3/10-George Berkeley y el idealismo subjetivo (por Jan Doxrud)
En el tercer diálogo, Hilas al no poder comprobar la existencia de la materia, al no tener argumentos a su favor y por ello, al sucumbir ante las explicaciones de Filonús, llega a la conclusión de que no es posible saber nada. Hilas cae en el escepticismo hasta el punto de negar la existencia a las cosas. Se muestra dudoso ante las ideas y que estas no pueden revelarnos la realidad de las cosas. Hilas dice, “ciertamente puedes saber que el fuego aparece caliente y el agua líquida; pero esto no es más que saber que sensaciones se producen en tu propia mente cuando el fuego y el agua se aplican a tus órganos sensoriales. En lo referente a su constitución interna, a su naturaleza real y verdadera, en cuanto a esto estás completamente en la oscuridad”[1].
Mas adelante continúa negando la existencia de las cosas:
“Y lo mismo es verdad con respecto a las demás cosas corpóreas. Y, lo que es más, no sólo ignoramos la naturaleza verdadera y real de las cosas, sino incluso su existencia. No puede negarse que percibimos tales apariencias e ideas determinadas; pero de aquí no puede concluirse que los cuerpos existan realmente. Más aun, ahora que pienso en ello, debió declarar también, en conformidad con mis concesiones anteriores, que es imposible que cualquier cosa corpórea y real exista en la naturaleza”[2].
Filonús considera extravagantes estas declaraciones y son el producto de la creencia en la sustancia material, que tienen a Hilas en un estado de confusión. Se vio obligado a aceptar que no existe la substancia material y entonces para el ya no tenemos conocimiento real de las cosas. Filonús le reprocha por la conclusión a la que ha llegado Hilas:
“Y como al final te ves forzado a reconocer que una tal existencia significa o una abierta contradicción o nada en absoluto, se sigue que te ves obligado a echar por tierra tu propia hipótesis de la substancia material, y a negar positivamente la existencia real de cualquier parte del universo. Y, así, te ves hundido en el escepticismo más profundo y deplorable en que alguna vez cayó un hombre”.
Filonús le explica a lo largo del diálogo que lo real son las ideas y que estas no son copias de nada inmutable e independiente de la mente. Recordemos que para Berkeley las cualidades primarias no poseen ningún atributo especial como el de subsistir por sí mismas independientes de las mentes y pasan a ser como las cualidades secundarias. Acerca del tema de la existencia, Filonús expone su postura:
“…pues no puedo separar o abstraer, ni siquiera en el pensamiento, la existencia de una cosa sensible de su ser percibida”[3].
Yo percibo a través de mis sentidos ese árbol, lo observo, le doy un nombre, es un pino, así puedo hablar sobre este árbol específico con las demás personas. Repitamos, Berkeley dice que conozco algo porque lo percibo y lo que percibo son ideas (idea de un pino) y estas ideas existen en una mente sin la cual no podrían existir, concluyendo que su existencia es ser percibidas, y al ser percibidas no puede dudarse de su existencia.
Lo que pretende Filonús es “unir y colocar bajo una luz más clara esa verdad que antes estaba dividida entre el vulgo y los filósofos; pues los primeros eran de la opinión de que esas cosas que perciben inmediatamente son las cosas reales; y los segundos de que las cosas percibidas inmediatamente son ideas que existen solo en la mente”[4]. Recuerde el lector estas líneas.
Comenzamos a abordar la filosofía de Berkeley con la siguiente interrogante:
“Consiste la realidad de las cosas sensibles en ser percibidas? ¿O es algo distinto de su ser percibidas y que no guarda ninguna relación con la mente? Hilas le responde:
“Existir es una cosa, y ser percibidas otra”. Insistamos en este tema con el ejemplo del jardinero y la cereza de Filonús: “Pregunta al jardinero, por qué piensa que aquel cerezo existe en el jardín, y te dirá porque lo ve y lo toca; en una palabra, porque lo percibe por sus sentidos. Pregúntale por qué cree que no hay allí un naranjo, y te dirá que porque no lo percibe. Aquello que percibe por los sentidos, a eso lo denomina un ser real, y dice que es o existe; pero aquello que no es perceptible, eso, dice, no existe”[5].
La cereza es una amalgama de ideas percibidas a través de los sentidos. El sabor de la cereza es también una sensación, es una clase particular de placer o disgusto y por lo tanto existe en la mente, lo mismo vale para el color. Se debe desechar el concepto de materia, que está internalizada en el lenguaje común de las personas. ¿Cómo se puede eliminar tal palabra materia sin causar un estupor en las personas comunes? Hilas sabiendo que no existe tal sustancia material, trata de todas formas de seguir utilizándola, aunque con un significado diferente, ya que le resulta imposible eliminarla de vocabulario:
“Reconozco francamente que no hay otra sustancia en un sentido estricto que el espíritu. Pero durante tanto tiempo he estado acostumbrado al término materia que no sé cómo deshacerme del mismo. Decir que no hay materia en el mundo me resulta todavía chocante. Mientras que decir que no hay materia si por este término queremos decir una sustancia no pensante que existe sin la mente; pero sí que hay materia si por materia quiere decirse una cosa sensible cuya existencia consiste en ser percibida, es una distinción que da a la fórmula un giro completamente distinto; y los hombres entrarían en tus nociones con menos dificultad si las presentas de esta manera”[6].
Ya no se trata de si la materia existe o no, es seguro que no existe, pero está el apego a la palabra y para no sacrificarla y eliminarla de nuestro vocabulario, Hilas quiere darle un nuevo significado para no causar dificultades en las mentes de las personas no versadas en la filosofía. Otros asunto es sobre el origen de estas ideas, que como se dijo, están en nuestras mentes, pero no son creadas por nosotros, por lo que deben estar en otro lugar y ese lugar necesariamente tiene que ser una mente. Filonus dice estar de acuerdo con Hilas en lo que respecta a que son afectados desde fuera por un ser distinto de ellos (y de todos los seres humanos).
En lo que difieren es la a la naturaleza de ese ser, Filonús dice que es espíritu, no así Hilas, para quien puede ser la materia o una tercera naturaleza:
“Es así como pruebo que es un espíritu: a partir de los efectos que veo que se producen concluyo que hay acciones; y porque hay acciones, voliciones; y, porque hay voliciones, tiene que haber una voluntad. Además, las cosas que percibo deben tener una existencia, ellas o sus arquetipos, fuera de mi mente, pero, siendo ideas, ni ellas ni sus arquetipos pueden existir de otra manera que en un entendimiento; existe, por lo tanto, un entendimiento. Pero la voluntad y el entendimiento constituyen en el sentido más estricto una mente o un espíritu. Por lo tanto, la poderosa causa de mis ideas es, con toda propiedad, un espíritu”[7].
Filonús ya había señalado que ese espíritu es Dios ¡Excelente argumento! Dios existe ya que existen ideas en mi pero que escapan a mi voluntad, por lo tanto hay otro ser que las hace perceptible: Dios. El filósofo George Pitcher:
“Pone a Dios en el centro de nuestras vidas. Tiene a Dios produciendo en nuestras mentes efectos conscientes, fantásticamente complejos, durante cada momento de nuestra vida de vigilia. El interés íntimo por nuestros bienestares individuales, que Dios demuestra de esa manera, puede sólo hacer que le amemos y que confiemos en Él.”
Pero cuesta trabajo concebir este Dios sabio y bueno de Filonús, teniendo en cuenta el mal natural. Berkeley señala que Dios nos presenta todas las enfermedades. “Todo dolor no es sino una idea con la que Dios decide afectarme”. Hilas coloca otro obstáculo a Filonús. Si somos afectados por algún otro ser con dolor, ese ser es Dios, por lo tanto esa idea ya estaba en la mente de Dios y entonces Dios experimentaría el dolor, lo que haría de él un ser imperfecto. Filonús responde que nosotros somos los que experimentamos por tener cuerpos.
“Nosotros estamos encadenados a un cuerpo, es decir, nuestras percepciones están conectadas con movimientos corporales….somos afectados por cada alteración en las partes nerviosas de nuestro cuerpo sensible; el cual…no es otra cosa que una combinación de esas cualidades o ideas que no tienen una existencia distinta de ser percibidas por una mente. De tal forma que esta conexión de las sensaciones con los movimientos corporales no significa otra cosa que una correspondencia en el orden de la naturaleza entre dos conjuntos de ideas o cosas inmediatamente perceptibles. Pero Dios es un espíritu puro, libre de una tal simpatía o de vínculos naturales. Ningún movimiento corporal está acompañado de las sensaciones de dolor o placer en su mente”[8].
En otra parte del diálogo señala sobre Dios:
“Un ser cuya espiritualidad, omnipresencia, providencia, omnisciencia, bondad y poder infinitos, son tan visibles como la existencia de las cosas sensibles…”[9].
Filonús niega categóricamente que un espíritu puro pueda experimentar dolor, no obstante que conoce y algunas veces causa sensaciones dolorosas en nosotros. ¿Cómo? ¿Dios es causa del sufrimiento humano? Lo importante es que los espíritus finitos, limitados, dependientes que están expuestos a las sensaciones de los sentidos son los que pueden sentir dolor.
Las ideas presentadas por Filonús son para Hilas peligrosas debido a su carácter novedoso y temiendo que puedan tener malas consecuencias. ¡Imagínese el lector! ¡Debemos dejar nuestra búsqueda de la verdad para no quebrar el status quo, para no sacar a las personas de sus cómodos refugios que llaman certidumbre! Hilas señala: “¡Pero la novedad, Filonús, la novedad! Deberíamos oponernos siempre a las nociones novedosas; estas perturban las mentes de los hombres y nadie saben donde acabarán”[10].
Actitud cobarde de Hilas, pero lo “novedoso” había sido cuestionado desde antes, incluso personajes como Tomás de Aquino estuvieron bajo la lupa de su Iglesia debido a algunas de sus ideas. A otros se les solicitó “retractarse”. Peor suerte corrieron como personajes como Giordano Bruno que por pensar diferente fue purificado a través de las santas llamas de la Iglesia. Filonus no considera novedosa ni peligrosa sus ideas, sino que las de Hilas. Pero señala algo que no deja de incomodarme: “Reconozco francamente que las innovaciones en el gobierno y en la religión son peligrosas y deberían desaprobarse”[11].
¿Por qué razón serian peligrosas las innovaciones en estos dos ámbitos? ¿Qué entiende el personaje por “innovación”, sino “innovare”, el acto de introducir algo nuevo? ¿Hay que rechazar cualquier proposición aunque sea verdadera, por ejemplo en las ciencias, si esto tendría como consecuencias un gran impacto social? Ya no somos el centro de nada, no fuimos creados a imagen y semejanza de nadie, no tuvo que aparecer Darwin para desechar eso, aunque Darwin dio el gran armazón teórico para saber más sobre nuestros orígenes.
Copérnico y Galileo, grandes innovadores demolieron el paradigma que había predominado por cientos de años, pero tuvieron que callar en su época, debido a las repercusiones que esto podía traer y por contradecir a las Sagradas Escrituras. No solo en la ciencia, sino que en todos los ámbitos hay que ir innovando siempre en beneficio de la humanidad y todos los demás seres vivientes. Las ideas de Filonús son innovadoras pero erróneas y no van a detener el proceso de secularización. ¿
Dicho esto, ¿por qué seduce la filosofía de Berkeley? Mario Bunge escribió al respecto:
“El subjetivismo de Berkeley es único en su fuerza, claridad y elegancia literaria. Es por lo que pasa por ser irrefutable, así como obviamente falsa”[12].
Bunge, preguntándose por qué Berkeley llegó a semejante teoría, responde que puede ser a la
“confusión de criterios para determinar si algo existe o no, una confusión de la ontología con la metodología. Así pues, ¿cómo puedo saber que hay un rosal en el jardín? Porque puedo tocar, ver y oler esa planta. Parecería, puedo, que efectivamente ser es ser percibido; hasta que el botánico examina la planta al microscopio y la somete a pruebas que muestran que posee muchas más propiedades primarias que secundarias, tales como la capacidad de absorber luz, sintetizar azúcar y crecer por medio de la división celular”[13].
Berkeley representa, como en palabras de Bunge, una contrarrevolución en su fase 1, ¿Quién es la víctima? El realismo filosófico. De acuerdo con Ludovico Geymonat,
“Ninguna novedad, pues, desde el punto de vista metafísico: la innovación de Berkeley con respecto al platonismo consiste en la premisa empirista de la que parte y en el método rigurosamente crítico del que se vale, especialmente contra las antiguas nociones de materia y espacio”[14].
Ya no tenemos sustancia material, en esto Berkeley da un paso más allá que Locke, que establecía una diferencia entre cualidades primarias y secundarias. Para Berkeley, las cualidades primarias no gozan de esa independencia, al menos no existen independientes de las mentes.
¿Qué hay de aquello que denominamos como “Yo”? Berkeley en boca de su personaje Filonús escribe:
“¿Cuántas veces tengo que repetirte que conozco o soy consciente de mi propio ser; y que yo mismo no soy mis ideas, sino algo más, un principio pensante y activo que percibe, conoce, quiere y actúa sobre las ideas? Sé que yo, uno y el mismo yo, percibe los colores y los sonidos; que un color no puede percibir un sonido, ni un sonido un color; que, por lo tanto, soy un principio individual, distinto del color y del sonido; y, por lo misma razón, de todas las demás cosas sensibles e ideas inertes”[15].
Existe el Yo y sus vivencias, pero allende a esas vivencias no existe nada. El cogito cartesiano está presente en el Obispo Berkeley y será David Hume quien profundizará más en el tema del Yo. Al final lo único que pretendió eliminar Berkeley de la realidad era la materia, que servía de pilar para los ateos. El idealismo de Berkeley sepulta a la materia o, mejor dicho, no la sepulta ya que no hay nada que sepultar. Todo lo que vemos existe para Berkeley, pero niega la sustancialidad material de todo en cuanto existe y nos obliga a colocar a Dios en el centro del pensamiento filosófico.
Mario Bunge retoma los estos diálogos entre Hilas y Filonús y escribió otros tres diálogos que examinaré brevemente. Filonús es empirista, cree que la percepción es la única fuente de conocimiento y única garantía de la realidad, por lo que debemos aceptar con él que todo puede ser percibido a través de los sentidos. Berkeley está además inserto dentro del idealismo subjetivo que sostiene que las ideas sólo existen en la mente del sujeto y que no existe un mundo externo. ¿Cómo resolver el problema del empirismo y el racionalismo? Después de doscientos cuarenta años, Filonús se encuentra con Hilas y lo saluda diciéndole que no esperaba encontrarlo vivo.
Hilas responde afirmativamente y le pregunta a Filonús cómo explica el hecho de que ambos hayan permanecido vivos durante doscientos cuarenta años y cómo explica el hecho de que cada uno de ellos haya estado seguro de que el otro ha estado vivo durante ese lapso. Filonús, fiel a su axioma, responde que ser es ser percibido. Ninguno ha percibido al otro durante ese largo lapso de tiempo pero, durante ese lapso temporal, cada uno ha percibido otras cosas y de esa manera ambos han existido y Filonús puede verificar que Hilas está vivo por los datos que le dan los sentidos en ese momento.
A esto Hilas responde que no ha sido suficiente para Filonús ver a Hilas nuevamente para saber que él estuvo vivo hace un siglo, ya que ese conocimiento no estaba contenido dentro de sus percepciones. Como los sentidos no hacen inferencias, lo anterior es fruto del razonamiento. A esto Filonús replica que en lugar de hablar de inferencias racionales prefiere hablar de secuencias de imágenes. Así, no le resulta difícil imaginar que Hilas existió hace un siglo. A esto Hilas responde que puede imaginar aquello, pero no puede demostrarlo a no ser que sea capaz de ascender desde las imágenes a los conceptos, ya que ninguna secuencia de imágenes constituirá una prueba.
En resumen, el punto de Hilas es que para saber y probar, no bastan las evidencias que nos proporcionan los sentidos. Filonus reta a Hilas a que pruebe que existió hace un siglo a lo cual Hilas responde afirmativamente claro que no por medios puramente lógicos. Lo que necesita es una premisa más que “Hilas existió en 1753 y existe ahora en 1953”. Esta otra premisa sería una ley de la naturaleza conocida por inducción a partir de numerosos casos y es que el ciclo de la vida de cada individuo es ininterrumpido.
A Hilas le incomoda hablar de “ley de la naturaleza” y prefiere hablar de una regla ordenada por la “mente Eterna”. Sea lo que sea esa mente Eterna, el punto de Hilas es que es capaz no solamente de reflejar las cosas sensibles, sino que también es capaz de probar o al menos sugerir la existencia de hechos empíricos que pasan desapercibidos por la percepción inmediata. Tal es el caso del hecho expresado en la oración “Hilas estuvo vivo hace un siglo”. Hilas invita a admitir a Filonús que el famoso dicho de que no hay nada en el entendimiento que antes no haya pasado por los sentidos no es del todo cierto.
La razón es un tipo de práctica capaz de crear objetos ideales que pueden hacer referencia a cosas sensibles. Filonús debe aceptar que las pruebas de la razón son tan aceptables como las evidencias proporcionadas por los sentidos y que incluso las creaciones del pensamiento son tan verdaderas como los hechos. Hilas todavía no se convence con respecto a cómo se forman las ideas abstractas. Para él, estas se forman a partir de las percepciones, en otras palabras, la mente arreglar la materia prima proporcionada por los sentidos pero no puede crear nada nuevo, aunque piense en la cosa más extraña, esa cosa está hecha de elementos que son conocidos.
Así las ideas de existencia y ser que Hilas considera abstractas son, para Filonús, un destilado de un enorme agregado de ideas concretas de los seres que existen. Hilas acusa a Filonús de ser un empirista inconsistente porque no entiende que el pensamiento abstracto es una actividad, una experiencia. También lo acusa de ser un idealista inconsistente porque no entiende que la actividad mental es capaz de crear nuevos objetos, cosas que no pueden ser encontradas en la percepción. Un ejemplo de objetos ideales que no son desarrollados a partir de la percepción y que no tienen una contraparte material se pueden encontrar en las matemáticas, por ejemplo, en la raíz cuadrada de dos o cualquier otro número irracional.
Estos números serían uno de los “orgullos de la razón” y que los números imaginarios son tan prácticos y útiles como los reales. Así queda establecido que existen ideas abstractas que no están hechas de percepciones y que carecen de una contraparte material. Posteriormente Hilas agrega que existen cosas reales que sólo pueden ser aprehendidas por abstracción. Por ejemplo, no podemos percibir al “pueblo irlandés” o “la humanidad” o la “democracia”, así como tampoco puede oler el orden social, las leyes o las migraciones. Estas son ideas abstractas que corresponde a todos objetivos.
Hilas quiere hacer ver a Filonús de que su sistema es falso ya que reposa en una contradictio in adjecto. De acuerdo a Hilas, el primer axioma del empirismo, que la única fuente de conocimiento es la experiencia, es en sí una idea abstracta. Es aquí donde Hilas hace ver la contradicción ya que el punto de partida del empirismo y de cualquier filosofía es un juicio universal y no la experiencia. El empirismo se destruye a sí mismo al comenzar negando la abstracción en términos abstractos. Filonús desafía a Hilas a probar la falsedad de su principio “Ser es ser percibido.” Hilas responde que Filonús al admitir que es posible concebir al menos una idea abstracta, una idea que no es inmediatamente derivada de los sentidos, su principio se derrumba e Hilas es forzado que existen cosas más allá de las percepciones, imágenes y conceptos.
Así, también se puede prescindir de esa “mente Eterna” omnipresente que sabe y comprende todas las cosas, en donde existen toda las demás mentes individuales. Terminemos con este diálogo señalando que, como escribió Bunge, desde un punto de vista tanto gnoseológico como ontológico, Filonús esta equivocado. Gnoseológicamente debido a que la experiencia no es la única fuente del conocimiento. Ontológicamente hablando el mundo no se compone únicamente de experiencias, ya que de ser así, todas las ciencias serían reducidas a la psicología, pero esto no es así ya que mientras que la psicología hace uso de la física, la física no hace uso de la psicología. Además la ciencia y la tecnología van más allá de la experiencia cuando desarrollan hipótesis, teorizan o llevan a cabo diseños científicos.
[1] p. 130.
[2] p. 132.
[3] p. 134.
[4] p. 183.
[5] p. 141.
[6] p. 182.
[7] p. 149.
[8] p. 151.
[9] p. 175.
[10] p. 154.
[11] p. 155.
[12] Mario Bunge, op. cit. , p. 78.
[13] Ibid. , .p. 79.
[14] Ludovico Geymonat, op. cit. , p.374
[15] George Berkeley, p. 140.