22/22- La teoría económica de John Maynard Keynes (por Jan Doxrud)

22) La teoría económica de John Maynard Keynes (por Jan Doxrud)

Si bien Rallo reconoce la influencia de la preferencia por la liquidez tiene una influencia sobre los tipos de interés, el problema es que tal influencia no es única y absolutamente determinante. La razón de esto ya lo vimos con Hazlitt y es que el tipo de interés depende de la preferencia temporal y la aversión al riesgo. Además de lo anterior, Rallo explica que en los modernos mercados financieros los especuladores que apuestan por una subida del interés no necesitan atesorar el dinero mientras esperan lo anterior. Existen otras alternativas como los mercados de futuros, por ejemplo, una opción “put” o contrato en virtud del cual el comprador adquiere el derecho, aunque no la obligación, de vender un activo a un precio determinado, antes de una fecha de vencimiento específica

Sumado a esto, Rallo recuerda algo obvio y es que no existe “un tipo” de interés en el mercado, sino que una pluralidad de estos que varían de acuerdo al plazo y del riesgo del intercambio entre bienes presentes y futuros. Por lo demás, el atesoramiento del que nos habla Keynes vendría a ser un “caso extremo de preferencia por la liquidez” y el hecho es que, un mayor atesoramiento exista empujará los precios a la baja. En una economía bajo un patrón oro la consecuencia será una mayor explotación de minas de oro para satisfacer la demanda de liquidez por parte de los agentes económicos. Recordemos también que se considera como dinero los cheques de viajeros así como también los depósitos a la vista que, en virtud de la reserva fraccionaria, el dinero puede expandirse dentro de la economía.

Fuente: https://napkinfinance.com/es/

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¿Por qué sigue vivo el pensamientode Keynes? En el Epílogo del Libro de Rallo, el economista David Sanz Bas afirma que sería una ingenuidad pensar que la crisis petrolera de la década de 1970 asestó un “golpe mortal” a Keynes, puesto que lo que realmente sucedió fue que su pensamiento quedó dormido. Por lo demás, como afirma irónicamente el mismo economista,  “hay muchos motivos para pensar que no hace falta mucho ruido para despertarle”. La razón de lo anterior es que el keynesianismo encaja bien dentro de la cosmovisión de los economistas mainstream (ortodoxa), de la gente corriente y los políticos. En palabras de Rallo: “(…) cada uno de estos grupos tiene una cierta natural predisposición a aceptar los planteamientos keynesianos (…)”. Revisemos brevemente estas ideas.

1) ¿Por qué siguen vivas las ideas de Keynes entre los economistas mainstream? Aquí el autor enumera 4 puntos. En primer lugar Sanz, recurriendo implícitamente a la “Contrarevolución de la Ciencia” de Hayek, explica que estos economistas están cegados por el cientismo. Con esto quiere dar a entender lo mismo que pretendió Hayek en su momento: utilizar mecánica y acríticamente las herramientas usadas en las ciencias naturales para explicar los procesos sociales. Sí, lo que subyace a esto es el empirismo, esto es, el enfoque metodológico de acuerdo al cual solo pueden considerarse como científicas las teorías que pueden demostrarse empíricamente. Así, esto significa desterrar la veracidad de los razonamientos apriorísticos-deductivos. En virtud de esta perspectiva, comenta Sanz, parece obvio para estos economistas que el aumento de la demanda agregada trae consigo un aumento del empleo y que, por lo tanto, el desempleo se explica porque el gasto es insuficiente. Pero tal forma de razonar, explica el mismo autor, es un ilusión estadística que admiten hipótesis falsas y pasan por alto las explicacione lógico-deductivas. En palabras del economista español:

“Así, el empirismo cientista tiene una gran predisposición a aceptar teorías falsas como la keynesiana bajo la falsa ilusión de certeza que proporcionan las relaciones estadísticas y a descartar teorías sólidamente construidas sobre razonamientos apriorístico-deductivos como la teoría austriaca”.

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En segundo lugar  tenemos lo que señalamos anteriormente con Roger Garrison, y es que la economía mainstream carece de una teoría del capital, es decir toda la compleja estructura productiva, así como la red de millones de empresas que toman decisiones y se coordinan entre sí tanto inter como intratemporalmente. Los economistas mainstream, por ende, al operar con agregados económicos, utilizan conceptos como “inversión agregada” y “stock de capital” (como si este fuese una masa homegenea).  En tercer lugar tenemos lo ya mencionado, esto es, las simplificaciones en las que incurre la economía mainstream al utilizar los agregados económicos, con la consecuente ignorancia respecto a la complejidad de los sistemas económicos. Por último, el autor menciona la “Fatal arrogancia” (otro concepto de Hayek), es decir, que estos economistas piensan que es posible disponer de toda la información y  conocimiento necesario para tomar decisiones. Tal actitud se vería reflejada en la existencia de élites económicas que pretenden determinar impuestos “óptimos”, tipos de interés “más convenientes” o la cuantía de subvenciones para distintos sectores económicos. Quizás esta arrogancia se plasmó en todo su esplendor en los modelos de planificación central socialista que, en ausencia de libre mercado, sistema de precios y emprendimiento, terminó por colapsar.

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2) ¿Por qué siguen vivas las ideas de Keynes entre los los ciudadanos y los políticos? En el caso de la gente común se explica porque las ideas de Keynes, bajo una primera mirada parecen intuitivas y razonables, después de todo, si no vendo mis productos es porque nadie los compra, por ende, si estimulan la demanda “entonces” venderá mis productos. Paso seguido llevamos ese razonamiento se extrapola desde el ámbito microeconómico al macroeconómico concluyendo que Keynes tenía razón, y se da así la espalda a todas las demás consecuencias no previstas (siguiendo a Bastiat, se quedan con “lo que se ve” e ignoran “lo que no se ve) En cuanto a los políticos, Sanz señala una crítica común y es que el keynesianismo se ha transformado en el armazón teórico que justifica y defiende el gasto público y el déficit presupuestario, algo que va en consonancia con las pretensiones de los políticos quienes, en busca de votos, utilizan el presupuesto estatal para su propio beneficio: mantenerse en el poder.

Terminemos esta serie de artículos con el siguiente célebre pasaje de Keynes:

“(…)las ideas de los economistas y los fi­lósofos políticos, tanto cuando son correctas como cuando están equivocadas, son más poderosas de lo que comúnmente se cree. En realidad el mundo está gobernado por poco más que esto. Los hombres prácticos, que se creen exentos por completo de cualquier  influencia intelectual, son generalmente esclavos de algún eco­nomista difunto. 

(John Maynard Keynes. La Teoria General del Empleo, el Interés y el Dinero (Capítulo 24)

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