(V) ¿Se puede comprender la violencia racista del nazismo? (por Jan Doxrud)
No debemos dejar de lado la complicidad del sector privado, por ejemplo la empresa IG Farben cuyos delegados se reunieron con Heinrich Himmler. La empresa tendría a su disposición 7000 prisioneros para las labores en la fábrica a un precio muy bajo. Así nació Auschwitz III Monowitz que inició sus operaciones en 1942 (las otras secciones eran Auschwitz I y el más conocido: Auschwitz II Birkenau). El gran consorcio eléctrico a nivel europeo de ese entonces, Siemens, también estuvo involucrado en la utilización de mano de obra esclava de mujeres judeo-alemanas del campo de Ravensbrück. En palabras de Gellately:
“Tras unos comienzos relativamente modestos en 1940, durante los cuales Siemens de Berlín utilizó menos de 2.000 prisioneros, en un año esa cantidad había aumentado en más del doble. En 1944, tras la construción de nuevos subcampos y la descentralización de las plantas de producción de la compañía, Siemens explotaba a unos 15.200 prisioneros (judíos y no judíos), y tenía cuerdos prácticamente con todos los grandes campos de concentración. Según el testimonio de los supervivientes, el uso de la amenaza y el terror para incrementar la productividad se convirtió en una práctica recurrente”.
Otras empresas emblemáticas como Porsche, las “Aldeas de Trabajo” de Volkswagen (bajo las instrucciones de Ferdinand Porsche) que utilizó a cientos de prisioneros como esclavos. A estas empresas hay que añadir otra: Bayerische Motoren Werke o BMW.
El sufrimiento no terminó con la liberación de los campos de exterminio. El lector debe entender que millones de judíos fueron forzosamente desplazados de sus países y trasladados a tierras lejanas. Cuando fueron liberados, muchos murieron por las condiciones en que estaban, los que sobrevivieron tuvieron que recomponerse antes de emprender el largo rumbo de vuelta a su hogar. Imagine que usted fue separa de su familia, su madre, padre, hijos, esposa, abuelos y hermanos, fue enviado desde su país hacia otro, pasando sus últimos años en un campo sin saber de ellos. Ahora está libre, pero no sabe absolutamente nada de sus parientes cercanos, de manera que decide regresar a casa, digamos desde Alemania a Hungría, trayecto peligroso puesto que Europa era prácticamente el estado de naturaleza descrito por Thomas Hobbes, en donde las personas estaban expuestas al robo, asesinato o abusos de las fuerzas de ocupación. Un libro que describe y explica este período de post-Guerra es el del historiador Keith Lowe: Continente Salvaje. Como escirbe el historiador, uno de los objetivos de si libro es el de poner fin a la visión dominante que nos señala que tras el final de la Segunda Guerra Mundial vino un período de armonía de Europa. La historia de Europa en el período inmediato de la posguerra, explica Lowe, no fue una de reconstrucción y rehabilitación, sino que de la caída en la anarquía.
Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Como explica Lowe, las fuerzas de ocupación no estaban preparadas para resolver los complejos problemas que azotaban a la población. Habían personas desplazadas, prisioneros de campos que hablaban múltiples idiomas, verdaderas montañas de cadáveres que tuvieron que ser sepultados y el peligro de la propagación den enfermedades. Las líneas férreas debían ser reconstruidas, se tenía que abastecer de alimento y medicinas a la población. Peor aún, los códigos éticos-morales habían dejado de existir en gran parte de la población que había padecido sufrimientos que no podían ser expresados en palabras. También estaba el clima de odio y venganza por parte de la población liberada. Escribe Lowe:
“Todo esto tuvo que realizarse en una atmósfera de odio y rencor. En todas partes odiaban a los alemanes por generar la guerra en primer lugar, pero también por la forma en que los nazis la habían conducido. Los acontecimientos de los seis años anteriores habían inflamado, o reavivado en algunos casos, otros odios nacionales: griegos contra búlgaros, serbios contra croatas, rumanos contra húngaros, polacos contra ucranianos”.
Como señala Lowe, el Secretario de Estado estadounidense, Dean Acheson, en un memorándum, escribió que los pueblos liberados constituían el material más combustible del mundo, eran inquietos y violentos, y si no se rehabilitaba Europa rápidamente, esta ser vería sumida en un nuevo baño de sangre
Pero digamos que finalmente logra llegar a su hogar, ¿con qué panorama se encuentra? Tenemos el caso de Linda, una eslovaca presa en Auschwitz y luego trasladada a otro campo al norte de Berlín. En el trayecto fueron asaltadas por los mismos soldados rusos que les habían ofrecido llevarlas en su camión. Finalmente desde Praga logró llegar a Bratislava cumpliendo así su anhelado sueño: estar frente a su hogar. La gran sorpresa para Linda es que otra persona ya vivía allí y el desconocido le cerró la puerta en frente de sus narices. Peor aún fue la indiferencia de las personas, de manera que el sueño de Lisa había sido, en sus propias palabras, una experiencia catastrófica. Otro caso relatado por Laurence Rees es el del joven de 17 años de nombre Walter Fried (también eslovaco), hijo de una familia relativamente rica, cuyo padre poseía un restaurant y un taxi. Al volver a su hogar, Walter se percató de que su piso ya estaba ocupado y el inquilino negó a marcharse. En cuanto al restaurant, se le informó que bajo la ocupación soviética había sido “nacionalizado. Pero algo peor que experimentaron tanto Walter como su padre fue el odio. Ambos fueron golpeados por un grupo de treinteañeros (uno antiguo conocido de la escuela Walter) por su ser judíos. En palabras de Laurence Rees:
“historia del amargo regreso de Linda Breder a su hogar es fiel reflejo de lo sucedido a muchos otros supervivientes, no sólo de Auschwitz sino también de otros campos. Mientras se encontraban en el cautiverio, muchos habían hallado inspiración en el recuerdo del hogar y en la confianza en que una vez la guerra terminara recuperarían la vida que antes habían tenido. Sin embargo, tal cosa era imposible. Linda Breder abandonaría finalmente Eslovaquia y se labraría una nueva vida en California·”.
Linda Breder fallecería en California en el año 2010 a la edad de 86 años. Otra situación aún más infernal fue el caso de pogromos o persecuciones de judíos tras finalizar la guerra. El más tristemente célebre fue el pogromo de Kielce en Polonia (1946, algunos de los culpables fueron ejecutados) y otro en Kummadaras (Hungría) donde circulaba el rumor que los judíos secuestraban niños para luego vender salchichas hechas de carne humana. Lo que desencadenó la matanza de 42 judíos fue la afirmación de un niño de que había sido secuestrado por unos judíos. Estos y otros episodios causaron que la población de judíos en Europa oriental disminuyera radicalmente, puesto que sentían que ya nada más tenían que hacer allí. Keith Lowe relata otros escenarios, por ejemplo, judíos que regresaban a Tesalónica fueron recibidos con un Vaya, ¿sobreviviste? O “Qué lastima que no te convirtieran en jabón”. En ciudades alemanas como Garmisch o Memmingen, Lowe relata que en los noticiarios cinematográficos que hacían referencia a la muerte de seis millones de judíos, las personas exclamaban “¡No mataron suficientes!”, seguido de fuertes aplausos. Otro fenómeno era el de la indiferencia hacia la experiencia vivida por los sobrevivientes. Tal indiferencia e incomprensión se reflejaban en frases como “¡La guerra terminó! ¡Ya basta!. No está de más decir que muchos supervivientes tuvieron que llevar a cuestas todos sus trauma por el resto de su vida, un peso que a algunos los llevo a quitarse su vida.
Al respecto comenta Laurence Rees:
Los judíos que pretendían rehacer sus vidas en los países ocupados por la Unión Soviética tenían que enfrentarse a la casi imposible tarea de recuperar sus propiedades en un sistema político nuevo que predicaba una nacionalización total e impedía que los individuos poseyeran casas o fábricas como antes de la guerra”.
Los días en que la ciudad de Vilna (o Vilnius) era llamada por los judíos la “Jerusalén de Lituania”, habían quedado totalmente en el pasado.
Lecturas utilizadas
-Christopher Browning, Aquellos hombres grises. El Batallón 101 y la Solución Final en Polonia (Edhasa)
-Raul Hilberg, La destrucción de los judíos europeos (Akal)
-Gita Sereny, El trauma alemán (Península)
-Keith Lowe, Continente salvaje. Europa después de la Segunda Guerra Mundial (Galaxia Gutenberg)
-Robert Gellately, No sólo Hitler. La Alemania entre la coacción y el consencso (Crítica)
-Primo Levi, Trilogía de Auschwitz (Océano)
-Mark Mazower, El Imperio de Hitler (Crítica)
-Richard Rhodes, Amos de la muerte. Los SS Einsatzgruppen y el origen del Holocausto.
-Sebastian Haffner, Jekill y Hyde. 1939, el nazismo visto desde dentro (Destino)