(X) El “Socialismo del Siglo XXI: Juan Carlos Monedero, ideólogo de “Podemos” (por Jan Doxrud)
Abordemos ahora a uno de los principales ideólogos de “Podemos”. En lo que sigue realizaré un breve análisis del contenido ideológico del partido que hasta ahora hace furor en España: Podemos. Este partido contaba con cinco eurodiputados, aunque el 2015 se redujo a dos (Pablo Iglesias y Lola Sánchez) y con una serie de economistas e intelectuales que asesoran al partido o que forman parte de sus filas. Entre estos se encuentran Vicenç Navarro, Juan Torres, Carlos Fernández Liria, Luis Alegre y Juan Carlos Monedero entre otros.
Me centraré en algunas ideas de Juan Carlos Monedero quien cuenta con una serie de libros y artículos. Cabe señalar de entrada que Monedero es un sofista en el peor sentido de el término y un experto manipulador del lenguaje y que, además, padece de una adicción a los neologismos carentes completamente de sentido. En sus escritos podrá encontrar desde marxismo y leninismo, pasando por Dr. House, hasta física cuántica y termodinámica. Sin duda Monedero es un tipo astuto, pero sus escritos no son más que esto: galimatías. Queda advertido el lector: si encuentra que algunas de las frases de Monedero carecen de sentido…bueno es porque en realidad carecen de sentido ( no es una falta de comprensión lectora por parte del lector) de manera que todo el despliegue de nombres, científicos, filósofos, etc. por parte de Monedero no es más que condimento innecesario, meros fuegos artificiales, retórica barata que oculta un pensamiento superficial, confuso y trasnochado….ideas fracasadas bajo nuevos ropajes.
El artículo está dividido en 2 partes: una abordaré brevemente “El gobierno de las Palabras” de Monedero y en la segunda parte entro a abordar el tema del Socialismo del Siglo XXI.
Algunos de los libros de Monedero son “Cansancio del Leviatán. Problemas políticos de la mundialización”, “El gobierno de las palabras. Políticas para tiempos de confusión”, “Curso urgente de política para gente decente”, “La Transición contada a nuestros padres. Nocturno de la democracia española”, y otros libros donde es coautor y en donde trata temas como el de los “indignados” y la constitución europea. Este es un autor cercano, como otros miembros de Podemos, al régimen del fallecido Hugo Chávez (de hecho en youtube están sus clases magistrales para los boliburgueses). Para ser más claro, Monedero fue docente y asesor del régimen y ha sido hasta la fecha un defensor del régimen bolivariano.
1-Monedero y el “Gobierno de las Palabras”
Lo que nos interesa a nosotros es específicamente el tema de socialismo del siglo XXI. En primer lugar haré brevemente alusión a otros temas antes de pasar al socialismo del siglo XXI. En su “Curso urgente de política para gente decente”, el autor clama por una recuperación de la política:
“Recuperar la política es decirle al Estado y al mercado que nos devuelvan el control sobre nuestros vínculos y sobre nuestras decisiones. Lo más decente de la vida siempre es con otros. Recuperar la vida como una asociación de gente que sueña parecido. Una asociación libre de gente que ha sido arrojada al mundo y asume, sabiendo que la vida también es un reto, todas las consecuencias. Recuperar la política contra los que organizan el silencio y los que conspiran para la indiferencia. Conjuro para no ser esas marionetas desordenadas, caídas con descuido sobre nuestro propio cuerpo descoyuntado al que le han cortado los hilos de lo frívolo y de lo eterno. Los hilos de la política”[1].
En su “Gobierno de las palabras”, el autor nos hace recorrer un camino donde se nos habla de múltiples temas. Podemos encontrar explicaciones sobre el desarrollo del lenguaje, del encéfalo, de la amígdala, de la hominización y de la humanización. Todo lo anterior es complementado con frases e ideas de Serrat y Vicente Huidobro, para luego pasar a reflexionar sobre la crisis ecológica, financiera, laboral y energética. Luego de avanzar algunas páginas nos encontramos en los terrenos de la neurobiología, para luego pasar al tema de la pobreza en América Latina, así como la feminización de la pobreza y la prostitución infantil . Posteriormente nos encontramos con las enseñanzas de Dr. House. Entre sus enseñanzas esta aquella que señala que mentir es una reacción esencial de los que tienen algo que ocultar. Si se entiende bien a este autor, las ciencias sociales serían una de aquellas disciplina que ocultan algo y, por lo tanto, nos estarían mintiendo. De acuerdo a Monedero, existen una serie de “no preguntas” (que son aquellas que plantea el autor) sobre las cuales hay que poner nuestra atención:
“Detrás de estas no preguntas, está la renuncia intencionada a asumir que hay intereses sociales contrapuestos, que en sociedades signadas por las desigualdades, existen conflictos latentes o explícitos que se activan cuando los actores implicados nombran sus intenciones. Gracias a esas no preguntas tenemos un conato de explicación desde las ciencias sociales de cómo es posible que en el año 2009 los representantes políticos de los principales países desarrollados del planeta hablaran de reconstruir un capitalismo con rostro humano y apenas un año después pusieran en marcha en sus países el plan de ajuste más fuerte que se ha conocido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Demasiada oscuridad. El miedo (el shock recomendado por Milton Friedman en el Chile de Allende, como bien lo explicó Naomi Klein) invita a la parálisis ciudadana”[2].
En opinión de Monedero, la ciencia social debe dedicar parte de sus esfuerzos a “desenmascarar falsedades y falsarios que amenazan la convivencia con riesgo planetario. Le corresponde a la ciencia social establecer una cadena de causalidades que abra la caja negra de los privilegios, esos que nos han traído al actual momento en donde se registran las mayores desigualdades de la historia de la humanidad”[3].
Más allá de esta montaña rusa de informaciones de distinto tipo y de cambios interdisciplinarios repentinos, quisiera quedarme con una idea del autor antes de pasar a abordar el socialismo del siglo XXI. A Monedero le preocupa el tema del lenguaje debido a su potencial constructivo de realidades, así como su potencia emancipadora. El autor denuncia que en el siglo XXI las palabras han sido hurtadas, que los significados han sido violentados y que los discursos han sido encanallados. Esto es el resultado de las operaciones de “carteles de intelectuales” que operan dentro de sus “laboratorios” o “think tanks”, donde diseñan las “estrategias discursivas”. Al parecer, el mundo es para Monedero una lucha de discursos y de interpretaciones, por lo que dentro de su proyecto de erigir un nuevo socialismo, la reforma del lenguaje es crucial, ya que para nuestro autor el lenguaje es “como arma de transformación y bálsamo reconfortante”, por lo que se vuelve una urgencia recuperar el lenguaje que ha sido hurtado. Para el autor, nosotros somos víctimas de “relatos al servicio de la identificación con modelos que son funcionales para la reproducción del marco existente, para la creación de una actitud conformista, herramienta de intereses particulares presentados como intereses…”[4]. Siguiendo una estrategia similar a la de Haiman El Troudi, se debe confrontar esta hegemonía con una “contrahegemonía”. El gobierno de las palabras es fundamental para extender la “hegemonía”, concepto que tienen una presencia transversal en la mayor parte de los escritores socialistas. En palabras de Monedero:
“Como vio con claridad Antonio Gramsci, la principal táctica del poder es crear hegemonía para garantizar la dominación, extender un sentido común que descanse sobre la aceptación de la obediencia, convencer de la condición natural de las desigualdades; a fin de cuentas, que haga de cada conciencia un vigilante atento encargado de la propia opresión. Cuando los intereses de la minoría se logran presentar como los intereses de la mayoría, la dominación ha avanzado buena parte de su camino”[5].
En el capítulo III el autor dedica una buena parte al lenguaje y sus diversos usos. En una parte escribe:
“El ser humano, finito, no puede moverse si carece de mapas para cartografiar su territorio. De manera que quien nombra, hace valer, en resumidas cuentas, su interpretación de las cosas. Y esa interpretación, por lo común, beneficia a quien la hace. Nombrar es hacer política: obliga al colectivo que escucha esos nombres a interpretar la realidad de una manera concreta”[6].
Más adelante el autor explica que de lo que se trata es de construir un acuerdo entre las palabras heredadas, la experiencia propia (individual) y la experiencia compartida. De acuerdo a Monedero se hace necesario rearmar un juego común donde cada elemento tenga responsabilidades particulares:
1. “Las palabras heredadas no deben actuar como freno en el camino emancipador (por ejemplo, negando las alternativas de validez general que nazcan de colectivos organizados).
2. La experiencia propia no debe negar las constricciones materiales propias de nuestra interacción con el resto de elementos que configuran la sociedad y el planeta (sería lo que ocurriera cuando nuestro egoísmo nos llevase a confundir los intereses propios con las exigencias sociales).
3. La experiencia compartida debe estar dispuesta a darse nuevos nombres y a reconocer la realidad en ellos (por ejemplo, cuando considera inmoral la pederastia o el trabajo infantil).
4. Los nuevos nombres no pueden aislarse ni pretender sobrevivir en burbujas. Por el contrario, tienen que referenciarse en marcos sociales amplios que les permita respirar en su nueva significación.
5. De ahí que sea menester de pensar palabras como democracia, participación, igualdad, mujer, indígena, inmigrante, trabajo, medio ambiente para repensarlas acompañadas de un marco de comprensión que en verdad las renueve y las ponga al servicio de cotas más altas de libertad y justicia”[7].
Sin duda este tema sobre el lenguaje es interesante y relevante, y así lo piensan muchos de estos autores, que son conscientes de que este tiene la capacidad de “obligar al colectivo”. En resumen, el lenguaje es poder ya que crea nuevas realidades por medio del nombrar, de manera que para Monedero la pobreza y el pobre existen en el momento en que son nombrados y representados por medio de la palabra. Es más, de acuerdo al autor, los nombres construyen tanto poder, que Occidente ha dedicado enormes esfuerzos a unos pocos de ellos. Explica que, con unos pocos conceptos, la modernidad europea lanzó su red de poder al mundo, por ejemplo, por medio de los conceptos como “Oriente despótico y fundamentalista”, “el salvaje” (no occidental), “progreso” , la “naturaleza cruel y exterior a nosotros”, etc. Pero como he argumentado en otro articulo (aquí), el mundo no puede ser reducido al lenguaje como pretendieron hacerlo autores desde Heidegger a Derrida que filosofaban dándole la espalda a la realidad, a la ciencia y la lógica. Así como el ser humano no puede ser reducido a electrones, células o agua, tampoco puede ser reducido al lenguaje
De acuerdo a nuestro autor, en una interpretación epistemológica - sociológica de las causas profundas de los lanzamientos de las bombas atómicas señala: “el separar objeto y sujeto (por un lado la naturaleza, por otro, el científico que la estudiaba y manipulaba) fue una manera de operar de la burguesía que no se pondría en cuestión hasta el uso de la bomba atómica en 1945 contra población civil en Hiroshima y Nagasaki”[8]. A esto añade Monedero que “la mujer, también considerada naturaleza, sigue aún hoy, ya entrado el siglo XXI, condenada a carecer de libertad propia pese a los muchos avances alcanzados. Al ser definida por los hombres, la palabra mujer trae consigo la sumisión que frena su emancipación”[9]. Podemos también añadir, teniendo en consideración la “filosofía de la ciencia” de Monedero (a la que me referiré a continuación), que lo anterior fue producto del paradigma mecanicista - cartesiano que tiende a ver la naturaleza como algo disponible para el hombre, y por ende, objeto de su explotación.
Otra de las propuestas del autor es que, “frente a la oferta de consumo permanente, frente a la huida hacia delante de la guerra, frente a embrutecimientos alienantes, frente a salidas individuales de muy corto alcance, se trata de aprender, transformar y disfrutar, entendidos como una propuesta universal donde la vida digna de cada cual no sea un impedimento para una vida igualmente digna de los demas” [10]. Aprender sería el mandato trascendente de nuestra condición de homo sapiens, de seres racionales. Transformar consiste en dejar el mundo un poco mejor de como lo encontramos y en asumir nuestra condición de homo faber , de animal que trabaja. Por último, tenemos que disfrutar, “hacer real la condición de homo ludens, animal que crea excedente y gana tiempo libre, que se divierte, que lucha contra la muerte y no la acepta con resignación, que le quita pecado a las cosas y que, por eso mismo, no frivoliza con ninguna cosa importante”[11]. En esta obra el autor escribe sobre un tema que se repite en su escrito sobre el socialismo del siglo XXI, que guarda relación con su concepción de la ciencia. Este discurso sobre las ciencias es similar a aquel que encontramos en el popular libro de Fritjof Capra “El tao de la física” o “La danza de los Maestros de Wu Li” de Gary Zukav, al cual podemos también añadir un dosis intelectual de Boaventura de Sousa Santos y su “epistemología del sur”, “descolonización del saber” y el “epimesticidio” (muerte de un conocimiento local por otro).
Lo que se pone de relieve en estos libros es el cambio de paradigma producto de los descubrimientos realizados por Einstein y los demás científicos como Bohr, Schrödinger, Heisenberg, etc. En palabras de Capra, tanto la teoría de la relatividad y la física atómica vinieron a destruir “todos los conceptos principales de la concepción newtoniana del mundo: la noción de tiempo y espacio absolutos, las partículas sólidas elementales, la naturaleza estrictamente causal de fenómenos físicos y el ideal de una descripción objetiva de la naturaleza”[12]. Aunque hay verdad en esta afirmación, el problema surge cuando se comienza a extrapolar fenómenos de un campo a otro. Por ejemplo se ha hecho uso y abuso de la “dualidad onda y partícula” para elaborar las teorías más excéntricas, como que no existe el conocimiento objetivo o que tal fenómeno constituye la prueba última del carácter espiritual y material del ser humano. La falacia de la composición abunda en quienes tratan de mantener teorías sobre el macromundo teniendo como argumento las dinámicas que acontecen en el nivel subatómico. Este cambio de paradigma que mencioné, consiste en el paso de una ciencia mecanicista cuantificadora, lineal, jerarquizadora, representada por Bacon, Descartes o Newton, a una cienciaque representa lo contrario, es decir, la no linealidad, la cualidad, la incertidumbre, la integración y la interconexión. Para estos autores, así como para Monedero, el conocimiento racional lleva a cabo la función de “discriminar, medir, comparar, dividir y categorizar. No es de extrañar que el autor justamente cite el libro de Capra. No me ocuparé de Capra y sus analogías forzadas entre la física moderna y las religiones orientales, ya que dediqué hace algunos años un escrito contra esa pretensión.
2-Monedero y el Socialismo del Siglo XXI
Ahora procederé a abordar el Socialismo del siglo XXI de acuerdo a Juan Carlos Monedero tal como lo expone en “Hacia una filosofía política del socialismo del siglo XXI”[13]. La esencia del socialismo o su rasgo principal sería el amor y la empatía radical, por lo que la posibilidad de pensar el socialismo “pasa por una reconsideración de la naturaleza humana y la construcción de un lenguaje diferente sostenido en prácticas diferentes”[14]. En otra parte señala que el socialismo es amor, alegría y paz. Todo lo demás son instrumentos para lograrlo. Más adelante ofrece la siguiente definición de la sociedad socialista:
“Por nuestra parte, entendemos que una sociedad socialista es: un sistema de organización social, política, normativa, económica y cultural que busca la libertad y la justicia, armonizando para ello los recursos materiales, institucionales e intelectuales de la sociedad, con el objeto de conseguir la igualdad de capacidades personales, la libertad de individuos y colectivos, la solidaridad entre los miembros de la comunidad, la defensa de las diferencias, el respeto medioambiental, la paz entre las naciones e iguales condiciones para todos los pueblos del mundo”[15].
En relación al socialismo del siglo XX, Monedero señala que estetuvo cuatro rasgos. El primero fue su eficiencia, es decir, su capacidad para incorporar una parte considerable de la humanidad a la modernidad. El segundo rasgo es su atrocidad, es decir, los abusos de los “socialismos realmente existentes”. Ejemplos de esto fueron el gulag, los muros, las purgas, los presos políticos, la falta de democracia representativa, la creación de enemigos del pueblo, la eliminación de la disidencia, etc. El tercer rasgo es el heroísmo, que tuvo como gesta para la humanidad el haber frenado el avance del nacionalsocialismo de Hitler. El cuarto y último rasgo del socialismo del siglo XX fue su ingenuidad y esto se explica por cinco razones que citamos en su totalidad:
La primera ingenuidad fue su creencia de que bastaba solo con asaltar el aparato del Estado para poder, desde ahí, cambiar el régimen social. Tal ingenuidad se encontraba presente en el propio Marx pues, quien estaba convencido de que, una vez derribado el capitalismo, se transitaría a un reino de armonía. Tal ingenuidad llevó a que desarrollara ni una teoría de la transición ni de la justicia ni del Estado a la altura de los retos que vendrían. Así, para el español, una vez alcanzado el pode, todo lo que vino posteriormente fue improvisación, “de ahí que Lenin decidiera interpretar en cada momento el rumbo del proceso, mientras que otros marxistas le reprochaban las prisas y el no adecuarse a los ritmos marcado.s por Marx, convertido en oráculo. A esto, eres autor añade otros 4 puntos que cito íntegramente
2. Por creer que bastaba con la creación de un partido único, regido por el centralismo democrático (la información circula de abajo arriba y las órdenes de arriba abajo), para regular la sociedad y dar respuesta a sus evoluciones o aunar sus diferentes voluntades. Sólo pensándose que hay una sola verdad y que se está en posesión de la misma puede postularse la existencia de un partido único.
3. Por creer que nacionalizando los medios de producción y controlándolos desde el Estado se podrían satisfacer las necesidades sociales de manera más eficaz y abundante que en el capitalismo (en este caso, leyendo mal a Marx, el trovador más apasionado del desarrollo capitalista de las fuerzas productivas). Nacionalizar los medios de producción no significa socializarlos.
4. Por creer que lo que servía para Rusia podía trasladarse a otros países con trayectorias diferentes, historias diferentes, cosmovisiones diferentes (es la amargura de un Mariátegui alertando a los ortodoxos de la necesidad de un marxismo latinoamericano que no fuera «ni calco ni copia» del soviético).
5. Por creer que un crecimiento ininterrumpido traería un reino de la abundancia que terminaría con todos los problemas humanos y sociales, ignorando la necesidad humana de trascendencia, el agotamiento del planeta y los problemas del productivismo heredado por la modernidad. En la misma dirección, por incorporar la idea del fin de la historia y no entender que el socialismo también es histórico y que, por tanto, cambia con las sociedades, debiendo estar abierto para incorporar nuevas necesidades (por ejemplo, la sensibilidad ecológica)”[16].
En cuanto al socialismo del siglo XXI, Monedero afirma que este no es una mera referencia cronológica vacía, sino que es una metáfora que nos recuerda que lo sustantivo permanece, esto es, el socialismo como organización que supere el capitalismo, y en dondelo adjetivo cambia, vale decir, que el contorno que adquiera en el siglo XXI va a ser diferente del socialismo del siglo anterior. El socialismo del siglo XXI, de acuerdo a Monedero, necesita una “trascendencia sin dios, una espiritualidad laica que se ocupe de dar un sentido a la vida humana sobre bases filosóficas y vitales (no meramente funcionales o utilitaristas, pues para eso bastaría un buen código de derecho civil)”[17]. Como otros autores, Monedero también explica que este socialismo se hace al andar, como el camino machadiano, de manera que no existen recetas o fórmulas fijas, en otras palabras, se aboga por un socialismo “sin calco ni copia” como afirmaba Mariátegui. En la construcción del nuevo socialismo no hay espacio para que continúe la hegemonía del Estado moderno, del capitalismo y el de la modernidad. Monedero a clara que no se trata de abolir el Estado, el capitalismo y modernidad, sino que se trata de desbordarlos, esto es, sustituirlos por equivalentes funcionalmente superiores y valorativamente acorde con la moral de justicia y libertad socialistas. Añade Monedero que la superación del Estado debe formar parte del desafío del socialismo del siglo XXI y evitar caer en los mismos errores que los socialismos del siglo XX, esto es, la burocratización, la exclusión ciudadana y la pérdida d iniciativa. A pesar de lo anterior, no debe abolirse inmediatamente el Estado, ya que este tiene la tarea de empoderar a la ciudadanía, recuperar las riquezas nacionales y frenar los intentos internos o externos de desestabilización. En este tema, Monedero cita las palabras del sociólogo chileno Tomás Moulian:
“Una política socialista debe recuperar de forma nueva el ideal originario de la desestatización. El mejor Estado es aquel desde donde se puede combatir contra el propio Estado, desarrollando la asociatividad de ciudadanos, trabajadores y productores”[18].
En cuanto al sujeto de emancipación, es claro que ya no puede ser como antaño la figura del proletario, ya que la sociedad actual se ha vuelto más compleja. Lo anterior significa que el socialismo del siglo XXI ha pluralizado el sujeto social de emancipación, vale decir, que el trabajador todavía existe, ya que no puede haber capitalismo sin estos, pero estos trabajadores, señala Monedero, no construyen una universalidad, una voluntad colectiva que pueda representar a todo el mundo. Continúa Monedero:
“Las necesidades objetivas de los trabajadores…no pueden coincidir con las necesidades subjetivas de una población que no encuentra su identidad en el ámbito laboral –como ya hemos dicho, mujeres, indígenas, ancianos, minorías sexuales, ecologistas, etc.”[19].
De ahí el autor cree necesario que una de las tareas del socialismo del siglo XXI es encontrar el “mínimo común denominador de la pluralidad de luchas y de la pluralidad de dominaciones (Mouffe)”[20]. El nuevo socialismo pone el énfasis en la “igualdad de capacidades” que constituiría una fórmula superior a la igualdad de oportunidades. Tal igualdad de oportunidades no garantiza el resultado o la igualdad de resultados y puede, por lo demás, suponer una homogeneización que robaría la libertad individual. Por su parte, la igualdad de capacidades es para Monedero una fórmula superior al “a cada cual según sus necesidades” y “de cada quien según sus posibilidades” ya que es menos autoritaria (a cada cual según sus capacidades) y no desresponsabiliza y, por ende, no roba la dignidad a las personas (de cada quien según sus capacidades). Este nuevo socialismo también se aleja de ese socialismo científico-mecánico, que señala que existe un rumbo necesario y predecible a la emancipación. Pero Monedero no sólo defiende la idea de un “socialismo humanista” frente al “socialismo científico”, sino que ataca a la misma ciencia, debido a su arrogancia. En palabras del autor: “La ciencia moderna ha sido profundamente arrogante, de manera que todo lo que no encajaba dentro de su concepción científica era descalificado como «no ciencia», esto es, como superchería, magia, prejuicios, etc”[21]. A continuación continúa Monedero:
“Una ciencia que crea medicinas para curar enfermedades que ella misma ha creado. Una ciencia basada en la cuantificación y las ecuaciones que fue expulsando de la humanidad lo único que entrega a la humanidad serenidad, paz y alegría: todo aquello que no puede medirse”[22].
La idea de Monedero es que la visión mecánica y lineal de la vieja ciencia cuyos representantes son, entre otros, Descartes o Newton, ha sido reinterpretada por los nuevos descubrimientos como los de Einstein o Niels Bohr. En resumen, hay que trascender ese paradigma reduccionista, mecanicista, lineal y cuantificador, así como el “Pienso luego existo” de Descartes, que de alguna manera representa ese paradigma. Es más, se trata de superar el “pensamiento moderno” por ser “arrogante y torpe”. De acuerdo a lo anterior, habría que seguir el camino trazado por Louis Althusser quien diferenció entre el Marx científico y el Marx humanista. En palabras de Monedero:
“Si nos empeñamos en que el socialismo es científico ¿qué hacemos con los indígenas a los que no les gusta hablar de socialismo sino que prefieren hablar de dignidad? Si el socialismo es científico ¿de nada sirven entonces las experiencias particulares de los grupos, las diferentes historias , las distintas suertes? Si el socialismo científico nace con la clase obrera ¿no hay salvación en los modelos previos al desarrollo capitalista? Si cada vez hay menos leyes en las ciencias duras, qué no ocurrirá con las ciencias sociales…”[23].
Para Monedero, al decir a los distintos grupos que están intentando alcanzar diversas formas de emancipación que sus esfuerzos no son científicos, estaríamos comportándonos como colonialistas y eurocentristas arrogantes. Concluye Monedero que el socialismo del siglo XXI debe encontrar “la necesaria síntesis entre la voluntad y la necesidad, entre la relevancia de actores que quieren romper con un estado de cosas y las obligaciones objetivas que marca un determinado desarrollo social, unas posibilidades materiales, una correlación de fuerzas”[24].
Para esto es necesario romper con lo que el autor denomina la “cadena de amortiguamiento del dolor” propia de la sociedad del espectáculo. Monedero nos invita a transitar por la ecuación “doler-saber-querer-poder-hacer” para lograr la transformación. Si no podemos experimentar ese dolor ante el hecho social, entonces no habrían razones para el cambio. Por el contrario, cuando el dolor se conceptualiza, se convierte en saber y deja de entenderse como algo natural y necesario. Paso seguido el dolor “se hace conocimiento” y se percibe como algo ajeno, enemigo de la vida digna, de manera que una vez que pensamos el dolor y lo convertimos en conocimiento, nace la voluntad de querer acabar con el dolor, pero no basta desearlo. Es aquí, señala Monedero, donde surge el momento político: el del poder y la transformación. De acuerdo a lo anterior, tenemos que “el ciclo repetido de «doler-saber-querer-poder-hacer» construye sociedades virtuosas donde la dignidad humana se respeta profundamente”[25].
En cuanto a las bases del socialismo del siglo XXI, Monedero afirma que hay que encontrarlas en una serie de sucesos junto a las reflexiones que generaron:
-El derrocamiento de la Primavera de Praga en 1978 por las fuerzas del Pacto de Varsovia.
-La creación del sindicato polaco disidente Solidaridad en los astilleros de Gdansk.
-Las victorias de la derecha en Europa y Estados Unidos (Juan Pablo II-1978; Thatcher-1979, Reagan- 1980, Kohl-1981).
-La caída del Muro de Berlín de 1989.
-El nombramiento de Carlos Salinas de Gortari en México en 1988, de Carlos Saúl Menem en Argentina y de Carlos Andrés Pérez en Venezuela, ambos en 1989.
-La pérdida del poder de los sandinistas en 1990.
-La enunciación del Consenso de Washington en 1990 (carta fundacional del denominado "neoliberalismo").
-La disolución de la URSS en 1991 y el levantamiento zapatista de 1994,
-La fundación en 1980 de Los Verdes en Alemania (con las banderas del socialismo, el ecologismo, la democracia de base, la no violencia y el antiautoritarismo).
-El desarrollo de la teología de la liberación, con la fecha emblemática de 1973, cuando el peruano Gustavo Gutiérrez Merino editó el primer libro sobre el tema Historia, política y salvación de una teología de liberación (que obligaría a pluralizar el sujeto), etc.
En cuanto al objetivo de la filosofía política delsocialismo del siglo XXI, estedebiera incorporar una serie de presupuestos capaces de competir con la hegemonía liberal. Monedero señala que El socialismo del Siglo XXI debiera establecer los siguientes aspectos que cito de manera completa:
1. “Insistir en la condición dual del ser humano, con su gen egoísta y su gen solidario, siendo este último una garantía biológica de supervivencia para ese mamífero desvalido que es el ser humano, y un elemento de consciencia que permita otorgar sentido a la vida. La búsqueda de la inclusión y del autogobierno no pueden, por tanto, entenderse al margen de la inclusión y el autogobierno universales.
2. Entender que el «hombre nuevo» es el hombre viejo en nuevas circunstancias. De ahí que una diferencia esencial con el liberalismo esté en un diseño institucional al que se le da mucha relevancia y que no puede ser replicado a partir de modelos eurocéntricos. Para el socialismo, las instituciones tienen valores (no son neutrales). Y dentro de las instituciones, son de gran relevancia aquellas que permiten la libre comunicación (principalmente, los medios alternativos y las formas deliberativas de democracia).
3. El autogobierno individual está vinculado a la autodeterminación social (si no hay condiciones básicas, ¿cómo va una persona a autogobernarse?). De ahí que haya que rechazarse el «vota y no te metas en política». Para el socialismo, lo político no se puede reducir a los «grandes momentos», sino que la ciudadanía debe estar constantemente activando su condición de «poder constituyente».
4. No se basa en comportamientos virtuosos individuales (por ejemplo, que un empresario con conciencia social pague un salario digno a sus empleados). En la sociedad hay costos muy altos por expresar opiniones discordantes, de manera que es necesario un diseño institucional para evitar situaciones de castigo (como recuerda Gargarella, los que abren camino con opiniones novedosas o con comportamientos nuevos o que reclaman un nuevo orden de cosas suelen pagar un precio alto por sus iniciativas). Para ello deben abrirse mecanismos de deliberación y decisión colectivas, ya que así, aireando los problemas en la opinión pública, resulta más difícil que los individuos persigan su mero interés. Las contralorías sociales crean límites sociales que son como fronteras, aduanas donde se paga un alto peaje por la búsqueda de cualquier privilegio.”( 91-92)
5. La igualdad debe considerarse como de influencia y capacidades. Deben brindarse las bases de sanidad, educación, libertad y justicia que permitan que la ciudadanía se corresponsabilice de sus decisiones pero que, al tiempo, tenga una verdadera opción material para poder planteárselas.
6. El socialismo da un paso más allá del igualitarismo de un Rawls, que soporta la diferencia ética porque beneficia a terceros. Eso significaría que se está pagando «un precio» (asumiéndose una contradicción) por la igualdad. Pese a que pueda favorecer a otros, esa diferencia significa que habría gente con más capacidad que otros de marcar los asuntos colectivos. Y eso es contrario al socialismo.
7. La propiedad privada no tiene la misma fascinación para un socialista que para un liberal. Por el contrario, en el siglo XXI ha entendido finalmente que hay derechos individuales de gran valor que la izquierda no entendió durante el siglo pasado, despreciándolos al catalogarlos como «derechos burgueses» o «individuales» (habeas corpus, libertad de expresión, de residencia, de movimiento, inviolabilidad de la correspondencia, del domicilio, etc.). De ahí que el socialismo del sigl o XXI tenga mucho de «republicanismo de izquierdas», donde la libertad no es un pago a considerar a cambio de mayores cotas de igualdad.
8. Como gran diferencia con el liberalismo, desde posturas socialistas se asume la existencia de derechos colectivos y de grupos desaventajados, lo que implica asumir que hay una desigualdad de partida. En la misma dirección, el socialismo no puede aceptar el principio liberal de compartimentar o dividir y jerarquizar los derechos, con el fin de separar los civiles y políticos de los sociales y quitarle a estos últimos relevancia o postergarlos. El liberalismo, como filosofía política del capitalismo, tiene claro que sin explotación no hay beneficio y que, por tanto, cualquier forma de redistribución va al corazón del sistema.
9. Por último, hay un posicionamiento respecto de la política real. El socialismo entiende los cambios sociales en su complejidad, prestando atención a la praxis, en este caso a la necesidad de crear las condiciones para que pueda operar el modelo que defiende. El socialismo no puede quedarse al margen del establecimiento de situaciones en donde el objetivo socialista sólo es posible limitando de manera radical las posibilidades que tienen los privilegiados de impedir cualquier cambio social. Esto, como hemos planteado anteriormente, no es un certificado para saltarse la legalidad en nombre de la legitimidad – uno de los principales errores del socialismo del siglo XX–, sino de entregar de manera real y efectiva el poder constituyente a su depositario, esto es, al pueblo consciente y organizado”[26].
[1] Juan Carlos Monedero, Curso urgente de política para gente decente (España: Seix Barral, 2013).
[2] Juan Carlos Monedero, El gobierno de las palabras (España: FCE, 2009), 22.
[3] Ibid., 26.
[4] Ibid., 43.
[5] Ibid., 51.
[6] Ibid., 113.
[7] Ibid., 118.
[8] Ibid., 115.
[9] Ibid.
[10] Ibid., 81.
[11] Ibid., 82.
[12] Fritjof Capra, ElTao de la Física, Editorial Sirio, 2000), 89-90.
[13] Juan Carlos Monedero, “Hacia una filosofía política del socialismo del siglo XXI. Notas del caso venezolano,” Cuadernos del CENDES (Mayo-Agosto de 2008).
[14] Ibid., 72.
[15] Ibid., 79.
[16] Ibid., 87-88.
[17] Ibid., 98-99.
[18] Ibid., 94.
[19] Ibid., 98.
[20] Ibid.
[21] Ibid., 99.
[22] Ibid.
[23] Ibid., 100.
[24] Ibid., 104.
[25] Ibid.
[26] Ibid., 91-93.