6) Irving Fisher: Capital, Interés y Tiempo (por Jan Doxrud)

6) Irving Fisher: Capital, Interés y Tiempo (por Jan Doxrud)

En el siguiente capítulo Fisher pasa a examinar los principios que regulan la elección entre oportunidades de inversión. Recordemos que la teoría del interés, que versa sobre la determinación de la tasa de interés de Fisher (no sobre su existencia), pretende ser una suerte de síntesis que integra la teoría de la preferencia temporal de Böhm-Bawerk y la de la productividad del capital ( oportunidades de inversión). Fisher rechazaba las teorías del interés fundamentadas en la productividad del capital. 

La razón se debía a que tal teoría confundía dos conceptos diferentes a saber, productividad física y producción de valor, siendo este último fruto de las valoraciones subjetivas. Como explica el ya mencionado José Antonio Aguirre, Böhm-Bawerk no objetaba que el capital no fuera productivo, sino que el punto era que el fenómeno del interés era uno que desbordaba el campo de la producción, siendo el resultado del intercambio, por lo que no debe confundirse productividad-física y productividad-valor.

Por su parte Fisher explica con claridad lo que implica el proceso de producción. Señala que, en lo que respecta a la influencia de los tipos de interés, que diferenciar entre los bienes de consumo final y los bienes intermedios. En lo primeros el tipo de interés tiene escasa influencia, no así en el caso de los segundos. Así, el economista estadounidense explica que, para el terrateniente, el valor proporcionado por la tierra dedicada a producir pasto para las ovejas dependerá del valor de los servicios que el rebaño procura al producir lana. 

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Por ende, al alquilar la tierra la persona deberá calcular lo que puede pedir de renta en base a la lana que esperará obtener del rebaño. En lo que respecta al valor de la lana utilizada por el fabricante como materia prima, dependerá del valor descontado de la producción de tejido de lana. En lo que respecta al valor de los tejidos, dependerá del valor descontado de los vestidos que con esos tejidos se producen. Por último, señala Fisher, el valor de esos vestidos dependerá de los servicios que prestan a quienes lo usan, es decir, de las valoraciones subjetivas de las personas. Concluye así el economista:

“Por lo tanto, los servicios finales que procuran la utilización de los vestidos tendrán influencia en el valor de todos los servicios anteriores, la confección, la fabricación de tejidos, la producción de lana, la alimentación de las ovejas, etc. Y todos estos servicios, cuando se descuentan por medio del tipo de interés, nos dará el valor capital de los bienes que los procuran (los vestidos, las telas, la lana, las ovejas y las tierras para pastos)”.

Así el interés influirá en los salarios puesto que, como señala el autor, si una tierra es utilizada para cultivar, los salarios destinados a los sembradores deberá calibrarse en virtud de la estimación que realice el agricultor del valor actual de la cosecha esperada y esto variará si la tasa de interés llegase a cambiar. A esto añade que los trabajadores que participan en la construcción de un puente recibirán un salario de acuerdo con el valor descontado de los beneficios últimos  que generará el puente. En simples palabras, y aquí cito a Wilhelm Röpke, el fabricante de sombreros no cobra 100 dólares porque le costó 90 dólares fabricarlo. Aquel fabricante, debido a que espera que los consumidores comprarán sombreros por ese valor, incurrirán en tales costos.

El ingeniero y prolífico inventor C. F. Kettering junto a Irving Fisher

El ingeniero y prolífico inventor C. F. Kettering junto a Irving Fisher

Así, el economista no reducía el tema al aspecto subjetivo, de manera que integraba la dimensión objetiva en su teoría, siendo esta  las oportunidades de inversión que abordaremos a continuación. Fisher, en lugar de utilizar el concepto de “productividad del capital” utiliza el de oportunidad de inversión el cual descansa en otro concepto: el de opción. Una opción es definida como “toda posible corriente de renta que la persona puede asegurarse mediante la utilización de sus recursos, capital, trabajo, tierra o dinero”. Una “oportunidad de inversión” sería entonces la “oportunidad que se abre de pasar de una a otra opción o corriente opcional de renta”. Aquí, el primer principio “empírico” que regula la oportunidad de inversión (mencionado anteriormente) especifica un determinado abanico de corrientes opcionales de renta a elegir. 

Por otro lado, el segundo principio, el de “máximo valor actual”, señala Fisher, es de enorme importancia. Como ya habíamos señalado, para que una persona pueda formularse un juicio acerca de las oportunidades de inversión debe obtener el valor actual de los flujos futuros, por medio del descuento al tipo de interés vigente los costes y ganancias (diferencias negativas y positivas). Así, cuando las ganancias superan a los costes será conveniente llevar a cabo la nueva inversión, optando por aquella corriente de renta que tenga un mayor valor actual. 

De acuerdo al economista existe una “tasa de ganancia sobre los costes” que vendría a ser el tipo de descuento en donde le es indiferente a una persona adoptar una u otra inversión. En palabras de Fisher, cuando comparamos dos corrientes de renta opcionales, preferiremos una a otra dependiendo del tipo de interés, pero existe una tasa intermedia “en donde ambas opciones estarían a la par y no prevalecería una sobre otra. A esto añade Fisher:

Esta tasa sería tal que los valores actuales de las corrientes de renta, de una y otra opción, serían iguales, o lo que es lo mismo, si descontamos a esa tasa las ventajas o ganancias de optar por una de las inversiones y los inconvenientes o costes, unas y otras tendrían el mismo valor”.

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La elección que realice una persona dependerá entonces del tipo de interés. Pero tal dependencia no se refiere solamente a las opciones de corriente de renta, sino que también todo el abanico de opciones existentes. Así, Fisher señala que un cambio en el tipo de interés alterará tanto los valores actuales de las distintas partidas de renta, así como también esas partidas mismas. En suma, Fisher sintetiza sus ideas en los siguientes principios:

1) Principio del valor actual máximo: se escogerá, de entre todas las opciones disponibles aquella que tenga el valor actual máximo calculado al tipo de interés del mercado.

2) Principio de ventaja comparativa: de entre todas las opciones disponibles, se escogerán aquellas cuya ventaja sobre todas las demás superen las desventajas. Lo anterior se realiza descontando – al interés del mercado – las ganancias y costes,

3) Principio de ganancia neta o de ganancia sobre costes: de entre todas las opciones se escogerá aquella que, en comparación con cualquier otra, genere una ganancia neta igual o superior al tipo de interés de mercado.

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4) Principio de ganancia neta cuando el número de opciones es infinito y éstas admiten una graduación continua de entre todas las opciones, se escogerá aquella en que las diferencias con su rival más próximo produzca una tasa de ganancia neta igual al tipo de interés del mercado (tasa marginal de ganancia neta)

Hacia el final del capítulo Fisher sintetiza su concepción del tipo de interés, el cual es el resultados de factores subjetivos y objetivos. Los primeros guardan relación con la preferencia temporal o impaciencia humana, mientras que los segundos se refieren a las opciones de inversión. El autor ejemplifica señalando que Henry Ford, en lugar de continuar fabricando su modelo “T” y disfrutar de una alta renta inmediata, decidió en cambio dejar de fabricar ese modelo durante un año. ¿Por qué? Debido a que Ford decidió invertir cientos de millones en instalaciones puesto que esperaba obtener mayores ganancias por la fabricación y venta de su nuevo modelo y, para ello necesitó sacrificar la renta inmediata.