14-Hablemos del Lenguaje. Significado y definición (por Jan Doxrud)
(…) penamos mediante palabras (…) son nuestras lentes mentales (…) su proyección semántica representa una forma de concebir y percibir cosas (objetos, procesos). En suma, las palabras moldean el pensamiento”.
(Giovanni Sartori, Teoría de la Democracia, 2. Los problemas clásicos)
En suma, el significado o los significados importan y es por ello que la semántica resulta ser, en este respecto, una disciplina crucial y de vital importancia. Como he mencionado, la semántica y algunos de sus elementos, me detendré brevemente a explicar en qué consiste esta disciplina.La semántica es aquella disciplina que se ocupa del significado de los signos lingüísticos: palabras, oraciones y textos, de manera que no incluye dentro de su ámbito de estudio las unidades del nivel fónico, los fonemas y los sonidos, debido a que carecen de significado. Mario Bunge, por su parte, explica que la semántica es una disciplina científica que investiga el modo en que los hablantes asignan significados a las expresiones lingüísticas y el modo en que las traducen. Uno de los desafíos que enfrenta esta disciplina es que el significado se encuentra determinado por el contexto lingüístico que lo constituye las demás palabras que la rodean, y el contexto extralingüístco, que es la situación en la que se pronuncia la palabra.
Así, tenemos palabras polisémicas como banco que puede significar desde una entidad financiera, pasando por un grupo de peces, hasta un asiento que puede ser usado por más de una persona. Es por ello que el “significado” puede tener distintos “sentidos” de acuerdo al contexto. No es lo mismo pedir que “le hagan una llave” a un cerrajero que a un combatiente de yudo. También tenemos algunas frase s que utilizamos que no se entenderían si no contextualizamos. Por ejemplo “Creo que estamos perdidos” puede dar a entender que uno está esas personas están perdidas en un bosque o dar a entender que sus vidas corren riesgo (“estamos perdidos, nos encontraron nuestros enemigos) Otro concepto importante dentro de la semántica es el de “campo semántico” que es un conjunto de palabras asociadas debido a que pertenecen a la misma categoría gramatical y comparten una parte de su significado. Estos campos puede ser abiertos o cerrados.
Los cambios semánticos, como ya ejemplifique anteriormente (caso de “libro” o “familia”) pueden explicarse debido a causas históricas, psicológicas y sociales. Las causas históricas se explican a que el mundo cambia y los referentes evolucionan (por ejemplo “familia”). El concepto de trabajo ha evolucionado, por ejemplo, hace años la mayor parte del trabajo se concentraba en el sector primario de la economía y, tras la revolución industrial, la mano de obra se trasladó a este sector secundario. En cambio en nuestros días la mayor parte de la población económicamente activa se encuentra en el sector servicio, de manera que el “trabajador” o la “clase trabajadora” no es la que realiza un trabajo meramente manual. Lo mismo sucede con el la palabra “economía” que ya no tiene el mismo significado que tenía para, por ejemplo, Aristóteles: la administración de las cosas del hogar o la casa.
En segundo lugar tenemos los cambios semánticos por causas psicológicas. Tenemos casos en que objetos reciben el nombre de otro por su semejanza como es el caso del “Mouse” o “ratón” del computador. Lo mismo sucede con la palabra “navegar” para dar a entender cuando una persona explora en la “web” o “red”. Otros ejemplo son los “pasos de cebra” o el “diente de ajo” . Las metáforas son un tipo de figura retórica en virtud de la cual se traslada el significado de un concepto a otro, estableciendo de esa manera una relación de semejanza o analogía entre ambos términos. En las metáforas, operan tres diferentes niveles. En primer lugar tenemos el denominado tenor, que es el término que es convocado de manera literal. En segundo lugar tenemos el vehículo, que es el término figurado y donde radica la fuerza expresiva de la metáfora. Por último está el fundamento, que es la relación entre el tenor y el vehículo. Por ejemplo tenemos la claísca metáfora “tus cabellos son de oro”, en donde “cabellos” es el tenor, mientras que“de oro” sería el vehículo, y, por último, el fundamento sería el color dorado que comparten ambos.
Dejando atrás la metáfora, tenemos también la antonomasia que es una figura retórica consistente en sustituir un nombre apelativo por el de la cualidad que le caracteriza o que se le atribuye, y también viceversa. Ejemplo de esto es cuando llamamos a un niño inteligente como “pequeño Einstein” o a una persona fría o calculadora como “maquiavélico” o llamar a un niño travieso como “pequeño Chucky”. Lo que se hace en estos casos es darle a una persona que posee cierta cualidad el nombre de otra persona a quien considerada como el máximo exponente de dicha característica.
Otro fenómeno es la metonimia que, si bien se asemeja a la metáfora (transnominación), se diferencia de esta en cuanto a que se basa en una relación de contigüidad (espacial, temporal, lógica) y no semejanza (como la metáfora). Ejemplos de estos son: “irse de copas” en donde objetos para tomar vino (copas) sustituye el acto de tomar. También tenemos el caso sustituir el nombre de un objeto por el de su autor: “Leer a Cervantes” (obras escritas de Cervantes). Otro ejemplo es cuando se denomina un objeto por medio del nombre de un lugar “tomarse un Oporto o Un jerez” o caracterizar moralmente a alguien por medio de una realidad física: “tú no tienes corazón”. En tercer lugar tenemos los cambios semánticos producto de causas sociales.
Un caso es el fenómeno del “tabú” (palabra de origen polinésica), aquellas palabras que ni siquiera pueden ser pronunciadas por ser de mal gusto, por razones morales o religiosas. Para algunos es un tabú hablar de la muerte por el miedo que les inspira. Para lograr eludir estos tabúes, se recurre a los eufemismos (buen hablar) que también consiste en sustituir una cosa por otra, en este caso, una palabra por otra. Por ejemplo en lugar de decir “me despidieron” del trabajo podemos señalar que “me desvincularon”. Tenemos el caso de evolución de eufemismos: tullido, invalido, minusválido, discapacitado, capacidades diferentes, etc.
Resulta crucial definir y utilizar con precisión las palabras. Pero, ¿qué es una definición?Bunge señala que consiste en la elucidación de un concepto (o un signo) en términos de otros conceptos. El teórico de la literatura español y profesor en la universidad de Vigo, Jesús G. Maestro, explica que las definiciones son procedimientos determinantes, es decir, establecen términos a partir de términos preexistentes, de manera que no es una creación desde la nada. A esto añade:
“Las Definiciones son configuraciones científicas o categoriales que definen los términos tomando como referencia causas, antecedentes, factores externos o coordenadas preexistentes a tales términos. Puede decirse que las Definiciones se caracterizan porque construyen términos nuevos a partir de términos preexistentes. Su desenlace principal es el neologismo, ampliando los términos ―y los límites― del campo categorial allí donde es necesario”
Maestro introduce una distinción entre definiciones idealistas, conceptuales y retóricas. Las idealistas, explica el autor, son aquellas que delimitan un termino al margen de referentes materiales físicos, positivos, efectivamente existentes. Las definiciones retóricas son aquellas que carecen de contenidos conceptuales lógicamente definidos desde los criterios de una determinada ciencia categorial. Con esto Maestro quiere dar a entender aquellos caso en que las personas hacen un uso ordinario de las palabras de los lenguajes naturales, separadas del significado conceptual que pueden adquirir en los lenguajes científicos o especializado.) Exponentes de estos sofismas son, especial y principalmente, los políticos y periodistas. En palabras del autor:
“Las definiciones retóricas o sofismas son definiciones dóxicas, brotan de la opinión común, y suelen estar psicológica y sociológicamente programadas por sofistas, demagogos y demás agentes políticos y oclócratas falsificadores del conocimiento. Definir a la izquierda política como el partido de los pobres, o a la derecha como el partido de las gentes honradas, es enunciar definiciones retóricas que hoy día resultan completamente ridículas, pero que hace solo unas décadas eran, para muchas personas, las definiciones de referencia de tales ideologías”.
En tercer lugar tenemos las definiciones científicas o conceptuales que, en palabras de Maestro son:
“(…) aquellas que delimitan el significado de sus términos anulando por completo todo contenido psicologista o emotivo, y circunscribiendo tales términos a su valor referencial y operatorio, que se agota denotativa y respectivamente en la expresión unívoca de términos lógicos y conceptos categoriales, verificables operatoriamente en un campo científico dado, es decir, definido y delimitado”.
En suma, para Maestro, las definiciones idealistas son meras metáforas que pertenecen al reino de la ficción. Las definiciones retóricas constituyen sofismas que habitan y se sienten a gusto en las ideologías que dan la espalda a la realidad. Por último, las definiciones científicas fundamentan gnoseológicamente el conocimiento científico Maestro, apelando a la filosfofía de su maestro “Gustavo Bueno”, distingue también entre definiciones explicativas o descriptivas y las estipulativas.
Las primeras son aquellas que definen términos nuevos a partir de términos preexistentes, pero con la particularidad de que el nuevo y los preexistentes forman parte del mismo campo categorial. En el caso de las definiciones estipulativas también tenemos que definen términos nuevos a partir de términos preexistentes, pero en este caso el término nuevo y los preexistentes proceden de un campo categorial distinto al del nuevo termino definido. Un ejemplo que da Maestro es el del concepto de “cronotopo” del ruso Mijail Bajtín, una importación del ámbito de la físca introducida en la Teoría de la Literatura.
El abuso de esto es lo que Sokal y Bricmont denunciaron y criticaron a ciertos autores como Julia Kristeva y su mal uso de las ideas del lógico y matemático Kurt Gödel o el uso que hacía Jacques Lacan de las matemáticas en el ámbito del psicoanálisis. En suma Sokal Y Bricmont denunciaban que estos y otros autores, hacían uso de teorías científicas que apenas entendían. En segundo lugar importaban indiscriminadamente (e injustificadamente) conceptos desde las ciencias naturales a las humanidades. Sartori, por su parte, señala que una definición es una especificación del significado (la definición más simple de definición). Cuando habla de definición se refiere, por ejemplo, a la especificación de las fronteras o, lo que es lo mismo, la delimitación o asignación de límites. En otro escrito, Sartori señala una definición es una declaración del significado o una definición declarativa. El mismo autor también introduce la distinción entre definiciones convencionales y las lexicográficas. En la primera, la persona señala que se propone emplear la palabra en un sentido determinado, de manera que esa persona escoge de manera consciente, deliberada y arbitraria un nombre para una ciertas cosa, lo que se denomina como “estipulación”.
En lo que respecta a las definiciones lexicográficas, es el tipo de definición que pueden encontrarse en los diccionarios. Estas, a diferencia de las definiciones convencionales, pueden ser verdaderas o falsas en virtud del grado de exactitud del uso común que se hace de esa palabra. Algunos estudiosos proponen, explica Sartori, que las definiciones convencionales puedan ser aceptadas o rechazadas si son útiles o no. El ejemplo es de una persona que llame blanco al negro y negro al blanco. Puede que esta estipulación haya sido manifestada expresamente por aquella persona y que, efectivamente, en su vida diaria llama blanco al negro y negro al blanco. El problema con esto sería útil, causaría confusión y problemas para aquella persona en su vida cotidiana. Ahora bien, Sartori reconoce límites este criterio utilidad/inutilidad, específicamente cuando son aplicados a una cadena de argumentos. Sartori se refiere específicamente al caso del pensador alemán, Herbert Marcuse, de quien dice que casi todas sus estipulaciones son confusas y, por ende, inútiles. Paso seguido, el autor se pregunta, inútil pero, ¿según qué sentido de la utilidad? Lo mismo podríamos decir de otros autores que emplean un lenguaje impreciso y confuso como Jacques Lacan, Jacques Derrida o Gilles Deleuze.
Es importante precisar, en relación con la clasificación de las definiciones en convencionales y lexicográficas, que las segundas son también arbitrarias y fruto de la convención. Después de todo ¿de dónde obtienen los diccionarios sus definiciones? Al respecto, Sartori señala que esto es cierto, es decir, que las definiciones lexicográficas son convencionales, pero la diferencia es que una definición léxica se refiere a viejas convenciones, mientras que las estipulaciones (de las definiciones convencionales) sugieren una nueva convención que se propone para que sea acogida en el futuro. Igualmente el autor afirma que esta distinción es más engañosa que ilustrativa.
Otras definición mencionadas por el autor es la de tipo operacional, que se fundamenta en propiedades medibles y conduce a operaciones de medición, de manera que estas demandan la capacidad de control. En suma, las definiciones operacionales definen desde el punto de vista de alguna operación que se puede repetir y verificar. El problema es que la definición operacional puede incurrir en un reduccionismo y empobrecimiento de un concepto específico. Además, estas definiciones precisan de la orientación del análisis conceptual que le precede . Así , por ejemplo, Sartori da el ejemplo de la “belleza”, ¿cómo podríamos definirla operacionalmente? La respuesta podría ser: “cualquier cosa o persona que gane un concurso de belleza”. Esto claramente empobrece groseramente el significado del concepto de belleza. En palabras del autor:
“Pero cuando llegamos a los significados de bello, es decir, a la connotación del concepto, hay materia para escribir un tratado (de estética), que desde un punto de vista definitorio se configura exactamente como el conjunto de las propiedades o características del concepto de belleza (aunque sea solamente en la mujer)”
Otro subdivisión introducida por el autor italiano es el de “definición mínima”, que consiste en reducir al mínimo las propiedades definitorias (las características necesarias de un concepto) y, en segundo lugar, gestionar el mayor número de propiedades (atributos del referente) posibles mediante proposiciones controlables. Las propiedades variables o accesorias son aquellas que, a diferencia de las definitorias, son accidentales, contingentes y variables. Por ejemplo podemos decir que un sistema totalitario se define como forma de gobierno de facto, autoritario y represivo. El problema con esta definición es que no establece o no demarca los límites, es decir, dentro de esta definición podrían incluirse monarquías, imperio y dictaduras civiles y militares que no constituyeron sistemas totalitarios.
Lo mismo sucedería con definiciones tales como “la esencia del ser humano la constituye su alma”, definición que excluiría de la humanidad a millones de personas que no creen en el alma o que ni siquiera existe como concepto en su lenguaje. Si definimos al ser humano como “bípedo implume”, explica Sartori, faltaría cuando menos una propiedad definidora o necesaria ( puesto que el gorila también es un bípedo implume). Cabría preguntarse si es posible dar con una definición de ser humano que no excluya a los individuos concretos y realmente existentes del concepto de humanidad.