¿Por qué el socialismo nunca funcionará? El problema del cálculo económico (por Jan Doxrud)
El primero que esgrimió y desarrolló de manera completa este argumento contra el sistema socialista en general, fue el economista y filósofo austriaco Ludwig von Mises (1881-1973). De acuerdo a lo anterior, tendremos que hacer una breve alusión a lo que Mises entiende por economía y su crítica a los modelos estáticos en economía. El problema del cálculo económico fue de suma relevancia ya que puso en duda la viabilidad del sistema socialista como tal, es decir, no era una crítica a un aspecto del socialismo, sino que un golpe directo al corazón de este. Puso en el tapete que el problema del socialismo radicaba en la ignorancia y arrogancia de creer que un órgano de planificación central podría controlar la economía de un país.
Posteriormente Hayek continuaría esta crítica centrándose en aspectos epistemológicos, esto, es la incapacidad del órgano central de hacerse con la información dispersa en millones de personas. En resumidas cuentas el “qué” producir, “cómo producir”, “para quién” producir y pretender fijar precios a millones de productos constituía una tarea titánica para el órgano de planificación central y estaba destinada a fracasar. El socialismo constituía así un error económico e intelectual desde el inicio. De acuerdo a Mises, la oportunidad de suprimir la iniciativa privada sustituyéndola por una planificación de tipo socialista constituía desde hacía más de cien años el tema político por excelencia. El economista marxista, Oskar Lange, llegó a afirmar que en todo Ministerio de Planificación socialista debería haber una estatua de Ludwig von Mises, ya que fue él quien dio con el problema central del socialismo, y que Lange creyó haber resuelto.
“Socialists have certainly good reason to be grateful to Professor Mises, the great advocatus diaboli of their cause. For it was his powerful challenge that forced the socialists to recognise the importance of an adequate system of economic accounting to guide the allocation of resources in a socialist economy. Even more, it was chiefly due to Professor Mises' challenge that many socialists became aware of the very existente of such a problem. And although Professor Mises was not the first to raise it, and although not all socialists were as completely unaware of the problema as is frequently held, it is true, nevertheless, that, particularly on the European Continent (outside of Italy), the merit of having caused the socialists to approach this problema systematically belongs entirely to Professor Mises. Both as an expresión of recognition for the great service rendered by him and as a memento of the prime importante of sound economic accounting, a statue of Professor Mises ought to occupy an honourable place in the great hail of the Ministry of Socialisationor of the Central Planning Boardof the socialista state”[1].
Pero a continuación Lange señala que Mises estaba equivocado y que el problema radicaba en un uso específico y estrecho del concepto de precio. El economista español Jesús Huerta de Soto resume el problema en torno al cálculo económico por medio de las palabras de Catón, que nos llegan por medio de Cicerón:
“Porque nunca ha existido un hombre tan inteligente como para preverlo todo; e incluso aunque pudiéramos concentrar todos los cerebros en la cabeza de un mismo hombre, le sería a éste imposible tener en cuenta todo al mismo tiempo, sin haber acumulado la experiencia que se deriva de la práctica ejercida a lo largo del transcurso de un largo período de la historia”[2].
La frase anterior no hacía referencia a la economía, sino que al sistema jurídico romano que no había sido “creado” por una o un grupo de personas, y menos en un breve lapso de tiempo, sino que se dio en un largo período de tiempo y no fue producto de un planificado y consciente diseño humano. El problema del cálculo económico, y esto es algo en que insistiré a lo largo de este escrito, especialmente en lo referente al socialismo del siglo XXI, tiene relación con los límites epistemológicos del ser humano.
En pocas palabras no importa quién o cuántos sean los que planifican, es e no es el tema central. No importa tampoco el fin que persigue el ente planificador. Tampoco es de relevancia la tecnología con la que cuenta el planificador para llevar a cabo su tarea, ya que en una sociedad humana, en un orden espontáneo, en un orden complejo y sistémico, todos los intentos de organizar la sociedad por parte del planificador central resultarán ser un fracaso. Si bien Mises no utilizó estos conceptos, fue ese el mensaje de fondo y que significó un desafío que los socialistas no supieron estar a la altura, porque simplemente no existían argumentos a favor de su postura. En palabras de Huerta de Soto:
“Difícil es exagerar el gran impacto que el artículo de Mises tuvo entre sus colegas los economistas profesionales y entre los teóricos del socialismo. Su fría y estricta lógica, claridad expositiva y espíritu provocador hacían imposible que sus argumentos permanecieran ignorados, tal como había sucedido en relación con los de aquellos que le habían precedido”[3].
El economista de la Universidad de George Mason, Peter Boetkke, resume de la siguiente manera el argumento de Mises[4]:
1-Sin propiedad privada de los medios de producción, no existirá un mercado para los medios de producción.
2-Sin un mercado de los medios de producción, no existirán precios monetarios para los medios de producción.
3-Sin precios monetarios que reflejen las escasez relativa de los bienes de capital, los responsables de tomar las decisiones económicas no podrán calcular racionalmente los usos alternativos de los bienes de capital.
4-Lo anterior se resume en los siguiente: en ausencia de propiedad privada de los medios de producción, no es posible llevar a cabo el cálculo económico de manera racional.
Boettke explica que, junto a lo anterior, Mises esgrime otros argumentos contra el socialismo que involucran la propiedad privada y los incentivos, el rol economizador de los precios monetarios, el ambiente político-institucional y la cuenta de las pérdidas y ganancias. Tenemos que, cuando hablamos de cálculo económico, nos referimos a un juicio estimativo que realiza una persona sobre el valor que tienen los recursos económicos en un mundo caracterizado por la complejidad, el cambio, la creatividad individual y el dinamismo. En una economía donde los medios de producción son propiedad del Estado, en donde no existe el mercado, en donde la propiedad ha sido abolida, en donde la función empresarial ha sido eliminada y las decisiones son tomadas por un grupo de burócratas, el cálculo económico es imposible. No importa cuántos burócratas estén a cargo o si disponen de los ordenadores más modernos que uno pueda imaginar, tal sociedad está condenada a marchitarse. Un economía sin mercado es un mundo de ciegos, ya que los preciso dejan de cumplir su función de señales que proporcionan información a los agentes económicos (productores y consumidores).
La asignación de recursos escasos con usos alternativos no es posible sin el sistema de precios y lo que hace el socialismo es destruir tal sistema al abolir o distorsionar el mercado. Los precios no sólo orientan a los agentes económicos, sino que también brindan incentivos que afectan el comportamiento de las personas en el uso de los recursos. Thomas Sowell, siguiendo a Hayek, afirma que los precios son una red mundial de comunicaciones.
“Los mercados coordinados por precios permiten a las personas señalar a otras personas cuánto quieren y cuánto están dispuestas a pagar por lo que quieren, mientras otras personas señalan qué están dispuestas a producir a cambio de esa compensación”[5].
Los empresarios están constantemente tomando decisiones acerca de la asignación de recursos basándose en sus expectativas respecto de los precios futuros y de la información contenida en los precios presentes. Si estos quieren obtener una ganancia, necesitarán la información sobre todos los precios tanto de los bienes de consumo como de los de los bienes de capital. Pero sin mercado, tal información no está disponible y la asignación de recursos será ineficiente. Por lo demás los recursos no están dados, ya que son justamente los empresarios, con sus conocimientos y habilidades propias, los que son capaces de ver o darse cuenta de oportunidades que otros pasan por alto. Lo que para una persona era un objeto sin valor, para otro puede transformarse en una oportunidad para comenzar un negocio. Por ejemplo, la famosa “bombilla de los pobres” de Alfredo Moser, consiste esencialmente en una botella plástica con agua. Eso último es lo que observamos nosotros, pero Moser vio en esto una oportunidad que ninguna otra persona fue capaz de apreciar.
El debate en torno al cálculo económico aún está lejos de acabar ya que, como he desarrollado en varios artículos, este persiste ahora encarnado en el denominado “Socialismo del Siglo XXI”. Autores como el sociólogo Heinz Dieterich y el ministro bolivariano Haiman El Troudi, creen poder llevar a cabo una planificación completa de la economía, en donde los precios serían fijados “objetivamente”, incluso utilizando como medida el tiempo de trabajo de las personas. Como insistiré a lo largo de este escrito, este es un error que se fundamenta en primer lugar, en una visión simplista de la sociedad que ignora que esta es un sistema complejo, dinámico y en constante cambio, y en segundo lugar, tal visión no toma en cuenta que nuestro conocimiento es limitado. Por lo tanto estamos ante límites económicos y epistemológicos.
A lo mismo apuntaba Herbert Simon (1916-2001) con la “racionalidad limitada”, esto es, que si bien las personas tienen y persiguen objetivos, la racionalidad de estos se muestra limitada frente a un mundo complejo y en constante cambio. Lo mismo se puede decir de Frank Knight y su énfasis en la incertidumbre, es decir, la aleatoriedad con probabilidades desconocidas. economistas como Joseph A. Schumpeter, Frank Knight, Ludwig von Mises e Israel Kirzner han enfatizado la importancia que tiene la figura del empresario dentro de este mundo cambiante. Más adelante ahondaré en esta mentalidad ingenieril o planificacionista que predomina en los economistas e intelectuales socialistas. Economistas como Mises, y especialmente Hayek, fueron pioneros en lo que respecta al enfoque de la economía desde lo complejidad. Esto implica considerar que el “equilibrio” en economía es sólo la excepción dentro de modelos de no equilibrio.
[1] Oskar Lange, On the Economic Theory of Socialism. The review of economic Studies, vol. 4, No. 1 (Oct., 1936): 53. (documento en línea: http://www.jstor.org/discover/10.2307/2967660?sid=21105900423111&uid=4&uid=3737784&uid=2129&uid=2&uid=70)
[2] Jesús Huerta de Soto, op. cit., 159.
[3] Ibid., 170-171.
[4] Peter Boettke, Calculation adn Coordination. Essays on socialism and transicional political economy (Great Britain: Routledge, 2001), 31.
[5] Thomas Sowell, Economía Básica (España: Ediciones Deusto, 2013) 28.