Introducción a la Posmodernidad (1) (por Jan Doxrud)
A-Algunas palabras previas
Ahora procederé a desentrañar el significado de aquel concepto denominado posmodernidad, lo que este significa, de acuerdo a sus principales defensores y detractores, para finalmente revisar algunas críticas a esta manera de concebir el mundo. Hemos visto que la modernidad es un concepto complejo. Vimos con Marshall Berman el concepto de modernidad a través de algunos autores como Goethe, Baudelaire y Marx, donde la modernidad es retratada como aquello dinámico, donde “todo lo sólido se desvanece en el aire”, como un proceso continuo de construcción, destrucción y reconstrucción. Al tratar las ideas de algunos de los representantes de la Escuela de Frankfurt, quedó retratada una modernidad sombría, deshumanizadora, una suerte de “matrix” en donde las personas están adormecidas, normalizadas y viviendo un mundo feliz que parece ser el único tipo de mundo posible para ellos. Con Alain Touraine y Peter Wagner vimos que la modernidad debe ser redefinida (en el caso del primero) como una relación cargada de tensión entre la Razón y el sujeto o la racionalización y la subjetivización (en el caso del segundo) de una modernidad que abre paso a un mundo más fragmentado o diverso que ya no encaja con las antiguas formas de organización de la modernidad liberal restringida y de la modernidad organizada y “más organizada” (socialista). Con el sociólogo polaco, Zigmunt Bauman. nos encontramos ante estamos ante una modernidad líquida que se caracteriza justamente por las propiedades de los fluidos, su levedad, inestabilidad, movilidad y cambio. Quisiera detenerme brevemente en este autor.
Bauman recurre a la metáfora de la “liquidez” para explicar la etapa actual de la era moderna. Para Bauman, la metáfora es adecuada, puesto que los fluidos no conservan fácilmente su forma, no se fijan al espacio ni se atan al tiempo. Esta no es una idea nueva, ya que el mismo Bauman recuerda aquel pasaje del Manifiesto de Marx donde todo se disuelve y lo sagrado es profanado. Bauman distingue entre dos modernidades: la pesada/sólida/hardware y la liviana/fluida/software. La parte de la historia que llega a su fin es la “era del hardware” o “modernidad pesada”, que Bauman la describe como aquella obsesionada por el gran tamaño, donde el tamaño es poder y el volumen es éxito[1]. La modernidad pesada es la de la expansión lo largo del espacio, de manera que, para esta modernidad, el territorio era su obsesión y su adquisición, “fue una de sus mayores compulsiones y la protección de las fronteras llegó a convertirse en una de las adicciones modernas mas ubicuas, inflexibles y permanentes”[2]. Tal es la relevancia de este impulso que el espacio vacío era un estímulo para la acción, como sucedió con el imperialismo decimonónico. Junto a la conquista del espacio está la concepción dual del tiempo dentro de la modernidad pesada. Por un lado, escribe Bauman, el tiempo es maleable y flexible, por lo que puede ser reductible por medio de la creciente capacidad devoradora del espacio. Por otro lado, cuando se trata de la adquisición, posesión y fortificación del espacio, el tiempo se vuelve rígido, uniforme e inflexible. Para Bauman, la fábrica fordista constituye, además de un símbolo del matrimonio entre el capital y el trabajo, “el modelo más ambicionado de la racionalidad en la época de la modernidad pesada…”[3].
Esta situación cambia con el avenimiento del universo software donde se produce una transformación del espacio y el tiempo. Tenemos, por un lado, la modernidad pesada que, tal como la descrine Bauman, es aquella era en que se daba forma a la realidad a la manera de la arquitectura o la jardinería para que, de esa manera, la realidad se ajustara a los dictámenes de la razón, esto es, en palabras del sociólogo:
“una realidad construida bajo estrictas normas de control de calidad y de acuerdo con estrictas reglas de procedimiento, y por sobre todo diseñada antes de dar comienzo a los trabajos de construcción. Por otro lado, tenemos el nuevo panorama caracterizado por la fluidez y levedad de la modernidad líquida, donde el poder ya no se ejerce vertical y científicamente desde lo alto, sino que la nueva técnica del poder, señala el sociólogo polaco, emplea como principales medios el arte de la huida y el descompromiso. Para que el poder fluya “el mundo debe estar libre de trabas, barreras, fronteras fortificadas y controles”[4].
De esta manera, Bauman considera que la etapa actual de la modernidad es, tomando la terminología foucaultiana, “pospanóptica”. Si el panóptico de Jeremy Bentham y la descripción realizada porFoucault de este sistema se caracterizaba por ser la metáfora del poder moderno, en la era pospanóptica la principal técnica del poder es “la huida, el escurrimiento, la elusión, la capacidad de evitar, el rechazo concreto de cualquier confinamiento territorial y de sus engorrosos corolarios de construcción y mantenimiento de un orden, de la responsabilidad por sus consecuencias y de la necesidad de afrontar sus costos”[5]. Ejemplos de esto, de acuerdo a Bauman, son las estrategias militares en la Guerra del Golfo y la de Yugoslavia, que se caracterizaron por una reticencia a desplegar fuerzas terrestres. A esto podemos añadir la moderna estrategia que será, al parecer, la tónica de las guerras del futuro: el uso de los “drones”, como los usados para los ataques en Yemen, Pakistán o Afaganistán. Las guerras de la modernidad líquida, añade el autor, no tienen como objetivo la conquista de nuevos territorios, sino que la “demolición de los muros que impedían el flujo de los nuevos poderes globales fluidos; sacarle de la cabeza al enemigo todo deseo de establecer sus propias reglas para abrir de ese modo un espacio –hasta ahora amurallado e inaccesible- para la operación de otras armas (no militares) de poder”[6]. Esto lleva a Bauman a parafrasear la famosa frase del teórico prusiano de la técnica militar moderna, Carl von Clausewitz, en cuanto a que las guerras actuales parecen cada vez más“la promoción del libre comercio mundial por otros medio”.
Hay otros autores que, como Bauman, no hablan de posmodernidad y han utilizado otros términos como “segunda modernidad” y “sociedad del riesgo” en el caso de Ulrick Beck, la “sociedad red” en el caso de Manuel Castells, la “modernidad tardía” en el caso de Giddens. Otros autores, en cambio, simplemente establecen que estamos en una era distinta a la moderna como es el caso de los planteamientos deLyotard o Baudrillard.
B-Posmodernidad
Pasemos ahora a examinar qué se quiere decir con “posmodernidad”. ¿Ha finalizado la modernidad? ¿Qué significado tiene el prefijo de este concepto? ¿cuáles fueron las condiciones que permitieron su nacimiento?. Ciertamente es un concepto en boga, pero el concepto parece ser bastante escurridizo. Tenemos el “arte postmoderno”, “parejas postmodernas”, “novelas postmodernas” y la lista continúa. Antes de comenzar con Lyotard quisiera dar una breve explicación del concepto de posmodernidad retrocediendo en el tiempo para tomar el concepto de Ilustración y también el de “Modernidad” para comprender a qué se opone este término denominado postmodernidad.
No es tarea simple explicar qué es la “postmodernidad” como si con ello se quisiera designar a una suerte de escuela de pensamiento a la cuales pertenecen una serie de intelectuales que podemos tildar de postmodernos. La postmodernidad no constituye un campo unificado de ideas claramente identificables que proponen acciones concretas y objetivos a alcanzar. Por ejemplo, si nos proponemos estudiar este concepto podemos tomar libros de Lyotard, Baudrillard, David Harvey, Frederic Jameson, Edward Said, sólo pormencionar algunos de los pensadores más conocidos, y nos daremos cuenta de que no lograremos extraer un solo significado sobre el concepto de postmodernidad. Este concepto ha adquirido una serie de significados ya que ha sido abordado por diferentes disciplinas como la filosofía, estudios culturales, geografía, arte, teatro y la historia entre otras. De esta manera quizás sea más conveniente hablar de postmodernismo en plural y evitar así caer en el error de concebir la postmodernidad como una escuela filosófica.
En este escrito abordaré la postmodernidad considerándola como un conjunto de ideas que explican cual es la situación de nuestro mundo, intentando rescatar algunas ideas que se puedan considerar como propias del pensamiento postmoderno. Comencemos la palabra misma. Lo primero que advertimos es el prefijo más la palabra “modernidad”. Tenemos la palabra latina “post” que significa “después” o “después de” y “modernidad”, por lo que este concepto hace referencia a algo así como la situación del mundo después de la modernidad. Pero el problema no está aun resuelto ya que cabe preguntarse si acaso las personas que utilizan esta palabra entienden qué significa “modernidad”. Ya tuvimos la oportunidad de examinar que este concepto (modernidad) puede adquirir distintos significados para distintos autores como Karl Marx, Max Weber, Alain Touraine, Jurgen Habermas y otros. Pero una persona sin formación filosófica, sociológica o artística, puede que relacione la palabra moderno con algo avanzado o actual, algo así como cuando encontramos a un país “moderno” o un aparato cualquiera “moderno”. Si retrocedemos en la historia a la segunda mitad del siglo XIX encontramos a la que fue, al parecer, la primera persona que hizo uso del término “postmoderno”, que fue el pintor John Watkins Chapman (1853-1903) para referirse a aquellas obras que parecían ser más avanzadas que la de los pintores impresionistas franceses que representaba la vanguardia del arte moderno. Desde este punto de vista, postmoderno sería para Chapman la pintura post-impresionista que trascendió aquel estilo que encarnaba el arte moderno. Otro autor al que se suele citar por haber hecho uso de este término es el escritor alemán Rudolf Pannwitz (1881-1969) quién, en contra del internacionalismo paneuropeo y el nihilismo, describió al “hombre posmoderno” como amoral, un ser diferente al del antiguo orden sobre el cual se había erigido la civilización occidental. El historiador Arnold Toynbee (1889-1975) también se refirió a una era posmoderna que comenzaba a partir del año 1875, y que estaba marcada por el declive de la cristiandad, el individualismo y el capitalismo. Por su parte, el sociólogo Bernard Rosenberg (1923-1996) explicaba que la era posmoderna estaba marcada por la cultura de masas y el dominio tecnológico. Este último aspecto, la tecnología, tiene una papel importante en el discurso posmoderno. La nueva realidad virtual, el arte telemático constituyen la expresión del advenimiento de una nueva forma de arte que ha trascendido al moderno propiamente tal.
Pero regresemos al tema de la modernidad y ese “post”, ¿qué significa ese estar o situarse después de la modernidad? Recordemos los ideales de la Ilustración que van de la mano con el discurso filosófico de la modernidad: el progreso indefinido, el papel emancipador de la razón, la búsqueda de un saber absoluto y universal, y el papel fundamental de la ciencia en el progreso indefinido de la humanidad. Las revoluciones en Francia y Estados Unidos, así como la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (dotados de una valides universal), venían a confirmar estos ideales de libertad y emancipación. ¿Qué vendría a significar, entonces, la postmodernidad? Podemos considerarla como un quiebre con la modernidad y su proyecto emancipador, y también como la consecuencia necesaria del proyecto moderno, por lo que desde este último punto de vista, la postmodernidad vendría a ser una especie de etapa avanzada no prevista de la modernidad. Se podría decir decir que la postmodernidad viene a poner fin a una serie de creencias fuertemente arraigadas en siglos anteriores. En primer lugar, la creencia en la existencia de grandes relatos proveedores de sentido, orden y unidad. En segundo lugar la muerte de la creencia de una verdad absoluta, de valores morales objetivos como ya lo había profetizado Nietzsche. Por último tenemos la puesta en tela de juico de los pilares sobre los cuales se ha construido la civilización occidental, conceptos que han sido violentados y subvertidos, donde el mismo concepto de ser humano es considerado como un constructo histórico que puede y debe ser destruido y reconstruido. La postmodernidad vendría a rechazar el realismo ontológico, gnoseológico, ético, semántico y axiológico. La realidad concebida, como algo existente independiente del sujeto, es sustituida por una realidad social lingüísticamente construida, en donde existen tantos mundos lingüísticos inconmensurables unos respecto a otros, y en donde ninguno tendría mayor legitimidad que el otro. Tenemos entonces que el proyecto que venía gestándose desde Francis Bacon, pasando por Descartes, Locke y Newton entre otros, ha llegado a su fin.
En el próximo escrito, procederé a abordar la posmodernidad tal como lo expuso el pensador francés Jean-Francois Lyotard.
[1] Zygmunt Bauman, Modernidad líquida (Argentina: FCE, 2009), 122.
[2] Ibid., 122.
[3] Ibdi., 124
[4] Ibid., 19.
[5] Ibid., 17.
[6] Ibid., 17.