(5) El marxismo después de Marx: (II) ideologización de la realidad (por Jan Doxrud)
En el capítulo X Stalin aborda el problema de la disidencia interna y sobre la expulsión de algunos miembros del partido, a los cuales se le adjudicaron falsos cargos de colaborar con enemigos de la Unión Soviética o de ser espías, como fue el caso de Trotski, Radek, Zinóniev y Kámenev entre otros. Sólo podrían reingresar al partido bajo ciertas condiciones. La primera era la de condenar abiertamente el trotskismo, como ideología antibolchevique y antisoviética. La segunda era la de reconocer la política del Partido, como la única política acertada. La tercera condición consistía en la sumisión incondicional a los acuerdos del Partido y de sus órganos. La cuarta consistía en la fijación de un plazo de prueba “durante el cual el Partido observaría la conducta de los firmantes de las declaraciones y a cuyo término, en vista de los resultados de la prueba, examinaría la conveniencia de readmitir a no a cada uno de los individuos expulsados, por separado”[1].
Este fue el ambiente de represión que se vivió en la Unión Soviética, y no afectaría solamente a los grandes jerarcas de partido, sino que a los campesinos, obreros, científicos, literatos, intelectuales, biólogos, etc. La realidad sería la realidad según el marxismo-leninismo, de no ser así, la realidad debería amoldarse a la teoría. Mencionemos sólo algunos ejemplos de la ofensiva ideológica que terminó por aislar a la Unión Soviética de los progresos de Europa occidental. Una infame figura resalta en este proceso, la de Andréi Zhdánov. Bajo la sombra de este funcionario, las artes, la música, el cine y la cultura en general fueron reprimidas a puntos extremos. La filosofía también fue víctima del stalinismo y sus servidores. Por ejemplo el libro de filosofía de Georgy Aleksandrov, titulado “Historia de la Filosofía Europea Occidental”, fue denunciado por sobrevalorar la figura del filósofo prusiano Hegel, subestimando de esa manera las contribuciones realizadas por los filósofos rusos. Por lo demás, como señala Kolakowski, el autor no reconocía la verdadera importancia de la filosofía de Marx, que fue un verdadero “salto cualitativo” dentro de la historia de la filosofía, además de ser un arma para el proletariado en su lucha contra el capitalismo.
Kolakowski resume las directrices establecidas por Zhdánov para los futuros trabajos filosóficos. En primer lugar se debía establecer de una vez por todas que la historia de la filosofía era la historia del nacimiento y el desarrollo del materialismo científico y de su conflicto con la filosofía idealista, siendo esta última un factor obstructivo del desarrollo la primera. En segundo lugar, se debía establecer y destacar que el marxismo constituía una revolución filosófica, ya que arrebató la filosofía de las manos de una elite y la convirtió en propiedad de las masas. Por último, estaba la cuestión del“status” de Hegel dentro de la filosofía marxista, y el veredicto final es que no había necesidad de volver a este pensador, y en general, se debía dejar de excavar en el pasado filosófico para enfocarse en los problemas contemporáneos y así como de la sociedad socialista.
La lógica no tuvo mejor suerte dentro de la Rusia de Stalin. La pregunta era acerca del status de la lógica aristotélica frente a la lógica dialéctica. Recordemos los tres principios de la lógica clásica. En primer lugar tenemos que de acuerdo al denominado “principio de identidad”, algo no puede ser y no ser, vale decir, A = A, o lo que es lo mismo, si A es, A no puede no ser, al mismo tiempo y dentro de la misma relación. En segundo lugar tenemos que, de acuerdo al “principio de no-contradicción”, es imposible que un atributo pertenezca y no pertenezca a la vez al mismo sujeto, vale decir, algo no puede ser rojo y no-rojo al mismo tiempo y dentro de la misma relación. Por último, tenemos que de acuerdo al “principio del tercero excluido”, en donde dos proposiciones contradictorias no pueden ser ambas verdaderas. Kolakowsky señala que, de acuerdo a Plejánov y Engels, la contradicción era inherente a todo movimiento y desarrollo, por lo que el principio de contradicción y, por ende, la lógica formal, no tenía una aplicación universal.
Los marxistas ortodoxos pensaban que la lógica dialéctica era una forma superior de pensamiento que se aplicaba ahí donde la lógica clásica fallaba. Kolakowski recuerda que las obra del matemático polaco Alfred Tarski, “Introducción a la lógica matemática”, así como “Los fundamentos de lógica teórica” de los alemanes David Hilbert y Wilhelm Ackermann, fueron tildadas de “desviaciones ideológicas”. De esta manera tenemos que la lógica pareció haberse dividido en dos, las cuales eran aplicables de acuerdo a las distintas circunstancias. Sea como fuere, de acuerdo a Kolakowski, este escenario sirvió para que el nivel general en los estudios lógicos, que no era extremadamente bajo, entrara en una mayor decadencia. Quisiera terminar con la ofensiva ideológica del marxismo-leninismo a las ciencias. La epistemología y ontología de Lenin, expuesta en su obra “Materialismo y empiriocriticismo” entró en conflicto con la teoría de la relatividad especial de Albert Einstein.
El punto central es que no podía aceptarse una idea que sugiriera que el espacio-tiempo y el movimiento no fuesen objetivos o que, por ejemplo, no pudiesen darse eventos de manera simultánea. Simplemente no podía aceptarse que las relaciones temporales y el movimiento dependieran del observador ¿Podrían además los jerarcas soviéticos aceptar que el tiempo se dilataba a velocidades cercanas a la luz? Para Lenin el materialismo, en general reconoce que el ser real, esto es, la materia, es objetiva e independiente de la conciencia, de las sensaciones, de la experiencia y de la humanidad. El materialismo histórico reconoce que el ser social es independiente de la conciencia social de la humanidad. Lenin también defendía que la materia era inagotable. Decía que el electrón era tan inagotable como el átomo y que la naturaleza, que era infinita, existía fuera de la conciencia y de las sensaciones del hombre, siendo esto lo que precisamente distinguía al materialismo dialéctico de lo que él denominaba como agnosticismo relativista e idealismo. Einstein no fue el único criticado, sino que también los principales exponentes de la mecánica cuántica que era sinónimo de idealismo, debido al rol que jugaba el “observador” en las mediciones.
Las ideas científicas y filosóficas de Heisenberg (y su principio de indeterminación), Jeans, Eddington y sobre todo, el más filosófico de todos, Schroedinger, se oponían a la epistemología leninista, ya que parecía borrarse el límite entre el sujeto y el objeto. Por lo demás no se podía aceptar que, a nivel cuántico, los fenómenos mostrasen un comportamiento completamente diferente al que acontece al nivel macro. El materialismo de Lenin era muy limitado y carece hoy en día de cualquier aplicabilidad. Podría seguir con los ejemplos de cómo la ideología reprimió y distorsionó las ciencias en la Unión Soviética. Ni la astronomía, la genética, ni la biología lograron liberarse del marxismo-leninismo. Las repersusiones de la “epistemología leninista” y el hacer de ella y del pensamiento de Lenin en general un “dogma” perjudicó notablemente múltiples disciplinas en la Unión Soviética. No está de más decir que este rechazo, en muchos casos (tal como sucedió con los nazis), fue sólo en la teoría, puesto que de haber rechazado la "ciencia judía" y el subjetivismo de la mecánica cuántica, entonces la URSS no hubiese detonado su primera bomba atómica en 1949.
Fuera de Rusia, Rosa Luxemburgo junto a Karl Liebknecht fueron asesinados por los freikorps en Alemania tras el aplastamiento del levantamiento espartaquista en 1919. Hilferding no corrió mejor suerte en la Francia de Vichy donde fue entregado y asesinado en manos de la Gestapo en 1941. Otro, quizás uno de los más influyentes teóricos marxistas, Antonio Gramsci fallecía (1937) debido a su delicado estado de salud tras pasar años encerrado en la cárcel en la Italia de Mussolini. Quien tuvo una larga vida fue Kautsky, quien falleció en 1938 en el exilio en Ámsterdam. De los autores mencionados, quien pasó a entrar en el “panteón” de los revolucionarios fue principalmente Lenin, cuyas obras fueron recopiladas, organizadas y difundidas como un verdadero dogma de fe. Los aportes realizados por este intelectual ruso significó que ya no se hablase sólo de “marxismo”, sino que también de “leninismo”, así como también de “marxismo-leninismo” que vendría a ser la nueva ortodoxia. Posteriormente se añadiría también el “stalinismo”, “maoísmo”, “guevarismo” o el “castrismo”, pero para ser justos con Lenin, tales personajes, al menos en el plano intelectual, no eran comparables con el líder bolchevique, salvo el caso de Trotsky.
[1] Joseph Stalin, Historia del Partido Comunista (BolcheviquE de la U.R.SS (1939), Marxist Internet Archive, 2002 (documento en línea: https://www.marxists.org/espanol/tematica/histsov/pcr-b/cap10.htm