1-Daron Acemoglu y James A. Robinson: Economía, Instituciones y Democracia (por Jan Doxrud)
En estos artículos me referiré a dos libros de los autores Daron Acemoglu y James A. Robinson: “Por qué fracasan los países” (2012) y “El pasillo estrecho” (2019). Los artículos estarán principalmente dedicados al primer libro y en el quinto me referiré al último libro publicado por de los autores.
Acerca de los autores, tenemos que Acemoglu es un economista hijo de padres armenios nacido en Istambul (Turquía) en el año 1967. Sus primeros estudios los cursó en la Universidad de York (Inglaterra) donde obtuvo su grado de bachiller y luego obtuvo su Master of Science y PhD en el London School of Economics. A partir de 1992 comenzó a desarrollar su dilatada carrera académica en el Massachusetts Institute of Technology, siendo, a partir del 2010, Elizabeth and James Killian Professor of Economics.
Robinson, por su parte, es un economista y politólogo inglés que cursó sus estudios en el London School of Economics, la Universidad de Warwick (M.A) y finalmente en la Universidad de Yale (PhD). Su carrera académica lo llevó a pasar por varias prestigiosas instituciones: Universidad de Melbourne, Universidad de Southern California, Universidad de Berkeley y Universidad de Harvard. Actualmente se desempeña como académico en la Universidad de Chicago en donde es director del “The Pearson Institute for the Study and Resolution of Global Conflicts” y “Reverend Dr. Richard L. Pearson Professor of Global Conflict Studies” en la Universidad de Chicago.
Comencemos con el libro titulado “Por qué fracasan las naciones”. Cabe señalar que esta es una obra que ha sido el resultado de varios estudios y trabajos empíricos por parte de los autores, los cuales han sido desarrollado en papers académicos. Me refiero principalmente a aquel titulado “The Colonial Origins of Comparative Development” (2000) escrito por Acemoglu, Robinson y el académico del MIT Simon Johnson.
Se podría decir que “Por qué fracasan las naciones” constituye una presentación más amena, clara y rigurosa de tales trabajos para un público más general. El libro no solamente es interesante por su clara exposición y las teorías que se presentan, sino que también constituye un estudio interdisciplinario en donde se entrecruzan la economía política, economía institucional, la historia económica y economía del desarrollo. Entrando en materia tenemos que un primer punto medular de este libro es la importancia de las instituciones en el desarrollo de los países. Un segundo punto central son los conceptos de instituciones extractivas e inclusivas que iré explicando a lo largo de este escrito.
Antes de pasar a explicar este enfoque institucional, que cuenta con una larga tradición, examinemos brevemente la opinión de los autores en relación con otro tipo de explicaciones sobre los factores que influyen en la prosperidad económica y política de los países. Específicamente se refieren a la hipótesis geográfica, cultural y la de la ignorancia. Lo que rechazan Acemoglu y Robinson es el “determinismo”, es decir, la existencia de una causalidad mecánica de hierro la cual genera siempre los mismos efectos. Esto se opone a los enfoques sistémicos y complejos, así como también al fenómeno de la emergencia fruto de la interacción de las partes dentro de un sistema como lo puede ser una nación.
La hipótesis geográfica ya se encontraba presente, como señalan los autores, en Montesquieu, para quien la concentración geográfica de la prosperidad estaba vinculada al clima. Así por ejemplo, el teórico francés afirmaba que en las zonas tropicales los seres humanos tenían la tendencia a ser más holgazanes, sin ética y capacidad para innovar. Añadía que estos pueblos tendían a estar gobernado por déspotas. Es específicamente en el Libro XIV de su “Espíritu de las Leyes” en donde el autor aborda el tema en cuestión. En el capítulo I, Montesquieu expone su idea general:
“Si es cierto que el carácter del alma y las pasiones del corazón son muy diferentes en los diversos climas, las leyes deben estar en relación con la diferencia de estas pasiones y de éstos caracteres”.
Ahora bien, antes de Montesquieu el polímata árabe Ibn Jaldún (1332-1406) ya se había referido a este tema en su “Al-Muquaddímah” que, en español fue traducida como Historia Universal. Ibn Jaldún abordó el tema acerca de la influencia del clima (donde diferenciaba 7), esto es, como la pluviosidad, temperatura, humedad, etc., afectaban la geografía del lugar, las especies vegetales y animales. Sumado a esto afectaba también la manera de ser de los seres humanos, así como sus disposiciones físicas, psíquicas, sus costumbres y hábitos. Sin entrar en detalles, para Ibn Jaldún aquellos pueblos que habitaban en zonas extremas frías así como en los trópicos se caracterizaban por ser bárbaros en contrate con aquellos que vivían en climas más templados.
Ahora bien, cabe precisar que hoy en día no se incurre en esta clase de falacias, reduccionismos y determinismos groseros. Así, Acemoglu y Robinson se refieren a versiones modernas de la influencia geoclimáticas como lo es, por ejemplo, las repercusiones de las enfermedades tropicales – como la malaria – en la salud y productividad del trabajo. Otro ejemplo es que el suelo tropical no permite desarrollar la agricultura productiva. En suma, los climas templados gozan de una ventaja relativa sobre los tropicales y semitropicales. Acemoglu y Robinson rechazan esta idea puesto que la desigualdad mundial no se puede explicar por enfermedades o el clima y, por lo demás, señalan que la historia ilustra que no existe una conexión sencilla ni duradera entre factores geoclimáticos y el éxito económico.
Así, por ejemplo, los autores mencionan casos de países que han desafiado esta idea cómo es el caso de las naciones del sudeste asiático, China, Australia o Nueva Zelanda. En lo que respecta a las enfermedades, estas no son un caso particular de los climas tropicales ya que otras naciones, como las europeas, también fueron afectadas por enfermedades letales. Así, los autores señalan que Inglaterra, que fue un país (como otros países europeos) poco saludable, logró gradualmente revertir tal situación por medio de la inversión en alcantarillados, tratamiento de aguas residuales y un servicio de salud efectivo. Así señalan Acemoglu y Robinson:
“La mejora de la salud y de la esperanza de vida no eranla causa del écito económico de Inglaterra, sino uno de los frutos de sus cambios políticos y económicos anteriores”.
En lo que respecta al tema de la tierra en las zonas tropicales, los autores explican que la baja productividad no se debe a esto sino que, más bien, es la consecuencia de la estructura de la propiedad de la tierra y de los incentivos que el gobierno y las instituciones crean en los agricultores. Acemoglu y Robinson lanzan también sus dardos contra el connotado antropólogo y académico en la UCLA, Jared Diamond. El punto medular que ponen en entredicho es la idea de Diamond de que la desigualdad intercontinental al principio del período moderno se explica por las distintas dotaciones históricas de plantas y animales que influirían ulteriormente en la productividad.
El error de la tesis de Diamond radica en que no se puede generalizar para explicar la desigualdad mundial moderna. Por lo demás , los autores señalan que la desigualdad en el mundo moderno se debió, en gran medida, al desigual reparto y adopción de tecnologías, temas que Diamond no incluiría en sus ideas. Por ejemplo, las ideas de Diamond no explicarían el por qué aquellas regiones en donde estuvieron las civilizaciones incas y azteca quedaron rezagadas en comparación con Norteamérica ocon países como Chile donde no existieron civilizaciones como las anteriormente señaladas. Concluyen sobre la hipótesis geográfica con las siguientes palabras:
“(…) los factores geográficos no ayudan a explicar no solamente las diferencias que vemos en distintas partes del mundo hoy en día, sino tampoco por qué muchos países como japón o China se estancan durante largos períodos de tiempo y, posteriormente, inician procesos de rápido crecimiento. Necesitamos una teoría que sea mejor”.