24) La Guerra Civil Española . La victoria del Frente Popular (por Jan Doxrud)
En lo que respecta al papel de Manuel Azaña, Ricardo de la Cierva aborda el contenido de las cartas enviadas por el político español al socialista Indalecio Prieto. Es en esta donde habla de la recuperación de la izquierda y la propuesta conjuncionista, aunque, dejando fuera al PCE. Azaña se muestra contrario a integrar al comunismo, tal como lo plantea en su cuarta carta. Azaña afirmaba que una coalición con los socialistas era “legítima, normal y deseable” pero, con los comunistas, la situación era distinta, puesto que no eran un aporte dede el punto de vista electoral. Sumado a esto, espantarían a los electores y “desnaturalizarían” negativamente el carácter de la coalición.
Otros hechos tratados por de la Cierva son, en primer lugar, la firma del “Manifiesto de Conjunción Política” (12 de abril de 1935) por Izquierda Unida, el Partido Nacional Republicano y Unión Republicana. Tal Manifiesto constituía una declaración sobre las “normas inexcusables para la regular convivencia dentro del régimen republicano”. En segundo lugar están los discursos de campo abierto en donde Azaña hizo gala de sus dotes como orador así como también de demagogia. En uno de estos masivos discursos, Azaña afirmaba que una de las condiciones fundamentales para una coalición electoral de izquierda consistía en no limitarse simplemente en formar una “liga de voluntades inflamadas por el deseo de mejorar la política republicana”, que obtuviese el triunfo en las urnas, para luego dispersarse al día siguiente. Es por ello que se hacía necesario compromiso, así como también la elaboración un programa de acción política que abordase los temas más urgentes del Estado
Uno de los obstáculos para formar esta coalición era convencer a Largo Caballero (en ese momento en prisión) y a sus seguidores en el PSOE, quienes se oponían a las ideas del otro miembro de su partido que era, Indalecio Prieto, de formar un bloque que integrase a distintos movimientos republicanos y de izquierda. Tal opinión quedó bastante clara en el ya citado folleto redactado por las Juventudes Socialistas (el equipo de Hernández Zancajo) “Octubre, segunda etapa”. Como explica de la Cierva, el objetivo de las juventudes era claro y era la purga interna del partido para transitar hacia una bolchevización de este mismo. Esta era una postura con la cual Indalecio Prieto (exiliado en París) no compartía y llegó a señalar que la vida era “mucho más amplia que el marxismo”. Pero las facciones que representaban Prieto y Caballero en el PSOE se tornaron incompatibles. En palabras de Raymond Carr:
“La lucha entre Prieto y Largo caballero ocupó la primavera y principios del verano de 1936. Prieto fue calificado de colaboracionista y de traidor por la prensa caballerista, que reproducía los elogios que le tributaban los republicanos como un Briand español. A cambio de ello, Largo Caballero fue acusado de ambición personal y de revolucionario infantil. Ambas facciones llegaron a las manos y cada uno promovía incidentes en los mítines de la otra”.
Paul Preston escribe en su libro que los socialistas estaban atrapados en un auténtico dilema, puesto que, por un lado, estaba Prieto que apoyaba un fuerte régimen reformista contra el avance de la derecha, mientras que, por otro lado, Largo Caballero no creía que una coalición republicano-socialista pudiera implementar las reformas que el país necesitaba.
En cuanto a los comunistas, de la Cierva explica que la idea de una alianza habría sido abrazada, en primer lugar, por los comunistas “sectarios” o “heterodoxos”, como fue el caso del Grupo Obrero y Campesino (GOC). El historiador español señala que PCE tenía, en un comienzo, otra táctica, tal como la expresó Dolores Ibárruri y consistía en atraer y absorber a la mayor parte del proletariado para prepararlo para la tomad el poder. Esta era la estrategia de Stalin, y que se oponía a la de Trosky.
Mientras el primero planteaba la absorción de las bases de las demás agrupaciones de izquierda, dejando fuera a los dirigentes, Trotsky planteaba la alianza de las fuerzas de izquierda, pero respetando las dirigencias de estas mismas. Al fracasar esta estrategia “absorcionista” y tras el ascenso de hitler al poder en 1933, la táctica de la Unión Soviética cambio y, por lo tanto, también el de los partidos comunistas de las demás naciones.
Así, bajo la dirección de José Diaz, el PCE se mostraría a favor de integrar un “Bloque Popular”, que fue el nombre utilizado en un comienzo. Así, de la Cierva señala que José Díaz “puede reivindicar una parte considerable en el invento de la etiqueta final de la coalición”. Para el PCE la formación de este bloque era solo era un medio para lograr su único fin: instaurar una dictadura unipartidista. Al respecto, comenta de la Cierva:
“(…) nuestros lectores saben ya que la auténtica génesis del Frente Popular nada tiene que ver con estos oportunistas esfuerzos del PCE que, impulsado por la Comintern, trata de canalizar el ímpetu republicano-prietista y, ya que esto se demostraba imposible, intenta al menos uncirse, con el mayor garbo que su desairada situación le permitiese, a un carro que, en el verano de 1935, no se movía en absoluto a impulsos comunistas, sino por la renovada ilusión conjuncionista”.
Un hecho importante fue la unión que se creó entre Largo Caballero y sus seguidores con el PCE, especialmente tras el VII Congreso de la Comintern. Como resultado, de la Cierva señala que nacerían dos modelos de Frente Popular, siendo el primero el de la extrema izquierda en virtud del cual existiría un “Frente Unido” por arriba, ampliado en un Frente Popular por la base. El segundo modelo, el de la izquierda no comunista buscaba “una coalición sincera, que germinase en un Frente Popular por arriba”. El problema que quedaba por zanjar era convencer a Largo Caballero de entrar en el bloque. Pero el problema es que Caballero ahora ponía una condición para entrar en el bloque y era que los comunistas también ingresaran a éste. Esto era algo que complicaría al “Frente Republicano” formado en noviembre de 1935 por los 3 partidos que firmaron el Manifiesto anteriormente mencionado. Al respecto comenta de la Cierva:
“Las últimas negociaciones – frenéticas – para la firma y publicación del pacto del Frente Popular tienen lugar el 14 de enero de 1936. En esa fecha todos los inminentes aliados estaban ya de acuerdo en la aceptación del Partido Comunista, impuesta como condición sine qua non por Francisco Largo Caballero, a quien sus asesores pro-comunistas (…) habían convencido, a su vez, para que depusiese sus celtíberos recelos ante la coalición”.
La integración del PCE causó que el catedrático de Derecho y presidente del Partido Nacional Republicano , Felipe Sánchez Román (1893 - 1956) abandonase tanto la coalición como la presidencia de su partido. Como escribió de la Cierva:
“La retirada de Felipe Sánchez Román constituye, pues, una de las pruebas más concluyentes de que la inspiración comunista no fue la inspiración para la auténtica génesis del Frente Popular”.
Confuso resultó ser el “Manifiesto del Frente Popular” que, como señaló Gil-Robles, resultó ser más bien un “Acta de Desacuerdos”. En pocas palabras las diversas ideologías y objetivos de los diversos partidos que integraban el Frente Popular resultaban ser incompatibles entre sí (y no podía ser de otra forma teniendo en consideración su composición). Ramón Tamames opina que el pacto del Frente Popular “no era ni mucho menos un programa revolucionario, sino más bien de corte reformista, al menos en su formulación”. Para el político español tal pacto representaba una transacción entre los republicanos y los partidos marxistas, que buscaban ganar las elecciones generales