Breves palabras sobre el materialismo histórico (por Jan Doxrud)
Veamos ahora que establecía Stalin respecto al materialismo histórico. El dictador soviético explicaba que el materialismo histórico consistía en la extensión de los principios del materialismo dialéctico al estudio de la vida social, es decir, consistía en la aplicación de los principios del materialismo dialéctico a los fenómenos de la vida de la sociedad, al estudio de ésta y de su historia. El materialismo histórico es la filosofía marxista de la historia y, de acuerdo a esta, los principales propulsores de la historia son los cambio en los modos de producción y la lucha de clases. Marx aplica la dialéctica al estudio de la evolución de las sociedades criticando así la concepción de que las ideas eran el motor principal de la historia. A diferencia de esta, había que comenzar por estudiar la estructura económica, ya que a partir de esta se pude entender la emergencia de los elementos políticos y culturales. Las ideas son emergen como resultado materiales de los modos de producción, siendo las ideas siempre las ideas de la clase dominante.
En el Prólogo a la “Contribución a la crítica de la Economía Política” Marx escribe:
“Mi primer trabajo emprendido para resolver las dudas que me azotaban, fue una revisión crítica de la filosofía hegeliana del derecho, trabajo cuya introducción apareció en 1844 en los “Anales francoalemanes”, que se publicaban en París. Mi investigación me llevó a la conclusión de que, tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que, por el contrario, radican en las condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel siguiendo el precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de “sociedad civil”, y que la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la economía política”[1].
Engels en “Del socialismo utópico al socialismo científico” escribe:
“La concepción materialista de la historia parte de la tesis de que la producción, y tras ella el cambio de sus productos, es la base de todo orden social; de que en todas las sociedades que desfilan por la historia, la distribución de los productos, y junto a ella la división social de los hombres en clases o estamentos, es determinada por lo que la sociedad produce y cómo lo produce y por el modo de cambiar sus productos. Según eso, las últimas causas de todos los cambios sociales y de todas las revoluciones políticas no deben buscarse en las cabezas de los hombres ni en la idea que ellos se forjen de la verdad eterna ni de la eterna justicia, sino en las transformaciones operadas en el modo de producción y de cambio; han de buscarse no en la filosofía, sino en la economía de la época de que se trata. Cuando nace en los hombres la conciencia de que las instituciones sociales vigentes son irracionales e injustas, de que la razón se ha tornado en sinrazón y la bendición en plaga, esto no es mas que un indicio de que en los métodos de producción y en las formas de cambio se han producido calladamente transformaciones con las que ya no concuerda el orden social, cortado por el patrón de condiciones económicas anteriores. Con ello queda que en las nuevas relaciones de producción han de contenerse ya – más o menos desarrollados- los medios necesarios para poner término a los males descubiertos. Y esos medios no han de sacarse de la cabeza de nadie, sino que es la cabeza la que tiene que descubrirlos en los hechos materiales de la producción, tal y como los ofrece la realidad”[2].
De estos autores se desprende una idea que es central para comprender el materialismo histórico y es que hay que buscar en la “base” en la “estructura económica material” las causas de los cambios que acontecen en las sociedades a lo largo de la historia. Para Marx, las relaciones jurídicas así como las formas de Estado deben comprenderse tomando en consideración las condiciones materiales de vida. Por su parte, Engels afirma que las últimas causas de todos los cambios sociales y de todas las revoluciones políticas deben buscarse en las transformaciones operadas en el modo de producción, por lo que hay que es crucial comprender las economía de las épocas particulares, así como sus transformaciones. El énfasis entonces está puesto en las condiciones materiales y no en las ideas, en la economía política y no en la filosofía. En el mismo texto, Engels explica cómo los modos de producción en un momento dado comienzan a chocar con lo que podríamos denominar el “paradigma” social vigente, como por ejemplo el modo de producción capitalista que entra en contradicción con lo privilegios locales y los estamentos, que predominaban en el orden feudal. Esto significó que a la larga, la burguesía sería capaz de destruir las bases del orden feudal para erigir sobre sus ruinas el régimen de la sociedad burguesa.
Debemos hacer una pequeña precisión y es que, en esta transformación y transición de un régimen de producción a otro, no puede suceder simultáneamente, sino que acontecen dentro de esta lógica histórica de transformaciones. Las transformaciones económicas no acontecen de manera simultánea ya que, por ejemplo, en el siglo XVIII, el régimen de producción inglés era más desarrollado que el de Francia, que aún se encontraba más cerca del mundo feudal que a uno capitalista y, este a su vez, se encontraba más desarrollado que el régimen de producción del imperio ruso. Por lo tanto, para tener una mejor comprensión, no debemos concebir la historia como una “flecha” que se mueve unidireccionalmente por el tiempo y en donde se producen los sucesivos cambios en la estructura material, sino que sería más correcto hablar de una serie de flechas que pueden desplazarse en el tiempo en distintas velocidades, ya que habrá países menos desarrollados y otros más desarrollados. Estas flechas pueden también tomar distintas direcciones, por ejemplo, un país puede incluso “retroceder” en lo que se refiere a su estructura productiva, como por ejemplo lo que sucedió en Cambodia con los jemeres rojos, o con Mao, quien mantuvo al país en un estancamiento económico del cual saldrían solo con el advenimiento de Deng Xiaoping al poder. Insisto que no debe tomarse esta metáfora de la flecha del tiempo literalmente.
Dentro del materialismo histórico, Engels, al igual que Marx, asigna un papel histórico al modo capitalista de producción y a la burguesía. Más adelante Engels explica que el advenimiento del capitalismo no constituye ninguna meta o estado final al que llega la historia. Esto es así ya que surgen nuevas contradicciones, como la existe entre la producción social y la apropiación capitalista que se manifiesta como antagonismo entre la organización de la producción dentro de cada fábrica y la anarquía de la producción en el seno de toda la sociedad. Esta anarquía de la producción es una fuerza propulsora que tiene una importancia crucial ya que es la que transforma a los seres humanos en proletarios, así como la gran causante de la formación del ejército de reserva, de una gran masa de desempleados producto de los avances técnicos, lo que se traduce en un aumento de lo que Marx denomina en El capital como “composición orgánica del capital”.
Un aumento en la composición orgánica del capital se traducirá en que una proporción cada vez mayor de trabajadores pasarán a integrar este ejército de reserva. Este no es un tema menor, ya que Engels llega a afirmar que la máquina se ha convertido en el arma más poderosa del capital contra la clase obrera. Debemos decir que este tema de la tecnología como amenaza al trabajo humano no es un tema agotado, ya que hoy en día todavía aún están quienes advierten de la amenaza potencial que constituye para los trabajadores el desarrollo de nuevas tecnología, máquinas, inteligentes, robots, etc. En el Manifiesto se puede entender cuál será la consecuencia de la pauperización cada vez mayor de la población y el rol que tendría el proletariado en destruir el régimen capitalista.
Este materialismo ejerció una importante influencia en la sociología y en la antropología posterior. Por ejemplo tenemos la clásica obra de Marvin Harris (1927-2001), uno de los exponentes del materialismo cultural el cual, para el estudio de fenómenos sociales y culturales, era de primordial importancia enfocarse en las condiciones materiales de la existencia humana. Por ejemplo, Harris afirma en su clásica obra, “Antropología Cultural”, que para su estudio utiliza lo que denomina un patrón universal integrado por tres divisiones principales: infraestructura, estructura y superestructura. En lo que se refiere a la infraestructura, Harris explica que se compone de las actividades éticas y conductuales mediante las cuales toda sociedad satisface los requisitos mínimos de subsistencia (modo de producción) y regula el crecimiento demográfico (modo de reproducción).
En cuanto a la estructura, Marvin señala que se estaba constituida por las actividades económicas y políticas de tipo ética y conductual mediante las cuales toda sociedad se organiza en grupos que distribuyen, regulan e intercambian bienes y trabajo. Así, Harris habla de economías domésticas o economías políticas como componentes universales en el nivel estructural, según si el foco de organización se centra en los grupos domésticos o en las relaciones internas y externas de la sociedad global. Por ultimo, está la superestructura que se encuentra integrada por la conducta y pensamiento dedicados a actividades artísticas, lúdicas, religiosas e intelectuales junto con todos los aspectos mentalesde la estructura e infraestructura de una cultura.
[1] Karl Marx, Prólogo a la Crítica de la Economía Política (1859), Marxist Internet Archive, 2000 (documento en línea: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/criteconpol.htm)
[2] Friedrich Engels, Del Socialismo utópico al Socialismo científico (1892), Marxist Internet Archive, 2001(documento en línea: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/dsusc/3.htm