1/5-La identidad palestina (por Jan Doxrud)

1/5-La identidad palestina (por Jan Doxrud)

Antes de comenzar con esta serie de 5 artículos, quisiera realizar algunas aclaraciones. Estos artículos no constituyen una historia del conflicto árabe-israelí , por lo que el lector deberá tener ciertos conocimientos previos sobre el tema (y sobre ciertos personajes) para entender algunas ideas expresadas en el presente artículo. En segundo lugar, esta es una exposición sobre la temática de la identidad palestina por lo que no realizaré un análisis crítico sobre la historia del mandato británico y su posterior evolución de manera que este artículo no constituye un análisis geopolítico del pasado y  la contingencia.

En tercer lugar, no me adentraré en ciertos temas como es el caso del concepto de nación y nacionalismo debido a que ya he dedicado algunos artículos al respecto y que dejaré al final de estos (junto con otros artículos). En cuarto lugar, este artículo constituye una introducción para que el lector pueda posteriormente profundizar por medio de otros libros o trabajos (mencionados en estos artículos) que hay disponibles en la web en donde se aborda de manera más profunda y detallada. Por último, cabe recordar que estamos ante un tema complejo (como cualquiera relacionado con el de la identidad) y, claro está, cargado simbolismo, experiencias, emociones y sentimientos, lo cual lo hace doblemente complejo.

La pregunta central que debe hacerse el lector es ¿qué es ser palestino? Alguno podrá asociar a los actuales palestinos con conceptos tales como intifada, resistencia, parias, desposesión, apátridas, exilio y diáspora. A otros se les vendrá en mente la kafiya, Hamás, la Yihad Islámica, radicalismo y violencia. Otros podrán reducir la figura del palestino a la del eterno “refugiado” de Gaza (aunque técnicamente no lo sean) que vive gracias a la ayuda internacional de la UNRWA y otras instituciones. Esto último es interesante puesto que si bien existe la United Nations High Commissioner for Refugees (UNHCR), existe otra especial para los refugiados palestinos:  la ya mencionada United Nations Relief and Works Agency for Palestine Refugees in the Near East. Algunos los asociarán con espacios geográficos como Gaza o Cisjordania, o incluso los Palestinos que viven en otras naciones como es el caso de Jordania. Por último, algunos lo relacionarán con los movimientos de liberación nacional o con el otrora denominado como movimiento de descolonización, siendo en este caso el verdugo el Estado de Israel.

Otras preguntas complementarias sobre la identidad palestina que podemos plantearnos:

¿En qué momento ser “palestino” pasó a ser una denominación específica de identidad nacional separada de ser “árabe”?

¿Ser palestino es sinónimo de ser musulmán?

¿Hay que ser árabe para ser palestino?

¿Acaso hoy en día “ser Palestino” no es lo mismo que durante los años finales del Imperio Otomano y durante el Mandato Británico?

¿Cuándo emergió tal identidad? ¿Durante el mandato británico? ¿Con el inicio de la Nakba? ¿Con las repercusiones de la Guerra de los seis días?

¿Qué territorio abarca la Palestina que los palestinos de hoy reclaman como suya? ¿Judea y Samaria? ¿Gaza? ¿Ambas? O ¿acaso abarca toda la zona desde el río Jordán hasta el Mediterráneo? ¿Tendríamos que incluir Jordania que obtuvo una gran porción del Mandato británico?

Los sionistas que arribaron hacia finales del siglo XIX a, en ese entonces, territorio otomano y que formaron sus familias allí ¿pueden ser considerados palestinos? (al igual que aquellos judíos provenientes de Yemen, Irak, etc)

Lo cierto es que nadie podría haber vaticinado que una palabra tan antigua sería, miles de años después, objeto de tanta controversia. La palabra “Palestina” se remonta a la era antes de Cristo y hace referencia a la cultura filistea (siglo XII antes de Cristo). Los romanos, tras la insurrección judía en Judea (provincia creada bajo Augusto), cambiaron el nombre de la provincia de esta provincia por “Siria Palaestina” (lo mismo hicieron con Jerusalén que pasó a denominarse Aelia Capitolina). Como explica Bernard Lewis en su libro “Las identidades múltiples de Oriente Medio” el nombre Palestina deriva del griego y fue en la época romana que pasó a ser un nombre administrativo (en su versión árabe se denominaría filastin).

De acuerdo con el mismo autor la terminación indicaba que, originalmente, la palabra “palestina” era un adjetivo y no un sustantivo. Esto lo vemos en el caso de “Siria Palaestina” en donde el último nombre era utilizado como una aposición a Siria, “aquella parte del sur de Siria que en la antigüedad había sido parcialmente conquistada y colonizada por los filisteos (…)”. Continúa explicando Lewis que el nombre romano de Palestina sobrevivió durante los primeros siglos del dominio árabe en donde designaba un distrito en la provincia de Damasco.

Ahora bien, esta palabra habría quedado obsoleta hacia el siglo XI. Por ende, estamos ante un término de muy larga data y que no hacía referencia a una zona geográfica específica y delimitada (más allá de que se trataba de aquel espacio entre el Jordán y el Mediterráneo). Incluso bajo el Imperio Otomano no constituyó una unidad administrativa. Existían unidades administrativas denominadas vilayet y subdivisiones administrativas como los sanjacados tal como se puede apreciar en el mapa.

Por su parte, el sociólogo, cientista político y académico de la universidad de Birzei (Cisjordania) Mahmoud Mi’ari  en su escrito “Transformation of Collective Identity in Palestine” explica que bajo el dominio otomano tardío, Palestina era conocida como “Siria del Sur”, la cual no constituía una unidad administrativa, de manera que estaba dividida en dos o tres unidades administrativas (sanjacks). En relación con el tema de la identidad, Mi’ari  señala que la mayoría de los árabes musulmanes de Palestina, incluido los del Imperio Otomano, se identificaban en ese momento como árabes, musulmanes y otomanos.

Imperio otomano hacia finales del siglo XIX

La identidad árabe se fundamentaba en una lengua, una historia y una cultura comunes, mientras que la identidad musulmana se basaba  en una religión común. Como explica Hugh Kennedy en su libro “Las grandes conquistas árabes”, este término árabe podía aplicarse a cualquiera cuya lengua materna fuese el árabe. En el año 632, explica el mismo autor, los árabes hablaban en la península Arábiga y en el desierto de Siria y, a medida que la conquista avanzaba el uso del árabe comenzó a expandirse más allá de esos territorios. Ahora bien, los ejércitos musulmanes no estaban constituidos única y mayoritariamente por árabes y no todos los árabes eran necesariamente musulmanes. 

Por último, la identidad otomana se basaba en la pertenencia a la “comunidad de creyentes”, vale decir, en la ciudadanía del Imperio Otomano musulmán. Estas identidades no eran mutuamente excluyente por lo que coexistieron con estrechas identidades locales y tribales. Con el colapso del imperio otomano, Mi’ari señala que la identidad árabe prevaleció frente a la identidad otomana y musulmana. Ante a la llegada masiva de judíos y el aumento de los asentamientos surgió un movimiento nacional árabe palestino, que buscaba establecer un Estado palestino independiente, en donde musulmanes, cristianos y judíos vivieran con iguales derechos. Añade Mi’ari que la identidad nacional palestina consistía en un sentido de pertenencia a Palestina como algo separado de Siria (tras el final de la Primera Guerra Mundial)

La delimitación que nos es familiar vendría después de la Primera Guerra Mundial, con el acuerdo Sykes-Picot (1916) y negociaciones posteriores entre Inglaterra y Francia a comienzos de la década de 1920 en donde el primero terminaría cediendo la parte este del Mandato sobre Palestina a la dinastía Hachemita (que pasaría a llamarse Transjordania y, posteriormente, Jordania). Por ende, Palestina era en realidad más extensa de acuerdo con la delimitación europea y quedó reducida territorialmente tras la creación de Transjordania para que fuese gobernada por Abdalá I. De acuerdo con el sociólogo Baruch Kimmerling (1939-2007), en un paper titulado “Process of Formation of Palestinian Collective Identities: The Ottoman and Colonial Periods”, en el caso del Mandato británico, se trataba de un Estado minimalista que cubría sólo las necesidades básicas de sus súbditos como por ejemplo la ley y orden, un sistema monetario y fiscal, sistemas de comunicación básicos pero modernos, servicio postal carreteras, ferrocarriles, telégrafos, etc

Como afirma Lewis, fue la política imperial británica la que hizo que Palestina, por primera vez desde la Baja Edad Media, fuera el nombre de un territorio concreto, pero con fronteras muy diferentes a las que tenía bajo la dominación romana o árabe. En suma, después a lo largo del siglo XX Oriente Medio experimentaría grandes transformaciones y una multiplicación de sus fronteras con la creación – con el apoyo de las potencias europeas respectivas – de Irak, Siria, Transjordania, Arabia Saudita y el Líbano. En el caso de la parte occidental del Mandato británico sobre Palestina (la oriental pasó a denominarse Transjordania), se decretó, por parte de la ONU, la partición del territorio, uno para los árabes y otro para los judíos.

Entrando en el tema de la identidad, este artículo parte del hecho de que la base de la identidad nacional es construida, de manera que debemos abandonar el enfoque esencialista propio de los nacionalismos extremos que concibe la nación como una entelequia hermética, inmutable y pura. Se le atribuye al político italiano Massimo Taparelli, marqués de Azeglio (1798-1866) la siguiente frase, que dice bastante sobre el concepto de nación como una construcción que de ha impuesto “top-down”:

"Hemos hecho Italia, ahora hemos de hacer a los italianos", con lo cual se quiere dar a entender el hecho de que la identidad nacional es una construcción que se realiza a lo largo del tiempo y que por lo tanto puede ir también mutando a lo largo de este.

En el caso del actual debate en torno a la identidad palestina, no es posible eludir (pero tampoco reducir) la influencia de la inmigración judía a finales del siglo XIX, el establecimiento del sionismo y, finalmente, del Estado de Israel en el desarrollo de la identidad palestina. La identidad, si bien se define afirmativamente (lo que soy y lo que somos), también se define en función de lo que no es, en relación con el “otro”. Es por ello que, en lo que respecta al estudio de la identidad, no se puede estudiar a un individuo o a un pueblo de manera aislada. Pero, cabe aclarar una vez más, esto no significa que la identidad palestina solo se forjó como respuesta al sionismo o por aquello que “no es” o a lo cual “se opone”. Ya volveremos más adelante con esto. Como explica Baruch Kimmerling, desde la antigüedad hasta el presente, la historia de la creación del pueblo palestino se asemeja a un juego de Lego, es decir, es un proceso de construcción y reconstruccion a partir de diversos componentes y colores (como ha sucedido también con otras historias nacionales).

Lo anteriormente señalado respecto a la identidad es también el punto de partida del académico de la Universidad de Columbia Rashi Khalidi en su libro Palestinian Identity: The Construction of Modern National Consciousness. El mismo académico señala que, si bien es difícil fechar con precisión cuándo surgió por primera vez un sentido distintivo de identidad palestina, no cabe duda de que surgió de manera desigual. Con esto quiere dar a entender que surgió de diferentes maneras entre diferentes grupos y en diferentes áreas y que, por lo demás, tal identidad  siempre coexistió con otras formas de identificación, como religión o la familia. Como advierte el ya mencionado Kimmerling, una identidad colectiva no es necesariamente una identidad nacional, aunque sí es una condición previa necesaria para ello, por lo que lo crucial es preguntarse cuando aconteció esto en el caso de la identidad nacional palestina.