4/10-Apuntes sobre la filosofía de Hegel: La dialéctica (por Jan Doxrud)
Abordemos ahora el proceso triádico del Espíritu. De acuerdo a Hegel, el movimiento propio del Espíritu es el movimiento de reflejarse en sí mismo, este es el movimiento circular, en espiral al que se hizo alusión. Podemos distinguir en este proceso autoproductivo del Absoluto tres momentos: el ser “en sí”, el “ser otro” y el “retorno a sí mismo” y el “estar en sí y por sí”. Así, como señala
Hegel, la semilla es en sí la planta, pero debe morir como semilla y por esto, salir fuera de sí, para poder llegar a ser, desplegándose, la planta en sí y por sí. Estos tres momentos son denominados respectivamente “Idea”, “Naturaleza” y “Espíritu”. Este “ser”, tal como es abordado en la Lógica, sin ninguna determinación, sería “flatus vocis”, es decir, vacío de significado, en otras palabras, sería equivalemte a la nada. Como explica Taylor sólo el “ser”, tomado como concepto categorial, es decir, tomado como “suficiente para caracterizar algún rasgo general de la realidad”[1], nos puede revelar una contradicción. Así tenemos que algo, para ser, debe ser determinado, ya que es este ser determinado (finito) el que se encuentra en contradicción.
Así, la Idea (Racionalidad pura), tiene en sí el principio de su propio desarrollo, de esta manera, en primer lugar se objetiviza y se hace Naturaleza alienándose y posteriormente, al superar esta alienación, llega a ser ella misma. En palabras de Hegel, el Espíritu es la idea que se realiza y se contempla mediante su propio desarrollo. Que quede claro que, con el concepto de “Idea”, Hegel expresa en general al Absoluto que se autogenera produciendo al mismo tiempo la propia determinación y superándola plenamente. Esta actúa y se realiza siempre como infinito que pone y simultáneamente supera lo finito. Señalé que la Idea hegeliana es como un círculo donde principio y fin coinciden de forma dinámica. El automovimiento de la Idea es un movimiento de reflejarse dentro de sí misma, en donde se destacan tres momentos que ya señalé anteriormente.
Conforme a los tres momentos mencionados Hegel divide su sistema filosófico en tres partes: la Lógica, Filosofía de la naturaleza y Filosofía del espíritu. El sistema hegeliano se propone construir la historia del Espíritu siguiendo el método dialéctico rigurosamente racional, garantizando la unidad entre lo finito e infinito, entre lo uno y lo múltiple. Este gran ciclo dialéctico del Absoluto es de carácter espiritual. El novedoso método de Hegel y sobre el cual se hizo mención fue la dialéctica. Hegel es conocido por el método dialéctico, que posteriormente fue tomado y adaptado por la izquierda hegeliana y por Marx para su filosofía de la historia.
¿Qué es la dialéctica? No hay que confundir la dialéctica hegeliana con aquella que consiste en la técnica de razonar frente a un oponente. De acuerdo con esta última tenemos que la meta de un buen dialéctico es demostrar que el contrincante mantiene una opinión falsa a través de un proceso de preguntas y respuestas. Tampoco debemos confundir con la dialéctica platónica, que es un modo superior de conocimiento, en ver con claridad las ideas y las relaciones que existen entre estas. Para Hegel las ideas platónicas y los conceptos de Aristóteles habían permanecido acorralados, rígidos, estáticos y petrificados.
Resulta que la realidad no es así, ya que es dinámica, es devenir, por lo que es la dialéctica el método adecuado para dar cuenta de ella. De acuerdo al filósofo germano la contradicción es tan esencial a la realidad como la identidad y es la contradicción la fuente del movimiento porque “todo lo que esté en contradicción deberá pasar a ser algo distinto…entre niveles de ser que siguen existiendo contemporáneamente, o el histórico, entre distintas etapas de la civilización humana”[2]. El conflicto del que hablamos es uno ontológico ya que es el Geist el que se encuentra en una lucha consigo mismo, con su encarnación, pero también puede llegar a su realización a través de esta lucha.
Regresando a la dialéctica platónica, Taylor señala que Hegel igualmente mira hacia atrás a Platón, “pues el argumento de Platón a veces puede comprenderse según este modelo, es decir, como descubrimiento de contradicción en las fórmulas que son planteadas como definiciones de cierta idea o norma y que después van siendo sucesivamente descartadas, a favor de otras más adecuadas”[3]. Lo anterior hay que comprenderlo teniendo en consideración la definicón que ofrece Taylor de la dialéctica hegeliana, esto es, como un movimiento generado por un choque entre un propósito o norma y su pretendida realización. Los diálogos socráticos serían un ejemplo de cómo se va progresando en el esclarecimiento de distintos conceptos como el de justicia, la prudencia, etc. Como señala Taylor la dialéctica platónica incluye tres términos:
1-Una definición de “X” (=justicia, amor, amistad, virtud) → Verdadero propósito o norma
2-Ciertas propiedades criteriales de “X”, y muestra que éstas entran en conflicto cuando tratamos de… → Un concepto inadecuado en él.
3-…cumplir con la definición en una práctica general → La realidad donde se unen y se separan[4].
Tampoco se debe confundir con la dialéctica trascendental, expuesta por Kant en la Crítica de la razón pura, en donde examina los excesos de la razón cuando intenta aventurarse más allá de la experiencia, llegando a las tres ideas de la metafísica tradicional. La dialéctica de Hegel es un método que garantiza el conocimiento científico del Absoluto y pretende elevar a la filosofía al rango de ciencia. El término no es nuevo, nació quizás con Zenón de Eléa. En la dialéctica de Hegel, la realidad y la razón están en constante movimiento. La realidad progresa a través de oposiciones de contrarios y síntesis superadoras. La lógica aristotélica, que se basaba en dos principio abstractos como los de identidad y no contradicción, son sustituidos por el principio de contradicción.
Lo central de la dialéctica es el dinamismo, el movimiento, específicamente, el movimiento en espiral que tiene tres momentos: la tesis, antítesis y síntesis. La tesis constituye la afirmación de cada uno de los conceptos, la antítesis es la afirmación del concepto contradictorio y la síntesis incluye la tesis y la antítesis en una unidad superior.
Charles Taylor explica este “drama” que “no es otra historia paralela al drama de la oposición y la reconciliación en el hombre”[5]. Esta oposición y tensión que se origina en el sujeto absoluto es el resultado de la encarnación del Geist en los espíritus finitos. La “oposición primaria”, en palabras de Taylor:
“…el punto de mayor oposición para el Geist, es el hecho de estar encarnado en un mundo en pugna consigo mismo…Este es el punto que se encuentra en el comienzo, por lo que concierne a los hombres, donde aún están hundidos en la naturaleza, inconscientes de su vocación, tan lejos como es posible de estarlo de un verdadero entendimiento del Espíritu. Este es el punto de unidad primitiva para el hombre”[6].
Como explica Taylor, existe identidad en el sentido de que el Geist no puede existir sin el mundo, pero existe oposición en el sentido de que “el mundo como externalidad representa una dispersión, una inconciencia que el Geist de superar para ser él mismo, para alcanzar su objeto como razón autoconsciente”[7]. Tenemos entonces que el Geist no puede existir “inmediatamente”, o lo que es lo mismo, no puede existir por sí mismo, sino que “mediatamente”, por medio de la encarnación del Geist en los espíritus finitos.
Regresemos y examinemos brevemente lo tres conceptos mencionados: tesis, antítesis y síntesis. En la tesis, el entendimiento es la facultad capaz de hacer abstracción de conceptos determinados y que se detiene en la determinación de estos. En esta fase, el entendimiento distingue, separa y define. En su Enciclopedia, Hegel escribió que la actividad del entendimiento consiste, por lo general, en dar a su contenido la forma de la universalidad, un universal de tipo abstracto. Ahora bien, el entendimiento como tal proporciona un conocimiento inadecuado que permanece enclaustrado en lo finito, por lo que el pensamiento filosófico debe aventurarse más allá de los límites del entendimiento.
Llegamos al segundo momento, es decir, a la antítesis. Este aventurarse más allá del entendimiento es una particularidad de la Razón, que tiene un momento negativo y otro positivo. Al momento negativo Hegel lo denomina “dialéctico”, que consiste remover la rigidez del entendimiento que caracteriza al primer momento. Los conceptos se vuelven dinámicos y como consecuencia de esto surgen una serie de contradicciones y oposiciones que estaban reprimidas anteriormente en la rigidez del entendimiento, en el primer momento. Así, cuando el concepto de “uno” es removido de su rigidez, tenemos como resultado el concepto de “muchos”, que se encuentran vinculados estrechamente.
Lo mismo sucede con otros conceptos como “particular” y “universal”, “finito” e “infinito” e “igual” y “desigual”. De esta manera, este segundo momento, de acuerdo a Hegel, es un inmanente sobrepasar, en donde la limitación de las determinaciones del entendimiento se expresan por lo que son, esto es, su negación. Este momento dialéctico está presente en todo momento, en todo cuanto nos rodea, señala Hegel, lo que se traduce en que todo puede ser pensado como un ejemplo de la dialéctica. Todo finito es mutable y momentáneo, puede ser llevado más allá de lo que es para convertirse en su opuesto.
Llegamos al tercer momento de la dialéctica, la síntesis o el momento especulativo. Este momento capta la unidad de las determinaciones contrapuestas, es decir, es lo positivo que surge de la resolución de los opuestos. En resumen, la tesis es la afirmación, la antítesis la negación de la afirmación y la síntesis la superación y asimilación de la oposición. Pero la síntesis se convierte en la tesis de otra oposición y así sucesivamente. Un ejemplo clásico de esta relación es la tríada formada por ser, no-ser y devenir. En esto Hegel polemiza con el Romanticismo en cuanto a la posibilidad de captar inmediatamente el Absoluto, como la “fe” de Jacobi que consideraba como la vía de acceso de inmediato al Absoluto.
Para Hegel en cambio, la verdad está absolutamente condicionada por la mediación. La fe o el sentimiento no son vías de acceso a al Absoluto ya que no son de carácter científico. Para Hegel el único método que garantiza un conocimiento científico es el movimiento triádico y dinámico de la dialéctica. Este tercer momento es un descubrimiento hegeliano. Este momento especulativo repitamos nuevamente, es la reafirmación de lo positivo que se realiza a través de la negación de lo negativo propio de las antítesis dialécticas y es, por ende, la elevación de lo positivo de la tesis a un nivel superior.
Un concepto importante que hay que tener en consideración es el de “Aufheben” y “Aufhebung”, que tienen un doble significado. Esta palabra alemana, por una parte, significa quitar o negar. Por otra parte, aufheben significa conservar. De esta forma, tenemos la ambivalencia de este término que tiene un sentido negativo y positivo. Lo especulativo constituye la dimensión del Absoluto, es lo racional al más alto nivel, por lo que se puede afirmar que lo especulativo llega a ser lo que para otros es lo místico, aquello que capta lo Absoluto. Al respecto escribe Taylor:
“Este es el término de Hegel para la transición dialéctica en que una etapa inferior es, a la vez, anulada y conservada en otra superior. La palabra alemana aufheben en realidad puede expresar cualesquiera de estos dos significados. Hegel los combinó para hacer su término del arte”[8].
Vamos recapitulando: Hegel es un pensador de excesiva sistematicidad que pretende construir un sistema filosófico omnicomprensivo. Como explica Taylor: “…la dialéctica identidad y oposición en la subjetividad no sólo es de interés local. En el esquema de Hegel, ha de ser de importancia ontológica. Si lo Absoluto es sujeto, y todo lo que es sólo puede ser al encontrarse relacionado con este sujeto, entonces todo está atrapado en el interjuego de identidad y oposición que construye la vida de este sujeto”[9].
El propósito fundamental de Hegel es elaborar una ciencia del absoluto, un saber hegemónico que, para algunos, raya en lo totalitario. Para Hegel la realidad es Espíritu infinito y la vida de este Espíritu es la dialéctica. Hegel supera al movimiento romántico principalmente en lo que concierne al método, ya que mientras los románticos creían poder acceder al absoluto inmediatamente, Hegel no lo cree así. Para él, el acceso al Absoluto está mediado por un método que no tiene que ver con métodos no científicos como es el caso sentimiento, la fe o la intuición. Este método es la dialéctica, que garantiza el conocimiento científico del Absoluto. La tesis es el momento abstracto e intelectivo, la antítesis es el momento dialéctico o negativamente racional y la síntesis es el momento especulativo o positivamente racional.
La dialéctica es muy seductora ya que parece dar cuenta realmente cómo es la realidad: alto y bajo, positivo y negativo, claro y obscuro, pero la realidad si bien se caracteriza por el devenir y el conflicto, no es sólo devenir y sólo conflicto, como podremos apreciar más adelante. Quizás el dualismo o la oposición fundamental es entre el sujeto y el objeto, y Hegel, de acuerdo a George H. Mead, pretendió ir más allá que Fichte o Schelling, es decir, no se limitó a afirmar que el mundo es idéntico al sí mismo sino que había que demostrar “en el proceso del conocimiento en sí mismo la identidad que sabemos que existe entre sujeto y objeto, entre la forma y el mundo en el cual tiene que vivir”[10]. De esta manera, siguiendo lo planteado por Mead, quiso superar la oposición entre sujeto y objeto a través del reconocimiento de la naturaleza del proceso del pensamiento en sí mismo.
Teniendo en consideración estos tres momentos mencionados, como ya señalé más arriba, Hegel divide su filosofía en: lógica, filosofía de la naturaleza y filosofía del espíritu. En primer lugar abordaré otra obra de Hegel: la Fenomenología del Espíritu, para después abordar estas tres partes del sistema hegeliano. Como señalé más arriba, antes de entrar en la Fenomenología, continuaré con la vida de Hegel en Jena.
Durante este período, aparte de dedicarse a la enseñanza, también escribió mucho. La Constitución de Alemania fue unos de sus escritos, donde se muestra a un Hegel profundamente patriótico, un tanto perturbado por el incierto futuro de Alemania y que acepta, con cierto estoicismo, la situación de su patria: Alemania no es un Estado. Hegel se toma su tiempo para que sus ideas maduren y procede de forma metódica y sistemática, y se mostrándose contrario a aquellos que publican rápidamente y de manera fragmentaria. Hegel se muestra contrario al idealismo absoluto de Fichte y se une al idealismo subjetivo de Schelling.
Su “Diferencia entre el sistema de filosofía de Fichte y el de Schelling” fue publicado en 1801 y consta de cuatro apartados: Proemio, Diversas formas que aparecen en el filosofar contemporáneo, Exposición del sistema de Fichte y Comparación del principio de la filosofía de Schelling y Fichte. En esta época funda, junto con Schelling, del Diario crítico de filosofía (1802-1803). Sus autores no se mostraron respetuosos ante los demás filósofos contemporáneos ya que creían que la filosofía necesitaba remover los obstáculos para dar origen a una nueva y verdadera, una de carácter elitista que no fuese accesible a la masa popular.
Vale la pena citar una frase que puede ayudar a entender la concepción que tenía Hegel de la filosofía y que en mi opinión define su sistema filosófico cabalmente:
“Por naturaleza la filosofía es algo esotérico que no está hecho para el vulgo, ni para ponerse al alcance del vulgo, sólo es filosofía en la medida en que se opone precisamente al entendimiento (Verstand), y en consecuencia más aun al sentido común (…) el mundo de la filosofía es en sí y por sí, un mundo al revés…”[11].
Posteriormente Hegel comienza a criticar a Schelling, a quien acusa de “haber efectuado su formación filosófica a ojos del público”. Hegel trabaja de otra manera, lo que él deseaba era presentar un sistema acabado y cerrado, lo cual le será algo difícil ya que introdujo constantemente cambios y rectificaciones a su filosofía.
[1] Charles Taylor, op. cit., 125.
[2] Ibid., 92.
[3] Ibid., 121.
[4] Ibid., 122.
[5] Ibid., 87.
[6] Ibid., 88.
[7] Ibid., 89.
[8] Ibid., 102.
[9] Ibid., 89.
[10] George H. Mead, Escritos filosóficos y políticos (Argentina: FCE, 2009), 248.
[11] Jacques D’Hondt , op. cit., 162.