que, en un comienzo serán bajos, para luego aumentar gradualmente y posteriormente disminuir a medida el trabajador envejece.
A continuación Foucault añade que con el neoliberalismo norteamericano hay un retorno al “homo oeconomicus”, pero no en a la versión clásica, es decir, no como el “socio del intercambio”, sino que el homo oeconomicus entendido como un empresario y un empresario de sí mismo, que es su propio capital y su propio productor. Foucault pasa a examinar el concepto mismo de “capital humano” diferenciando su dimensión innata-genética y la adquirida. La segunda sabemos que es fruto de una serie de factores: composición familiar, educación familiar, escolarización, educación universitaria, condición económica, nivel cultural del ambiente familiar, experiencia, etc. En cuanto a la primera dimensión del capital humano, Foucault profundiza en su significados y deja en el tapete el tema sobre los futuros problemas y desafíos que puede implicar la manipulación genética con miras de poder potenciar más aún ese capital humano desde el punto de vista biológico. Para terminar con Foucault podemos añadir un último rasgo del neoliberalismo norteamericano que consiste en someter al análisis económico temáticas que antes habían escapado completamente a tal óptica y que habían sido abordadas por otras disciplinas. Al respecto escribe Foucault:
“Siempre en ese mismo proyecto de analizar en términos económicos tipos de relaciones que hasta aquí estaban más en el ámbito de la demografía, la sociología, la psicología, la psicología social, siempre en esa perspectiva, los neoliberales intentaron analizar, por ejemplo, los fenómenos del matrimonio y de lo que pasa dentro de una pareja, es decir, la racionalización propiamente económica que constituye el matrimonio en la existencia de los individuos”[13].
Incluso el aparato analítico neoliberal somete a una crítica al aparato gubernamental. En palabras de Foucault:
“…en el liberalismo clásico se pedía al gobierno que respetara la forma del mercado y dejara hacer. Aquí, el dejar hacer se invierte para transformarse en un no dejar hacer al gobierno, en nombre de una ley del mercado que permitirá juzgar y evaluar cada una de sus actividades. De ese modo queda invertido el laissez-faire y el mercado ya no es un principio de autolimitación del gobierno, es un principio que se vuelve contra él. Mientras el siglo XIX había buscado establecer, frente a la acción gubernamental y contra su desmesura, una especie de jurisdicción administrativa que permitía juzgar la acción del poder público en términos de derecho, ahora tenemos una especie de tribunal económico que pretende juzgar la acción del gobierno desde el punto de vista estricto de la economía y el mercado”[14].
Artículos complementarios
En busca del Neoliberalismo (1): ¿De qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)
En busca del Neoliberalismo (2): Los 13 Mandamientos (por Jan Doxrud)
En busca del Neoliberalismo (3): Más interpretaciones (por Jan Doxrud)
En busca del Neoliberalismo (4): El análisis de Michel Foucault (por Jan Doxrud)
En busca del Neoliberalismo (5): ¿Un nuevo liberalismo? (por Jan Doxrud)
Fin parte 4
[1] Enrique Ghersi, El mito del neoliberalismo, Ponencia en la reunión regional de la Mont Pelerin Society, Chattanooga, 18 al 22 de septiembre, 2003 (ensayo en línea: http://www.cepchile.cl/dms/archivo_3396_1768/r95_ghersi_neoliberalismo.pdf)
[2] Michel Foucault, Nacimiento de la biopolítica (Argentina: FCE, 2010),192-193.
[3] Jesús Huerta de Soto, ed., Lecturas de economía política, vol. II (España: Unión Editorial, 2008), 258.
[4] Ibid., 115.
[5] Ibid., 251-252.
[6] Ibid., 252.
[7] Ibid., 252-253.
[8] Ibid., 254.
[9] Ibid., 258-259.
[10] Ibid., 259.
[11] Ibid., 260.
[12] Ibid., 262.
[13] Ibid., 282.
[14] Ibid., 286.