2/4-Libro: Cynical Theories (por Jan Doxrud)

Ahora pasemos a examinar brevemente los 4 temas mencionados anteriormente. La difuminación de las fronteras es algo bastante literal y es que, como veremos, los sucesores de esta primera posmodernidad defienden la idea de que no hay categorías rígidas y estables, de manera que rechazan cualquier forma de lo que consideran como “esencialismo”. Esto lo podemos apreciar no solamente en la difuminación entre lo subjetivo y lo objetivo, sino que también en materia sexual como es el caso del rechazo del binarismo “hombre/mujer” y las consecuencias que pueden derivarse de estos.

El segundo tema se relaciona con el lenguaje siendo casi una obsesión para los posmodernos debido a que éste es capaz de crear discursos hegemónicos que se traducen, en la práctica, en la imposición de normas, prácticas, actitudes y creencias (qué es verdadero, qué es normal, etc). Así la frase de Jacques Derrida de que “nada hay fuera del texto” es tomado de manera literal y como un fundamento de una nueva epistemología (lo que podemos concoer) y ontología (lo que existe).

El tercer tema mencionado anteriormente es el del relativismo cultural. Como escriben los autores, este se encuentra estrechamente relacionado con lo que podemos denominar la tríada poder-conocimiento-lenguaje”, puesto que la verdad y el conocimiento son construcciones discursivas dominantes que operan dentro de una sociedad. Por ende, tales creencias, conocimientos y lo que consideramos como “verdad” funciona dentro de ese microcosmos cerrado del cual no podemos salir.

Por consiguiente, cualquier análisis y evaluación de ese sistema social será realizado bajo las categorías ya existentes en ese sistema, por lo que no gozamos de un punto de vista privilegiado. Por último, llegamos al cuarto tema que es la pérdida de lo individual y lo universal. Aquí el individuo libre y autónomo no es más que el resultado de “discursos poderosos y conocimientos construidos culturalmente”. Junto con esto el concepto de universalidad queda también eclipsado, ya sea en el ámbito biológico (sobre la naturaleza humana) o ene l ámbito ético. En palabras de Pluckrose y Lindsay:

“La visión posmoderna rechaza en gran medida tanto la unidad más pequeña de la sociedad (el individuo) como la más grande (la humanidad) y, en cambio, se centra en grupos pequeños y locales como productores de conocimiento, valores y discursos”.

Una vez examinado el concepto de posmodernidad junto con los 2 principios y las 4 temáticas, los autores se preguntan si acaso la posmodernidad ha muerto. La respuesta es negativa puesto que, en su lugar, ha surgido lo que denominan como “posmodernidad aplicada” o “posmodernismo aplicado”  (applied posmodernism). En palabras de Pluckrose y Lindsay:

“La sabiduría común entre los académicos es que, en la década de 1990, el posmodernismo había muerto. Pero, de hecho, simplemente mutó de su anterior fase altamente deconstructiva a una nueva forma. Un conjunto diverso de teorías altamente politizadas y viables se desarrolló a partir del posmodernismo propiamente dicho. A este desarrollo más reciente lo llamaremos posmodernismo aplicado”.

Tenemos que el posmodernismo mutó y continuó proyectándose en una serie de disciplinas que son parte de lo que vagamente se conoce como “Social Justice Scholarship”  en donde destacan los estudios poscoloniales, teoría queer, estudios sobre la mujer, fat studies, etc. En cada una de estas se ven reflejados los 2 principios así como también las 4 temáticas anteriormente descritas. Debemos, por ende, dilucidar la diferencia entre este nuevo “posmodernismo aplicado” y su antecesor. Una primera diferencia es el carácter activista de este segundo posmodernismo, es decir, que no se queda enclaustrada en las aulas universitarias y busca instaurar un cambio en la sociedad. Como escriben los autores:

“Las nuevas teorías que surgieron del giro posmoderno aplicado hicieron posible que académicos y activistas hicieran algo con la concepción posmoderna de la sociedad. Si el conocimiento es una construcción de poder, que funciona a través de formas de hablar sobre las cosas, el conocimiento se puede cambiar y las estructuras de poder se pueden derribar cambiando la forma en que hablamos de las cosas”.

El activismo en sí no es algo negativo pero se torna un problema cuando los centros educativos se convierten en centros de adoctrinamiento. Como bien señalan los autores, uno espera que el profesor deje de lado sus propios prejuicios y creencias para abordar un tema de la manera más objetiva posible, pero sucede que estamos presenciando el caso contrario tal como comentan Pluckrose y Lindsay:

“Ahora se supone que la enseñanza es un acto político, y sólo un tipo de política es aceptable: la política de identidad, tal como la definen la Justicia y la Teoría Social”.

Más adelante añaden:

“Ahora, los académicos pueden declararse abiertamente activistas y enseñar activismo en cursos que requieren que los estudiantes acepten la base ideológica de la Justicia Social como verdadera y produzcan trabajos que la respalden”.

Otra diferencia de esta nueva ola posmoderna es que, por un lado tenemos que los pensadores posmodernos originales se dedicaron a desmantelar la comprensión que teníamos del conocimiento, así como también de la verdad y las estructuras sociales. Por otro lado, los nuevos teóricos se han centrado en reconstruir los anteriores desde cero, conforme a sus propias narrativas.

Junto con lo anterior, se puede apreciar que no todos quienes pertenecen a esta nueva ola posmoderna se adhieren a las 4 temáticas mencionadas anteriormente. Por ejemplo, en el movimiento queer es medular la idea difuminación de las fronteras, pero tal no es el caso del “black feminism” o los “ethnic studies”, donde no se aceptaría un fluidez étnica tal como sí se acepta en materia de género y sexo en el mundo queer. Quizás los siguientes 3 principios sí están presentes de manera más transversal, en sentido de que el lenguaje juega un papel (muy) medular, se abraza el relativismo cultural así como también formas de tribalismo y particularismo, frente a otras ideas universales como el de “humanidad”.

De acuerdo con los autores los estudios poscoloniales fue la primera disciplina posmoderna en surgir,  siendo su padre fundador Edward Said.  Aquí los autores traen a la palestra el libro “Orientalismo” de Said, en donde aborda como el mundo occidental (mundo europeo) fue construyendo a lo largo de décadas, mediante un discurso que se tornó hegemónico, lo que era “Oriente”. Said señala que el orientalismo debe ser concebido un signo del poder europeo-atlántico sobre Oriente, más q que como discurso verídico sobre Oriente. En otro pasaje escribió:

“Existe, además, la hegemonía de las ideas europeas sobre Oriente, que reiteran la superioridad europea sobre un Oriente retrasado y normalmente anulan la posibilidad de que un pensador más independiente o más o menos escéptico pueda tener diferentes puntos de vista sobre la materia”.

Hoy es común leer o escuchar frases como “descolonizar el saber” o “descolonizar el currículo” y, pareciera ser, que eso de “descolonizar” se ha vuelto en otro de los disfraces del “antioccidentalismo”. Un ejemplo de esto puede ser incluir autores no europeos o no occidentales en el currículo, para dar voz a otros autores, provenientes de otros continentes y culturas (lo cual no tiene nada de negativo). El peligro de lo anterior es caer en lo que el intelectual y economista denominó como “polilogismo”. Como expliqué en otro artículo, el polilogismo establece que existen diversas o múltiples lógicas en la sociedad (de acuerdo a la etnia, sexo, clase social, etc), lo que vendría a representar  la negación misma de la lógica. Por ejemplo, los autores citan un fragmento de un ensayo titulado “Decolonising Philosophy” (2018), parte de un libro titulado “Decolonising the University”, en donde se ve implícito el polilogismo y el sesgo antioccidental del auto:

“será difícil cuestionar la idea de que, en términos generales, la filosofía como campo o disciplina en las universidades occidentales modernas sigue siendo un bastión del eurocentrismo, de la blancura en general y del privilegio y superioridad estructural heteronormativa del hombre blanco en particular”.

Por supuesto que en literatura o filosofía es interesante estudiar otras culturas como la japonesa, china o tibetana.  Pero esto se vuelve problemático en otras áreas del saber cómo el de la física, química o la medicina. En otras palabras, los problemas comienzan cuando hablamos de “economía feminista” (la inflación es un fenómeno patriarcal) o “ciencia feminista (la relatividad general no es producto del patriarcado)”.

Esto no es más que confundir el “contexto de descubrimiento” con el “contexto de justificación” que advertía Hans Reichenbach. En el caso del primero pueden influir efectivamente nuestras creencias, ideología. Ahora bien, en el caso del segundo lo que importa son las pruebas, evidencia , justificación, argumentación racional, etc. Como señalé en otro artículo, puede ser que Newton se interesara por la naturaleza para saber cómo actuaba Dios (contexto de descubrimiento) pero a la hora de justificar sus teorías, sus creencias religiosas son irrelevantes.  Efectivamente hubo pseudociencias que no estaban fundamentadas en evidencias y que, lamentablemente, proliferaron en Europa pero que actualmente están descartadas (darwinismo social, frenología, etc)

Ahora bien, irónicamente,  el poscolonialismo no escapa de las influencias (ya sean directas o indirectas) de autores occidentales, europeos, “hombres” y “blancos” como es el caso de Marx, Lenin o Foucault y, paradójicamente, esta disciplina abunda en universidades localizadas en países “occidentales”.

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2/6- Sexo…Género…¿de qué estamos hablando?

3/6- Sexo…Género…¿de qué estamos hablando?

4/6- Sexo…Género…¿de qué estamos hablando?

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