Álvaro García Linera: Indigenismo y Marxismo
Álvaro García Linera es el vicepresidente del Estado plurinacional de Bolivia y para muchos, el verdadero ideólogo detrás de Evo Morales. El político se autoidentifica como un marxista clásico y su pensamiento se ha visto nutrido desde su juventud por diversos autores como Kant, Hegel, Gramsci, Nietzsche, Marx y Lenin. García Linera estudió matemáticas cursando sus estudios de pregrado y postgrado en la UNAM (México). Posteriormente García Linera paso a formar parte del Ejército Guerrillero Túpak Katari que apoyaba la insurgencia indígena. Tras desempeñarse en el ámbito académico y a seguir desarrollando su filosofía política, García Linera fue designado en el 2005, por Evo Morales (con quien ya se conocía desde la década de 1980), Vicepresidente del futuro Estado Plurinacional de Bolivia. A continuación solo expondré (sin entrar en las críticas) en las principales ideas del Vicepresidente de Bolivia.
Señalé que García Linera es el ideólogo del gobierno de Morales, pero ¿de qué ideología estamos hablando? Del marxismo-indigenismo, una tradición ya presente en Mariátegui y que en García Linera toma la forma de un “socialismo comunitario”. En primer lugar examinaré el indigenismo y el marxismo y, en segundo lugar, continuaré explicando la concepción que el autor tiene del capitalismo. Finalmente, abordaré su concepción de socialismo, así como el socialismo comunitario. En la década de 1990 fue detenido y encarcelado en Chonchocoro hasta que es liberado en 1997.
Indigenismo y marxismo
De acuerdo al autor, en Bolivia, el antiguo marxismo no constituyó un sistema de ideas significativo ni desde el punto de vista político, ni desde el punto de vista intelectual. En cambio, señala que el indianismo es el que se ha ido constituyendo gradualmente en una narrativa de resistencia que se transformío en una auténtica opción de poder. García Linera explica que en Bolivia han habido 5 “grandes concepciones del mundo” o “grandes ideologías” de carácter contestarias y emancipadoras: el anarquismo (ligado al ámbito urbano desde finales del siglo XIX), el indianismo de resistencia (que emergió tras la derrota de la sublevación y del gobierno indígena dirigido por Pablo Zárate Willka y Juan Lero, en 1899), marxismo primitivo, nacionalismo revolucionario. En relación a este marxismo escribe el autor:
“El marxismo de esta primera época es, sin lugar a dudas, una ideología de modernización industrial del país en lo económico, y de consolidación del Estado nacional en lo político. En el fondo, todo el programa revolucionario de los distintos marxismos de esta etapa, hasta los años ochenta, tendrá… objetivos similares: despliegue incesante de la modernidad capitalista del trabajo; sustitución de las relaciones “tradicionales” de producción, especialmente de la comunidad campesina, que deberá “colectivizarse” u “obrerizarse”; homogeneización cultural, para consolidar el Estado; y una creciente estatalización de las actividades productivas como base de una economía planificada, y de una cohesión nacional-estatal de la sociedad”[1].
Tal marxismo se habría extendido principalmente entre obreros, asalariados y estudiantes, y tendría como identidad base al “obrero” o “proletario”, incluso dejando en un segundo plano a otras identidades. García Linera señala que tal narrativa modernista y teleológica de la historia constituyó un “bloqueo cognitivo” que imposibilitó desde un punto de vista epistemológico reconocer otro punto de partida de otro proyecto de emancipación, que con el tiempo se sobrepondría a la propia ideología marxista, esto es, la temática campesina y étnica del país. Por lo tanto un marxismo que ignore las particularidades de los países como el caso de los pueblo indígenas de Latinoamérica no es viable como proyecto emancipatorio. Escribe el autor:
“Para este marxismo no había ni indios ni comunidad, con lo que una de las más ricas vetas del pensamiento marxista clásico queda bloqueada y rechazada como herramienta interpretativa de la realidad boliviana; además, esta posición obligará al emergente indianismo político a afirmarse precisamente en un combate ideológico, tanto contra las corrientes nacionalistas como contra las marxistas, que rechazaban y negaban la temática comunitaria agraria y étnico-nacional como fuerzas productivas políticas capaces de servir como poderes regenerativos de la estructura social, tal como precisamente lo hará el indianismo”[2].
La quinta gran narrativa es el “indianismo” emancipador y reconocedor de la pluralidad cultural y con un discurso, por lo tanto, anti- homogeneizador. García Linera explica la gestación del “Indianismo Katarista”, nombre que deriva del nombre del indígena aymara Túpac Katari (1750-1781). Como discurso político el katarismo comienza con una resignificación sistemática de la historia, la lengua y la cultura, lo que implica una reinterpretación de la historia colonial y republicana para dejar en evidencia las injusticias, usurpaciones y discriminaciones de las que fueron objeto los indígenas.
Se produce así una reinvención de la “indianitud” que pasa a ser entendido como “sujeto de emancipación, como designio histórico, como proyecto político. Se trata de un auténtico renacimiento discursivo del indio, a través de la reivindicación y reinvención de su historia, de su pasado, de sus prácticas culturales, de sus penurias, de sus virtudes, que ha de tener un efecto práctico en la formación de autoidentificaciones y formas organizativas”[3]. Un segundo momento que destaca el autor en la evolución del indigenismo katarista es la década de 1980 donde el katarismo se fragmentaría en tres vertientes. La primera es la culturalista (pachamámicos) que se refugia en la música y en la religiosidad. La segunda vertiente son los “integracionistas” que, de acuerdo al político boliviano:
“…enarbola una reivindicación del ser indígena como fuerza de presión para obtener ciertos reconocimientos en el orden estatal vigente. Se trata de una formación discursiva de lo indígena en cuanto sujeto querellante, demandante de reconocimiento por parte del Estado, para incorporarse a la estatalidad y ciudadanía vigentes, pero sin perder por ello sus particularidades culturales”[4].
Una tercera variante del movimiento indianista katarista será es la estrictamente nacional indígena, enarbolada activistas y teóricos indianistas, buscan la constitución de una República India. En este caso el indígena no aparece sólo como sujeto político, sino que también como sujeto de poder. Sobre esta vertiente escribe García Linera:
“En este caso, el indio es concebido como proyecto de poder político y social sustitutivo del régimen republicano de elites q’aras, que son consideradas como innecesarias en el modelo de sociedad propugnado. En su etapa inicial, este discurso toma la forma de un panindigenismo, en la medida en que se refiere a una misma identidad india que se extiende a lo largo de todo el continente, con pequeñas variantes regionales. Esta mirada transnacional de la estructura civilizatoria indígena puede considerarse imaginariamente expansiva, en la medida en que supera el localismo clásico de la demanda indígena; pero, al mismo tiempo, presenta una debilidad, en la medida en que minimiza las propias diferencias intraindígenas y las diferentes estrategias de integración, disolución o resistencia por las que cada nacionalidad indígena optó dentro los múltiples regímenes republicanos instaurados desde el siglo pasado”[5].
Un tercer período es el de la década de 1990, ciclo indianista que lo califica como “estrategia de poder”, y que se extiende hasta principios del siglo XXI. Dentro de este indianismo como “estrategia de poder” existen dos vertientes: el Movimiento hacia el socialismo (MAS) de carácter moderado y la vertiente radical representada por el Movimiento Indígena Pachakuti (MIP) y la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB)
Capitalismo y Estado
Como los demás autores mencionados, García Linera realiza un balance de la situación actual en que nos encontramos siendo su opinión al respecto catastrófica, por lo que cree necesario un cambio de raíz. La sociedad en que vivimos, señala el autor, es una sociedad capitalista. ¿Qué quiere decir con capitalismo? La respuesta de García Linera es la siguiente:
“Es importante entender que el capitalismo es un régimen económico con un modo de producción y de distribución de la riqueza. Pero no es sólo economía, es también una sociedad, un tipo de organización de la vida entre las personas. Es también un Estado, una forma de hacer política y un conjunto de valores éticos y morales. En síntesis el capitalismo es, un tipo de civilización que cuando entra en crisis provoca una crisis de la civilización moderna tal como la conocemos. Permítanme desarrollar las características en lo económico, en lo social, en lo político y en lo ético-moral”[6].
Por lo tanto, de acuerdo al autor, el capitalismo es algo que trasciende lo meramente económico ya que es un sistema que engloba o permea todos los ámbitos en que se desenvuelve el ser humano. Es importante tener esto en consideración para así entender realmente a este autor cuando se refiere a la necesidad de un cambio o transformación, ya que de acuerdo lo anterior, este debe ser un cambio total y no meras reformas al actual sistema vigente. También debe ser un cambio mundial, vale decir, que el capitalismo no puede ser solamente superado por medio de la edificación del socialismo en países de manera aislada. De esta transformación mundial depende el triunfo del socialismo. A partir de esa definición de capitalismo, García Linera destaca una serie de características o dimensiones del este sistema.
La primera tiene que ver con la dimensión económica del capitalismo, donde destaca algunos rasgos. El autor señala que el primer rasgo distintivo del capitalismo no es el mercado, ya que este le precede en el tiempo, sino que es el deseo de generar riqueza únicamente para obtener ganancias. Es este afán de ganancia el que ha dado origen a las guerras, a la destrucción del medio ambiente y al desarrollo de la industria armamentista, entre otras cosas. En resumen, lo que mueve al sistema capitalista es el afán de lucro sin importar los costes que esto pueda significar. El segundo rasgo del capitalismo, en su dimensión económica, es la explotación, esto es, el apropiarse del trabajo de alguien, lo que Marx denominaba como la fuerza de trabajo. El sistema capitalista se caracteriza por esta explotación del ser humano por el ser humano.
Un tercer rasgo es que el capitalismo se desarrolla y expande subordinándolo todo. Esta expansión no sólo hay que entenderla espacialmente, sino que también culturalmente, en el sentido de que penetra en la vida cotidiana de las personas, en sus costumbres y hábitos, lo que hace del capitalismo un régimen totalizante. Un último rasgo que destaca el autor es que el la economía capitalista es una de carácter planetaria ya que “mueve los circuitos del mundo, desplaza a otras economías, es lo que conocemos como globalización, que comenzó en el siglo XIV, cuando se surcan los mares, se invade América Latina y Asia, en ese momento se globaliza y se totaliza la economía”[7]. La segunda dimensión del capitalismo tiene que ver con el aspecto social. De acuerdo a lo anterior, el capitalismo se caracteriza por dividir no solamente a los países en clases sociales, sino que también por dividir, a nivel mundial, entre países desarrollados y subdesarrollados, agrarios y urbanos. En relación a la división en clases, García Linera se refiere a la clásica división entre la burguesía, que es una clase parasitaria que vive del trabajo de otros, y los obreros que incluye, entre otros, a campesinos, comunarios, intelectuales, abogados, sociólogos, clases medias y textileros.
La tercera dimensión del capitalismo es la política. García Linera señala que en este tema, el capitalismo separa la sociedad política – el Estado – de la sociedad civil. En relación a las características del Estado capitalista, afirma García Linera: “El Estado capitalista tiene las siguientes características: monopolio de la coerción, monopolio de las recaudaciones (impuestos) y de la legitimidad; concentra los aparatos de represión, los de recaudación y manejo de recursos públicos y los de educación, formación y cultura”[8]. García Linera, basándose en el sociólogo boliviano René Zavaleta Mercado, establece la distinción entre el Estado aparente y Estado integral. De acuerdo a esto señala que hasta el 2005 la situación de Bolivia era la de carecer de un Estado integral y, en cambio, tenía un Estado aparente o , como afirma el autor boliviano:
“…un Estado de camarilla, de fracción, que sólo representaba a un diminuto sector de la sociedad, donde unos pocos sectores dominantes construyeron el poder político y no les importó representar al resto, dejando al margen a indígenas, jóvenes, trabajadores y mujeres. Era un Estado ilusorio porque no hizo el esfuerzo de unificar a todos como sucedía en otras partes del mundo”[9].
Otras característica de la política capitalista es el imperialismo y el neoimperialismo, que constituyen políticas por medio de las cuales los Estados capitalistas pueden saquear y someter a países que presenten formas de vida que considera ajenas a las suyas. La cuarta y última dimensión del capitalismo es la valórica. Los valores de la sociedad capitalista están subordinados a la lógica económica de la primera dimensión, lo que se traduce en que predomine la cultura del exitismo, el individualismo y la falta de solidaridad producto de las dos anteriores. En palabras del autor boliviano:
“El capitalismo como civilización produce un tipo de valores que se inculcan a las personas en la escuela, en la familia, en los barrios y en los medios de comunicación. Uno de los principios éticos del capitalismo es el endiosamiento del lucro: una persona exitosa es aquel que tiene mucho dinero y el que no lo tiene es un fracasado. Este valor de lucro, de afán de negocio, genera otra característica del capitalismo: el individualismo. Golpea a quien puedas con tal de salir adelante, aplasta a quien puedas con tal sobresalir; esta idea de que se sobresale sólo y no con todos, no comunitariamente sino individualmente es parte de los valores éticos y morales del capitalismo“[10].
Estos antivalores a su vez explican el fenómeno de la “cosificación”, esto es, dotar a las cosas de un poder y valor desmesurado, lo que lleva a la creencia de que las cosas materiales son las que dan prestigio y valor a los seres humanos. Estos antivalores son también los responsables del racismo, el desprecio por otras culturas y la destrucción de la naturaleza. Al respecto señala el García Linera: “El capitalismo concibe a la naturaleza como una cosa que se puede usurpar, robar, abusar, destruir con tal de generar lucro; la naturaleza se ve como una cosa explotable y no como ser vivo con el que hay que compartir y dialogar”[11].
Otra característica del capitalismo es su carácter temporal y, por lo mismo, sustituible, así como lo fueron los demás sistemas económicos existentes. Al respecto escribe el autor:
“Los neoliberales dirán que eso es imposible, pero el capitalismo no tiene más de 500 años y el ser humano como civilización tiene, mínimamente, 6.000 años, como sociedad. El capitalismo representa un trecho corto en esa historia, puede durar unos años más o años menos, pero llegará a su fin, como el de otras sociedades esclavistas, imperiales o regionales, que parecían invencibles pero al final sucumbieron ante la fuerza de la historia. La historia de la humanidad no se mide por décadas o siglos, el capitalismo representa algo pequeño, por delante tenemos otras historias que debemos construir lo más rápido posible, porque el capitalismo nos puede llevar a la extinción como seres vivos”[12].
A estas ideas podemos añadir el discurso que pronunció García linera en el Left Forum de la Universidad Pace de Nueva York[13]. En ella, el vicepresidente venezolano desarrolla sus “9 tesis sobre el capitalismo”, que expondré a continuación. En la primera tesis explica que la mundialización del sistema capitalista ha llegado a tales extremos que en el siglo XXI es la propia producción, el propio proceso de trabajo capitalista el que predomina en todos los países del globo, transformando el mundo en un gigante taller de trabajo planetario. En la segunda tesis el autor plantea la idea de que esta mundialización de la producción ha dado lugar a una subsunción formal de los procesos de trabajo agrarios comunales, no capitalistas o pre-capitalistas bajo el poder de la acumulación capitalista. Tal fenómeno tiene una consecuencia nefasta y es el que las distintas naciones y clases indígenas de África, América Latina y Asia son presionadas para que se transformen en naciones capitalistas, a someterse, por así decirlo, al los dictados del capital.
En la tercera tesis García Linera plantea la idea de que el capitalismo se ha apoderado de una fuerza productiva ilimitada que es el conocimiento. El autor afirma que estamos ante una “subsunción real del conocimiento humano mundial, de las capacidades cognitivas o fuerzas intelectivas, a la propia producción del capital”[14]. La producción moderna se sostiene cada vez más en la ciencia aplicada y las mismas ciencias se han transformado en industrias de punta que generan más valor agregado que la extracción de materias primas o los servicios. Además añade que se crea un escenario en donde la clase obrera mundial se encuentra dividida entre una clase obrera “vinculada más a las ciencias, al conocimiento y la tecnología en las metrópolis del mundo capitalista, y la otra ligada más al esfuerzo rutinario y a la asociatividad en las extremidades del cuerpo capitalista planetario”[15]. La cuarta tesis trata de los efectos del capitalismo sobre la naturaleza o los “procesos metabólicos de la naturaleza”. Esto se puede apreciar en el desarrollo del ámbito de la biotecnología que modifica “os códigos y la arquitectura de la vida, así como en la devastación de la naturaleza y los recursos naturales.
De acuerdo a esto concluye el autor: “Esto da lugar a una paradoja histórica: la propia expansión ilimitada del capitalismo lo está convirtiendo en naturalmente imposible a futuro porque no existe naturaleza ni materias primas capaces de sostener la producción de todos los productos que hoy vemos en los escaparates para las personas de todo el mundo”[16]. La quinta tesis se refiere a la capacidad destructiva que han adquirido las fuerzas productivas. Por fuerzas productivas el autor se refiere a las fuerzas productivas objetivas (tecnología), intelectivas (ciencia), subjetivas (pasión, deseo), simbólicas (lenguaje) y las asociativas. A esto agrega que el capitalismo mundial prioriza las fuerzas productivas técnicas e intelectuales en detrimento de las asociativas, subjetivas y simbólicas. La sexta tesis plantea que la actual lucha de clases se encuentra determinada por tres fuentes de antagonismos planetarios. La primera es que, producto de la acumulación primitiva permanente, se está dando en distintas lugares del mundo la emergencia de luchas indígenas y agrarias que se resisten al proceso predatorio que representa el capitalismo.
La segunda fuente de antagonismos consiste en la subsunción técnica del metabolismo de la naturaleza a la acumulación capitalista y la amenaza de una catástrofe medioambiental. Esto se traduce en que los seres humanos se unen en una lucha común que tiene como estandarte la Madre Tierra. Por último tenemos que la subsunción mundial de la ciencia a la ganancia empresarial da lugar a una clase obrera cada vez más fragmentada regionalmente y a su vez más difusa socialmente, lo que la convierte en la única fuerza productiva global capaz de erigir por medio de la lucha un nuevo orden postcapitalista. La séptima tesis se refiere a las nuevas formas de movilización social que no se reducen a los movimientos sindicales, ya que estas se ven complementados o sustituidas por la “forma comunidad” propia de sociedades con una amplia base agraria y la “forma multitud”, siendo esta última “una manera flexible de articulación de varias clases sociales donde el núcleo dirigente no está establecido de antemano, sino es contingente y depende del curso de la propia movilización”[17]. La octava tesis señala que la lucha por el poder del Estado constituye un objetivo fundamental para lograr la emancipación de los obreros. La razón de la importancia de esta acción se entiende de mejor manera por medio de las palabras del autor:
“El Estado monopoliza la materia y la creencia de casi todo aquello que hace vivir a una sociedad como parte integrante de una comunidad territorial con un destino compartido. Y hasta hoy, la administración de esa materialidad y de esas creencias ha estado dirigida u organizada desde el punto de vista y desde los intereses de las clases capitalistas. Habrá algún momento en que lo común y lo universal de la sociedad vendrá, directamente y sin mediación, de la propia actividad laboral de las personas que trabajan con medios universales. Sin embargo, los movimientos sociales, clases obreras, naciones indígenas, intelectuales, activistas, sindicatos, no pueden renunciar ahora a la batalla de ser ellos los que conduzcan y articulen el sentido de lo universal, el sentido de comunidad política de un país. Esa voluntad material de administrar y conducir lo común, lo universal de una sociedad, es la lucha por el poder del Estado que consiste, sobre todo, en un asunto de hegemonía en el sentido gramsciano, es decir, se trata de una construcción político-cultural y no de una simple ocupación del poder estatal por la clase capitalista”[18].
En la novena tesis el autor señala que "del resquebrajado poderío de un capitalismo planetario triunfante está el poderío latente de un comunitarismo técnico, organizativo y moral de las naciones y clases subalternas, pero únicamente como potencia, tendencia y posibilidad material".
Siguiendo con el tema del Estado, en una conferencia titulada “Del Estado neoliberal al Estado plurinacional autonómico y productivo”[19], García Linera describe al Estado como un sistema político que tiene al menos tres componentes: el Estado como un conjunto de instituciones, el Estado como un conjunto de ideas fuerza y el Estado como correlación de fuerzas entre bloques sociales. De vital importancia es el segundo componente ya que sería el Estado el que monopoliza aquella materia emergente del cerebro, es decir, las ideas y, por lo tanto, tiene un poder tremendo de imponer ideas y creencias en la sociedad, ideas y creencias que en realidad beneficiarían a una cierta elite capitalista. De acuerdo a este planteamiento, la sociedad absorbe las ideas y creencias que benefician a una minoría, y cae en el embrujo de pensar que tales ideas son normales, son aceptables y que benefician a todos por igual.
Al parecer sólo unos pocos son capaces de elevarse por encima del condicionamiento impuesto sutilmente por el Estado, entre ellos García Linera, para denunciar y desenmascarar así al hechicero detrás del embrujo ideológico. La novena y última tesis el autor continúa exponiendo estrategias de emancipación para la construcción de su ideal político, social y económico. El autor habla de un poderío latente, que denomina “comunitarismo técnico, organizativo y moral de las naciones y clases subalternas”. Para que tal poderío latente pueda devenir en una insurgencia se necesitará de un “sistemático activismo molecular con voluntad de poder, capaz de tejer voluntades crecientes y materialmente sustentadas de luchas por el poder, primero nacionales, luego continentales y finalmente planetarias, que gatillen el cúmulo de fuerzas comunitarias constreñidas y ahogadas por el capitalismo”[20].
Socialismo comunitario
Teniendo clara la visión del autor sobre el capitalismo, ahora procederé a examinar su concepción del socialismo comunitario. En primer lugar citaré dos párrafos donde el autor muestra, en primer lugar, su ideas en relación al comunismo y, en segundo lugar, sobre el socialismo:
“el comunismo no se caracteriza por usurpar o quitar a las personas el fruto de su trabajo, al contrario, más adelante veremos que, como sociedad, economía, política permite el despliegue de las capacidades y el acceso de las personas al usufructo de los bienes, lo que no permite es que uno viva del trabajo del otro, que explote al otro, pero la casa de uno, su carro, su tierra, sus libros, le pertenecen, son fruto de su trabajo, hay un desarrollo de la individualidad, de la propiedad individual y de la propiedad colectiva, comunitaria”[21].
“¿qué es el socialismo?, si uno quiere defender la naturaleza es socialista, si uno no quiere la división de la sociedad en clases sociales es socialista, si uno está en contra de la explotación del ser humano por otro ser humano es socialista, si uno quiere acabar con el imperialismo y el colonialismo porque nos denigran como seres humanos es socialista, si usted quiere una hermandad universal y el bienestar distribuido entre todos sin pobreza ni miseria es socialista. Socialismo es el nombre que le ponemos a nuestra lucha, a nuestra indignación, a nuestra resistencia, podemos nombrarlo de otra manera: humanista, comunitarista, etc., no vamos a pelear por el nombre”[22].
El socialismo hay que entenderlo de manera similar a como el autor concibe el capitalismo, es decir, como un sistema totalizante que abarca todos los aspectos de la vida humana, de manera que estamos ante un paradigma completamente antagónico e incompatible con el paradigma capitalista. También describe al socialismo como “una realidad que hay que construir materialmente”. García Linera explica que cuando él habla de socialismo, no se refiere a una doctrina o al socialismo como gobierno, sino que se refiere a una serie de aspectos como la economía, sociedad, Estado, cultura y valor. Desde este punto de vista, los autodenominados partidos socialistas que existen en otros países han llevado a cabo una tarea bastante incompleta, y en realidad, de acuerdo al autor, lo que han hecho tales partidos es construir un capitalismo con el disfraz de gobierno socialista. En cuanto al “socialismo comunitario”, lo primero que hay que tener claro es que constituye una fase que no se ha alcanzado, lo que significa que Bolivia aún se encuentra en una fase de transición. Sobre este proceso que apunta a alcanzar el socialismo comunitario, escribe García Linera:
“Habrá tropiezos, la historia no es lineal, la victoria no está asegurada, ¿cuánto tardaremos, cuántas caídas y tropezones tendremos?, no lo sabemos, lo aprenderemos en la práctica. Pero ir hacia atrás, regresar al capitalismo y atornillarnos a él es el suicidio de la humanidad, es declarar la extinción de la naturaleza y del ser humano. Por necesidad de vida estamos obligados a caminar, habrán tropiezos y bloqueos que tendremos que remontar. Si queremos salvar la vida y la naturaleza estamos obligados a ir hacia el socialismo comunitario. El capitalismo es el suicidio lento de la humanidad”[23].
Más adelante añade el autor:
“Entre el capitalismo existente y el socialismo venidero hay todavía un largo proceso que puede tardar años, décadas o siglos y depende de la lucha de los pobres, de los humildes, de las personas que se indignan por la destrucción de la vida y de la naturaleza, intelectuales y profesionales. Sin lucha no hay socialismo”[24].
De acuerdo al autor boliviano el objetivo es construir un puente entre el capitalismo depredador y el socialismo comunitario. Este puente, que unifica a todas las personas, lo representa un Estado integral que en Bolivia toma la forma de un “Estado plurinacional, autonómico y comunitario de derecho”. Esto es sólo una fase de transición, un puente en el que vamos las personas trabajan y construyen el camino hacia el socialismo comunitario. García Linera describe al socialismo comunitario como un aporte de la particularidad boliviana a la lucha de los pueblos del mundo por la igualdad, la justicia y equidad. Añade también que “de alguna manera” la nueva Constitución boliviana sería la encargada de diseñar el camino a largo plazo, “donde se irán potenciando, reforzando, expandiendo, irradiando democráticamente –y en base al ejemplo, a los resultados y no a la imposición– las virtudes humanas, sociales, culturales e intelectuales de un socialismo comunitario”[25].
A pesar de su visión refundacional, García Linera señala que del capitalismo sólo se debe rescatar la ciencia y la tecnología. Así, la ciencia, la tecnología, junto al comunitarismo, la distribución comunitaria, el mundo obrero y la propiedad comunitaria, constituyen algunos de las principales fuentes del socialismo. En síntesis y en consonancia con los autores anteriormente vistos, la propuesta socialista de García Linera es una de carácter refundacional, comenzar ex novo y sólo rescatar de la tradición precedente lo que pueda servir para el nuevo paradigma socialista. La nueva sociedad socialista comunitaria solucionará cada uno de los problemas que presenta el capitalismo en las dimensiones económica, política, social y valórica.
Por ejemplo, señala García Linera, ya no existiría la explotación entre seres humanos, se generaría riqueza sin destruir la naturaleza, habrá un libre desarrollo de las capacidades humanas individuales, la ciencia y la tecnología no estarían al servicio del lucro sino que al servicio de la vida, la humanidad y la naturaleza. La nueva forma de gobierno sería una democracia comunitarizada que se extendería del campo a la ciudad y a todos los ámbitos de la vida. En el socialismo comunitario el Estado sería un Estado principalmente encargado de la administración y la gestión. En relación a la situación de Estados Unidos, García Linera piensa que es un poder en decadencia y lo que queda por hacer es aislar al imperialismo norteamericano, no a su pueblo, sino a la estructura de poder económico-política que es la fuente de todos los males.
[1] Alvaro García Linera, Indianismo y Marxismo: el desencuentro entre dos razones revolucionarias (documento en línea: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/coedicion/linera/7.3.pdf)
[2] Ibid., 483.
[3] Ibid., 486.
[4] Ibid., 488-489.
[5] Ibid.,12.
[6] Álvaro García Linera, “El socialismo comunitario. Un aporte de Bolivia al mundo,” Revista de Análisis. Reflexiones sobre la coyuntura (7 de febrero de 2010): 10.
[7] Ibid., 11.
[8] Ibid., 12.
[9] Ibid., 8.
[10] Ibid., 12.
[11] Ibid., 13.
[12] Ibid., 10.
[13] Álvaro Garcia Linera. “9 tesis sobre el capitalismo” (discurso pronunciado en el Left Forum en la Universidad de Pace de Nueva York, Estados Unidos, 9 de junio de 2013).
[14] Ibid., 2.
[15] Ibid.
[16] Ibid., 2.
[17] Ibid., 4.
[18] Ibid., 4.
[19] Álvaro Garcia Linera. “Del Estado neoliberal al Estado plurinacional autonómico y productivo” (conferencia pronunciada en la Universidad de Domingo Savio, Santa Cruz, 11 de diciembre de 2008).
[20] Álvaro Garcia Linera. “9 tesis sobre el capitalismo”, 4.
[21] Álvaro García Linera, “El socialismo comunitario. Un aporte de Bolivia al mundo”, 9.
[22] Ibid., 14.
[23] Ibid., 9.
[24] Ibid., 14.
[25] Ibid., 15.