El triunfo de Piñera y la lógica del “Facho Pobre” (por Jan Doxrud)
Tras las elecciones presidenciales y la victoria de Sebastián Piñera, salió a la luz la frustración, el resentimiento y el clasismo de cierta parte de la población chilena. El diputado Hugo Gutiérrez (Partido Comunista) señalando en twitter demostrando lo vergonzoso que le resulta el hecho de que los pobres voten por la derecha facha. La diputada (Partido Comunista) Karol Cariola con habitual su retórica vacía y decimonónica, señalaba que la “derecha tiene un nivel de conciencia de clase importantísimo” (uno se pregunta si la diputada podrá cuantificar ese nivel de conciencia, ya que lo presenta como si fuese algún tipo de energía que se manifiesta en la sociedad). A esto añadía su sorpresa de ver “gente rubia” (debemos inferir que se refiere a rubios "naturales") en Recoleta que nunca antes había visto. Todo un trauma para la joven diputada.
Algunos lo llaman clasismo inverso, ya que el objeto de los ataques es “el rico” (concepto bastante difuso) que, por definición, pareciera encarnar lo peor de la especie humana y, peor aún si es un empresario exitoso ( las clases sociales tienen así un fuerte contenido moral, se idealiza románticamente la pobreza y se condena la riqueza). Pero en este caso la víctima de las invectivas de los justicieros sociales fueron los “pobres” (concepto difuso) a quienes rotulan de “facho” (¿?) por cometer un pecado capital a saber: votar por la derecha y, por ende, votar por los ricos (¿?), por Piñera, por el empresariado. Así, nos encontramos ante un concepto que viene rondando desde hace algún tiempo en las redes sociales y que salió finalmente a la luz pública e incluso en los medios de comunicación, me refiero a aquel estereotipo (etimológicamente hablando = molde fijo) denominado “facho pobre”.
Tras el triunfo de Piñera, en las redes sociales surgieron voces cargadas de enojo y frustración que intentaban buscar algún chivo expiatorio que explicara el triunfo de Piñera. ¿Cómo era posible que la izquierda o el progresismo, los campeones de la igualdad y las causas sociales perdieran las elecciones frente a la mezquina derecha? Entre las víctimas de estos frustrados inquisidores morales modernos se encuentra el “facho pobre” que, a ojos de estos justicieros sociales de twitter, son unos verdaderos traidores a su clase social. Y para qué hablar cuando el “facho pobre” es además pinochetista, eso, para la izquierda, pasa al plano de los misterios sin resolver…
Lo anterior se puede corroborar en numerosos “Twits” en donde se puede leer que el facho pobre es conformista, un “espinita” de su jefe, es decir, un lamebotas del empresariado. Otros señalan que el facho pobre es un personaje superficial, frívolo y aspiracional (aquí entra en juego el “twitero inquisidor moral” junto a su fobia al capitalismo, a los cajeros automáticos, al consumismo, a las tarjetas de crédito a las cuotas y al mall) que creen que “con la derecha se van a hacer millonarios”. Otro twitero, (que cabe dentro de la categoría de “inquisidor moralista redentor”) con ironía, le envía el siguiente mensaje al “facho pobre”: “qué bacán tú Hyundai que aún no terminas de pagar y te quedan 2 años más. Qué bacán tus fotos en Punta Cana a 36 cuotas. Qué bacán tu casa en condominio por la que vendiste hasta a tu madre... Que bacán tus deudas y tu pseudo desarrollo económico...”
En la misma línea, aunque sin utilizar el término, la actriz Aline Kuppenheim señaló que “no porque voten por Piñera los van a dejar entrar al club de Polo”. Pero la cosa no queda acá, puesto que muchos twiteros se transforman en verdaderos sociólogos part-time. Uno señalaba que el facho pobre “es el fenómeno sociológico más importante del siglo. Arribista, ignorante e individualista. Una persona que quiere tener más y vota por quien tiene aunque nunca le haya dado nada. Es una curiosa mezcla de ignorancia y ambición”.
Ya me he referido en otros artículos sobre el tema de las clases sociales y sobre el concepto de fascismo (donde argumento que es, sin lugar a dudas, constituye una ideología cercana al populismo estatista de izquierda y no a la derecha). Por ende no ahondaré sobre el concepto de fascismo que está incluido en este concepto de “facho pobre”. Si el lector quiere posteriormente leer los artículos, haga click en los siguientes links al final de este artículo.
Un breve paréntesis: un aspecto interesante de esta “lógica clasista del facho pobre”, es decir, de quienes utilizan el concepto de “facho pobre”, es que uno podría inferir que la base electoral de la centro izquierda serían los “pobres”, es decir, si los pobres se mantienen fiel a su clase, tienen el deber de votar siempre y si excepción por la centro-izquierda, de lo contrario serían condenados y rotulados de “fachos”. Siguiendo esta lógica, tenemos entonces que la izquierda tiene suficientes incentivos para que existan pobres y que no disminuyan (incluso se multipliquen) puesto que constituyen “su” electorado que, fiel a su clase social, votará siempre por ellos (la izquierda). De esta manera, no estaría dentro de los intereses de la centro-izquierda que los pobres mejoren sus condiciones de vida puesto que podría suceder una “tragedia”: que el pobre se vuelva rico y, por ende, pase a votar, en virtud de su “nueva clase social”, por la derecha. De manera que, desde un punto de vista estratégico-electoral, la izquierda no tendría interés en reducir la pobreza puesto que una política pública que buscase disminuir la pobreza sería sinónimo de “reducir nuestra base electoral”. Por otro lado, la derecha tendría los incentivos suficientes para diseñar e implementar políticas que busquen reducir la pobreza en Chile puesto que (siguiendo “la lógica del facho pobre”) reducir la pobreza sería sinónimo de reducir la base electoral de nuestro enemigo político: la izquierda.
Continuemos. Tenemos que quienes utilizan y validan este concepto, el “facho pobre” sería una persona pobre o de escasos recursos que vota por alguien que no pertenece a su clase social, es decir, por un rico que, a su vez, pertenece a la derecha política. En otras palabras, si eres pobre entonces eres de izquierda y, por lo tanto, no puedes apoyar a alguien que no sea de izquierda y menos aún que no pertenezca a tu “clase social”. En el fondo, la izquierda o como ahora les gusta autodenominarse, “progresistas,” tendrían el monopolio de la preocupación por materias “sociales” relacionadas con mejorar las condiciones de vida de aquellos sectores de la población de escasos recursos, de manera que el tema de la pobreza, las injusticias y la desigualdad serían temas que “sólo” le preocupan a la izquierda y sólo ellos pueden darle una solución. La derecha, por su parte, solo le interesa perpetuar las desigualdades, favorecer a los empresarios, a los ricos y utilizar a los pobres, mediante engaños, para llegar al poder. Tenemos, pues, que el “facho pobre” vendría a ser un “desclasado”, una persona que carece de conciencia de clase y, peor aún, traiciona a su propia clase votando por políticos que pertenecen a una clase social pudiente y que es representada por la derecha política.
Lamentablemente nos encontramos entrampados en un concepto de clase social completamente obsoleto y que, por ende, no resulta ser una categoría útil para realizar un análisis serio de las sociedades actuales. Lo anterior no significa que en las sociedades actuales no se evidencien distinciones y jerarquías (solo en un infierno igualitario esto no sería así). Tenemos un caso extremo, por ejemplo, un niño nacido dentro de la familia real inglesa que estudió en Eaton y que luego continuó sus estudios en una universidad de élite, diremos que no pertenece a la misma “clase” que un niño que estudió en una escuela rural para, posteriormente, dedicarse a trabajar en lugar de estudiar para poder de esa manera ganar dinero. No se necesita ser sociólogo para entender lo anterior. Como señala el sociólogo británico, Anthony Giddens, la estratificación social y, por tanto, la desigualdad, existen en todos los tipos de sociedad humana.
Lo que aquí se critica es un particular concepto de clase social que está lejos de ser ideológicamente neutral y que, además, es susceptible de ser instrumentalizado por intereses políticos e ideológicos . Sabemos que todo intento de desarrollar una teoría de clases sociales constituye una simplificación de la realidad, puesto que el mismo concepto de “clase social” es un constructo humano, es decir, las clases sociales no existen en sí y por sí mismas, puesto que son creaciones del intelecto humano. A esto cabe añadir que no existen clases sociales herméticas e inmutables, es decir, que no varía a lo largo del tiempo. Como suele decirse, el “mapa no es el territorio”, pero sucede que el mapa actual resulta ser impreciso y distorsiona completamente el territorio. Existe una concepción de clase social completamente anacrónica y, por ende, obsoleta.
Debemos, pues, dejar en el baúl de la historia, el concepto de clase marxista. La lucha social (a muerte), la pasión igualitaria, la pugna, el resentimiento y el clasismo constituyen los motores de la cosmovisión comunista. Ahora bien, Marx era consciente de que las clase sociales eran complejas y que se daban pugnas “dentro” de las clases pero, a la larga, las “clases en transición” igualmente debían terminar optando por las dos clases sociales medulares: la clase propietaria y explotadora (burguesía) o la clase explotada, solo dueña de su fuerza de trabajo (proletario). Marx estructura su teoría de clases sobre la base de condiciones económicas objetivas, mientras que el sociólogo, también alemán, Max Weber, si bien coincidía con el análisis de Marx, añadió algunas ideas propias. Para Weber la diferencias de clases no se reducían a diferenciar entre propietarios y no propietarios de los medios de producción (menos aún en nuestros tiempos, con la proliferación de sociedades anónimas. Y ciertamente, en el siglo XXI, no ser propietario de los medios de producción no nos transforma en “pobres” ni en “explotados”) puesto que existen otras variables como la cualificación y expertise técnica, es decir, lo que conocemos como capital humano. Tenemos casos extremos de personas de escasos recursos que terminaron siendo millonarios como Amancio Ortega o Warren Buffet, donde su ascenso no se explica por sus estudios formales (que no fueron determinantes en el caso de estos personajes). Existen otros casos, menos radicales que el de Buffet
Abordar esta temática sobre el concepto marxista de clase (aunque no inventado ni desarrollado por Marx) no resulta ser un ejercicio meramente especulativo, puesto este clasismo puro y duro del comunismo tuvo nefastas consecuencias en la vida real y la historia nos ha enseñado lo que puede generar el clasismo patológico del marxismo-leninismo: la muerte de millones de personas. Dentro de la ideología comunista este concepto de clase social resulta ser medular puesto que, recordemos, la historia de la humanidad, tanto para Marx como para Engels, es la historia de la lucha de clases y esta lucha, que cruza toda la historia humana, terminaría con una batalla final y el triunfo final del proletariado sobre la burguesía. El concepto de clase en el comunismo juega un rol similar al de raza en el nazismo.
Por ejemplo, en las masacres perpetradas por los comunistas rusos, chinos o camboyanos, la línea divisoria entre la vida y la muerte de un ciudadano dependía de si este era catalogado (de manera arbitraria), por la autoridad comunista, como un propietario, burgués, pequeño burgués o un intelectual. Incluso era suficiente para ser condenado a muerte si uno era “descendiente” de algún explotador burgués. En suma, para los comunistas, la clase social se heredaba y, lo más paradójico, es que dos intelectuales “burgueses” (y un capitalista en el caso de Engels) me refiero a Marx y Engels, fueron los que crearon una ideología para redimir a otra clase: el proletariado. La ideología que pretendía redimir a la clase proletaria fue construida y desarrollada por personas que nunca pertenecieron a tal clase: Marx, Engels, Lenin o Trotsky. Incluso existen personas que utilizan el concepto de “desclasado” (por ejemplo los comunistas, y específicamente Bárbara Figueroa de la CUT) para increpar a aquellas personas que, supuestamente, están traicionando a su clase social, a sus valores, tradiciones, etc.
El problema radica en que no existe nada parecido a una “conciencia de clase”, “pensamiento de clase”, “lógica de clase”, “política de clase”, “ética de clases” o arte de clase (así como tampoco una “ciencia aria” o una “lógica aria”). Bajo la óptica comunista, la burguesía (la clase explotadora) tenía una lógica diferente a la del proletario, de manera que estas dos lógicas prácticamente no podían comunicarse. Este absurdo llegó a tales extremos que incluso el arte y la ciencia quedó dividida de acuerdo a estas lógicas., una “arte proletario” y una “ciencia proletaria” (ver detalles en mi artículo haciendo click aquí)
El concepto tradicional de clase del marxismo, que ha sido adoptado por varios sociólogos, resulta ser una categoría esencialista y petrificante o, para decirlo con palabras simples, constituye una suerte de camisa de fuerza impuesta a la sociedad y al individuo. El análisis de clase de Marx peca de ser simplista y reduccionista, puesto que toma el complejo entramado social y lo reduce prácticamente a dos clases necesariamente antagónicas: la burguesía (dueña de los medios de producción) y el proletariado (dueña de su fuerza de trabajo). Hoy en día serían los ricos y derecha vs pobres y la izquierda.
¿Qué es una clase? Como explica Giddens, a diferencia de la esclavitud o la sociedad estamental, las clases no se establecen mediante disposiciones jurídicas o religiosas y la pertenencia a ella no se basa en una condición heredada. En virtud de esto, las clases son más fluidas que otros sistemas de estratificación y los límites entre las clases no son del todo claros y precisos. Añade que las clases se fundamentan en diferencias económicas entre individuos y en las desigualdades en la posesión y control de los recursos materiales. Una clase puede ser definida como un conjunto de elementos con caracteres en común. Resulta ser que es precisamente esto último donde reside el problema, puesto que no existe ese elemento en común que nos permita dividir nuestra compleja sociedad en compartimentos (clases) herméticos, estáticos y que chocan unos contra otros. Ya no podemos hablar de una “clase trabajadora” (concepto bastante elástico) puesto que tal clase incluiría a casi los miles de millones de individuos que cuentan con un trabajo, desde losmanuales a los trabajos más intelectuales.
Igualmente resultaría engorroso establecer clases sociales teniendo como criterio el trabajo o salario de una persona, puesto que esa persona, a lo largo e su vida puede comenzar ganando poco pero también podrá, con el tiempo, obtener nuevas responsabilidades dentro de su lugar de trabajo lo que implicaría un aumento de sueldo y un mejoramiento de su nivel de vida. El caso contrario puede también suceder, esto es, que una persona con recursos pueda verse afectado por problemas económicos y declararse en quiebra, quedar sin dinero y perder parte importante de su patrimonio.
Tenemos, pues, que ya no vivimos en la sociedad industrial del siglo XIX en la cual vivió Marx, por lo que debemos deshacernos de este concepto de clase que emergió en ese contexto histórico. Por lo demás, cabe señalar que las personas no se definen primero en base a una supuesta “identidad de clase” o una “conciencia social” específica (como piensa la diputada Karol Cariola) a la cual le deben una suerte de lealtad, puesto que existen otras fuentes de mayor peso con la que las personas se identifican: familia, religión o la nación. Si la teoría de clase marxista hubiese sido cierta, entonces durante la Primera y Segunda Guerra Mundial los trabajadores de los países beligerantes no habrían tomado las armas para luchar entre ellos y deberían haber proclamado una “solidaridad de clase” a nivel mundial. Esto no fue así y la “clase trabajadora” lucho una contra otra en nombre de sus respectivas naciones. Lo mismo sucede cuando los trabajadores de un país exigen la imposición de aranceles que termina por perjudicar a la clase trabajadora de otra nación. Por último se puede mencionar en el pasado, cuando en Estados Unidos los sindicatos de “blancos” no permitían la afiliación de trabajadores “negros”.
Por ende, afirmar que existe una supuesta “clase” que reúne a individuos con intereses comunes, que son solidarios entre ellos, que tienen los mismos gustos, prácticas, valores y tradiciones, y que tienen las mismas aspiraciones, es simplemente no entender la dinámica social actual. Somos testigos que en las poblaciones los narcotraficantes venden drogas o incluso asesinan a personas que viven en su mismo sector. Tenemos casos de personas que han logrado surgir y acceder a una mejor vida material en relación a sus padres y abuelos. También tenemos que tener en consideración que las personas siempre desean estar mejor, quieren triunfar y tener una mejor vida, de manera que no son fieles a una “clase social” específica que los obligue a renunciar a tales aspiraciones, puesto que irían en contra de sus “valores de clase”.
En su libro “The classless Society, del profesor de sociología en la Universidad de Virginia, Paul W. Kingston, pone en tela de juicio el concepto de clase tal como ha sido entendido por el mainstream sociológico. Una simple pregunta derrumba todo el andamiaje sobre el que se elaborado la errónea idea de “clase social”. Kingston se pregunta: ¿Cómo reconocerías una “clase” si la vieras? En el caso de Kingston, el autor aborda esta temática dentro del contexto de la sociedad estadounidense. Lo que pretende el autor es desmontar este término y demostrar que, en el plano teórico, los teóricos de clases carecen de respaldo empírico para sustentar sus afirmaciones. El concepto de clase actual, como ya señalé, es estático y petrifica a los distintos grupos humanos que conforman la sociedad. Además el concepto de clase tal como lo conocemos está literalmente preñado de ideología y política, y resulta ser una herramienta útil principalmente para ideologías clasistas, como la comunista, o movimientos que anhelan la revolución “desde abajo”. También resulta ser útil para las ambiciones de políticos que gustan de explotar el odio de clases, el “nosotros contra ellos”. La ideología comunista no puede prescindir del concepto de clase y la lucha de clase, es parte del dogma, y por tanto, no puede ser modificado ya que la ideología misma peligraría en desmoronarse. Pero también los políticos de otras ideologías cada cierto tiempo echan mano al argumento clasista del nosotros contra ellos.
Links con mis artículos sobre el tema de las clases sociales
I) Marx y la lucha de clases:
1-http://www.libertyk.com/blog-articulos/2017/7/17/1-marxismo-y-lucha-de-clases-pero-qu-clases-por-jan-doxrud?rq=clases
2-http://www.libertyk.com/blog-articulos/2017/7/17/2-marxismo-y-lucha-de-clasesla-revolucin-proletaria-pero-dnde-est-el-proletariado-por-jan-doxrud
3-http://www.libertyk.com/blog-articulos/2017/7/17/3-marxismo-y-lucha-de-clases-quines-son-realmente-los-explotadores-por-jan-doxrud
4-http://www.libertyk.com/blog-articulos/2017/7/18/4-marxismo-y-lucha-de-clases-qu-es-la-burguesa-por-jan-doxrud
II) Marx y la falacia de la revolución proletaria
http://www.libertyk.com/blog-articulos/2017/6/24/iii-marx-el-falso-profeta-del-comunismo-la-falacia-de-la-revolucin-social-proletaria-por-jan-doxrud?rq=clases
III) Comunismo y el mito del proletariado
http://www.libertyk.com/blog-articulos/2016/10/4/el-comunismo-y-el-mito-de-la-proletariado-clase-trabajadora-como-redentora-de-la-humanidad-por-jan-doxrud?rq=clases