1/3-Salvador Allende: “De la vía chilena a la vía insurreccional” (por Jan Doxrud)
En este artículo abordaré algunos pasajes del libro de Genaro Arriagada titulado “De la vía chilena a la vía insurreccional” publicado en 1974 y que cuenta con un prólogo escrito por el expresidente Eduardo Frei Montalva. En lo que respecta al autor, Arriagada es un abogado y político nacido en 1943, y que cuenta con una dilatada carrera política. Tras militar en el Partido Radical pasó a ser parte del Partido Demócrata Cristiano. A finales de la década de 1980 fue jefe de la campaña del “No” que significó la derrota de Pinochet en el plebiscito de 1988. Powteriormente se desempeñó como Ministro Secretario General de la presidencia durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000) y Embajador en los Estados Unidos durante esa misma presidencia.
Este libro es uno muy difícil de encontrar, pero tuve la fortuna de hallarlo y – por supuesto – comprarlo (aunque está disponible en la web y será re-lanzado de acuerdo con el autor). El libro se divide en tres partes. La primera aborda la vía chilena al socialismo; la segunda la vía institucional y la tercera la vía insurreccional. El libro nos presenta un detallado panorama de las distintas dimensiones del Chile de la época, las políticas implementadas por la Unidad Popular (UP), la táctica y estrategia de este conglomerado político para hacerse con el poder total y la contradicción existente entre los postulados ideológicos de LA “vía chilena” y el molde ideológico dentro del cual operaban el Partido Socialista (PS), Partido Comunista (PC), Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) y el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) y la Izquierda Cristiana (IC). El resultado: la vía chilena tuvo una breve existencia y hacia 1972 ya no había rastro de esta.
En este artículo no examinaré el libro en su totalidad sino que me centraré en un tema que ya he abordado en otros artículos y que se guarda relación con las siguientes preguntas: ¿qué fue la Vía chilena al socialismo? ¿Era realmente factible aplicarla a nuestro país? Como es de costumbre, al final de este artículo dejare otros de mis artículos que sirven de complemento para éste.
En el capítulo III de su libro, Arriagada nos habla de las esperanzas y entusiasmo que despertó la “vía chilena al socialismo” dentro de la izquierda a nivel internacional. Tal vía se presentaba como un camino nuevo e inédito puesto que era una de carácter “socialista-marxista-humanista y democrática”. Arriagada cita las palabras de Allende pronunciadas el 21 de mayo de 1971 en donde presenta dos formas de construir el socialismo.
La primera es la implementada en Rusia en 1917 en donde la dictadura del proletariado tuvo un rol medular e inevitable. La segunda es la que se estaba realizando en Chile la cual, siguiendo a Allende, era compleja puesto que no existía un precedente en el cual podían inspirarse. Por ende, y como explica Allende, se estaba pisando un camino nuevo sin guía “apenas teniendo como brújula nuestra fidelidad al humanismo de todas las épocas – particularmente el humanismo marxista – (…)”.
El problema con esta supuesta vía es que carecía de base política por el simple hecho de que quienes conformaban la UP, particularmente gran parte del MAPU, el PS y el PC, no creían que tal vía chilena fuese efectivamente “viable”. Ya he citado el Congreso del PS en Chillán (1967) en donde afirman que la violencia revolucionaria era inevitable y legítima, y que “constituía la única vía que conduce a la toma del poder político y económico, y a su ulterior defensa y fortalecimiento”. En cuanto a las formas pacíficas o legales, el PS señalaba en 1967 que estas no conducían por sí mismas a poder, pero igualmente eran consideradas como “instrumentos limitados de acción, incorporadas al proceso político que nos lleva a la lucha armada”.
En palabras del autor:
“(…) Allende nunca tuvo un mandato claro para hacer las transformaciones de la sociedad chilena en que su política se empeñaba. Allende recibió en la elección presidencial en la que fue ganador apenas un 36,2% de los sufragios, porcentaje que era aún inferior a aquel de 39,7% que él mismo obtuviera en 1964, cuando fue derrotado por Eduardo Frei (…) Aún más, como lo hemos dicho anteriormente, en todo el período de la historia de Chile que se conoce como la República Presidencia (1925-1973), son él y Jorge Alessandri (1958-1964) los dos candidatos presidenciales que recibieron un menor respaldo electoral, medido como porcentaje sobre el total de sufragios”.
En suma, Arriagada constata que la concepción allendista de la transición hacia el socialismo se encontraba en las antípodas de lo que el propio partido de Allende proclamaba. Por ejemplo, el autor cita el caso de un futuro asesor de Allende, Alexis Guardia quien, en una revista del PS, afirmaba que por más que la vía chilena tuviese sabor a “empanada y vino tinto”, existían “ciertas condiciones que emanan de una teoría científica de la sociedad que es el marxismo”.
Con esto quería dar a entender, como apunta Arriagada, que la dictadura del proletariado y la destrucción del Estado burgués eran esenciales dentro de la revolución socialista. El mismo Salvador Allende fue claro en esto. En su conversación con Regis Debray, este último le pregunta el por qué recurrió pidió ayuda al MIR (que integraron el GAP antes del PS) cuando estos eran contrarios a la vía pacífica que predicaba Allende. Frente a esto el presidente respondió: “Eso en la forma, porque si nos separan diferencias tácticas, la finalidad es la misma (…)”.
En lo que respecta al Partido Comunista, este fue más realista y pragmático, es decir, estaba dispuesto a transar y ceder, pero siempre en busca de un fin último - y que se oponía lo que predicaba Allende en 1970 – : la dictadura del proletariado. Arriagada cita las palabras del secretario general del PC, Luis Corvalán quien, si bien reconocía las particularidades del caso chileno, no se podía prescindir de las “leyes universales” que regían la transición hacia el socialismo. Como explica Arriagada, una de estas “leyes” era el rol de los partidos marxistas como vanguardias del proletariado y encargados de dirigir el paso de una sociedad capitalista a una socialista.
Otra de estas “leyes” era la dictadura del proletariado como una necesidad histórica. Por ende, a pesar de este realismo por parte del PC, este partido igualmente estaba muy distante de la “vía chilena”. El PC, como bien señala Arriagada, había alabado a todas las dictaduras socialistas de aquella época, veneraron a Stalin y a cada uno de sus sucesores. Sumado a esto el PC fue una caja de resonancia de la URSS, condenando en su momento a la Yugoslavia de Tito y la China de Mao, y apoyando la invasión soviética de Hungría y saludando “el aplastamiento de Checoslovaquia al grito de checo comprende, los rusos te defienden”. Al respecto concluye Arriagada: “Ciertamente, con ese historial, el Partido Comunista chileno era absolutamente incapaz de dar sustento político a una vía heterodoxa que se apartara del viejo y conocido camino al socialismo, caracterizado por su burocratismo, su ineficiencia y su despotismo”.
Arriagada también cita las palabras del marxista brasileño Darcy Ribeiro (1922-1997) quien aseveró que uno de los problemas de la UP fue su ineptitud a la hora de explicitar a sus propios cuadros en que consistía esta “vía chilena”. A esto añadía el mismo intelectual: “El problema es tanto más grave porque la izquierda llamada a poner en marcha esta vía, fue formada ideológicamente según las doctrinas del socialismo revolucionario y de la dictadura del proletariado, cuya estrategia y táctica son en ciertos casos opuestas a las que debiera corresponder al camino evolutivo”.
Así, Arriagada establece su punto medular y es que la “vía chilena” carecía de una base política puesto que no se vinculaba con ninguna de las corrientes políticas al interior de la UP. Esto explica que la “vía chilena” terminara por desaparecer sin ser reclamada por nadie. En palabras del autor la “vía chilena” constituyó un “revisionismo que no nació”:
“A partir de comienzos de 1972, y hasta la caída del régimen, no hay un solo discurso de Allende que plantee esta segunda vía al socialismo, sin dictadura del proletariado y sin modelo precedente. En su Segundo Mensaje Presidencial, el 21 de mayo de 1972, no menciona su tesis revisionista y mucho menos ahonda en sus características. Tampoco el lector encontrará en el Tercer Mensaje Presidencial referencias sobre el particular”.
Más adelante añade el mismo autor:
“Este primer camino de Allende no tuvo, pues, vigencia práctica. Fue una esperanza que careció enteramente de base política. La izquierda chilena estaba demasiado aferrada a los moldes de un marxismo dogmático, incapaz de la menor revisión teórica”.
Arriagada cierra la primera parte de su libro con la siguiente frase: “La vía chilena estaba muerta aun antes de haber nacido”. Pasemos ahora a examinar qué significaba la denominada “vía institucional”, que fue una de las tácticas que adoptó la UP para hacerse con el poder total. Pero tal táctica era una entre otras dos existentes a saber: la guerra popular (con su variante guerrillera) y la insurreccional. En relación con la vía institucional Arriagada la descompone – con fines de una exposición más clara – en 5 aspectos que se encontraban entremezclados. El primer aspecto era la política económica cuyo criterio de acción era la búsqueda del poder total, por lo que Arriagada advierte que tal política no debe ser analizadas con un criterio técnico-académico. Es más, más adelante en el libro, Arriagada afirma existía un sorprendente desprecio por los profesionales y técnicos
El autor cita las palabras del ministro de economía Pedro Vuskovic (1922-1993) quien declaraba que, si el objetivo de la UP era hacer la revolución, entonces a lo que enfrentaba la política económica no era un problema o conjunto de problemas de índole técnica, sino que de tipo político. A esto añadía Vuskovic: “Y, por lo tanto, lo que se plantea en la política económica es un problema de poder, es un problema de fuerzas sociales, de correlación de fuerzas, sirviendo principalmente, y allí se encuentra su objetivo central, como instrumento para ampliar y consolidar las posiciones de poder de los trabajadores”.
De ahí que el suprimir la propiedad privada de los medios de producción fuera fundamental y uno de los objetivos primordiales de la UP. La idea en el largo plazo la denominada área de propiedad social de la UP terminase engullendo a la privada (y por ende también la mixta). El mismo Vuskovic declaró que el área de propiedad social debía ser la dominante y someter a las otras dos áreas. Otro objetivo fue la expropiación drástica y masiva de la propiedad rural, aunque, como señala Arriagada, el sector agrario apenas aportaba el 7% de la producción total de la economía, de manera que era el menos relevante desde el punto de vista de su poder y en contraste con el sector bancario e industrial.
Artículos complementarios:
La política económica de Salvador Allende y la Unidad Popular (por Jan Doxrud)
Tomás Moulian: Salvador Allende y la izquierda chilena (por Jan Doxrud)