3) Cuba: de la revolución a la dictadura (por Jan Doxrud)
Introducción
Entremos ahora en materia. Comenzaremos haciendo una breve referencia a la figura de Fulgencio Batista, quien fue derrocado por Castro y la oposición en 1959. Destacaremos de manera muy acotada la trayectoria política de Batista para, posteriormente, continuar con la dictadura iniciada en 1952 y la oposición que esta generó en distintos sectores de la sociedad. Una vez examinado esto, proseguiremos con el gobierno revolucionario iniciado en 1959 y que contó con 2 Presidentes – Manuel Urrutia y Osvaldo Dorticós – para finalmente concentrarnos en la figura de Fidel Castro y el giro que tomó la revolución hacia el socialismo. Aquí ya sabemos lo que sucedió y fue que la revolución, que originalmente prometió restaurar la democracia y la Constitución de 1940, terminó por instaurar una dictadura castrista bajo el velo de la ideología comunista.
Así, las próximas líneas trazarán un breve panorama histórico que relatarán algunos de los principales hechos en la historia cubana y mostrar que la revolución de 1959 en Cuba pudo haber representado una real posibilidad de restaurar el orden constitucional de 1940. Pero sucedió que, a la larga, este proceso fue secuestrado por un grupo de hombres liderado por un personaje desmesuradamente ambicioso, narcisista, mitómano y megalomaníaco como lo fue – y lo continuó siendo (de manera más patológica) – Fidel Castro (la neurocirujana cubana Hilda Molina lo tilda de inteligente, psicópata y sociópata). Fue él quien secuestró la revolución para subordinarla a sus ambiciones personales.
Carlos Franqui (1921-2010), en su libro “Vidas, aventuras y desastres de un hombre llamado Castro”, afirmó acertadamente lo siguiente:
“Castro fue el protagonista y vencedor de este importante acontecimiento histórico: volver comunista la primera revolución NO hecha por comunistas, ni inspirada por ideología marxista, la primera fuera del territorio único del mundo socialista, la primera a las puertas mismas de Estados Unidos, en un país tropical, de lengua castellana y raíces españolas y africanas, la primera en América Latina”.
Castro sabe engañar y manejar a los periodistas y, especialmente, a los intelectuales. Como lo retrata Carlos Franqui, Castro es une excelente actor que sabe fascinar, ponerse bravo y convencer. Esta calidad de actor no solo le ha servido para engañar a las personas y mantenerse en el poder, puesto que esto también le permite mantener otro arte que maneja a la perfección: el de la mentira - verdad (neolengua). Principios lógicos básicos como el de identidad y no-contradicción era constantemente violados por la perversa “lógica castrista”. Sumado a esto tenemos que es un personaje mediáticamente atractivo y que se lleva muy bien con las cámaras. Franqui lo denomina como “monstruo oral” que supo utilizar hábilmente los medios de comunicación masivos como arma a su favor. Incluso en nuestros días somos testigos cómo el régimen expande su ideología y propaganda por medio de “EcuRed”, la cual surgió en el año 2010.
Volviendo al tema de los intelectuales, el escritor cubano Carlos Alberto Montaner explica que Cuba se transformó en el “Jordán bautismal” par a los intelectuales. Así un Sartre y Simone de Beauvoir visitaron la isla y otros vinieron después. Castro se percató que esos personajes podrían ser de gran utilidad para vender la revolución cubana como él quería exactamente representarla. Pero los intelectuales también sacaban una tajada de celebridad y popularidad en este negocio. Lo más cómico de este asunto es lo poco dado que era Castro a las “artes”. En palabras de Montaner:
“Castro, que no lee ficción, que detesta la poesía, que no entiende de pintura y mucho menos de escultura, que no sabe de música, que solo atado y amordazado vería un ballet o escucharía una ópera, que solo disfruta con las biografías de los grandes hombres o los manuales de veterinaria sobre las grandes ubres – sufre una pasión involucionista por la genética bovina) – se dio cuanta del tremendo peso específico de los intelectuales en la formación de opinión pública.
El punto es que fue Fidel Castro quien sepultó el futuro de Cuba y al llevó a una vida de miseria y mediocridad. La revolución cubana nunca tuvo como propósito salir de la dictadura de Fulgencio Batista para entrar en una más represiva u más longeva, bajo un capitalismo cleptocrático de Estado.
II) Historia
Comencemos haciendo referencia a la isla de Cuba en la década de 1950. El historiador cubano Rafael Rojas trae a la palestra la reedición actualizada de la “Geografía de Cuba” (1950) de 1966, realizada por Levi Marrero. De acuerdo con esta, la población era de 6 millones de habitantes dentro de una isla de 110.000 kilómetros cuadrados. De este total, un millón y medio vivía en la occidental región de La Habana, cerca de dos en la provincia de Oriente y otro más en la central Las Villas. Las principales ciudades capitales eran La Habana, Santiago de Cuba y Las Villas.
Así, en Cuba existían estos 3 principales centros urbanos que eran los más poblados del país. La economía era fundamentalmente agraria siendo el principal productor de azúcar. Ahora bien, la tierra cultivable también se destinaba a la ganadería y a la producción y alimentos que era lo suficientemente para garantizar e l 75% del consumo interno. Añade Rojas que, de acuerdo a la ONU el PIB de Cuba, en 1958, era de 2.360 millones de dólares y el PIB per cápita era de 356 dólares, aunque para Marerro era de 374, lo que situaba a Cuba solo por debajo de Venezuela, Uruguay y Puerto Rico a nivel latinoamericano.
No obstante lo anterior, Rojas señala que Cuba igualmente era un país subdesarrollado. Más de 1 millón de cubanos no había cursado el primer grado, mientras que el 20% de la población era analfabeta, concentrándose en zonas rurales. Otro problema era la el régimen de la propiedad y trabajo rural, en donde de 159.958 fincas, cerca de 900 eran mayores de 1000 hectáreas y menos del 30% de sus dueños era reconocido como propietario. Añade el autor que la mayor parte de la tierra cultivable caía bajo las siguientes categorías de tenencia de la tierra: administradores, arrendatarios, partidarios y precaristas.
Los precaristas eran quienes ocupaban y usaban la tierra sin ningún amparo legal, mientras que los partidarios (o apaceros) efectuaban el pago de la renta con una parte de la cosecha y compartían con el representante legal las instalaciones productivas de la finca. En lo que respecta al comercio exterior, el principal producto era claramente el azúcar, que representaba a mediados de 1950 el 80% del comercio cubano. Sumado a esto, Cuba se encontraba en un estado de dependencia respecto a Estados Unidos y cerca del 80% de los productos importados en Cuba provenían de Estados Unidos.
Por su parte, Carlos Franqui explica que Cuba no era ni una república bananera ni tampoco un paraíso terrenal. Por ende, en opinión de Franqui, Cuba no era un país subdesarrollado pero sí tenía 2 problemas a saber:
1) Dependencia del azúcar, monocultivo, monomercado, dependencia del mercado estadounidense.
2) Desempleo (especialmente juvenil, elevado entre universitarios y profesionales), subempleo: diferencias entre ciudad y campo, entre obreros industriales, azucareros y agrícolas.
Carlso Alberto Montaner también apela al trabajo de Marrero para defender la postura de que Cuba no era un país miserable. Como todo país de la región tenía problemas que resolver pero lo cierto sería es que a finales de la década de 1950 el país se encontraba en la fase de “despegue (de Rostow) para alcanzar la madurez económica. Montaner pasa revista a una serie de indicadores socioeconómicos para entender el estado de la economía hacia finales de la década de 1950. En lo que respecta a la alimentación, Cuba se encontraba en el lugar 26 de una lista de 93 países computada en la escala mundial por el Atlas Ginsburg. En cuanto al ingreso per cápita, Montaner cita el estudio del académico H. T Oshima, quiene señalaba que, para 1953, Cuba tenía un ingreso per cápita del mismo orden de magnitud que los de Italia y la URSS.
Cuba tenía también un sector comercial bien desarrollado contando, para el año 1958, con 65 mil establecimientos comerciales que producían una media anual de ventas de 2.500 millones de dólares. En cuanto a la clase media, Montaner cita el estudio para la UNESCO de Gino Germani quien calculaba que la clase media en Cuba era de un 22% de la población total, siendo equivalente a las proporciones de Chile y Colombia, y ligeramente inferior a Argentina y superior a Brasil y Perú. En materia educacional, Cuba ocupaba el lugar 35 de 136 países de acuerdo a Ginsburg. En relación con este tema comenta Montaner: “Y Cuba, pese a sus deficiencias, en el momento en que Castro entra en La Habana a bordo de un tanque, era un país más próspero y prometedor que España”.
Articulo complementario
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