(XI) El “Socialismo del Siglo XXI. Haiman El Troudi: capitalismo y neoliberalismo como origen de todos los males (por Jan Doxrud)
Pasaremos ahora a examinar las ideas de Haiman El Troudi, Ministro del Poder Popular para Transporte Terrestre de Venezuela e ideólogo del régimen. Procederemos presentando la concepción que tiene el autor del sistema capitalista, el neoliberalismo, para luego centrarnos en su descripción acerca del nuevo socialismo. Posteriormente examinaré, sin entrar en detalles, el proyecto económico de este autor tal como lo expone en “La Política Económica Bolivariana (PEB)”[1]. Para la primera parte se tendrá como referencia principalmente un “texto para la educación popular” titulado “El capitalismo es un mal negocio. Clave para socialistas”[2]. Para el autor, el capitalismo es una de los múltiples formas de organización de la vida social, por lo que no está llamado a perpetuarse en el tiempo.
El ministro venezolano se propone demostrar su convicción de que el capitalismo es el peor de los regímenes sociales. Las razones de esto son en general las mismas que plantean los autores socialistas. Entre estas, tenemos que el capitalismo divide a la sociedad entre explotadores y explotados, donde el trabajador es separado de los objetos que produce. Tenemos también la existencia de la propiedad privada que constituye el origen de todos los males sociales. Otras críticas del autor es que, bajo el capitalismo, todo adopta la forma de mercancía, desde los bienes hasta el propio ser humano. Bajo el capitalismo, el mercado se convierte en el ámbito por excelencia de las relaciones humanas. Además el mercado se encuentra regido por el valor de cambio que, a su vez, se encuentra regido no por la cantidad de trabajo cristalizado en las mercancías, sino que por la oferta y la demanda. Como consecuencia de este sistema escribe El Troudi:
“En el capitalismo la satisfacción de las necesidades sociales no es lograda a través del valor de uso sino a través del valor de cambio de las mercancías, lo que ellas cuestan en el mercado. Los empresarios se interesan por originar cualquier producto que tenga un mercado asegurado, se interesan por vender para ganar a toda costa sin importarles el bienestar de las personas”[3].
El capitalismo también promueve “antivalores” ya que su perpetuación depende de procesos en donde los seres humanos en lugar de cooperar, deben enfrentarse entre sí a través de la competencia. Dentro del capitalismo prevalece un paradigma propio del darwinismo social donde la supervivencia está reservada sólo para el más apto. Esta es una supervivencia que reposa sobre dos pilares: la ideología y la fuerza. En segundo lugar el capitalismo promueve una cultura individualista y egoísta. En palabras de El Troudi: “El individualismo es la marca estratégica del capitalismo en tanto forma de disolución de la organización social”[4].
En tercer lugar, el capitalismo fomenta la explotación del hombre por el hombre, debido a que el motor del capitalismo es la generación de plusvalía, la apropiación de trabajo excedente, aquel trabajo no remunerado al obrero. En cuarto lugar, el capitalismo promueve un pragmatismo insensible en donde “el fin justifica los medios”. De acuerdo al autor, para los pragmatistas todo debe ser medido de acuerdo con el éxito obtenido en la práctica, lo que se traduce en que si algo no tiene un fin o uso determinado, entonces no hay razón para que tal cosa exista. En quinto lugar, el capitalismo fomenta el consumismo, en el sentido de que las personas son llevadas a consumir cosas innecesarias, producto de la creación de necesidades artificiales difundidas por los medios de comunicación. En palabras de El Troudi:
“El consumismo apoya sus prácticas en manipulaciones publicitarias y en una fabulosa industria de comercialización. Hace uso de todo tipo de armas de propaganda engañosa, fomenta variadas modalidades de crédito y endeudamiento, dicta modas, impone cambios de productos con lapsos cada vez más cortos, establece pautas de consumo, ridiculiza a quien no sigue patrones de compra continua. Un buen ejemplo del manejo publicitario y propagandístico de estimulación al consumo lo representan las invenciones con fines comerciales de días festivos: día de la madre, del niño, del padre, de reyes, las festividades de fin de año, entre otros. Independientemente de motivaciones religiosas o de tradición cultural, el objetivo principal de estas conmemoraciones es fomentar el materialismo consumista, un irresponsable derroche, compras compulsivas”[5].
En sexto lugar, El Troudi acusa al capitalismo de fomentar el culto al fetiche materialista y la corrupción. Este materialismo se manifiesta en la conducta hedonista de las personas que se preocupan por superficialidades y por obtener objetos materiales innecesarios, en lugar de preocuparse de cultivar valores espirituales y morales. La corrupción es sólo una consecuencias de este materialismo hedonista. En séptimo lugar el capitalismo transforma al mundo en un centro comercial a escala planetaria donde todo se compra y se vende. En palabras de nuestro autor:
“El capitalismo comercializa al mundo, todo lo torna mercancía, sea los seres humanos, la recreación, las necesidades vitales, el ocio, la ciencia, la vivienda, el genoma, el trabajo, las semillas, el agua, las ideas, la amistad, los bosques, el sexo, la salud, los sentimiento, la educación, la violencia, el dolor... Todo es mercancía a disposición de quienes tengan dinero. Por tanto, todo es negociable –vendible o comprable-, es decir, todo en este mundo tiene a alguien por dueño”[6].
El octavo punto está conectado con el sexto y es que el capitalismo impone una cultura donde la felicidad equivale a acumulación de riquezas. La novena característica que destaca el autor se relaciona con el séptimo punto y consiste en que la mercantilización del trabajo. El trabajo se transforma en una mercancía más que se compra y vende a cambio de un precio que es el salario. Pero sabemos con Marx que esa mercancía tiene la particularidad de que, al ser consumida, genera un valor excedente que es apropiado por el capitalista. En décimo lugar, el capitalismo fomenta la resignación entre las masas desfavorecidas. El autor resume lo anterior en el siguiente párrafo:
“El capitalismo juega duro en la determinación de actitudes. Por un lado refuerza la especie de la resignación, millones asumen este argumento como válido y se dejan llevar por la fuerza inercial de la explotación humana. Por otra parte, alimenta el sueño de grandeza, tras la promesa de que es posible salir de la pobreza bajo sus reglas; millones se esfuerzan en lograr la fantasía de ingresar como obrero y terminar siendo el presidente de la compañía. Esta doble estrategia para el sometimiento, se apoya en la arquitectura ideológica edificadora de la aceptación silenciosa de una de las dos alternativas capitalistas: La aspiración de ser ricos o la resignación a ser pobres”[7].
No me extenderé sobre los demás puntos ya que se refieren a temas que de alguna manera ya están contenidos en los mencionados. Solamente me referiré a algunos que considero más importantes tener en consideración. Quizás el punto 12, que denuncia la intolerancia del capitalismo, es interesante ya que el autor intenta aglutinar en torno al socialismo y en contra del capitalismo distintas reivindicaciones de otros grupos sociales como feministas, movimientos antixenófobos, ambientalistas, etc.
Para El Troudi la pobreza, el racismo, el sexismo, la xenofobia y otras clases de discriminaciones son consecuencia directa de la dinámica que pone en marcha el sistema capitalista ( así es tal cual). En cuanto al tema ecológico, es decir, la eventual catástrofe medioambiental, también hunde sus raíces en el régimen capitalista de producción. De acuerdo a lo anterior, El Troudi escribe: “La explotación intensiva del planeta por parte del apetito capitalista impacta negativamente en la fragilidad de medio ambiente, el cual amerita un adecuado, planificado y racional aprovechamiento”[8]. Así, la causa de la ecología pasa a ser también la causa del socialismo y una causa contra el capitalismo. En palabras del autor:
“La lucha ecologista es anticapitalista y en consecuencia ecosocialista. El ecosocialismo es una doctrina política que funde las ideas del socialismo y las del ecologismo. A la imputación del capitalismo como un sistema socialmente injusto se carga la recriminación de ser un régimen devastador del medio ambiente, instigador de la destrucción del planeta”[9].
El autor ataca al concepto de competencia (el nervio del capitalismo) que es sinónimo de rivalidad, y aboga por la cooperación como alternativa de desarrollo. También denuncia la falacia de la supuesta libre competencia y denuncia la tendencia monopolista del capitalismo. En esto, El Troudi, sigue al economista egipcio Samir Amin quien identifica el desarrollo de cinco monopolios relacionados con la mundialización imperial: control de flujos financieros a escala mundial, control del acceso a recursos naturales, monopolio de las nuevas tecnologías, el control de los medios de comunicación y el monopolio de las armas de destrucción masivas. En cuanto al liberalismo, este constituye la ideología del capitalismo o su sistema de creencias. Los tres principales principios del liberalismo, de acuerdo al autor, es la defensa de una concepción antropológica del ser humano como egoísta y perseguidor de la felicidad particular, el desarrollo de la libertad individual y el progreso de la sociedad, y por último, el establecimiento de un Estado de Derecho, en el que todos los seres humanos se encuentran sometidos a un mismo marco mínimo de leyes.
El Troudi sintetiza de la siguiente manera los principios del capitalismo:
1. El libre mercado mundial autorregulado, su sueño
2. El pragmatismo, su filosofía de acción
3. La competencia, su lógica
4. El liberalismo, su ideología
5. El egoísmo mezquino, su cultura
6. La acumulación, su presupuesto
7. La riqueza, su promesa
8. El bienestar, su coartada
¿Qué hay del neoliberalismo? Para El Troudi, esta ideología se presenta como la continuación del liberalismo clásico, aunque con la diferencia de que el segundo permitía intervenciones por parte del Estado, mientras que el neoliberalismo no. Los fundamentos filosóficos del neoliberalismo los encuentra principalmente en la figura de Friedrich Hayek y Milton Friedman. Añade que las políticas del neoliberalismo derivan del Consenso de Washington, y operan a través de la OMC y el FMI. Esta ideología contiene dos planteamientos centrales que se aprecian en dos aristas. La primera es el libre mercado y la eliminación de fronteras de capital en el plano internacional. La segunda arista es de orden interno o nacional, y consiste en permitir que los mercados se autorregulen y que el Estado no intervenga.
A continuación se presenta una síntesis de los principales postulados del neoliberalismo:
1. Poca o ninguna intervención del Estado. El Estado no regula precios ni comercio ni realiza control de cambios.
2. Mínima inversión social del Estado en salud, educación, deporte, cultura, etc.
3. Explotación de las fuentes medioambientales disponibles.
4. Privatización y/o liquidación de los servicios y/o monopolios estatales.
5. Congelación de salarios y del salario mínimo en busca de una competitividad internacional.
6. Aumento de los impuestos indirectos, principalmente sobre el consumo (IVA) y disminución de los directos sobre los ingresos altos.
7. Promoción del comercio orientado hacia las exportaciones (se produce para competir en el mercado global). Es decir, dependencia del exterior (economía de puerto) y abandono de la producción orientada a la satisfacción de las necesidades nacionales.
8. Promoción de políticas fiscales atractivas para el capital financiero internacional especulativo. Es decir, ningún impuesto o impuestos muy bajos para las trasnacionales, junto a ayudas y concesiones para atraer inversiones extranjeras.
9. Intervención sobre las variables macroeconómicas desde el lado exclusivo de la oferta para evitar déficit presupuestario y comercial. Esto es, altas reservas internacionales colocadas en los bancos del norte, altas tasas de interés, bajos sueldos para disminuir la inflación, etc.
10. Descalificación del Estado social…Por el contrario, refuerzo de las tareas represivas y militaristas del Estado.
11. Manipulación y alienación de la población a través de los medios de comunicación. Construcción de un imaginario popular en donde el mercado y el neoliberalismo reciben un tratamiento acrítico, al tiempo que se descalifican las protestas asociándolas a formas más o menos suaves de terrorismo.
12. Liquidación de todo pensamiento alternativo, liberador y revolucionario.
13. Fragmentación. Es decir, negación a los pobres y los excluidos de la posibilidad de organización para superar su situación.
14. Siembra de un sentimiento de derrotismo entre los grupos de izquierda y la población en general.
15. Construcción de paraísos artificiales y promoción del consumo directo y virtual[10].
[1] Haiman El Troudi, La política económica bolivariana (PEB) y los dilemas de la transición socialista en Venezuela (Venezuela: Centro de Estudios Políticos Económicos y Sociales (CEPES) y Monte Avila Editores, 2010).
[2] Haiman El Troudi, Ser capitalista es un mal negocio. Claves para socialistas(Venezuela: Centro Internacional Miranda, Monte Aviula Editores, 2007).
[3] Ibid., 46.
[4] Ibid., 55.
[5] Ibid., 59-60.
[6] Ibid., 63-64.
[7] Ibid., 67.
[8] Ibid., 136.
[9] Ibid., 139.
[10] Ibid., 94-96.