Bajo la influencia de la psicología moderna y de los dogmas del pragmatismo, la pedagogía se desarrolló, en general, como una ciencia de la enseñanza, de tal manera que llegó a emanciparse por completo de la materia concreta que se va a transmitir (…) Además, en los últimos decenios trajo como consecuencia un descuido muy serio de la preparación de los profesores en sus asignaturas específicas en los institutos secundarios públicos (…) esto significa no sólo que los alumnos están literalmente abandonados a sus propias posibilidades sino también que ya no existe la fuente más legítima de la autoridad del profesor: ser una persona que, se mire por donde se mire, sabe más y puede hacer más que sus discípulos.
Hannah Arendt. Entre el pasado y el futuro
Uno no es buen profesor solo por lo que sabe de la materia, ni solo porque sabe ganarse a los alumnos. Hay que combinar ambos elementos: atraer a los alumnos a la materia para enseñarla adecuadamente. Hay que reclutar a profesores excelentes en los que puedan confiar alumnos, padres y autoridades. Y a no ser que haya una situación grave, debemos dejarles trabajar.
Inger Enkvist. Entrevista al diario “El Pais” (2018)
1) Hablemos de educación (por Jan Doxrud)
Esta serie de 9 artículos no pretende ser ni un “mini-tratado” de pedagogía, ni un “manifiesto Anti-Algo” en específico y mucho menos un reflexión filosófica profunda sobre educación. Lo que expongo aquí son simplemente ideas y reflexiones críticas de una persona que hace clases, para poder así incentivar el debate y la reflexión en torno a esta disciplina. Por ende he intentado mantener el lenguaje lo más simple posible purgado de términos técnicos y academicistas, puesto que el objetivo es que esto pueda ser leído cualquier persona interesada en el tema.
Sin embargo igual haré referencia a otros autores que ya han abordado algunos de estos temas de manera más detenida y profunda en distintos libros. Por ende, digamos que en estos artículos no pretendo anunciar nada revolucionario que ya no se haya sido dicho con anterioridad.
Un asunto engorroso fue escoger un título, puesto que los que se me venían a la cabeza podrían transmitir un mensaje impreciso respecto al tema a tratar. Quizás el título más adecuado habría sido “La falsa dicotomía entre contendidos y metodologías”, o “la inexistenten pugna entre expertise contenidista y expertise metodológica”. También pude haber titulado esta serie de artículos como “el qué enseñar y cómo enseñar se complementan”.
Pero también habían otros potenciales títulos alternativos como “¿Por qué los contenidos y las clases expositivas continúan siendo importantes”; “¿Por qué las nuevas metodología no lo son todo?”o ¿“Por qué la formación intelectual del profesor es crucial para el aprendizaje?”. Un último título podría haber sido “¿por qué la educación ha caído en un formalismo insustancial?”
Pero los títulos anteriores tampoco son del todo precisos, puesto que, por ejemplo, la clase expositiva también es una metodología de enseñanza de manera que, quizás, estamos más bien ante una (falsa) pugna entre metodologías: clases expositivas “versus” otras metodologías “activas” (ya me referiré a esto último). Pero lo anterior también es impreciso ya que se asume que la clase expositiva es una metodología pasiva, es decir, tenemos a alumnos pasivos escuchando y, por otro lado, a un profesor activo ensimismado en un monólogo (caricatura a la cual me referiré más adelante).
Quizás lo que se defiende aquí es lo que Mercedes Ruiz Paz denomina como “pedagogía del contenido” ( a la que me referiré más adelante) en contraposición con el exceso de formalismo (insustancial) que caracteriza a algunos pedagogos. Ninguno de los anteriores títulos expresa a cabalidad lo que tengo en mente, pero, al menos creo que cada uno rescata un fragmento de lo que se quiere expresar en el presente escrito.
En suma en estos artículos hablaremos de varios temas, problemas e ideas. A continuación dejo algunas preguntas, problemas e ideas que se defienden en este escrito.
1-¿Entienden los profesores el lenguaje y conceptos pedagógicos que utilizan o solo lo repiten mecánicamente como “mantras”?
2-¿Cuál es la utilidad y ámbito de aplicación de las metodologías de enseñanza?
3-¿Son las metodologías medios o herramientas auxiliares o, por el contrario, un fin en sí mismo?
4-Deben los contenidos subordinarse a las metodologías o las metodologías a los contenidos? (aquí defiendo la segunda opción)
5-La relevancia del profesor y lo importante que este cuente con una preparación intelectual de primer nivel y que haga un uso de un vocabulario técnico que ayude a ampliar el vocabulario de los estudiantes.
6-La importancia de que el profesor sea un experto en las disciplinas que imparte, que lea y se mantenga actualizado.
7-Un profesor que solo es experto en metodologías es un obstáculo para los establecimientos educacionales. De tener que escoger entre un metodólogo y un profesor experto en su disciplina, habría que escoger, sin duda alguna, el segundo.
8-Se da como un hecho que el profesor solo necesita capacitaciones metodológicas porque es un experto en la disciplina que imparte. En estos artículos se cuestiona el supuesto anterior, puesto que resulta ser falso , ya que hay profesores que no dominan las disciplinas que imparten, tampoco les interesa hacerlo y no se mantienen actualizados.
9-Se defiende aquí que las clases expositivas o tradicionales aún constituyen un aspecto fundamental de la enseñanza y es un error considerarlas como inútiles porque “supuestamente” no fomentarían la participación y la actividad intelectual del alumno (pasividad sería, erróneamente, considerada sinónimo de que el estudiante no aprende). El dogma dice que si los alumnos no están “haciendo algo”, visiblemente a los ojos del ser humano, entonces no están aprendiendo. Pero la clase expositiva tiene una serie de virtudes que no son visibles al ojo y escapan a este nuevo empirismo.
10-La potenciación de la memoria y el ejercicio memorístico es fundamental, de manera que es falso que intente viene a librarnos de tener que memoriza.
El profesor emérito de la Universidad de Edimburgo, David Carr, se refiere a esta dicotomía en materia pedagógica, específicamente en Inglaterra, en su libro “El sentido de la educación”. Carr nos habla de aquella dicotomía entre educación “tradicionalista” y “progresista” y la “grosera caricaturización”que se hace de esta. Explica el autor que tal dicotomía se fundamentaría (erróneamente ) en el hecho de que los “tradicionalistas” se centrarían en los “contenidos” educativos (algo al parecer negativo), mientras que los “progresistas” ponen su atención en los “métodos”. En palabras de Carr:
“Según este punto de vista, el tradicionalismo no sería más que un modo de enseñar que utiliza métodos educativos eminentemente formales (didácticos o de memoria), y el progresismo sería un modo de enseñar que prescindiría de la educación formal en beneficio de métodos más abiertos, experimentales o cooperativos para lograr un aprendizaje de tipo interdisciplinario o integrador”.
Tal dicotomía resulta ser cómoda en el sentido de que nos brinda una explicación bastante simple (o simplista) de qué es lo que separa a ambas tradiciones. Pero tal dicotomía resulta falaz, entre otras razones, debido a que muchos pedagogos tradicionalistas han demostrado un gran interés por los métodos. Por lo demás, y como ya señale, la clase expositiva también constituye un método.
Vamos al grano. El tema de esta serie de artículos central no consiste en atacar la pedagogía como tal (aunque hay pedagogías dañinas) y, más bien, de lo que se trata es cómo los profesores han interpretado ciertas innovaciones (algunas no muy nuevas) en materia pedagógica. Hay que ser escéptico y crítico respecto a ciertas corrientes pedagógicas y no aceptar sus postulados como dogmas irrefutables. Cada generación de profesores es hijo de su época y ha creído tener en sus manos “el” o “los” método (s) infalible (s) para enseñar.
En países como España el debate está muy avanzado en comparación con nuestro país y se han levantado varias voces contra las reformas educativas[1], así como también contra una “nueva pedagogía” que se ha erigido como una suerte de magisterio cuyas ideas no pueden ser cuestionadas y que ha repercutido de manera negativa, especialmente en la educación pública.
Lo anterior se ha significado la apertura de un debate que considero extremadamente necesario e importante del cual no nos podemos restar. Ahora bien, esto no es algo nuevo y, como nos recuerda el filósofo español José Sánchez Tortosa (y sin ir más lejos en el pasado), el arabista, musicólogo y filólogo español, Julian Ribera (1858-1934) ya había publicado en 1910 un libro con el sugerente título “La superstición pedagógica” en donde afirmó de manera clara y directa que la pedagogía se había transformado en la superstición científica de los pueblos más civilizados.
En el mismo texto, disponible en línea, el autor habla de un “pedagogismo trascendental regresivo” que había estado en boga dentro del mundo ilustrado y que iba tomando “formas nuevas según la moda de los tiempo”. Hacia el final de su escrito Ribera nos revela con simples palabras cuál es el método más “sencillo, directo y eficaz” para que se aprenda: “que el maestro haga bien la cosa que ha de ser aprendida”. Con esto no quiero dar a entender que Ribera estuviese en lo cierto, sino que enfatizar que el tema en cuestión es uno bastante viejo que podemos retratraer a varios siglos atrás.
Otro personaje que se burlaba e ironizaba sobre los pedagogos de su época era el polémico Antón Makárenko (1888-1939) que, paradójicamente, es reconocido como uno de los principales pedagogos de la Unión Soviética. Makárenko utilizó la educación para promover la estricta disciplina y responsabilidad del nuevo “homo sovieticus” que la ideología comunista pretendía construir. Makárenko, en su “Poema Pedagógico” (1933) señalaba que los pedagogos vivían en las cumbres del “Olimpo” desconectados de la realidad sobre la cual teorizaban.
La crítica de estos y otros autores vienen en diferentes sabores y con distinta intensidad y, por supuesto, se podrá estar o no de acuerdo con sus ideas. En mi caso concuerdo con la mayoría y los desacuerdos que podría tener con estos tienen que ver con introducir ciertos matices en relación con ciertas ideas específicas. Tenemos profesoras francesas que se han rebelado contra lo que consideran como mala pedagogía como es el caso de Rachel Boutonnet y su “Journal d'une institutrice clandestine” o la psicóloga Liliane Lurçat , coautora de “La débâcle de l'école: Une tragédie incomprise” y “La destruction de l'enseignement élémentaire et ses penseurs”.
Estas autoras relatan sus experiencias específicamente en el área de la lectura, escritura así como el cálculo. Otro francés que ha criticado al sistema es Marc Le Bris en su libro “Et vos enfants ne sauront pas lire, compter”.
Artículos complementarios
Reseña: La Escuela inteligente, de David Perkins (por Jan Doxrud)
Reseña: 5 mentes para el futuro de Howard Gardner (por Jan Doxrud)
1/3-Pensamiento crítico ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)
2/3-Pensamiento crítico ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)
3/3-Pensamiento crítico ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)
[1] Comenzando con la aprobación de la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo o Logse del año 1990.