La guerra contra las drogas (por Jan Doxrud)

La guerra contra las drogas

En este artículo Abordaré el tema sobre la prohibición de las drogas principalmente desde el punto de vista económico (aunque tras todo economista hay una filosofía subyacente). La mayor parte de economistas libertarios han abogado por terminar con la prohibición de las drogas. Algunos limitan esta medida a ciertas drogas como la marihuana mientras que otros defienden la idea de legalizar todas las drogas. Economistas como Milton Friedman, Paul Volcker, George Schultz, Gary Becker, Mark Thornton y Klaus Schmidt-Hebbel han defendido la legalización de las drogas. Gradualmente se han unido otras personalidades como Kofi Annan y personalidades políticas de Latinoamérica como los exmandatarios Ricardo Lagos (Chile), César Gaviria (Colombia), Fernando Henrique Cardoso (Brasil) y Ernesto Zedillo (México). La London School of Economics (LSE) publicó un informe[1] sobre la necesidad de un cambio de enfoque respecto a la guerra contra las drogas. En este escrito firmaron prestigiosos economistas y figuras políticas: Kenneth Arrow (Nobel de Economía, 1972), Paul Collier, Jeffrey Sachs, Vernon L. Smith (Nobel de Economía, 2002), Thomas Schelling (Nobel de Economía, 2005), Sir Christopher Pissarides (Nobel de Economía, 2010), Javier Solana.

Con esto sólo quiero dar a entender que el tema de las drogas está en la palestra e influyentes profesionales están clamando por un cambio de enfoque con respecto a este asunto. En este artículo me centraré en la visión de economistas liberales (liberalismo moderado) y libertarios (anarcocapitalistas) sobre el tema de las drogas. Muchos de estos autores apelan a que somos seres libres y responsables de nuestros actos por lo que no se justifica la intervención paternalista del Estado en el tema de las drogas, ya que, por lo demás, puede abrir las puertas a una serie de prohibiciones estatales que tienen como objetivo “velar por la salud de sus ciudadanos” Como sucedió con el alcohol, se argumenta que el ser humano deben aprender a convivir con las drogas dentro del contexto de un orden espontáneo (sin intervención estatal). Así, desde esta perspectiva, las políticas que apuntan a la prohibición de las drogas sólo bloquean la experimentación, es decir, como evolucionaría una sociedad bajo un sistema donde las drogas fuesen consideradas como una mercancía más. Ahora bien, cabe señalar que existen dentro de la familia liberal quienes abogan por la prohibición de ciertas drogas, otros proponen que sea el Estado el que regule este mercado y existen los que defienden la idea de que las drogas deben comercializarse como cualquier otro producto, con propaganda incluida...un paso un tanto radical sin duda.

Lo que se plantean los economistas es si acaso prohibir es siempre la mejor solución. En segundo lugar esta la siguiente pregunta: ¿Qué debe prohibirse y que no debe prohibirse? Podemos establecer ciertos criterios para decretar que:

a)  “X” debe ser prohibido en la sociedad y

b) cualquiera portando o consumiendo X puede ser sancionado (multa, cárcel, etc)

Los criterios pueden ser por ejemplo que “X” constituyeun peligro para la persona y su familia:

-“X” puede llegar a matarme.

-“X”, pone en riesgo la vida de terceros.

-“X” altera el estado de conciencia de una persona, no haciéndola responsable de sus actos.

Desde este punto de vista varias cosas y actividades podrían ser prohibidas. Si tomásemos prestado de John Rawls su “velo de la ignorancia” y nos propusiéramos diseñar una nueva sociedad (desde cero) donde tuviésemos que descartar una serie de actividades y sustancias que pueden ser consideradas como un “peligro para la sociedad”, ¿cómo procederíamos? En un momento dado en nuestra reunión, podríamos llegar a la discusión sobre aquellas sustancias que tienen los siguientes efectos: falso estado de euforia, optimismo, euforia, falsa percepción del espacio, reacciones lentas, distracción, sueño, fatiga, disminución de los reflejos, etc. Si decidimos no permitir la existencias de sustancias que provoquen este tipo de efectos entonces no tendríamos que eliminar solamente la cocaína, el opio, anfetaminas y heroína, sino que deberíamos eliminar cualquier clase alcohol ya que entraría dentro de la categoría de “sustancia peligrosa” para la sociedad.

Si se trata de adoptar medidas para prevenir que las personas se dañen o que su vida corra peligro, entonces - alguien afirmaría - deberíamos prohibir también el montañismo, parkour, surf, paracaidismo y otras actividades. Después de todo sería muy irresponsable que una persona practicase un deporte extremo donde pusiese no solamente su vida en peligro sino que también el bienestar de su familia. Otra víctima segura de nuestra nueva sociedad que estamos diseñando sería el cigarro, ya que el cigarro es adictivo, peligroso para mi salud, atenta contra nuestras vidas y pongo en riesgo la salud de otras personas. La OMS ha señalado que el humo ajeno mata y, a menos que se tomen medidas urgentes, la cifra anual de muertes podría ascender a más de 8 millones para 2030 por causa del cigarro.

Pero si dejamos nuestro experimento mental y regresamos a las sociedades reales vemos que, fruto de la tradición y el poder de la costumbre, el alcohol y el cigarro han sido aceptados en la sociedad, mientras que otras sustancias como la marihuana han sido rotuladas como sustancias peligrosas. Como explica el economista Mark Thornton en Estados Unidos fue la Ley Harrison de Narcóticos (1914) la que estableció un impuesto y requisitos de registro de narcóticos y cocaína. En aquella época tanto políticos como periodistas acusaban abiertamente a inmigrantes chinos, negros del Sur y mexicanos con una indignante propaganda de promover el uso de las drogas. Posteriormente, en 1937, vendría la prohibición de la marihuana a nivelnacional con la aprobación de la Ley del Impuesto a la Marihuana que, paso seguido pasó de gravar y regular a una abierta prohibición, incluyendo el cáñamo, es decir, la forma no embriagante del cannabis.

Como el mismo Thornton explica, el cáñamo es una variedad de cannabis sativa que ha sido usada por humanos durante miles de años para producir fibra y germen de aceitey constituye a su vez una materia prima valiosa y versátil en la producción de productos tales como papel, textiles, cuerdas, biocombustibles, proteína en polvo para humanos e incluso plásticos biodegradables. Thornton, basándose el libro de Scott Sondles, “Hemponomics: Unleashing the Power of Sustainable Growth”, concuerda en que la prohibición del cáñamo obedeció a intereses económicos y políticos. Los dardos apuntan DuPont Corporation que en 1937 había conseguido una patente sobre la producción de plásticos a partir del petróleo. Harry Anslinger, funcionario jefe de la aplicación de la ley seca,  se convirtió en comisionado de la Oficina Federal de Narcóticos, cargo otorgado por el secretario del Tesoro, Andrew Mellon quien era banquero de la DuPont.

                                                              La anti-propaganda contra la mar…

La anti-propaganda contra la marihuana

Regresemos al tema de la “guerra contra las drogas”. Tenemos que esta ha sido un fracaso. De acuerdo al drugpolicy.org, Estados Unidos gasta anualmente más de $51,000,000,000 y el número de encarcelados alcanza la cifra de 2,220,300 (la más alta del mundo). Desde el año 2006 100,000 personas han muerto fruto de la “guerra contra las drogas”. Los economistas se preguntan entonces la razón por la cual sucede esto. Además se preguntan si tal prohibición ha dado buenos resultados. Aquí entran en escena algunos errores como el pensar que la prohibición funciona en todos los ámbitos, es decir, desde la casa, un colegio, una nación, un continente...hasta "todo el mundo incluido". Esto a primera vista puede resultar obvio: en el colegio existen prohibiciones establecidas por medio de una serie de reglas y como resultado, el colegio funciona bien, por lo tanto si quiero eliminar las drogas del país basta con prohibirlas y penalizarlas. Lamentablemente esto constituye una forma ingenua de razonamiento y comete la falacia de la composición. Otro tema clave para los economistas guarda relación los “objetivos” vs los “incentivos”. Las políticas gubernamentales pueden estar repletas de buenas intenciones pero los objetivos (muy loables) pueden crear incentivos no previstos que hacen que la política gubernamental fracase. Esto sucedió con la prohibición o la “Ley seca” en Estados Unidos que se prolongó desde 1920 a 1933.

Un capitulo de los Simpsons explica bien los resultados de la prohibición en el caso del alcohol. Sucedió que el incompetente Jefe Gorgory es reemplazado por otra autoridad, un detective que establece una política prohibicionista radical por lo que una de las primeras víctimas del nuevo sheriff fue el “Bar de Moe”.Cómo suele suceder con las medidas prohibicionistas, el mercado de licor no desapareció, sino que cambio de forma, es decir, se formó un mercado negro de alcohol. Homero se transforma en el nuevo “Barón de la cerveza” y comienza a ganar cuantiosas sumas de dinero por el alcohol ofrecido. La cerveza, al venderse al margen de la ley, sube de precio y un sorprendido Barney le dice a Mou que más vale que sea la mejor cerveza que ha tomado del mundo (debido a los 50 dólares pagados). A parte de la formación del mercado negro, también la política prohibicionista hace un mal uso de los recursos que son escasos y con usos alternativos, especialmente el dinero destinado a armamentos y otros bienes necesarios para la policía (cada vez más militarizada como en México)

La corrupción es otro rasgo que emerge fruto de las políticas prohibicionistas, y en los Simpsons Tony el mafioso corrompe a los policías, lo mismo que hizo Pablo Escobar en Colombia y otros narcotraficantes en la actualidad. Otro fenómeno propio de la prohibición es la mala calidad del producto que se ofrece. En los Simpsons se muestran las condiciones insalubres en que se producen los distintos licores. La razón de esto es simple: si el alcohol está prohibido por la ley, usted como consumidor del mercado negro ilegal no podrá acudir a un tribunal y demandar a la “empresa ilegal” por darle alcohol adulterado (y prohibido), y los productores ilegales por eso mismo, no se preocuparán por la calidad del producto. En resumen lo que conocemos como “control de calidad” del producto desaparece.

Otro fenómeno propio de estas políticas es la criminalización, es decir, el consumidor de alcohol es percibido como un criminal en lugar de ser percibido como un tipo enfermo (en caso de que sea alcohólico) o como una persona que simplemente tenía ganas de tomarse un trago. Así, las cárceles se van llenando cada vez más y con ello hay que destinar cada vez más recursos al sector penitenciario. Además, en Estados Unidos la violencia aumentó, surgieron mafiosos que se hicieron con el control de las sustancias prohibidas y el consumidor habitual de alcohol (no necesariamente un alcohólico) es expuesto a un ambiente peligrosos, ya que las distintas botillerías a las que antes acudía se encuentran cerradas. El caso extremo de criminalización y de penas desproporcionadas por tráfico de drogas son regiones como Taiwán o Singapur donde la persona puede ser condenada a muerte.

                                                               Tarjeta de embarque (Singa…

                                                               Tarjeta de embarque (Singapur)

El resultado de la política prohibicionista en Estados Unidos fue un fracaso: no logró su objetivo, el consumo no disminuyó e incluso aumentó, se adulteró el alcohol (causando parálisis y ceguera) y, al ser ilegal la producción, no había control de calidad y los precios del alcohol subieron. El sector que más deseaba que la prohibición se mantuviese era a la mafia tal como hoy lo es para el traficante de drogas. Por último, en el caso estadounidense se incentivó el surgimiento de mafias que controlaban la producción, aumentando así lainseguridad, peleas entre bandas, sobornos a la policía, etc.

Las drogas

Teniendo en consideración lo anterior,  los economistas se preguntan: ¿no estará sucediendo lo mismo con la “guerra contra las drogas”? Los economistas liberales y libertarios critican el fracaso que ha resultado ser la guerra contra las drogas y las políticas de lucha contra la demanda (contra el consumidor). Las cifras destinadas a esta guerra son millonarias pero aún así no existen resultados positivos salvo decomisos y detenciones sin relevancia o la caída de uno u otro capo de la droga que fácilmente será reemplazado por otro (es como pensar que con la muerte de Bin Laden el terrorismo llegó a su fin). En las noticias se hace gala de millonarios decomisos como autos de lujo, mansiones, zoológicos, armas, etc. El problema es que muchas personas podrán alegrarse ante esta clase de noticias, pero lo que deberíamos concluir en realidad es cómo esas personas pudieron haber acumulado tal cantidad de dinero y ostentarlo de manera tan descarada.

Ciertamente esa clase de noticias sólo constituyen un ejemplo de que la lucha contra las drogas está hace mucho tiempo perdida. Tan es así que incluso el FBI recompensa a quien “ayude con información” sobre algún narcotraficante, de manera que expone la vida de ciudadanos inocentes que pueden verse envueltos en alguna represalia o ajuste de cuentas. En países donde ni siquiera existe confianza en la policía, ¿quién querría denunciar a algún poderoso narcotraficante? Mientras el negocio de la droga sea rentable, los narcotraficantes van a adaptarse a cualquier nueva política implementada por los gobiernos: aviones, túneles subterráneos, submarinos, catapultas (utilizadas en la frontera entre México y Estados Unidos) El economista Mark Thornton del Mises Institute, especializado en el estudio del tema de la prohibición de las drogas, escribe:

“¿Qué ha logrado la Guerra contra las Drogas? No ha reducido el acceso a las drogas ilegales. No ha reducido el uso o abuso de las drogas. No ha reducido la tasa de adicción. Si ha pasado algo, las tasas de uso, abuso y adicción, han aumentado a lo largo del siglo pasado. Las estadísticas de población reclusa indican claramente que se ha usado para eliminar a las minorías. También ha aumentado enormemente los poderes de las fuerzas del orden y el sistema legal y reducido los derechos y protecciones legales de los ciudadanos bajo la tradición del estado de derecho. Ha aumentado enormemente la militarización de la policía y el uso de los militares en el trabajo policial. También ha llevado a un importante aumento en la intervención política y militar de EE. UU. en otras naciones, particularmente en las naciones productoras de drogas en América Central y del Sur[2].

Como sabemos en economía existe el concepto de elasticidad y, en el caso de las drogas, la demanda es inelástica de manera que, independiente de los esfuerzos puestos en reprimir al narco, estos continuarán ofertando. Junto al negocio de las armas y trata de mujeres, el de las drogas es un mercado demasiado lucrativo como para abandonarlo. En virtud de lo anterior cabe replantearse el enfoque actual centrado en reprimir la oferta y centrarse en políticas que apunten a la demanda, es decir, programas que se enfoquen en educar a la población en materia de consumo de drogas: en otras palabras campañas de precaución y tratamiento par quienes ya se han transformado en adictos.

Soluciones

Existen varias soluciones y me centraré en señalar las más radicales. El analista político del Cato Institute, Juan Carlos Hidalgo, apuesta por la legalización, aunque reconoce que no es la panacea:

Al legalizar las drogas, los gobiernos tendrían más control sobre el mercado de estupefacientes; podrían regular y gravar su producción y venta, como ya hacen con el tabaco y el alcohol. Además, el dinero derivado de tales impuestos les permitiría brindar tratamiento a los adictos. Al igual que con la despenalización, la legalización haría posible afrontar de mejor manera el flagelo de la drogadicción, al remover el estigma que pesa sobre los consumidores…Ningún defensor de la legalización ha dicho que ésta sea la panacea. Sin embargo, sí es sustancialmente mejor que la patentemente fracasada Guerra Contra las Drogas. La legalización no es una solución al problema de las drogas. La drogadicción continuará siendo un flagelo, pero, así como la prohibición del alcohol resultó ser un enfoque equivocado al problema del alcoholismo, de igual forma la Guerra Contra las Drogas ha sido una manera equivocada de afrontar los problemas relacionados con el uso abusivo de las drogas. Ya es hora de que caigamos en la cuenta[3].

El Premio Nobel de Economía (1992), Gary Becker iba un paso más allá. El economista de Chicago estaba de acuerdo en que la guerra contra las drogas era costosa en dinero, recursos humanos y afectaba la vida comunitaria. Pero Becker no propone solamente la legalización de las drogas sino que también su a comercialización para generar así una industria competitiva que contase incluso con publicidad. Así, para Becker, la despenalización del consumo no era suficiente y había que avanzar hacia la despenalización de la producción y distribución de las drogas. Becker opinaba además que lo más viable desde el punto de vista político, era legalizar las drogas y al mismo tiempo aplicar un impuesto y destinar una parte de la recaudación a campañas educativas.

Las distintas propuestas de economistas liberales y libertarios a favor de la legalización de las drogas se pueden resumir de la siguiente manera:

1-Pondría fin al lucrativo negocio del narcotráfico, ya que la legalización disminuiría radicalmente el precio de las drogas, al acabar con los altísimos costos de producción e intermediación que implica la prohibición

2-Los productores de drogas estarían al alcance de las regulaciones propias de un mercado legal. La legalización de las drogas tendría como consecuencia que la fabricación de tales sustancias se encuentren dentro del rango de acción de las regulaciones propias de un mercado legal.

3-Terminar con la nefasta alianza entre narcotráfico y política. Como explica Juan Carlos Hidalgo, el narcotráfico ha extendido sus tentáculos en la vida política de los países y lo más probable es que sea esta la razón por la cual la guerra contra las drogas se intensifica año con año. Los narcotraficantes son los que más se benefician con la prohibición, y los operativos anti-drogas en Latinoamérica sirven para eliminar la competencia a los narcotraficantes.

4-Permitiría una eficiente asignación de recursos por parte de los gobiernos a combatir otros problemas: pobreza, educación, salud, etc)

5-En el caso de América Latina, permitiría desarticular los carteles de drogas y guerrillas (FARC) que se financian con la droga.

6-Fomentaría la libertad, aprendizaje y responsabilidad de las personas. En palabras de Hidalgo: “La legalización conducirá a que la sociedad aprenda a convivir con las drogas, tal y como lo ha hecho con otras sustancias como el alcohol y el tabaco. El proceso de aprendizaje social es sumamente valioso para poder disminuir e internalizar los efectos negativos que se derivan del consumo y abuso de ciertas sustancias”.

[1] Informe en línea: http://www.lse.ac.uk/IDEAS/publications/reports/pdf/LSE-IDEAS-DRUGS-REPORT-FINAL-WEB.pdf

[2] Mark Thornton, La guerra contra las Drogas nació hace 100 años, Mises Hispano (artículo en línea: http://www.miseshispano.org/2015/01/100-anos-guerra-contra-las-drogas/)

[3] Juan Carlos Hidalgo, El fracaso de la guerra contra las drogas, América economía, 9 de marzo de 2010 (artículo en línea: http://americaeconomia.com/politica-sociedad/politica/el-fracaso-de-la-guerra-contra-las-drogas