¿Por qué el socialismo nunca funcionará? El caso chino y el “Comunismo de guerra" de Lenin (por Jan Doxrud)
János Kornai (ver mi artículo sobre este autor) se refiere al “socialismo reformado”, es decir, aquellos regímenes socialistas que tomaron distancia del modelo stalinista del socialismo clásico. A pesar de que se mantuvo un férreo control político, el unipartidismo y la burocracia, se permitió la existencia de pequeños “bolsones” de actividad privada por ejemplo en el campo como fue el caso chino y el sistema de “responsabilidad doméstica”. Tal reforma se implementó durante el mandato de Deng Xiaoping tras la muerte de Mao Tse-Tung. Deng fue un político pragmático y uno de los muchos comunistas que nunca había leído “El Capital” de Marx (el líder chino afirmó esto en la primavera de 1992). Deng tuvo que llevar a cabo reformas en distintas áreas si quería que el “socialismo” pudiese sobrevivir. Un ámbito que fue de suma urgencia intervenir fue el campo. En palabras de Daniel Yergin y Joseph Stanislaw:
“La única forma de trabajar esa tierra era mediante el más duro esfuerzo individual. Pero los campesinos no estaban dispuestos a hacerlo, a no ser que obtuvieran algún beneficio…Clamaron por volver a la «vieja modalidad». Con ello se referían a lo que luego se denominó sistema de responsabilidad doméstica, del que ya se habían ensayado versiones en distintos momentos de la historia de la República Popular; el mismo permitía a la familia quedarse con algún beneficio de su trabajo. La decisión fue impulsada por la desesperación”[1].
Lo anterior significó poner fin al ineficiente sistema maoísta de colectivización forzada para que cada familia pudiese hacerse cargo de sus tierras teniendo que entregar una parte de la producción al Estado y el resto podía quedárselo ya sea para consumirlo o venderlo. Los resultados de esta medida fueron notorios:
“Los resultados fueron sorprendentes. En dieciséis años, la producción aumentó mas del 50 por ciento, algo que el sistema maoísta nunca había logrado. La introducción del sistema de mercado para los productos agrícolas, de inmediato, generó todo un aparato comercial; los campesinos se hicieron cargo del transporte, de la construcción de viviendas, de reparaciones, de organizar mercados privados de alimentos y de contratar trabajadores auxiliares. En síntesis, eso s cambios crearon un torbellino de iniciativas empresariales. En 1978, sólo el 8 por ciento de la producción agrícola se vendían en mercados abiertos; en 1990, esa cifra había llegado al 80 por ciento. Entre 1978 y 1984, el ingreso real en cada hogar campesino aumentó un 60 por ciento”[2].
A mediados de la década de 1980 se instaló en China el debate entre reformistas y conservadores sobre la posibilidad de adoptar el mercado como mecanismo de coordinación y, por lo tanto, romper con la doctrina marxista y optar por el pragmatismo. Hacia 1987 más del 80% de las grandes empresas habían adoptado el “sistema de responsabilidad del contrato” que permitía a las empresas conservar ganancias a partir de un cierto nivel objetivo. Yergin y Stanislaw destacan la figura del economista Li Yining quien había sido un seguidor de las ideas del socialismo de mercado de Lange pero que finalmente se vio más persuadido por las argumentaciones proporcionadas por Friedrich Hayek. El sistema de responsabilidad del contrato no fueron suficientes y se hizo necesario una reforma más radical que implicaba la creación de los derechos de propiedad.
“Sólo la propiedad podía introducir responsabilidad en la toma de posiciones y canalizar la motivación. El debate ciertamente recorrió un largo camino, de Marx y Stalin y Mao a Friedman y Hayek”[3].
Otra idea importante fue la del “gran ciclo internacional de desarrollo” que apuntaba a instalar industrias principalmente en las zonas costeras orientadas hacia la exportación. Tal plan económico permitiría generar la entrada de moneda fuerte y absorbería el excedente de mano de obra que afluía desde las zonas rurales a los centros urbanos. Para llevar a cabo este plan se hizo necesario establecer Zonas Económicas Especiales (ZEE). Estas medidas no estuvieron exentas de problemas como la inflación, corrupción, riqueza de algunos y envidia por parte de otros, lo que hizo resurgir la oposición de los comunistas conservadores.
El punto que me interesa destacar es que, si la economía soviética o la de los demás países pertenecientes al bloque socialista hubiesen sido genuinamente socialista, entonces hubieran sufrido el mismo destino que el “comunismo de guerra” (1918-1921) que implantó Lenin, en otras palabras, la economía soviética hubiese colapsado en un lapso temporal menor. El denominado “comunismo de guerra” no fue, como opinaban Maurice Dobb y E. H. Carr, sólo una medida de emergencia que obedeció al clima de guerra civil en que se encontraba Rusia. Las medidas tomadas por Lenin a partir de 1918 nacieron de su profunda convicción de que era necesario poner fin al (supuesto) “capitalismo ruso” e implantar un sistema genuinamente socialista. De acuerdo a lo anterior, el régimen bolchevique se propuso nacionalizar la banca, crear un banco central, nacionalizar los sindicatos, eliminar la propiedad privada de la tierra y los medios de producción, fomentar que los trabajadores tomaran posesión de los medios de producción y eliminar la moneda, aunque la inflación había forzado a la sociedad rusa a volver al trueque. Por lo demás, hay que tener en consideración que al participar en la Primera Guerra Mundial, Rusia había abandonado el patrón oro, lo que fomentó aún más la inflación.
Una vez en el poder, Lenin se encontró ante un complejo panorama ya que había firmado el armisticio de Brest-Litovsk con el imperio alemán retirando de esa manera a Rusia de la guerra, pero perdiendo importantes territorios y recursos. A esto había que sumar la resistencia interna a los bolcheviques y el apoyo brindado por las potencias occidentales que querían reabrir el frente oriental. Pero más complejo fue aún para Lenin la organización económica de Rusia, ya que Marx no había dejado nada escrito al respecto. Como escriben los economistas rusos Nikolai Shmelev y Vladimir Popov:
“Marx and Engels worked out the theoretical basis for the Revolution and substantiated its inevitability. However, they had only the vaguest notions about the economic system under victorious socialism…They left no legacy that might be construid as practical advine on how to attain these goals. V. I. Lenin’ pre-revolutionary writtings were largely concerned with the political goal of destroying the obsolete social system, the apparatus of the estate, and relations of ownership. But Lenin wrote nothing at all about what specifically would have to be done in order to establish a full-blooded economics life in the new socialist society”[4].
Sobre este tema escribe Richard Pipes:
“A su llegada al poder en 1917, Lenin y sus compañeros no tenían idea de qué funciones desempeñaban la propiedad y las leyes en la vida económica: cuanto sabían era lo que habían leído en la literatura socialista…Inspirados por la literatura utópica y las doctrina de Marx y Engels, impresionados por los éxitos alcanzados durante la guerra por las economías cuasi socializadas de Europa, en especial la de la Alemania imperial… Lenin llevó a cabo la expropiación de la propiedad privada con celo fanático y brutal determinación, pues estaba convencido, por los estudios de Marx acerca de la Comuna de París, de que todos los intentos anteriores de revolución social habían fracasado por haberse detenido a mitad del camino”[5].
Sobre las medidas de Lenin continúa Pipes explica que entre 1917 y 1920, toda forma de propiedad privada, salvo las tierras comunales y modestos efectos personales, fueron nacionalizada por los bolcheviques. En lo que respecta al comercio, minorista y mayorista, se convirtieron en monopolio del Estado. Por otra parte, los inmuebles urbanos fueron expropiados en nombre del Estado y Lenin ordenó que las escrituras notariales de propiedad sobre las tierras, inmuebles, fábricas, etc., se redujeran a pulpa.Así, hacia 1920,se liquidaron los bancos privados y se sustituyeron por un único «Banco del Pueblo» a cargo del Estado. Por último, añade Pipes, el dinero quedó eficazmente abolido mediante la impresión de ilimitadas cantidades de billetes de banco”
En cuanto a algunas de las consecuencias de estas medidas escribe Pipes, explica que en el año 1923, los precios en la Rusia bolchevique se incrementaron en 100 millones de veces en comparación con la época de los zares, de manera que el papel moneda perdió casi todo su valor. Continúa explicando el historiador que aquella política inflacionaria deliberada eliminó la acumulación de los ahorros, el equivalente en rublos de miles de millones de dólares, que los rusos guardaban en los bancos o en sus casa. De acuerdo al autor, existen abundantes pruebas de que todo ese esfuerzo ambicioso por introducir una economía comunista fue un terrible fracaso y, para 1920, la producción industria, comparada con la de 1913, se desplomó en un ochenta y dos por ciento.
En cuanto a la producción de granos, esta disminuyó aproximadamente en un cuarenta por ciento, arrastrando al país al borde de la hambruna, comenta Pipes. Pero, a pesar de lo anterior A pesar de la y la salvaje persecución de la policía política, igualmente floreció un mercado negro de productos agrícolas y manufacturado. Así , Pipes señala que se estima que, de no haber sido por el mercado negro de los alimentos, la población de las ciudades de Rusia entre los años 1918 y 1920 hubiera muerto de hambre.
[1] Daniel Yergin y Joseph Stanislaw, Pioneros y líderes de la globalización (Argentina: Ediciones B, 1999), 298.
[2] Ibid.
[3] Ibid., 305.
[4] Nikolai Shmelev and Vladimir Popov, The turning point: revitalizing the Soviet economy (USA: Doubleday, 1989), 3-4.
[5] Richard Pipes, Propiedad y libertad. Dos conceptos inseparables a lo largo de la historia (España: FCE, Turner, 2002), 273-274.
[6] Ibid., 275.
[7] Ibid.