János Kornai: análisis del sistema socialista (por Jan Doxrud)
Introducción
En este escrito realizaré un breve resumen de la obra del economista húngaro János Kornai (1928). Kornai es Allie S. Freed Professor of Economics Emeritus en la Universidad de Harvard y Professor Emeritus en la Universidad de Corvinus de Budapest. Enseñó en la Universidad de Harvard entre los años 1986 y 2002. Sus análisis se han centrado principalmente en el análisis del sistema socialista, así como al período de transición post-socialista.
Las dictaduras socialistas que imperaron durante el siglo XX en Europa oriental y en otros continentes resultaron ser un fracaso desde todo punto de vista. Fueron regímenes que tuvieron que defender sus ideas por medio del terror, la violencia, las armas y construyendo muros, como fue el caso del Muro de Berlín. No hubo excepción a la regla: Rusia, Hungría, Rumania, Cambodia, China, Corea del Norte, República “Democrática” Alemana. Lamentablemente la amnesia colectiva (y selectiva) es recurrente y no se aprenden de los errores del pasado, como es el caso del Socialismo del Siglo XXI de Hugo Chávez que atraviesa por una crisis terminal que mara muchos no es ninguna sorpresa. Como enfatizó el historiador y economista Douglass C. North las instituciones importan, e importan mucho. Las instituciones son las reglas del juego, explicaba North, le dan forma a las interacciones entre los seres humanos en las esferas política, económica y social. Teniendo esto en mente, se puede entender que el cambio institucional pasa a delinean la forma en que nuestras sociedades evolucionan en el tiempo.
Por su parte, Daron Acemoglu y James A. Robinson, en su célebre libro “¿Por qué fracasan los países?”, insisten en el importante papel que tienen las instituciones políticas y económicas, así como la ley, el orden, el establecimiento de una economía de mercado inclusiva y el respeto de los derechos de propiedad. Por ejemplo, cuando abordan el caso de la pobreza Egipto, señalan que existen varios enfoques que lo explican: la geografía (desierto, clima, carencia pluviosidad adecuada), la cultura, vale decir, que los egipcios eran, supuestamente, hostiles a la prosperidad y al desarrollo económico o que carecían de una “ética del trabajo”. De acuerdo al enfoque de Acemoglu y Robinson Egipto es pobre porque ha sido gobernado por una reducida elite la que ha organizado la sociedad en beneficio propio a costa de la mayor parte de la población . Un país donde no existe libertad para emprender o donde gobierna una elite corrupta que no está interesada en innovaciones que puedan amenazar su posición será un país que se quedará estancado, debido a una ideología que obstaculiza el desarrollo. Así, en los países donde predominó lo que Acemoglu y Robinson denominan como “economías extractivas”, quedaron rezagadas en comparación con aquellas que adoptaron instituciones políticas y económicas inclusivas.
Las ideologías pueden jugar un papel crucial en el desarrollo material de una nación y en el caso del socialismo, la ideología fue un verdadero obstáculo al desarrollo y la prosperidad. Lo mismo puede suceder con las ideas religiosas cuando entran a chocar con nuevas ideas científicas. Cuando una sociedad es dominada por una religión dogmática y fundamentalista, por lo general la ciencia no prosperará o al menos aquellas teorías que cuestionen a los textos sagrados. En el caso de las economías socialistas, estas quedaron completamente rezagadas en comparación con las potencias capitalistas occidentales, por ejemplo, no se subieron al carro de la “terciarización” o expansión del sector de los servicios (una actividad “no productiva” en la mentalidad soviética-socialista). Insistieron en mantenerse en la rigidez de la planificación central que no incentivaba la innovación, la actividad empresarial y el desarrollo de nuevas tecnologías, y menos aún las nuevas tecnologías de la información que podrían potencialmente debilitar los distintos regímenes autoritarios socialistas.
Así en el área del desarrollo computacional, el bloque socialista quedó a distancias siderales del bloque occidental del mundo libre. Las economías socialistas continuaron con la sobreexplotación de recursos naturales lo cual tuvo como consecuencia el deterioro el medioambiente y a su vez se volvieron sobredependientes del consumo energético. Ya los signos de decadencia se notaba desde que construyó el muro y a partir de la década de 1970 cuando países socialistas de Europa oriental se endeudaron con bancos de Europa occidental y se volvieron dependientes de las exportaciones de maquinaria desde Estados Unidos. Incluso recibieron ayuda del Fondo Monetario Internacional al no poder pagar los intereses de las deudas que habían contrído en el extranjero e incluso estos países tuvieron que aumentar los impuestos y disminuyeron a su vez la producción de bienes de consumo lo que generó descontento social. Las alzas de salarios no lograron atemperar los ánimos y sólo generaron más inflación que, en algunos países como Polonia y Hungría llegó a los tres dígitos.
En síntesis, las instituciones socialistas demostraron ser no solamente ineficientes, sino que crearon un gran daño, incalculable, que va más allá de la ineficiencia económica, me refiero al sufrimiento humano y las pérdida de vidas humanas que llegan a ser millones sólo si tomamos el caso chino y ruso por separado.
El sistema socialista
El libro del economista húngaro János Kornai sobre el sistema socialista constituye un clásico del tema. En este realiza un acabado análisis de la economía política del comunismo a la cual prefiere referirse como “sistema socialista”. Otros posibles conceptos que pueden resultar sinónimos y que el autor menciona son: “sistema de tipo soviético”, “economía centralmente administrada”, “economía centralmente planificada” o “socialismo de Estado”. Ahora bien, Kornai aclara que opta por hablar de socialismo y no comunismo basándose en la ideología oficial del marxismo-leninismo. Resulta que los “socialismo reales” del siglo XX no se autoproclamaron como comunistas (por ejemplo la URSS = Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y, por lo demás, el comunismo constituye, dentro de la filosofía de la historia y el materialismo histórico de Marx, la última fase, esto es, la utopía final en donde se alcanzaría la igualdad absoluta y en donde el Estado y la represión ya no serían necesarios. En fin, lo que se propone Kornai es analizar de manera integral el sistema socialista, partiendo del supuesto de que tal sistema ha existido durante un tiempo suficiente como para identificar ciertas regularidades, tendencias y patrones (aunque no leyes). Para validar su explicación, el autor usa una serie de tablas y cifras estadísticas y otra gran cantidad de datos.
Comienza el autor explicando qué entiende por socialismo, reconociendo así laparticularidad que exhibieron los distintos regímenes socialistas. Pero a pesar de estas particularidades, existen ciertos aspectos comunes. En vistas de delimitar su objeto de estudio y arrojar luces sobre este mismo, Kornai comienza señalando que cuando habla de un “país socialista” se refiere exclusivamente a aquellos países donde el Partido Comunista asumió el poder político y económico total. Además, estos países presentaban un atributo en común y era el de pertenecer a un amplio sistema político, social y económico denominado como “sistema socialista”. Para ser más claro, el economista húngaro establece una analogía con la biología. De acuerdo a esta, nosotros, seres humanos, a pesar de que como individuos presentamos una serie de diferencias palpables, igualmente pertenecemos a una misma especie. Lo mismo sucede en el socialismo, en donde el “sistema” vendría a ser la “especie” y los distintos regímenes comunistas (rumano, ruso, húngaro, etc) los individuos entre los cuales se pueden trazar ciertas diferencias
En suma, a pesar de que los regímenes socialistas existentes presentaron ciertas particularidades, tenían en común el hecho de pertenecer a una misma “especie”, es decir, al sistema socialista. En cuanto al concepto de “economía política” presente en el subtítulo del libro, Kornai aclara por qué razón utilizó este concepto y no simplemente el de “economía”. La respuesta es que economía y política están íntimamente entrelazados. Kornai aborda una serie de problemas propiamente económicos como las decisiones concernientes a la producción y el consumo, inversión y ahorro, distribución del ingreso, etc. Pero el análisis no se queda en ese nivel, ya que el autor examina también las conexiones existentes entre la esfera política y económica, es decir, de qué manera el marco político del sistema, junto a su ideología dominante, influenciaba el sistema económico. Otros aspectos que examina es cómo el sistema de valores imperantes afectaban los criterio bajo los cuales se tomaban las decisiones en materia económica. A esto el autor añade otros temas de interés como la relación existente dentro de la cadena de mando de la burocracia estatal socialista y la serie de incentivos negativos que eran inherentes al sistema.
Debe quedar claro que el autor lleva a cabo una generalización de las experiencias particulares de los regímenes socialistas. Por ejemplo, cuando Kornai realiza un análisis sobre la clase de relación que emerge entre las instituciones que controlan la inversión de recursos y aquellas instituciones que requieren de tales inversiones, el autor no se centra en la relación particular entre las distintas ramas industriales y el ministerio de industria de la Unión Soviética, Checoslovaquia o Rumania. De esta manera, el autor navega a lo largo de su obra en nivel de abstracción significativo, pero evitando caer en análisis superficiales y generalizaciones sin fundamento, todo lo contrario.
Dentro del sistema socialista, Kornai distingue tres “prototipos”. Cabe advertir que estos tres modelos son útiles en la medida en que proveen de generalizaciones abstractas de las realizaciones históricas del socialismo. Por lo demás, los países no necesitan pasar en orden de una etapa hacia otraa la manera de los tres estadios de August Comte. Estos prototipos, de los cuales en este escrito examinaremos sólo los dos primeros, son:
1-Sistema revolucionario-transicional.
2-El sistema clásico o socialismo clásico.
3-El sistema reformado o socialismo reformado.
Kornai añade un cuarto modelo:
4-Sistema postsocialista (la transición del socialismo al capitalismo)
1-Sistema revolucionario-transicional (el tránsito del capitalismo al socialismo). Este sistema ha demostrado no poder sobrevivir de manera permanente, ya que tarde o temprano pasará al sistema clásico. Es una etapa de efervescencia y entusiasmo ideológico. Es la fase en donde se lleva a cabo la “expropiación de los expropiadores”, donde se llevan a cabo las estatizaciones de las diversas industrias, así como de la banca. También es frecuente la puesta en práctica de una reforma agraria. Comienzan también las persecuciones, arrestos e incluso muertes, como fue caso de los kulaks en Rusia y los terratenientes considerados explotadores en la revolución en China. En esta fase, el haber pertenecido en el pasado a una clase que fuese considerada como “explotadora” podía definir la vida o muerte de una persona. Tales persecuciones pudieron ser planificadas o simplemente fruto del furor y fanatismo del momento, lo que generaba un potencial problema para los líderes de la revolución (como fue el caso de Lenin): la anarquía.
A esto hay que sumar las fuerzas opositoras al socialismo lo cual gatilló una guerra civil que volvía aún más violento el ambiente. El punto es que la anarquía no era una opción ya que la revolución no constituía un movimiento espontáneo de las masas, sino que debía ser dirigido por una vanguardia como fue el caso de Lenin y los bolcheviques en Rusia. Esto deriva en un uso paternalista del poder, es decir, el Partido y, específicamente, el líder, sabe lo que es mejor para la nación, de manera que las masas deben limitarse a un papel pasivo, a dejarse gobernar por los iluminados políticos. El paternalismo y la infantilización de la población se transforman así en una justificación ideológica de la centralización burocrática del poder. La vida de las personas queda supeditada a la meta final de la ideología, por lo que deben disciplinarse y estar dispuestos a sacrificarse en vistas de alcanzar algún día la utopía final. Es por ello que la revolución es un proceso permanente, algo que nunca acaba. Es por ello que aún se utiliza tal concepto en el régimen cubano, a pesar de que la revolución comenzó en 1959.
Llama la atención, para un marxista ortodoxo al menos, que las revoluciones de tipo socialista estallaran en países económicamente atrasados, es decir, la idea de Marx de que el escenario de las revoluciones serían los países más altamente industrializados, como Alemania o Inglaterra, fue falseada por la realidad como todas las demás elucubraciones oraculares del pensador alemán. En palabras del autor:
“The historical fact is that no socialist system has ever been installed in power by internal forces in any developed capitalista country. It is precisely the situation described in precious sections (backwardness, of a largely precapitalista nature, poverty, striking inequality, brutal oppression, war and then a deep crisis in society) that induces revolution and allows the Communistparty to seize power”[1].
En lo que respecta a las condiciones iniciales o las condiciones sociales que preceden a la revolución socialista, Kornai destaca varios aspectos comunes. Los distintos países donde se ha impuesto el sistema socialista presentas los siguientes atributos:
a. Son países pobres y económicamente subdesarrollados.
b.Una industria incipiente, de manera que estamos fundamentalmente ante países cuya economía descansa principalmente en el sector agrícola (sector primario)
c. Las relaciones sociales y las formas de propiedad presentaban rasgos pre-capitalistas.
d. Una significativa desigualdad en la distribución del ingreso.
e. Ninguno de los países tenía un consolidado sistema democrático y parlamentario. El sistema imperante era uno de tipo autoritario donde las libertades básicas estaban coartadas.
f. Muchos de los países dependían de otros estados, ya sea por ser colonias, semicolonias o estar militarmente ocupadas por una potencia extranjera.
g. Son países pobres y económicamente subdesarrollados.
Algunos países que presentaban tales atributos (se presentan en orden cronológico de acuerdo al año en que los socialistas se hicieron con el poder): Unión Soviética (1917), Albania (1944) Yugoslavia (1945), China (1949), Vietnam (1954), Cuba (1959), Congo (1963), Somalia (1969), Yemen del sur (1969), Benin (1972), Etiopía (1974), Mozambique (1975), Nicaragua (1979), Zimbabwe (1980)
2-El sistema clásico o socialismo clásico. Este fue el sistema imperante en los países de Europa oriental durante la Guerra Fría. En esta etapa el romanticismo y fervor revolucionario e ideológico comienza a llegar a su fin, ya que los líderes comienzan a percatarse de que si no existe orden y producción (y no meras confiscaciones), el país, junto con la revolución, pueden desmoronarse. Lenin previó esto, pero tras su prematura muerte fue bajo la férrea dictadura totalitaria de Joseph Stalin cuando se llevaron a cabo los planes quinquenales que permitieron la industrialización acelerada y forzada de la Rusia comunista. En el caso de Rusia, tras la revolución de febrero y octubre de 1917, el país se vio inmerso en una cruenta guerra civil. Lenin por su parte, estableció el fracasado sistema denominado “comunismo de guerra” para posteriormente poner en práctica la “Nueva Política Económica” que permitió la introducción de elementos capitalistas, pero que constituyó un breve paréntesis. Con el tiempo, la revolución precisó de orden y disciplina, de manera que se hacía necesario poner fin no sólo al anarquismo, sino que cualquier tipo de división interna (faccionalismo) al interior de las filas de los bolcheviques. Al respecto escribe Kornai:
“The prerevolutionary system has left the country backward, and befote they came to power the revolutionaries pormised that once in power they would eliminate this backwardness. As society emerges from the Bloody external and internal warfare and the chance comes for peaceful labor, those in power realize they must fulfill their pormises by rapidly increasing the economy’s forces of production. They would like to achieve swift and spectacular economic successes. Moreover, they feel the system is threatened military, and their Desire to increase their military power rapidily trains their attention on fast economic growth. Attainment of the goals outlined above is now hindered by the anarchy, the lack of law and order, and arbitrary local action. No society of any kind can function without some sort of discipline. There is a growing demand for order to be restored”[2].
El régimen no tiene problemas en ser tildado de “dictadura” ya que la dictadura en sí misma no es negativa, puesto que la pregunta que debe plantearse es: ¿quién ejerce el poder en la dictadura? ¿Quién ejerce el poder sobre quién? Si tal poder lo ejerce el “proletariado”, entonces la dictadura es benigna y está plenamente justificada. Pero tal no fue el caso, ya que no fue el pueblo o la clase obrera la que ejerció el poder (incluso podríamos preguntarnos si tal situación sería deseable), sino que fue la “vanguardia” del Partido. Como el mismo Stalin (siguiendo a Lenin) aseveraba, era el Partido el que se situaba por encima de la clase trabajadora, por lo que el Partido no podía estar a merced de los aspiraciones y deseos de las masas.
Tenemos, pues, que del fervor revolucionario se transitó gradualmente al férreo orden dictado por la ideología donde cualquier tipo de oposición fue implacablemente denunciada y penalizada. Así es como surgió paulatinamente el “sistema clásico” o “socialismo clásico”. Me detendré a explicar con mayor detalle este sistema ya que constituye el tema central de este escrito. Kornai nos presenta la “anatomía” del sistema clásico. En primer lugar abordaré los siguientes
a) Poder: el Partido, el Estado, la organización de masas, fuerzas de cohesión, coerción y la naturaleza totalitaria del poder.
b) Ideología: existencia de una ideología oficial con la exclusión y prohibición de cualquier otra
La institución fundamental dentro de la estructura de poder es el Partido Comunista, único partido político existente, de manera que nos encontramos ante un sistema unipartidista, tal como sucede actualmente en Cuba, Corea del Norte y China. El principal principio organizativo del Partido es el “centralismo democrático”, esto es, que el ingreso al partido es voluntario y la admisión es decidida por una rama del Partido (también puede ser denominado como secretariado del Partido) o células de este mismo que operan en distintas unidades territoriales: ciudades e incluso lugares de trabajo. Estas unidades menores son parte de una cadena de mando más amplia, así por ejemplo, un comité distrital del Partido bajo la dirección de un Secretario distrital estará bajo la supervisión de un comité del Partido de un condado, así como al Secretario correspondiente. En la cúspide de la pirámide del poder se encuentra el Comité Central del Partido y que, en el caso países federales como fue el caso de la URSS, China o Yugoslavia, existía un Comité Federal.
Este Comité Central (nacional o federal) elegía a un cuerpo ejecutivo menor desde sus propias filas: el Comité Político o Politburó (en términos soviéticos). El Comité Central también se encargaba de elegir al líder del Partido o “Secretario General”, así como a los secretaros nacionales o federales. El Secretario General – como fue el caso de Jruschov, Breznev, Andropov, Chernenko y Gorbachev – eran quien ejecutaba las decisiones del poder central. Así, de acuerdo al mencionado “centralismo democrático”, los secretarios del Partido en los distintos niveles eran elegidos por los miembros del Partido, ya sea de manera directa o indirecta, por medio de delegados. Esta dimensión electoral representaba la arista democrático del sistema. La otra arista, es decir, el “centralismo”, consiste en que la decisión de un organismo superior del partido es vinculante para las partes de un cuerpo inferior y de todos los demás miembros de este.
En cuanto al “Estado”, este es uno que no presenta diferencias sustanciales con los Estados modernos occidentales. Existía una Constitución, un “estado de derecho” (desde un punto de vista formal o como lo concebía Hans Kelsen), leyes y tres poderes del Estados: ejecutivo, legislativo y judicial. Aquí gobierno, ideología y Estado son una misma cosa o están muy estrechamente vinculados. En suma, el Partido Comunista controlaba la totalidad del poder estatal, o lo que es lo mismo, del monopolio legal de la fuerza. En cuanto a las fuerzas que mantenían cohesionadas a la enorme burocracia, en primer lugar estaba, obviamente, la ideología, que establecía una serie de valores, metas e ideas comunes. Otra fuerza cohesionadora era el poder, es decir, tanto los miembros del Partido como los de la burocracia se mantenían unidos para mantener el poder y para continuar siendo parte de la elite dentro del sistema clásico. Ahora bien, este poder está diseminado entre distintos miembros pertenecientes a distintos niveles, de manera que el poder se distribuía jerárquicamente. Ahora bien, el hecho de que la clase política busque perpetuarse en el poder y sea solidaria entre ellos no es un fenómeno exclusivo de un sistema socialista. Los miembros de la clase política socialista pertenecían a una elite que gozaba de ciertos privilegios y prestigio.
La ideología, el poder, el prestigio y los privilegios no constituían los únicos factores que mantenían cohesionada a la burocracia, ya que existía un cuarto elemento: la coerción. Esta coerción podía tomar la forma de varios grados de censura, como el dar de baja a funcionarios y arrebatarles así poder e influencias y, por último, la expulsión del Partido como la medida más drástica. A lo anterior se pueden añadir otros instrumentos de coerción como los grandes mítines así como espectáculos de masa, y el uso de propaganda política. La persecución, encarcelamientos por disidencia ideológica y el envío a campos de concentración, como el gulag o campos de re-educación constituían una parte esencial del régimen. No está de más decir que en esta clase de regímenes no existe el concepto de oposición o prisionero político, ya que estos no son más que enemigos del pueblo y de la ideología.
Como Estados totalitarios, los regímenes socialistas ejercieron el poder de manera total (cualitativa y cuantitativamente), de manera que la línea que dividía la esfera privada de la esfera estatal quedó completamente borrada, con la consecuencia de que ningún aspecto de la vida de las personas escapaba de la férrea vigilancia del Partido. Cabe añadir que no existía el imperio de la ley, vale decir, la ley no era igualmente aplicada a un ciudadano común que a un miembro influyente de la elite, después de todo, a pesar de existir un parlamento, sus miembros eran designados y representaban los intereses de la elite del Partido. Es por esto, y otras razones más, que Kornai describe la estructura de poder del sistema socialista como “indivisible y totalitario”.
Pasemos a examinar brevemente el rol de la ideología. En el sistema socialista no está permitido la pluralidad de ideas y la competencia entre estas mismas, de manera que, desde un punto de vista ideológico, existe un monopolio de las ideas y, por lo tanto, de la verdad. La ideología oficial se nutre de distintas fuentes, fuentes, por lo demás, situadas en distintos estratos. El estrato más profundo, claro está, es el de la tradición socialista y, en particular, el socialismo “científico” de Marx. El siguiente estrato está representado por las ideas, valores y aspiraciones de los movimientos revolucionarios particulares que posteriormente se transformaron en gobierno. Por último tenemos aquellas ideas que emergen en la fase transicional, cuando se transita desde la fase caótica revolucionaria a la fase donde se precisa de un estricto orden y disciplina. Kornai añade que en el caso específico de la Unión Soviética, el estrato final estaba representado por el estalinismo y el leninismo, que Stalin contribuyó a organizar y a transformarlo en un nuevo dogma. En un comienzo existió el “marxismo” y con el tiempo hemos visto como han emergido nuevas vertientes como el “leninisnimo”, “maoismo”, “guevarismo”, el “castrismo” y con el llamado “Socialismo del siglo XXI” el “chavismo”. Cada uno con valores e ideas propios del socialismo pero con algunos ingredientes que les son propios.
Kornai continúa explicando el sentido de superioridad económica y moral del sistema socialista y el espíritu mesiánico que predomina en sus filas en el sentido de la creencia de que el socialismo estaba destinado a salvar a la humanidad (del sistema capitalista). Era parte central de la misión mesiánica del socialismo el eliminar todos los vestigios del régimen capitalista de producción. La planificación central debíasustituir lo que Marx denominaba como la “anarquía de la producción” capitalista. La planificación central permitiría establecer una mayor eficiencia en la producción y en la asignación de recursos, así como la prevención de las fluctuaciones de los precios. El socialismo también sería un modelo superior al capitalismo desde el punto de vista moral, ya que promovería la cooperación (y no la competencia), la justicia social, la igualdad y pondría el bien común por encima del bien individual.
Otro tema central es el de la propiedad, concepto que Kornai lo descompone en diversas partes. En primer lugar podemos entender la propiedad desde el punto de vista de lo que un individuo posee: un objeto, un recurso, información y las facultades personales que tenemos, tanto físicas como mentales. En segundo lugar tenemos la propiedad entendida desde la óptica de lo que el sujeto es: un individuo, familia, una entidad legal, es decir, una empresa, una universidad, un fondo de pensiones, etc. En tercer lugar tenemos la propiedad concebida como lo que el propietario tiene derecho a hacer o recibir: ingreso residual, es decir, los ingresos que le generan el hecho de poseer una propiedad o un activo (bonos o acciones); derecho a transferir y a enajenar (vender, arrendar, regalar o heredar); derecho a controlar, a hacer uso de la propiedad que se posee, por ejemplo, fijar la cantidad a producir, los precios, qué productos producir, contratar y despedir a trabajadores. Estas y otras formas de entender la propiedad son casi en su totalidad abolidas en el sistema socialista y digo “casi” ya que la propiedad pública no existe, es decir, la propiedad siempre tiene un dueño y lo que cambia es quién es ese dueño.
De esta manera, frases como “los bienes son del pueblo” o “propiedad social de los medios de producción” no dejan de ser retórica vacía carente completamente de sentido y realidad empírica. En el sistema socialista la propiedad de los medios de producción, los “puestos de mando” a los que se refería Lenin, pasaron a ser del Estado y de la burocracia dominante. Por otra parte, los precios, salarios, cantidades a producir y las decisiones sobre qué se produciría eran tomados por el Estado. En tal sistema no existía una distinción entre los impuestos a los que eran sometidas las empresas y las ganancias que estas generaban, distinción que es natural dentro de un sistema capitalista de libre mercado. Las empresas estatales no pueden ser compradas, transferidas o heredadas. Las empresas estatales no pueden ser propiedad de un grupo de accionistas (algo que se acercaría más al ideal “propiedad pública de los medios de producción), sino que es controlado por un grupo que vela por sus propios intereses. En suma no existen “dueños” de empresas ya sea en la forma de un individuo, grupo de persona o una familia. Esto es lo que Kornai denomina como la “despersonalización” de la propiedad. Es más, en el caso de los países socialistas la propiedad dejó de ser propiedad, la propiedad era a la vez de todos y de nadie, de manera que la responsabilidad, ante una pérdida o el mal manejo de la economía, recaía en todos y en nadie.
¿Cómo operaban los mecanismos de coordinación dentro del sistema socialista? La coordinación imperante era uno de tipo burocrático, una cadena de mando que se extendía desde las esferas superiores del poder hasta los mandos menores subordinados. En pocas palabras, el vínculo existente era uno de tipo vertical y la información fluía a lo largo de distintos canales de arriba hacia abajo. Dentro de este sistema el consumidor no tenía poder alguno frente al monopolio estatal. Kornai establece la diferencia entre el mercado de los compradores y el mercado de los vendedores. En un sistema de libre mercado los compradores mantienen una “relación horizontal” con los vendedores. Por lo demás el consumidor, al no estar sometido al monopolio estatal, tiene una mayor variedad de oferentes que competirán entre sí para ganarse el favor de este. En el sistema socialista la relación entre las mismas firmas estatales no se encontraban coordinadas por el mercado sino que por los mandatos de los mandos superiores. En suma podemos analizar la diferencia entre el “mercado del vendedor” (monopolio estatal) y el “mercado del comprador” teniendo en consideración algunos puntos que aborda economista húngaro.
a) Información: la información es necesaria y requerida para que de esa manera el vendedor y el comprador puedan entrar en contacto. En un mercado de compradores, es principalmente interés del vendedor el preocuparse de atraer al consumidor no sólo por medio de los precios, sino que recurriendo a otras estrategias como la propaganda. En cambio, en el mercado del vendedor (caso socialista) el tema de la información es un asunto que recae principalmente en las espaldas de los consumidores. En un monopolio estatal no existen incentivos para destinar gastos en propaganda o cualquier clase de promoción de bienes y servicios, de manera que la búsqueda recae totalmente en las espaldas de los consumidores.
b) Ajuste: en un mercado de compradores, los vendedores se esfuerzan por identificar de la manera más precisa lo que el consumidor desea, es decir, sus necesidades, para así ajustarse a estas y producir aquellos bienes que serán demandados en el futuro. En cambio, en un mercado de vendedores es el consumidor quien tiene que adaptarse a las empresas monopólicas. Es el consumidor quien tendrá que hacer colas para comprar un producto, o sustituir un producto por otro o simplemente posponer sus planes de consumo.
c) Competencia: en un mercado de consumidores son las distinta empresas las que buscan ganar el interés de los consumidores por medio de ofertas e inversión en propaganda. En un mercado de vendedores son los consumidores quienes tiene que competir por los favores de la empresa. Estarán aquellos que, debidos a sus contactos políticos, no tendrán que hacer colas ni tendrán mayores problemas en adquirir ciertos productos, pero el resto de la población tendrá que esforzarse y pasar por una serie de inconvenientes para lograr adquirir productos básicos. Por lo demás, como sucede en las empresas estatales actuales en Cuba, los trabajadores estatales son indiferentes y mantienen un trato poco respetuoso y profesional con los clientes, ya que sus remuneraciones no dependen de la eficiencia de la empresa y, por lo demás, muchos de los bienes en venta pueden ser vendido en el mercado negro a un alto precio.
La lógica socialista concebía que la mano invisible de Smith o la “anarquía del mercado”, como lo denominaba Marx”, debía ser sustituida por la mano visible, omnipresente y omnisciente del Estado. Era la agencia de planificación nacional la encargada de elaborar los macroplanes, los cuales incluían metas cuantitativas de producción así como plazos temporales, generalmente 5 años. Esta institución tenía una misión titánica que era fijar el volumen de producción a escala nacional y la distribución de esta misma entre los distinto sectores de la economía a saber: industria, agricultura, transporte, etc. Se establecían también cuotas en lo que respecta a la distribución de materiales, productos elaborados y semielaborados para sus distinto usos. Así, el poder central debía asignar los recursos, siempre escasos y con múltiples usos, a los diversos sectores de la economía.
A esto hay que añadir el establecimiento de un fondo de salarios y su posterior distribución entre la fuerza de trabajo (fijado también por medio de cuotas), la decisión acerca del destino de la inversión agregada, las decisiones sobre la elaboración e introducción de nuevas tecnologías en los procesos de producción, decisiones entorno a cuotas de importación en el ámbito del comercio internacional con el objetivo de mantener un balance equilibrado y cumplir con las metas de exportación. En relación al destino de las inversiones, existían una serie de sectores: bienes de inversión, producción doméstica, esfera productiva (para distinguirla con la “no productiva” asociada a los servicios), producción de bienes de capital, industria, industria pesada, industria armamentista, infraestructura, etc. Dentro del sistema de contabilidad socialista se solía distinguir entre las actividades productivas y las no productivas, por ejemplo, la producción bruta a nivel macro (o producto social) y el producto neto (ingreso nacional) hacían referencia exclusivamente a la esfera de producción, es decir, ignoraban la esfera “no productiva” representada por el sector terciario (servicios)
No hay que ser economista para percatarse de la monumental e innecesaria tarea que se auto-impusieron los regímenes socialistas al embarcarse en la tarea de fijar miles de precios (incluido los salarios) dando literalmente palos de ciegos en el proceso, ya que nadie sabe a priori el precio de algo, como si el precio fuese algo objetivo y permanente en el tiempo. Sin el mercado y los precios como señales informativas, y sin la presencia de emprendedores y de innovación, la economía no operaba eficientemente, incluso cuando existían los precios del mundo capitalista occidental como referencia. Como explica Kornai, el sistema de planificación socialista hubiera funcionado si la información disponible fuera perfecta, simétrica y en donde la incertidumbre y el riesgo no existiesen. En otras palabras, el sistema socialista funcionaría en un mundo que no existe.
La principal motivación de quienes estaban a cargo de las diversas ramas productivas no era innovar o introducir cambios con el objetivo de hacer más eficiente la producción. El objetivo final era cumplir con las metas del Partido y evitar cualquier tipo de reprimenda o ser acusado de saboteador del sistema. Bajo esta lógica las diversas industrias solicitaban materias primas y fuerza de trabajo en grandes cantidades, lo que se tradujo en que gran cantidad de recursos que quedaban sin utilizar y abundaban los trabajadores ociosos. Famosa es (entre cientos de otras) el caso de las pieles de topo que se descomponían en las bodegas, ya que no existía demanda para este tipo de pieles pero, aún así, se seguían produciendo en grandes cantidades.
La cantidad de información que se debía recolectar y procesar para mantener la economía operando eficientemente superaba la capacidad de cualquier comité planificador y cualquier computador. Kornai trae a la palestra las ideas del economista austriaco Friedrich Hayek que en la década de 1930, e influenciado por Ludwig von Mises, advirtió sobre la imposibilidad de la planificación central ya que al suprimirse el mercado como mecanismo de información, así como el sistema de precios, el planificador central se encontraba completamente ciego para realizar su labor. Imagine el lector hoy en día fijar el precio a los lácteos y cómo afectaría a los demás precios: leche (en todas sus variedades y gustos), quesos (en todas sus variedades y gustos), helados (en todas sus variedades y gustos), vacas lecheras (cuantas criar), cuanto suelo destinar para que las vacas puedan alimentarse, cantidad de camiones necesarios para transportar la leche, los materiales necesarios para construir tales camiones, etc. Quienes estaban encargados de establecer los precios se regían por una serie de principios.
En primer lugar los precios debían operar como los medios a través de los cuales las autoridades podían estimular a los productores a realizar tareas específicas. Por ejemplo, en el caso de maquinaria agrícola moderna, las autoridades mantenían un precio bajo para de esa manera estimular la introducción de esas tecnologías y así aumentar la producción. Pero esto tenía un costo y era el establecer un subsidio insostenible en el largo plazo. Otro principio rector de las autoridades era el mantener los precios estables para de esa manera mantener el poder adquisitivo de las personas, es decir, combatir por todos los medios posibles la inflación. Esto se tradujo en el “congelamiento” de precios que, en algunos casos, se mantuvieron por décadas. El problema es que los precios pueden fijarse, manipularse o congelarse, pero los costos de producción no pueden manipularse, es decir, no se puede controlar el precio de toda la cadena de producción o de cada etapa de la estructura productiva desde la actividad de fundición de los altos hornos hasta la venta final de las máquinas.
Otro principio rector de las autoridades era que el índice de precios del consumidor debía ser manipulado en vistas de influenciar la demanda de la población en la manera precisa en que lo deseaban las autoridades. Este principio se basaba en la arrogancia de las autoridades de creer saber que era mejor para los consumidores, que era lo que necesitaban y de qué bienes y servicios podían prescindir. En suma, tenemos una economía altamente intervenida en donde no se dejaba operar (y coordinar) la oferta, la demanda y los precios. Los subsidios establecidos con el objetivo de disminuir precios de bienes básicos e incluso para entregarlos gratis no era sostenible en el tiempo y creaba por lo demás una demanda artificialmente alta lo que se traduce en la progresiva escasez de bienesy el consecuente racionamiento de estos mismos.
La escasez que se genera producto del desacoplamiento entre la oferta y la demanda, es lo que Kornai denomina como una escasez horizontal debido a que la relación entre vendedor y comprador es horizontal. Junto a esta existe también la escasez vertical, que emerge en las relaciones entre el organismo superior y los mandos menores subordinados. El asignador de recursos cuenta con una cuota dada para posteriormente ser distribuida y, por lo general, los distintos sectores económicos realizan una verdadera puja por hacerse con la mayor cantidad de recursos (sin importar si una importante parte de estos se desperdicien). La escasez va de la mano con el racionamiento de distintos productos: arroz, azúcar, pollo, carne, mantequilla, gasolina, jabón, huevos, queso, porotos, chocolates, etc.
Otra política que podía resultar contraproducente en el largo plazo era la política de pleno empleo. Una vez que los revolucionarios se consolidaban en el poder, comenzaba una nueva fase que consistía en ponerse al mismo nivel que las potencias capitalistas occidentales. Tal fue lo que hizo Stalin con los planes quinquenales que significó la movilización de millones de personas que pasaron a engrosar las filas de trabajadores activos. El trabajo llegó a reconocerse no sólo como un derecho, sino que un deber hacia la patria y como una señal compromiso hacia la ideología y su proyecto utópico a futuro. Pero como, señala Kornai, la política de pleno empleo alcanzado por el socialismo no fue producto de sus promesas sino que fue un subproducto del proceso de industrialización y crecimiento forzado y acelerado. Además tal movilización de personas fue acompañada de violencia, por ejemplo en el campo, donde estaba localizada la mayor parte de mano de obra disponible, fue colectivizado y parte de su población tuvo que migrar a las ciudades para trabajar en las industrias. Los errores o la holgazanería podían costarle a la persona el gulag o incluso su propia vida. La política de pleno empleo, por lo demás, no puede ser permanente en el tiempo, ya que existen personas que no desean trabajar, personas despedidas y además tenemos el fenómeno del empleo friccional. Pero más importante aún es que el pleno empleo en sí mismo no puede ser la política de un gobierno, ya que los empleos creados deben ser productivos, es decir, no se pueden llevar a cabo programas de obras públicas innecesario sólo para mantener el desempleo en niveles mínimos, despilfarrando recursos e hipotecando el futuro del país.
Kornai llega a un tema central y es el rol del dinero y los precios. El dinero, junto a sus funciones – reserva de valor, medio de intercambio, unidad de cuenta – pierde su relevancia. El autor señala que la monetización de las economías socialistas era sólo aparente, debido a que el rol jugado por el dinero era secundario. Así, el economista húngaro describe a estas economías como semimonetizadas. Sucedía, por ejemplo, que las distintas cuentas se dividían en “subcuentas” y entre estas no existía un libre flujo de dinero. Me explico, existía dinero diseñado para cubrir los gastos de materias primas, de manera que no podía ser utilizado para pagar salarios. A su vez, el dinero destinado al pago de salarios no podía ser destinado a la compra de materias primas. Alrespecto señala el autor:
“In view of all this, one can say that Money mails to perform the integration of all transactions; is not actually a universal means of Exchange. The national currency is not convertible within the country: investment Money cannot be converted into materials Money or wages Money, or vice versa, even within th estate-owned sector. This internal nonconvertibility hightens the rigidity of economic activity and frequently prevents racional substitution taking place between the factors of production”[3].
Tenemos que tener en consideración que el sistema bancario en estos países estaba totalmente estatizado, es decir, existía sólo un Banco Central (como en las economías capitalistas) y ausencia total de banco comerciales privados. Al respecto explica Kornai:
“Banks in a capitalista economy (…) are firms with an interest in increasing their profits and a market relation to their customers, whereas Banks under classical socialismo have not even a nominal interest in profits. They constitute collectivelly a rigidly centralizad, hierarchical machine vested with rights of oficial authority”[4].
El Banco Central cumplía además el papel que dentro del sistema capitalista cumplen los bancos privados: la oferta de crédito a corto plazo.
Tenemos, pues, que en la URSS los bancos y sus recursos crediticios eran “propiedad de todo el pueblo”. Aquí existían dos órganos centrales: el Banco Central de la URSS o Gosbank y el Banco para la financiación de inversiones básicas de toda la Unión o Stroibank de la URSS. Este último concentraba los recursos monetarios asignados a obras básicas. Ligado al Gosbank estaba el Banco de Comercio Exterior. En el caso soviético, el Banco del Estado ejercía el monopolio de las divisas, concentraba todos los valores de cambio y fijaba el curso del rublo soviético en relación con las divisas de los Estados extranjeros. El Gosbank constituía el único Banco de emisión y de crédito, así como el único centro de pagos de la URSS. Fundamentándose en el plan estatal, el Banco del Estado regulaba la circulación monetaria en el país, efectuando cómputos en la economía nacional, utilizando los recursos monetarios libres de las instituciones, empresas y organizaciones. Por último cabe destacar que cumplía el presupuesto de la URSS en lo que a tesorería se refiere y constituía el único centro de tesorería de la economía socialista.
Para terminar resumiré brevemente los principales aspectos del “sistema socialista” de acuerdo a János Kornai:
-Existencia de una ideología oficial representada por el único partido existente: el Partido Comunista, que mantiene el monopolio del poder político, económico e ideológico.
-Inexistencia de una distinción entre el Estado como órgano coercitivo que tiene el monopolio legal de la violencia y el Partido Comunista.
-Estatización de la economía, de la propiedad y, en general, de la sociedad completa en el sentido de que se borra la barrera que separa lo privado y lo público, entendiendo lo público, en este caso, como sinónimo de estatal. En otras palabras, los regímenes totalitarios ejercen un poder total que penetra hasta los más recónditos rincones de la vida privada. Junto a esta estatización de la esfera económica emerge la coordinación burocrática de esta misma.
-Más que un sistema socialista, podemos decir que en los países que se autoproclamaban como “socialistas” predominaba en realidad un “capitalismo totalitario de Estado”. Ningún régimen socialista logró avanzar más allá de esa etapa. También podemos denominar a este sistema, tal como lo hace el economista de la Universidad de George Mason, Peter Boettke, que, a pesar de que el sistema soviético estaba fuertemente controlado, igualmente existía un mercado. Continúa explicando que el modelo soviético se asemejaba o era más bien consistente con el modelo mercantilista, en el sentido de que el gobierno estaba regido por un autócrata. Con esto quiere dar a entender que el Estado autócrata intervenía en la propiedad privada y fomentaba la existencia de una gran cantidad de monopolios y carteles. El autócrata también empleaba una burocracia especializada que se encargaba de monitorear las diversas franquicias monopoliísticas para asegurarse de que estas no se comportaran de manera “competitiva” unas con respecto a las otras.
-Mercado completamente intervenido, fijación de precios (y salarios) y establecimientos de cuotas de producción y metas de producción.
-Economía semimonetizada.
-Los precios no actúan como señales que guíen a productores y consumidores lo que, por lo demás, imposibilita el cálculo económico
-El consumidor se encuentra sometido completamente a los dictados del monopolio estatal.
[1] János Kornai, The Socialist System. The political economy of communism (USA: Princeton University Press, 1992), 28.
[2] Ibid., 29.
[3] Ibid 132.
[4] Ibid.