2) Friedrich Hayek: Banco Central y Política Monetaria (por Jan Doxrud)
“Hace tanto tiempo que se viene presentando como indiscutible la idea de que la oferta de dinero no puede abandonarse a la competencia del mercado, que, con toda probabilidad, muy pocos podrían explicar la razón de esta aseveración.
Friedrich Hayek, La Desnacionalización del dinero.
Antes de continuar con Hayek, es conveniente aclarar que, cuando hablamos de “emisión monetaria” y política monetaria, nos referimos a los mecanismos que dispone el Banco Central para influir en la oferta monetaria y el tipo de interés. Así, por ejemplo, tenemos las operaciones de mercado abierto donde se realizan compra o venta de títulos que se traducen en una inyección o drenaje de liquidez. También tenemos la tasa de descuento que constituye la tasa de interés sobre los préstamos que un Banco Central otorga a los bancos comerciales. Por último tenemos el encaje bancario o el coeficiente de caja (para mayores detalles sobre la política monetaria, dejaré mis artículos sobre el tema al final de este).
Los bancos comerciales han cobrado una relevancia que no puede ser ignorada. Estos pueden crear dinero en forma de depósitos, como contrapartida de los créditos que este concede. En otras palabras, cuando solicita un crédito, por un lado, usted se compromete a devolver el préstamo con los intereses y, por otro lado, el banco abre una línea de crédito por el valor del préstamo concedido. Pero además tenemos que el baco no es guarda el 100%, es decir, opera con una reserva fraccionaria.
Veamos un ejemplo simple. Si una persona X deposita 1000 en el banco A, este guardará 200 y prestará los 800 restantes a Y. Si Y deposita los 800 en el Banco B, este procederá de la misma manera, es decir, prestará 640 y mantendrá en reservas 160. Si esos 640 se depositaran en el Banco C, este prestará 512 y mantendrá en reserva 128. Tenemos que los 512 ingresan como depósitos en el Banco D el cual prestará 410 y así sucesivamente. Así tenemos que en la economía. Es posible cuantificar el límite en la creación de dinero utilizando la fórmula del “multiplicador monetario”. Este multiplicador consiste en el proceso que permite a los bancos multiplicar el dinero a partir de una cantidad de dinero inicial. De acuerdo a la fórmula del multiplicador, y al ejemplo anterior, tenemos lo siguiente:
m = 1/c = 1/0,2
Así tenemos lo siguiente:
$1000/ 0,2 = $5000 → se produce un aumento total de los depósitos a la vista en un valor igual a $5000.
Regresemos a Hayek. Lo que el economista austriaco buscaba era idear un sistema monetario alternativo al sistema monopólico representado por los Bancos Centrales, es decir, un sistema más libre y justo, que protegiera a las personas de políticas monetarias expansionistas que erosionaban el poder adquisitivo del dinero. Por otro lado tal sistema debía imponer una disciplina a las instituciones emisoras de medios de pago. Ahora bien, el autor era consciente de lo radical de su propuesta y adelantaba las reacciones que esta suscitaba en los economistas. Es consciente de que la existencia de un Banco Central se había transformado en una suerte de dogma que no podía ser cuestionado de ninguna manera. Así, se ha considerado como algo “obvio” y natural el que la emisión de la moneda de un país sea el monopolio de una institución del aparato estatal. También reconoce Hayek que sus ideas son sólo un primer comienzo, los primeros pasos para un desarrollo más acabado en el futuro. Tal como lo plantea el autor en “La Desnacionalización del dinero”:
“En esta breve obra solo puedo presentar algunos descubrimientos efectuados en el primer reconocimiento del terreno. Por supuesto, me doy perfecta cuenta de que sólo he arañado la superficie del conjunto de nuevas materias y que me encuentro aún muy lejos de haber solucionado todos los problemas que surgirían con la existencia de una multiplicidad de monedas concurrentes”.
En la “La elección de moneda”, Hayek comienza advirtiendo uno de los grandes peligros que ha azotado a las economías: la inflación. En este tema el autor lanza sus dardos contra John Maynard Keynes (1883 -1946). Su crítica apunta a que Keynes fue el responsable de haber resucitado una vieja superstición contra la cual muchos economistas habían luchado con éxito al menos durante dos siglos. ¿En qué consiste tal superstición? Consiste en creer que el aumento del gasto monetario agregado puede garantizar, de manera permanente, la prosperidad y el pleno empleo. Pero, como da a entender Hayek, quizás la responsabilidad recae en los “discípulos” de Keynes, puesto que, como señala el autor, de estar vivo Keynes, se habría transformado en un caudillo en la lucha contra la inflación. Así, la crítica de Hayek apuntaría ha cierta “interpretación” del “keynesianismo” que, en este caso, sería la de William Beveridge, personaje medular en la creación del Estado de Bienestar en Inglaterra.
El punto es que las políticas inflacionistas de estímulo de la llamada “demanda agregada” no cumplen, de acuerdo a Hayek, su cometido de fomentar la prosperidad y el pleno empleo. La razón de esto es que, tal enfoque macroeconómico, no considera aspectos que acontecen a nivel microeconómico, es decir, como la inflación afecta la estructura de los precios, específicamente la variación de los precios relativos, así como también la estructura de la producción. Como señala Hayek, el volumen de empleo dependerá de la correspondencia entre la demanda y oferta de cada sector dentro de la economía, y no del manejo de ese macro-concepto denominado “demanda agregada”.
Más adelante Hayek trae a la palestra sus propias palabras pronunciadas en 1936 respecto a este tema. Señala el autor que él no niega que pueda elevarse el empleo rápidamente y que pueda alcanzarse un nivel de “pleno empleo” dentro de un período corto de tiempo por medio de la expansión de la cantidad de dinero. Lo que critica es que el empleo creado de esa manera es intrínsecamente inestable. Si bien reconoce casos excepcionales en donde se hace urgente crear empleo a cualquier coste, Hayek advierte lo siguiente:
“(…) el economista no debería ocultar el hecho de que el objetivo del máximo empleo que pueda conseguirse a corto plazo, por medio de la política monetaria, es esencialmente la política de un desesperado que no tienen nada que perder y todo que ganar por darse un breve respiro”.
Así, para Hayek, las denominadas “políticas de pleno empleo” son en realidad “fábricas de paro”. La razón de lo anterior se explica por el impacto de estas medidas. Para ser más claro, lo que hacen, mediante un proceso complejo, es hacer variar la distribución temporal de la demanda lo cual tiene como consecuencia el arrastrar, tanto a los trabajadores en paro así como a los empleados, hacia puestos de trabajo que terminarán por desaparecer una vez que la política inflacionista llegue a su fin.
Aquí Hayek comienza a rastrear a los culpables de tales medidas lo cual lo lleva al mundo de la política, específicamente a la política de los Bancos Centrales . En esto Hayek es tajante y es que un gobierno nunca podrá ejercer de manera eficiente el control de la cantidad de circulante en régimen de monopolio y sometido a presiones políticas.
Este es un peligro cierto y más evidente cuando los Bancos Centrales actúan como ve verdaderas billeteras para el gobierno de turno (tal como sucedió con el chavismo en Venezuela). En palabras de Hayek:
“El tema es que en el orden político que hoy prevalece, si los gobernantes quieren permanecer en el cargo no tienen otra elección que la de utilizar sus poderes para beneficiar a grupos particulares, y el interés que actúa con más fuerza es el de conseguir dinero adicional para hacer gastos adicionales”.
Artículos complementarios
1/7- Política monetaria ¿de qué estamos hablando? Introducción (por Jan Doxrud)
2/7- Política monetaria ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)
3/7- Política monetaria ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)
4/7- Política monetaria ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)
5/7- Política monetaria ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)
6/7-Política monetaria ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)
7/7- Política monetaria ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)